1 Aconteció que cuando se acercaba el tiempo para que nuestro padre Isaac, el padre de nuestros padres, dejara este mundo y dejara su cuerpo, el Compasivo y Misericordioso le envió el jefe de los ángeles, Miguel, el que había enviado a su padre Abraham, en la mañana del día veintiocho del mes Misri.
2 El ángel le dijo: «¡Paz a ti, hijo escogido, nuestro padre Isaac!»
3 Era costumbre que los santos ángeles le hablaran todos los días. Entonces se postró y vio que el ángel se parecía a su padre Abraham.
4 Entonces abrió la boca, gritó a gran voz y dijo con alegría y alborozo: «He aquí, he visto tu rostro como si hubiera visto el rostro del Creador misericordioso».
5 Entonces el ángel le dijo: «Oh mi amado Isaac, he sido enviado a ti desde la presencia del Dios viviente para llevarte al cielo para que estés con tu padre Abraham y con todos los santos.
6 Porque Abraham, tu padre, te está esperando; él mismo está a punto de venir por ti, pero ahora está descansando.
7 Te han preparado un trono junto a tu padre Abraham; lo mismo para tu amado hijo Jacob.
8 Y todos vosotros estaréis por encima de todos en el reino de los cielos, en la gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
9 A vosotros se os confiará este nombre para todas las generaciones futuras: Los Patriarcas. Así seréis padres de todo el mundo, oh anciano fiel, nuestro padre Isaac».
10 Isaac respondió y dijo al ángel: «Realmente estoy asombrado por ti. ¿No eres tú mi padre Abraham?
11 Entonces el ángel le dijo: «Yo no soy tu padre Abraham, sino el que sirve a tu padre Abraham.
12 Ahora pues, alegraos y alegraos; porque no serás herido (con enfermedad)? y no será tomado (en la muerte) con dolor sino con alegría.
13 Alcanzarás bendiciones y reposo para siempre y saldrás de la prisión a la amplitud.
14 También irás a un regocijo que no tiene fin, a una luz y a una dicha que no tienen límite, y a una aclamación y un deleite sin cesar.
15 Ahora, pues, haz tu testamento y ordena tu casa; porque estás a punto de irte al descanso (final).
16 ¡Sin embargo, la bienaventuranza será para el padre que te engendró y para tu descendencia que vendrá después de ti!
17 Cuando nuestro padre Jacob los escuchó hablar así entre sí, comenzó a escucharlos, pero no habló.
18 Entonces nuestro padre Isaac dijo al ángel con paciencia y humildad: «¿Qué haré ahora con la luz de mis ojos, amado mío Jacob?
19 Temo por él a causa de Esaú. Usted, por supuesto, conoce toda la historia».
20 Entonces el ángel le dijo: «Mi amado Isaac, todos los pueblos del mundo, si se reunieran en un solo lugar, no podrían anular tu bendición sobre Jacob; porque, en aquel tiempo que lo bendijisteis, fue bendecido por el Dios supremo, también por el Hijo y el Espíritu Santo, y por vuestro padre Abraham; todos ellos respondieron, diciendo: «Amén».
21 El hierro (¿espada?) no lo asustará, pero será extremadamente fuerte y conquistará el poder.
22 Entonces será padre de muchas naciones, y de él surgirán doce tribus.
23 Entonces Isaac dijo al ángel: «Tú me has informado y me has traído buenas noticias.
24 Pero Jacob no oiga, porque se entristecerá y se turbará; porque nunca he herido su corazón en absoluto».
25 Entonces el ángel del Señor dijo: «Oh, mi amado Isaac, todos los justos que salen de sus cuerpos son bienaventurados y se sienten bienaventurados cuando ven a Dios, el Misericordioso y el Compasivo.
26 Pero ¡ay, ay tres veces del pecador que nace en la tierra, porque tiene muchos dolores!
27 Enseñarás a tus hijos tus caminos y los mandamientos de tu padre, todos los que él te mandó.
28 Y no ocultes estas cosas a Jacob, para que sirvan de recordatorio a las generaciones de su descendencia después de él, para que los fieles las observen y con ellas alcancen la vida eterna, que es para siempre.
29 Pero tendré en cuenta tu preocupación.
30 He aquí, llegué pronto a vosotros con alegría. La paz que el Señor dio, yo os la doy.
31 Y ahora voy presto al que me envió.