1 Y Finees añadió y dijo: Oh Dios de nuestros padres, escucha mi voz y di hoy a tu siervo si te parece bien, o si tal vez el pueblo ha pecado y tú quieres destruir su mal, que tú podrás corregir también entre nosotros a los que pecaron contra ti. Porque recuerdo en mi juventud cuando Jambri pecó en los días de Moisés tu siervo, y en verdad entré, y fui celoso en mi alma, y los levanté a ambos sobre mi espada, y el remanente se habría levantado contra mí para matarme, y enviaste tu ángel, e hiciste de ellos veinticuatro mil hombres, y me libraste de sus manos.
2 Y ahora enviaste a las once tribus y las trajiste aquí, diciendo: Id y heridlos. Y cuando se fueron, fueron entregados. Y ahora dicen que las declaraciones de tu verdad están ante ti. Ahora pues, Señor Dios de nuestros padres, no lo ocultes a tu siervo, sino dinos por qué has hecho esta iniquidad contra nosotros.
3 Y cuando el Señor vio que Finees oraba intensamente ante él, le dijo: Por mí mismo he jurado, dice el Señor, que si no lo hubiera jurado, no me habría acordado de ti en lo que has hablado, ni tampoco Te he respondido hoy. Y ahora di al pueblo: Levántate y oye la palabra del Señor,
4 Así dice el Señor: Había un león poderoso en medio del bosque, y todas las bestias le encomendaron el bosque para que él lo guardara con su poder, para que no vinieran otras bestias y lo devastaran. Y mientras el león lo guardaba, vinieron fieras del campo de otro bosque y devoraron a todas las crías de las bestias y devastaron el fruto de su cuerpo, y el león lo vio y calló. Ahora las bestias estaban en paz, porque habían confiado el bosque al león y no se daban cuenta de que sus crías habían sido destruidas.
5 Y al cabo de un tiempo se levantó una bestia muy pequeña de las que habían entregado el bosque al león y devoró al más pequeño de los cachorros de otra bestia muy malvada. Y he aquí, el león gritó y despertó a todas las bestias del bosque, y pelearon entre sí, y cada uno peleó contra su prójimo.
6 Y cuando muchos animales habían sido destruidos, otro cachorro de otro bosque parecido a él lo vio y dijo: ¿No has destruido otros tantos animales? ¿Qué iniquidad es ésta, que en el principio, cuando muchas bestias y sus crías eran destruidas injustamente por otras malas bestias, y cuando todas las bestias deberían haber sido movidas a vengarse, viendo que el fruto de sus cuerpos era despojado sin propósito, entonces tú guardaste silencio y no hablaste, pero ahora un cachorro de una bestia malvada ha perecido, y has agitado todo el bosque para que todas las bestias se devoren unas a otras sin causa, y el bosque se vea disminuido. Ahora, pues, primero debes ser destruido tú, y así se establecerá el remanente. Y cuando las crías de las bestias oyeron esto, mataron primero al león, y pusieron sobre ellos un cachorro en su lugar, y así las demás bestias quedaron sujetas juntas.
7 Se levantó Mijás y os enriqueció con lo que había cometido, tanto él como su madre. Y hubo cosas malas y perversas, que nadie había ideado antes de ellos, pero con su astucia hizo imágenes talladas, que no habían sido hechas hasta ese día, y nadie se irritó, sino que todos fuisteis extraviados, y visteis el fruto de tu cuerpo despojado, y callaste como ese león malvado.
8 Y cuando visteis cómo moría la concubina de este hombre que padecía mal, os conmovisteis todos y vinisteis a mí diciendo: ¿Entregarás a los hijos de Benjamín en nuestras manos? Por eso os engañé y dije: Os los entregaré. Y ahora he destruido a los que entonces callaban, y así me vengaré de todos los que han hecho maldad contra mí. Pero vosotros subid ahora, que yo os los entregaré.
9 Y todo el pueblo se levantó unánimemente y se fueron. Y los hijos de Benjamín salieron contra ellos, pensando que los vencerían como antes. Y no sabían que su maldad se había cumplido en ellos. Y cuando habían avanzado como al principio y los perseguían, el pueblo huyó de delante de ellos para darles lugar, y entonces se levantaron de sus emboscadas, y los hijos de Benjamín estaban en medio de ellos.
10 Entonces los que huían se volvieron, y los hombres de la ciudad de Noba fueron asesinados, tanto hombres como mujeres, es decir, 85.000 hombres, y los hijos de Israel quemaron la ciudad, tomaron el botín y destruyeron todo a filo de la espada. Y de los hijos de Benjamín no quedó ningún hombre, salvo sólo 600 hombres que huyeron y no fueron encontrados en la batalla. Y todo el pueblo volvió a Silo, y Finees hijo del sacerdote Eleazar con ellos.
11 Estos son los que quedaron del linaje de Benjamín, los príncipes de la tribu, de diez familias cuyos nombres son estos: de la primera familia: Ezbaile, Zieb, Balac, Reindebac, Belloch; y de la segunda familia: Nethac, Zenip, Phenoch, Demec, Geresaraz; y de la tercera familia: Jerimuth, Veloth, Amibel, Genuth, Nephut, Phienna; y de la cuarta ciudad: Gemuf, Eliel, Gemot, Soleph, Raphaph y Doffo; y de la quinta familia: Anuel, Code, Fretan, Remmon, Peccan, Nabath; y de la sexta familia: Rephaz, Sephet, Araphaz, Metach, Adhoc, Balinoc; y de la séptima familia: Benin, Mephiz, Araph, Ruimel, Belon, Iaal, Abac; y (de) la (8ª, 9ª y) 10ª familia: Enophlasa, Melec, Meturia, Meac; y los demás príncipes de la tribu que quedaron, en número de sesenta.
12 Y en aquel tiempo el Señor correspondió a Micas y a su madre todo lo que había dicho. Y Michas se derritió en el fuego y su madre desfallecía, tal como el Señor había hablado acerca de ellos.