Leví tiene visiones y muestra qué recompensas están reservadas para los justos.
1 Y cuando iba a ver a mi padre, encontré un escudo de bronce; Por eso también se llama el monte Aspis, que está cerca de Gebal, al sur de Abila.
2 Y guardé estas palabras en mi corazón. Y después de esto aconsejé a mi padre y a mi hermano Rubén que mandaran a los hijos de Hamor que no se circuncidaran; porque tenía celos por la abominación que habían hecho con mi hermana.
3 Y yo maté a Siquem primero, y Simeón mató a Hamor. Y después de esto vinieron mis hermanos e hirieron aquella ciudad a filo de espada.
4 Y mi padre oyó estas cosas y se enojó, y se entristeció porque habían recibido la circuncisión y después habían sido ejecutados, y en sus bendiciones nos miró mal.
5 Porque pecamos porque habíamos hecho esto en contra de su voluntad, y él estaba enfermo ese día.
6 Pero vi que la sentencia de Dios era mala para Siquem; porque quisieron hacer con Sara y Rebeca como habían hecho con nuestra hermana Dina, pero el Señor se lo impidió.
7 Y persiguieron a nuestro padre Abraham cuando era extranjero, y acosaron a sus rebaños cuando estaban preñados; y a Eblaen, que nació en su casa, lo trataron de la manera más vergonzosa.
8 Y lo mismo hicieron con todos los extranjeros: les quitaron a sus mujeres por la fuerza y las desterraron.
9 Pero la ira del Señor cayó sobre ellos en extremo.
10 Y dije a mi padre Jacob: Por ti el Señor despojará a los cananeos y te dará su tierra a ti y a tu descendencia después de ti.
11 Porque desde hoy en adelante Siquem será llamada ciudad de imbéciles; porque como un hombre se burla del necio, así nos burlamos nosotros de ellos.
12 Porque también habían cometido locura en Israel al profanar a mi hermana. Y partimos y llegamos a Betel.
13 Y allí volví a tener una visión como la anterior, después de que estuvimos allí setenta días.
14 Y vi a siete hombres vestidos de blanco que me decían: Levántate, ponte el manto del sacerdocio, la corona de la justicia, la coraza del entendimiento, el manto de la verdad, y el manto de la fe, y el turbante de la cabeza y el efod de la profecía.
15 Y cada uno de ellos llevó estas cosas, me las vistieron y me dijeron: Desde ahora en adelante sé sacerdote del Señor, tú y tu descendencia para siempre.
16 Y el primero me ungió con óleo santo y me dio el cayado del juicio.
17 El segundo me lavó con agua pura, y me alimentaron con pan y vino, incluso con las cosas más santas, y me vistieron con un manto santo y glorioso.
18 El tercero me vistió con una vestidura de lino a modo de efod.
19 El cuarto me ciñó un cinto como de púrpura.
20 El quinto me dio una rama de olivo rico.
21 El sexto puso una corona sobre mi cabeza.
22 El séptimo puso sobre mi cabeza una diadema sacerdotal y llenó mis manos de incienso para servir como sacerdote al Señor Dios.
23 Y me dijeron: Leví, tu descendencia será dividida en tres oficios, como señal de la gloria del Señor que ha de venir.
24 Y la primera porción será grande; sí, mayor que él no será ninguno.
25 El segundo tendrá el sacerdocio.
26 Y el tercero recibirá un nombre nuevo, porque se levantará un rey en Judá y establecerá un nuevo sacerdocio a la manera de los gentiles.
27 Y su presencia es amada, como profeta del Altísimo, de la descendencia de nuestro padre Abraham.
28 Por tanto, todo lo deseable en Israel será para ti y para tu descendencia, y comeréis todo lo bello a la vista, y la mesa del Señor se repartirá entre vuestra descendencia.
29 Y algunos de ellos serán sumos sacerdotes, jueces y escribas; porque por su boca será guardado el lugar santo.
30 Y cuando desperté, comprendí que este sueño era como el primer sueño. Y escondí también esto en mi corazón, y no se lo dije a nadie sobre la tierra.
