© 1991 Ann Bendall
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Un análisis del caso Kristen Maaherra | Vol. 12 Núm. 4 Julio de 1991 — Índice | Cuanto más damos, más nos dan |
por Ann Bendall
Al ver mi día en retrospectiva, sospecho que ser mis serafines debe ser una verdadera tarea. Me siento un tanto aliviado de que los serafines siempre trabajen en parejas. Al menos tienen a alguien que los anime, un hombro sobre quien llorar cuando, exhaustos, dan un suspiro de alivio porque otro día ha terminado.
¿Cuánta risa comparten conmigo, mientras yo, con una postura shakesperiana, veo dramáticamente los pequeños obstáculos de la vida diaria? ¿Cuántas canciones de alegría compongo para que me canten? ¿Me apresuro yo, el tonto, mientras los serafines se sientan en la banca sacudiendo la cabeza y arremangándose las mangas celestiales para recoger los pedazos al final de mi riesgo?
Sin duda, los guardianes tienen que cuadrarse y, con oraciones pidiendo fuerza, resistirse a golpearme en la cabeza, tienen que correr detrás de mí gritándome al oído: «¿Cuándo empezarás a asumir un mínimo de responsabilidad? ¿Por qué siempre depende de nosotros?»
Aún más inquietante para mi creciente conciencia es que si de alguna manera aparezco en los mundos mansión antes de la hora deseada, mis pobres serafines tendrán que dar un «¡por favor, explícame!»
Dedique un poco de tiempo a sus serafines. ¡Dales un poco de diversión hoy! No corras riesgos innecesarios. Mis serafines son muy hábiles conduciendo, pero, vaya, se cansan de tener que manejar la mayor parte del volante y frenar mientras yo resuelvo creativamente todos los problemas del mundo, sobrecargando a todos los demás conductores en la carretera.
Quiero que mis serafines se rían con buen humor de mis chistes, conmigo, el iniciador del humor alegre. Quiero que mis serafines visiten lugares nuevos todos los días y no se preparen para otro viaje al infierno, como resultado de mi negativa a aprender. Quiero que mis serafines sean recompensados en el lugar de su creación. Quiero sincronizarme con sus planes celestiales. No llegar demasiado tarde. Demasiado temprano. O nada en absoluto. Y quitándose las gafas color de rosa. Mis serafines merecen un poco de consideración y amor. ¡Quizas mañana!
Un análisis del caso Kristen Maaherra | Vol. 12 Núm. 4 Julio de 1991 — Índice | Cuanto más damos, más nos dan |