Rubén aconseja a sus oyentes contra la envidia.
1 Y mi padre preguntó por mí, porque vio que estaba triste; y le dije: Tengo dolor en el hígado.
2 Porque yo me lamenté más que todos ellos, porque fui culpable de vender a José.
3 Y cuando bajamos a Egipto y él me ató como a un espía, supe que estaba sufriendo con justicia y no me entristecí.
4 José era un hombre bueno y tenía el Espíritu de Dios dentro de él; siendo compasivo y compasivo, no tenía rencor contra mí; pero me amó como a los demás de sus hermanos.
5 Por tanto, hijos míos, guardaos de todo celo y envidia, y caminad con sencillez de corazón, para que Dios también os dé gracia y gloria y bendición sobre vuestras cabezas, como visteis en el caso de José.
6 Durante todos sus días no nos reprochó nada de esto, sino que nos amó como a su propia alma, y más allá de sus propios hijos nos glorificó y nos dio riquezas, ganado y frutos.
7 Hijos míos, también vosotros amad cada uno a su hermano con buen corazón, y el espíritu de envidia se alejará de vosotros.
8 Porque esto vuelve salvaje el alma y destruye el cuerpo; Provoca ira y guerra en la mente, incita a actos de sangre, lleva la mente al frenesí y provoca tumulto en el alma y temblor en el cuerpo.
9 Porque incluso durante el sueño los celos maliciosos roen, y con los espíritus malignos perturban el alma, perturban el cuerpo y despiertan la mente del sueño en confusión; y como espíritu malvado y venenoso, así se presenta a los hombres.
10 Por eso José era hermoso en apariencia y de agradable apariencia, porque en él no moraba ninguna maldad; Para algunos de los problemas del espíritu, el rostro se manifiesta.
11 Ahora pues, hijos míos, haced buenos vuestros corazones delante del Señor y vuestros caminos rectos delante de los hombres, y hallaréis gracia delante del Señor y de los hombres.
12 Guardaos, pues, de la fornicación, porque la fornicación es madre de todos los males, que separa de Dios y acerca a Beliar.
13 Porque he visto escrito en los escritos de Enoc que tus hijos se corromperán en la fornicación y dañarán a los hijos de Leví con la espada.
14 Pero no podrán resistir a Leví; porque él hará la guerra del Señor, y conquistará a todos tus ejércitos.
15 Y serán pocos en número, divididos en Leví y Judá, y ninguno de vosotros reinará, como también nuestro padre profetizó en sus bendiciones.