1 Entonces el arcángel Miguel descendió y tomó a Abraham en un carro de querubines, lo exaltó al aire del cielo y lo llevó sobre la nube junto con sesenta ángeles, y Abraham ascendió en el carro sobre toda la tierra.
2 Y Abraham vio el mundo tal como era aquel día: unos arando, otros conduciendo carros, en un lugar pastoreando rebaños, en otro vigilándolos de noche y bailando, tocando y tocando arpas, en otro lugar luchando y contendiendo por la ley, en otras partes hombres llorando y recordando a los muertos.
3 Vio también a los recién casados recibidos con honores y, en una palabra, vio todas las cosas que se hacen en el mundo, tanto las buenas como las malas.
4 Entonces Abraham, al pasar por encima de ellos, vio a unos hombres que llevaban espadas y empuñaban espadas afiladas en las manos, y Abraham preguntó al capitán mayor: «¿Quiénes son estos?»
5 El capitán dijo: «Estos son ladrones que quieren matar, hurtar, quemar y destruir».
6 Abraham dijo: «Señor, Señor, escucha mi voz y ordena que las fieras salgan del bosque y los devoren».
7 Y mientras él hablaba, salieron fieras del bosque y los devoraron.
8 Y vio en otro lugar a un hombre y una mujer que fornicaban el uno con el otro,
9 y dijo: «Señor, Señor, ordena que la tierra se abra y se los trague, y en seguida la tierra se partió y se los tragó».
10 Y vio en otro lugar a unos hombres cavando en una casa y llevándose las posesiones ajenas,
11 y dijo: «Señor, Señor, ordena que descienda fuego del cielo y los consuma. Y mientras él hablaba, descendió fuego del cielo y los consumió».
12 Y en seguida vino una voz del cielo al capitán mayor, diciendo así: ¡Oh capitán Miguel, ordena que se detenga el carro y haz que Abraham se vaya para que no vea toda la tierra!
13 Porque si ve a todos los que viven en la maldad, destruirá toda la creación. Porque he aquí, Abraham no ha pecado, y no tiene compasión de los pecadores,
14 Pero yo he hecho el mundo y no deseo destruir a ninguno de ellos, sino esperar la muerte del pecador hasta que se convierta y viva.
15 Pero lleva a Abraham a la primera puerta del cielo, para que vea allí los juicios y las recompensas, y se arrepienta de las almas de los pecadores que él ha destruido.