1 En aquellos días los filisteos reunieron su campamento para luchar contra Israel, y los hijos de Israel salieron a luchar contra ellos. Y cuando el pueblo de Israel fue puesto en fuga en la primera batalla, dijeron: Hagamos subir el arca del pacto del Señor, tal vez ella pelee con nosotros, porque en ella están los testimonios del Señor que él ordenado a nuestros padres en Oreb.
2 Y mientras el arca subía con ellos, cuando llegó al campamento, el Señor tronó y dijo: Este tiempo será semejante a lo que hubo en el desierto, cuando tomaron el arca sin mi orden, y la destrucción acontecerlos. Así también en este tiempo caerá el pueblo, y el arca será tomada, para que yo castigue a los adversarios de mi pueblo a causa del arca, y reprenda a mi pueblo por haber pecado.
3 Cuando el arca llegó a la batalla, los filisteos salieron al encuentro de los hijos de Israel y los derrotaron. Y estaba allí un tal Golia, filisteo, que llegó hasta el arca, y Ofni y Finees hijos de Heli, y Saúl hijo de Cis, sostenían el arca. Y Golia la tomó con su mano izquierda y mató a Ofni y a Finees.
4 Pero Saúl, como era de pies ligeros, huyó de delante de él; y rasgó sus vestidos, se puso ceniza en la cabeza y vino al sacerdote Heli. Y Heli le dijo: Dime ¿qué ha sucedido en el campamento? Y Saúl le dijo: ¿Por qué me preguntas estas cosas? porque el pueblo está vencido, y Dios ha desamparado a Israel. Sí, y también los sacerdotes son muertos a espada, y el arca es entregada a los filisteos.
5 Y cuando Heli se enteró de que se habían llevado el arca, dijo: He aquí, Samuel profetizó de mí y de mis hijos que moriríamos juntos, pero no me nombró el arca. Y ahora los testimonios son entregados al enemigo, ¿y qué más puedo decir? He aquí, Israel ha perecido de la verdad, porque los juicios le han sido quitados. Y como Heli estaba completamente desesperado, se cayó de su asiento. Y murieron en un día sus hijos Heli, Ofni y Finees.
6 Y la esposa del hijo de Heli estaba sentada y estaba de parto; y al oír estas cosas, todas sus entrañas se derritieron. Y la partera le dijo: Ten ánimo, no desmayes tu alma, que te ha nacido un hijo. Y ella le dijo: He aquí que ahora nace un alma y morimos nosotros cuatro, es decir, mi padre y sus dos hijos y su nuera. Y llamó su nombre: ¿Dónde está la gloria? diciendo: La gloria de Dios ha perecido en Israel porque el arca del Señor fue llevada cautiva. Y cuando hubo dicho esto, entregó el espíritu.