Y llegó la tarde, y luego otra vez la mañana, y fue el segundo día. (El lunes es el primer día.) La Esencia ardiente.
1 Y para todas las tropas celestiales imaginé la imagen y la esencia del fuego, y mis ojos miraron la roca muy dura y firme, y del brillo de mis ojos el relámpago recibió su maravillosa naturaleza, que es a la vez fuego en agua y agua en fuego, y el uno no apaga al otro, ni el uno seca al otro, por eso el relámpago es más brillante que el sol, más blando que el agua y más firme que la dura roca.
2 Y de la roca corté un gran fuego, y del fuego creé las órdenes de los diez ejércitos de ángeles incorpóreos, y sus armas son de fuego y sus vestidos una llama ardiente, y ordené que cada uno se pusiera de pie en su orden. Aquí Satanail con sus ángeles fue arrojado desde lo alto.
3 Y uno del orden de los ángeles, habiéndose apartado del orden que estaba bajo su mando, concibió un pensamiento imposible: poner su trono más alto que las nubes sobre la tierra, para poder llegar a ser igual en rango a mi poder.
4 Y lo arrojé desde lo alto con sus ángeles, y él volaba continuamente en el aire sobre el abismo.