1 Y Abraham dijo: «Señor capitán, ¿quién es este juez tan maravilloso? ¿Y quiénes son los ángeles que escriben? ¿Y quién es el ángel como el sol que sostiene la balanza? ¿Y quién es el ángel de fuego que sostiene el fuego?
2 El capitán dijo: «¿Ves, santísimo Abraham, al hombre terrible sentado en el trono? Éste es el hijo del primer Adán creado, llamado Abel, a quien mató el malvado Caín,
3 y así se sienta para juzgar a toda la creación y examina a los justos y a los pecadores. Porque Dios ha dicho: No os juzgaré, sino que todo hombre nacido de hombre será juzgado.
4 Por eso le ha dado juicio, para juzgar al mundo hasta su grande y gloriosa venida, y entonces, oh justo Abraham, será el juicio perfecto y la recompensa, eterna e inmutable, que nadie podrá alterar.
5 Porque cada hombre proviene de la primera creación, y por eso aquí son juzgados primero por su hijo,
6 y en la segunda venida serán juzgados por las doce tribus de Israel, todo aliento y toda criatura.
7 Pero la tercera vez serán juzgados por el Señor Dios de todos, y entonces, en verdad, el fin de ese juicio está cerca, y la sentencia es terrible, y no hay nadie que los libere.
8 Ahora bien, el juicio del mundo y la recompensa se dictan mediante tres tribunales, y por eso un asunto no es finalmente confirmado por uno o dos testigos, sino que por tres testigos todo se establece.
9 Los dos ángeles de la derecha y de la izquierda son los que escriben los pecados y las justicias, el de la derecha escribe las justicias y el de la izquierda los pecados.
10 El ángel semejante al sol, que sostiene la balanza en su mano, es el arcángel; Dokiel, el justo pesador, y pesa las justicias y los pecados con la justicia de Dios.
11 El ángel ardiente y despiadado que sostiene el fuego en su mano es el arcángel Puruel, que tiene poder sobre el fuego y prueba las obras de los hombres mediante el fuego.
12 Y si el fuego consume la obra de alguno, inmediatamente el ángel del juicio lo apresa y lo lleva al lugar de los pecadores, al lugar de castigo más amargo.
13 Pero si el fuego aprueba la obra de alguien y no se apodera de ella, ese hombre queda justificado, y el ángel de la justicia lo toma y lo lleva para ser salvo en la suerte de los justos.
14 Y así, justo Abraham, todas las cosas en todos los hombres son probadas por el fuego y la balanza.