Asenat se retira y José se prepara para partir.
1 Y Asenat se regocijó con gran alegría por la bendición de José. Entonces ella se apresuró y subió sola a su altillo, y cayó en su cama enferma, porque había en ella alegría y tristeza y gran temor; y un sudor continuo corría sobre ella cuando oyó estas palabras de José, y cuando él le hablaba en el nombre del Dios Altísimo.
2 Entonces lloró con gran y amargo llanto, y, arrepentida, se apartó de los dioses que solía adorar y de los ídolos que despreciaba, y esperó la llegada de la tarde.
3 Pero José comió y bebió; y ordenó a sus siervos que uncieran los caballos a sus carros y rodearan toda la tierra.
4 Y Pentefres dijo a José: «Deja que mi señor se aloje aquí hoy y por la mañana te irás».
5 Y José dijo: «No, pero hoy me iré, porque éste es el día en que Dios comenzó a hacer todas sus cosas creadas, y al octavo día también volveré a vosotros y me alojaré aquí.»