31 Y dos días después, Judá y yo subimos con nuestro padre Jacob a Isaac, el padre de nuestro padre.
32 Y el padre de mi padre me bendijo conforme a todas las palabras de las visiones que había tenido. Y él no quiso venir con nosotros a Betel.
33 Cuando llegamos a Betel, mi padre tuvo una visión acerca de mí: yo sería su sacerdote para Dios.
34 Y se levantó muy de mañana y, por medio de mí, pagó al Señor los diezmos de todo. Y vinimos a Hebrón para habitar allí.
35 E Isaac me llamaba continuamente para recordarme la ley del Señor, tal como el ángel del Señor me la mostró.
36 Y me enseñó la ley del sacerdocio de los sacrificios, de los holocaustos, de las primicias, de las ofrendas voluntarias y de las ofrendas de paz.
37 Y él cada día me instruía, y se ocupaba de mí delante del Señor, y me decía: Cuídate del espíritu de fornicación; porque esto continuará y con tu simiente contaminará el lugar santo.
38 Toma, pues, para ti una esposa sin mancha ni contaminación, mientras seas joven y que no sea de raza de naciones extrañas.
39 Y antes de entrar en el lugar santo, báñate; y cuando ofrezcas el sacrificio, lávate; y nuevamente, cuando termines el sacrificio, lávate.
40 Ofrécele doce árboles con hojas al Señor, como también me enseñó Abraham.
41 Y de todo animal y ave limpios, ofreced un sacrificio al Señor.
42 Y de todas tus primicias y de tu vino, ofrece las primicias como sacrificio al Señor Dios; y todo sacrificio salarás con sal.
43 Ahora, pues, hijitos, observad todo lo que os mando; porque todo lo que oí de mis padres, os lo he declarado.
44 Y he aquí, estoy libre de vuestra impiedad y transgresión, que cometeréis en el fin de los tiempos contra el Salvador del mundo, Cristo, actuando impíamente, engañando a Israel y provocando contra él grandes males de parte del Señor.
45 Y haréis iniquidad con Israel, para que Él no tolere a Jerusalén a causa de vuestra maldad; pero el velo del templo se rasgará, para no cubrir vuestra vergüenza.
46 Y seréis esparcidos como cautivos entre las naciones, y seréis allí por oprobio y por maldición.
47 Porque la casa que el Señor escoja se llamará Jerusalén, como está escrito en el libro de Enoc el Justo.
48 Por tanto, cuando tomé mujer, yo tenía veintiocho años y su nombre era Melca.
49 Y ella concibió y dio a luz un hijo, y le puse por nombre Gersam, porque éramos extranjeros en nuestra tierra.
50 Y vi que él no estaría en primera fila.
51 Y Coat nació en el año treinta y cinco de mi vida, al amanecer.
52 Y vi en una visión que él estaba de pie en lo alto en medio de toda la congregación.
53 Por eso llamé su nombre Coat, que es principio de majestad y de instrucción.
54 Y ella me dio a luz un tercer hijo, en el año cuarenta de mi vida; y como su madre lo parió con dificultad, lo llamé Merari, es decir, «mi amargura», porque también él estaba para morir.
55 Y nació Jocabed en Egipto, cuando tenía sesenta y cuatro años, porque entonces era famoso entre mis hermanos.
56 Gersam tomó mujer y ella le dio a luz a Lomni y a Semei. Y los hijos de Coat: Ambram, Isacar, Hebrón y Ozeel. Y los hijos de Merari, Mooli y Mouses.
57 Y en el año noventa y cuatro, Ambram tomó a mi hija Jocabed por esposa, porque nacieron en el mismo día, él y mi hija.
58 Tenía ocho años cuando entré en la tierra de Canaán, y dieciocho años cuando maté a Siquem, y a los diecinueve años me hice sacerdote, y a los veintiocho años tomé esposa, y a los cuarenta y ocho años entró en Egipto.
59 Y he aquí, hijos míos, sois la tercera generación. En mi año ciento dieciocho murió José.