1 Jesús, hijo de Naué, ordenó al pueblo y les repartió la tierra, siendo un hombre valiente y valiente. Y estando aún los adversarios de Israel en la tierra, se acercaban los días de Jesús en que moriría, y envió y llamó a todo Israel por toda su tierra con sus mujeres y sus hijos, y les dijo: Reuníos ante el arca del pacto de Jehová en Silo y haré pacto con vosotros antes de morir.
2 Y cuando todo el pueblo estaba reunido en Silo, el día 16 del mes tercero, delante del Señor, con sus mujeres y sus hijos, Jesús les dijo: Oíd, oh Israel, he aquí, yo hago con vosotros el pacto de esta ley que el Señor ordenó con nuestros padres en Oreb, y por tanto, quedaos aquí esta noche y ved lo que Dios me dice acerca de vosotros.
3 Y mientras el pueblo esperaba allí aquella noche, el Señor se apareció a Jesús en visión y le habló diciendo: Conforme a todas estas palabras hablaré a este pueblo.
4 Y Jesús vino por la mañana y reunió a todo el pueblo y les dijo: Así dice el Señor: Había allí una roca de donde saqué a vuestro padre, y del corte de esa roca surgieron dos hombres, cuyos nombres eran Abraham y Nacor, y del cincel de aquel lugar nacieron dos mujeres que se llamaban Sara y Melca. Y habitaron juntos más allá del río. Y Abraham tomó a Sara por mujer y Nacor tomó a Melca.
5 Y cuando la gente de la tierra fue descarriada, cada uno según sus propios designios, Abraham creyó en mí y no se dejó llevar tras ellos. Y lo salvé del fuego, lo tomé y lo llevé a toda la tierra de Canaán. Y le hablé en visión diciendo: A tu descendencia daré esta tierra. Y me dijo: He aquí ahora me has dado mujer y es estéril. ¿Y cómo tendré simiente de ese vientre cerrado?
6 Y le dije: Tómame un becerro de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un palomino. Y él los tomó como yo le mandé. Y envié sueño sobre él y lo rodeé de miedo, y puse delante de él el lugar de fuego donde serán vengadas las obras de los que cometen iniquidad contra mí, y le mostré las antorchas de fuego con las que los justos que han cometido creyeron en mí serán iluminados.
7 Y le dije: Estos servirán de testimonio entre mí y tú de que te daré simiente de la matriz que está encerrada. Y te compararé a la paloma, porque has recibido para mí la ciudad que tus hijos (comenzarán a) edificar ante mis ojos. Pero compararé la tórtola con los profetas que nacerán de ti. Y compararé el carnero con los sabios que nacerán de ti y alumbrarán a tus hijos. Pero compararé el becerro con la multitud de pueblos que por medio de ti se multiplicarán. Y compararé la cabra con las mujeres cuyos vientres abriré y darán a luz. Estas cosas serán para testimonio entre nosotros de que no transgrediré mis palabras.
8 Y le entregué a Isaac y lo formé en el vientre de la que lo dio a luz, y le ordené que lo restaurara rápidamente y me lo entregara en el séptimo mes. Y por esto toda mujer que dé a luz en el séptimo mes, su hijo vivirá: porque sobre él llamé mi gloria, y mostré la nueva era.
9 Y a Isaac le di a Jacob y a Esaú, y a Esaú le di en herencia la tierra de Seír. Y Jacob y sus hijos descendieron a Egipto. Y los egipcios humillaron a vuestros padres, como sabéis, y yo me acordé de vuestros padres, y envié a mi amigo Moisés y los libré de allí y derroté a sus enemigos.
10 Y los saqué con mano alta y los conduje a través del Mar Rojo, puse la nube bajo sus pies, los saqué a través de las profundidades y los llevé debajo del monte Sina, e incliné los cielos y descendió, y congelé la llama del fuego, y tapé los manantiales del abismo, e impidí el curso de las estrellas, y dominé el sonido del trueno, y apagué la plenitud; del viento, y reprendí a la multitud de las nubes, y detuve sus movimientos, e interrumpí la tormenta de los ejércitos, para que yo no rompiera mi pacto, porque todas las cosas fueron conmovidas con mi descenso, y todas las cosas fueron vivificadas con mi advenimiento, y no permití que mi pueblo fuera esparcido, sino que les di mi ley y los iluminé, para que si hicieran estas cosas, vivieran y tuvieran muchos días y no murieran.
11 Y os he traído a esta tierra y os he dado viñas. Habitáis en ciudades que no construisteis. Y he cumplido el pacto que hablé con vuestros padres.
12 Y ahora, si obedecéis a vuestros padres, pondré mi corazón sobre vosotros para siempre y os cubriré con mi sombra, y vuestros enemigos no volverán a luchar contra vosotros, y vuestra tierra será famosa en todo el mundo y vuestra descendencia será elegidos en medio de los pueblos, los cuales dirán: He aquí el pueblo fiel; porque creyeron en el Señor, por eso el Señor los libró y los plantó. Y por tanto te plantaré como a viña deseable y te regirá como a rebaño amado, y encargaré la lluvia y el rocío, y te saciarán todos los días de tu vida.
13 Y sucederá que al final la suerte de cada uno de ustedes será la vida eterna, tanto para ustedes como para su descendencia, y yo recibiré sus almas y las guardaré en paz, hasta el tiempo de la era se ha cumplido, y os restituiré a vuestros padres y a vuestros padres a vosotros, y sabrán de vuestra mano que no en vano os he escogido. Estas son las palabras que el Señor me ha hablado esta noche.
14 Y todo el pueblo respondió y dijo: El Señor es nuestro Dios, y a él sólo serviremos. Y todo el pueblo hizo aquel día un gran banquete y una renovación del mismo por veintiocho días.