Dios muestra cómo no quiere de los hombres sacrificios ni holocaustos, sino corazones puros y contritos.
1 Quien se apresure a hacer una ofrenda ante el Señor, el Señor, por su parte, acelerará esa ofrenda concediéndole su trabajo.
2 Pero quien enciende su lámpara ante el Señor y no juzga con sinceridad, el Señor no aumentará su tesoro en el reino de las alturas.
3 Cuando el Señor exige pan, velas, carne (es decir, ganado), o cualquier otro sacrificio, entonces eso no es nada; pero Dios exige corazones puros, y con todo eso sólo prueba el corazón del hombre.