1 Y la voz del Señor dijo también al capitán Miguel: Miguel, mi siervo, haz regresar a Abraham a su casa, porque he aquí que su fin se ha acercado y la medida de su vida se ha cumplido para que pueda Pon todas las cosas en orden, y luego tómalo y tráelo a mí.
2 Entonces el capitán, haciendo girar el carro y la nube, llevó a Abraham a su casa,
3 y entrando en su cámara, se sentó en su lecho.
4 Y Sara, su esposa, se acercó y abrazó los pies del Incorpóreo, y habló con humildad, diciendo: «Te doy gracias, mi Señor, por haber traído a mi Señor Abraham, porque he aquí, pensábamos que había sido arrebatado de entre nosotros».»
5 Y vino también su hijo Isaac y se echó sobre su cuello, y de la misma manera todos sus esclavos y esclavas rodearon a Abraham y lo abrazaron, glorificando a Dios.
6 Y el Incorporal les dijo: «Escuchen, justo Abraham. He aquí tu esposa Sara, he aquí tu amado hijo Isaac, he aquí también todos tus siervos y siervas que te rodean».
7 Dispón de todo lo que tienes, porque se ha acercado el día en que dejaréis el cuerpo e iréis al Señor una vez para siempre.
8 Abraham dijo: «¿Lo ha dicho el Señor o lo dices tú mismo?»
9 El capitán respondió: «Escucha, justo Abraham. El Señor lo ha ordenado y yo os lo digo».
10 Abraham dijo: «No iré contigo».
11 El capitán, al oír estas palabras, salió inmediatamente de la presencia de Abraham, subió al cielo y se presentó ante el Dios Altísimo.
12 y dijo: «Señor Todopoderoso, he aquí que he escuchado a tu amigo Abraham en todo lo que te ha dicho y he cumplido sus peticiones. Le he mostrado tu poder y toda la tierra y el mar que está debajo del cielo. Le he mostrado juicio y recompensa por medio de nubes y carros, y otra vez dice: No iré contigo».
13 Y el Altísimo dijo al ángel: ¿Vuelve a decir mi amigo Abraham lo mismo: No iré contigo? »
14 El arcángel dijo: «Señor Todopoderoso, así dice y yo me abstengo de imponerle las manos, porque desde el principio es tu amigo y ha hecho todo lo que te agrada».
15 No hay hombre como él en la tierra, ni siquiera Job, el hombre maravilloso, y por eso me abstengo de ponerle las manos encima. Ordena, pues, Rey Inmortal, lo que se hará.