José bendice a Asenat.
1 Entonces su madre subió al desván y llevó a Asenat a José, y Pentefres le dijo: «Besa a tu hermano, porque él también es virgen como tú hoy, y odia a toda mujer extraña como tú odias a cada hombre extraño».
2 Y Asenat dijo a José: «Salve, Señor, bendito del Dios Altísimo». Y José le dijo: «Dios que vivifica todas las cosas, te bendecirá, doncella».
3 Pentefres dijo entonces a su hija Asenat: «Ven y besa a tu hermano».
4 Cuando Asenat se acercó a besar a José, José extendió su mano derecha y la puso sobre su pecho entre sus dos pechos (porque sus pechos ya estaban erectos como hermosas manzanas), y José dijo:
5 No es propio del hombre que adora a Dios, que bendice con su boca al Dios vivo, y come el bendito pan de vida, y bebe la copa bendita de la inmortalidad, y es ungido con la bendita unción de la incorrupción, besar a una mujer extraña, que bendice con su boca ídolos muertos y sordos y come de su mesa el pan de ahogo y bebe de su libación el cáliz del engaño y es ungida con unción de destrucción;
6 pero el hombre que adora a Dios besará a su madre, a la hermana nacida de su madre, a la hermana nacida de su tribu y a la esposa que comparte su lecho, quienes bendicen con su boca al Dios vivo.
7 Tampoco le conviene a una mujer que adora a Dios besar a un extraño, porque esto es abominación ante los ojos del Señor Dios.
8 Y cuando Asenat oyó estas palabras de José, se angustió mucho y gimió; y mientras miraba fijamente a José con los ojos abiertos, estos se llenaron de lágrimas.
9 Y José, al verla llorar, se compadeció mucho de ella, porque era manso, misericordioso y temeroso del Señor.
10 Entonces él levantó su mano derecha sobre su cabeza y dijo:
«Señor Dios de mi padre Israel, Dios Altísimo y Fuerte,
que vivificaste todas las cosas y llamaste de las tinieblas a la luz
y del error a la verdad y de la muerte a la vida,
Bendice también a esta virgen,
11 y vivificala y renuévala con tu espíritu santo,
y que coma el pan de tu vida y beba el cáliz de tu bendición,
y cuéntala con tu pueblo, a quien escogiste antes de que todas las cosas fueran hechas,
y déjala entrar en tu reposo que preparaste para tus elegidos,
y déjala vivir en tu vida eterna para siempre».