1 Y Abraham dijo al capitán: «Señor, capitán, el alma que el ángel tenía en su mano, ¿por qué fue juzgada puesta en medio?»
2 El capitán dijo: «Escucha, justo Abraham. Porque el juez encontró sus pecados y sus justicias iguales, no la entregó a juicio ni para salvación, hasta que venga el juez de todos».
3 Abraham dijo al capitán: ¿Y qué falta todavía para que el alma se salve?
4 El capitán dijo: «Si obtiene una justicia por encima de sus pecados, entrará en la salvación».
5 Abraham dijo al capitán: «Ven acá, capitán Miguel, oremos por esta alma y veamos si Dios nos escucha. El capitán mayor dijo: Amén, así sea;
6 e hicieron oración y súplica por el alma, y Dios los escuchó, y cuando se levantaron de su oración no vieron al alma parada allí.
7 Y Abraham dijo al ángel: «¿Dónde está el alma que tenías en medio?»
8 Y el ángel respondió: «Ha sido salvado por tu justa oración, y he aquí, un ángel de luz lo ha tomado y lo ha llevado al Paraíso».
9 Abraham dijo: «Glorifico el nombre de Dios Altísimo y su infinita misericordia».
10 Y Abraham dijo al capitán: «Te ruego, arcángel, que escuches mi oración e invoquemos aún al Señor,
11 y suplicad su compasión, y suplicad su misericordia por las almas de los pecadores a quienes antes, en mi ira, maldije y destruí, a quienes la tierra devoró, y las fieras despedazaron, y el fuego consumió por mis palabras.
12 Ahora sé que he pecado ante el Señor nuestro Dios. Ven, pues, oh Miguel, capitán en jefe de los ejércitos de arriba, ven, invoquemos a Dios con lágrimas para que me perdone mis pecados y me los conceda».
13 Cuando el capitán lo escuchó, rogaron al Señor, y después de haberlo invocado por largo tiempo, vino una voz del cielo que decía:
14 «Abraham, Abraham, he escuchado tu voz y tu oración, y te perdono tu pecado, y a aquellos que crees que destruí, los he llamado y los he resucitado con mi gran bondad, porque por un tiempo Les he pagado con juicio, y a aquellos a quienes destruya que viven en la tierra, no les pagaré con la muerte».