© 2005 Antonio Moya
© 2005 Asociación Urantia de España
Introducción de Antonio Moya
Para poder explicar y tratar de comprender al Ser Supremo, creo que lo más conveniente es empezar hablando sobre los orígenes de la Realidad.
El Infinito YO SOY es el único ser del universo que existe por sí mismo. Todos los demás seres de la creación, ya sean Creadores o criaturas, son derivados directos o indirectos del único ser increado, el Infinito y Absoluto YO SOY.
La Realidad está dividida en tres niveles descendentes: existencial, trascendental y finito. El nivel existencial es el nivel que corresponde a las Deidades, el trascendental a los seres absonitos, y el finito es el dominio de los siete superuniversos donde vivimos los seres mortales.
El Infinito YO SOY trabaja en todos los niveles de la Realidad, y dependiendo de la función que ejerza en un nivel determinado, el L.d.U. le da un nombre diferente a esa manifestación concreta del YO SOY. Por ejemplo: cuando actúa como Personalidad absoluta es el Hijo Eterno, cuando actúa como potencial de los universos futuros es el Absoluto Incalificado, cuando actúa en el nivel finito es el Ser Supremo.
Para mí, el Ser Supremo es el Infinito YO SOY, pero trabajando en los niveles experienciales del espaciotiempo. Dios es infinito. ¿Cómo podría Dios aprender algo, crecer en sabiduría, crecer en capacidad? Esto es totalmente extraño para la naturaleza de Dios. Dios es existencial, está más allá de la experiencia. Pero a través del Ser Supremo, Dios puede saber qué es tener un origen, qué es crecer en experiencia. El Ser Supremo compensa la falta de experiencia de Dios por no haber sido nunca finito.
El L.d.U. nos dice: «En la Deidad del Supremo, el Padre-YO SOY ha conseguido una liberación relativamente completa de las limitaciones inherentes al estado infinito, a la existencia eterna y a la naturaleza absoluta… al lograr liberarse de la eternidad, el Todopoderoso se encuentra con las barreras del tiempo…»
«Todo esto debe ser conforme con el plan del Padre, que ha basado el progreso finito en el esfuerzo, los logros de la criatura en la perseverancia, y el desarrollo de la personalidad en la fe. Al ordenar así la evolución experiencial del Supremo, el Padre ha hecho posible que las criaturas finitas puedan existir en los universos…» (Doc.115-7)
Cuando el Infinito YO SOY diferenció la Realidad, lo hizo separando por un lado lo Potencial y por otro lado lo Manifestado. Lo potencial está aún sin expresarse, y está contenido en los tres Absolutos de potencialidad. Lo manifestado es lo que ya está expresado, y se encuentra expresado en el universo de tres maneras: la cosa absoluta (Isla del Paraíso), la personalidad absoluta (Hijo Eterno) y la mente absoluta (Espíritu Infinito). Estos tres Absolutos manifestados son los que dan origen a toda la realidad que conocemos.
El L.d.U. dice al respecto: «Todo el proyecto de la creación y de la evolución universales, en todos los niveles experienciales, es aparentemente una cuestión de conversión de las potencialidades en manifestaciones; y esta transmutación concierne por igual a los dominios de la potencia espacial, de la potencia mental y de la potencia espiritual».
«El método aparente por medio del cual las posibilidades del cosmos surgen a la existencia real varía de nivel en nivel; en el finito, se trata de la evolución experiencial, y en el absonito, de la existenciación experiencial».
«La dinámica final del cosmos consiste en trasvasar continuamente la realidad desde el estado potencial al estado manifestado». (Doc. 115)
«La gran lucha de esta era del universo tiene lugar entre lo potencial y lo manifestado -todo lo que hasta ahora no se ha expresado, trata de manifestarse». (Doc.117-4)
Deduzco que, cuando en la eternidad del pasado el Infinito YO SOY dividió la realidad en Potencial y Manifestada, lo hizo así porque ya tenía «in mente» crear el nivel finito, donde los potenciales se irían convirtiendo con el tiempo en realidades.
El Ser Supremo es la Deidad del espacio-tiempo, una Deidad que evoluciona como nosotros mismos evolucionamos; es el Dios de los siete superuniversos, al igual que Miguel de Nebadon es el Dios de nuestro universo local. El Ser Supremo es lo máximo que nosotros, como seres finitos, podremos comprender del Infinito YO SOY. El Supremo es una manifestación subabsoluta del Infinito Padre-YO SOY.
El Todopoderoso es Dios Supremo trabajando en la energía-materia. La mente Suprema es el Ser Supremo trabajando en los dominios de la mente.
El Ser Supremo está evolucionando. ¿Acabará algún día su evolución? Esta pregunta cobra más significado cuando nos preguntamos si nuestra propia evolución acabará algún día. Hoy por hoy somos hijos del Supremo; crecemos con él. Pero cuando seamos finalitarios de la séptima etapa y pasemos a la búsqueda de Dios Último, podríamos pasar a ser hijos del Último. Nuestro destino no es por tanto quedarnos en el nivel finito. Dios no puede parar; si nosotros no tenemos un destino final, Él tampoco. Para entender cómo funciona el Supremo es útil el símil de las hormigas: éstas funcionan como un solo animal, como una sola mente.
En el universo existe todo, sólo que en niveles distintos. En el nivel absoluto existe el aquí y el ahora, lo real y lo potencial. En el nivel trascendental se trasciende el espacio y el tiempo. Al intentar comprender todo esto nos encontramos con las limitaciones del tiempo y del espacio. Son los trascendentales, no Dios Absoluto, quienes crean el nivel finito. Los seres humanos no nos creamos nosotros mismos, sino que somos creados por seres supermortales.
El Ser Supremo está destinado a alcanzar el máximo del nivel finito. Nosotros alcanzaremos este máximo cuando lleguemos al Paraíso, pero eso no quiere decir que nos vayamos a quedar en él eternamente.
El Ser Supremo estará completo cuando los siete superuniversos estén establecidos en luz y vida. Tendremos entonces en la creación la perfección existencial (Havona) y la experiencial (superuniversos).
En el documento 117, LU 117:7.12, se habla sobre el futuro del Supremo. De modo parecido, nosotros los mortales estaremos ocupados durante toda la eternidad. La eternidad no puede ser una siesta eterna, en contra de lo que pretenden otras religiones.
Nosotros tenemos una obligación para con el Supremo, y es la de desarrollar nuestros potenciales. Somos personalidades únicas e insustituibles. Si no elegimos sobrevivir, el Supremo experimentará un retraso en su desarrollo (LU 117:4.2). Cuando hacemos algo contra alguien vamos en contra de la unidad. Lo que una personalidad puede aportar no se pierde; los valores se mantienen en los ajustadores y en el Supremo, aunque lo potencial seguirá siendo potencial si no se desarrolla.
Resulta inevitable preguntarse cómo serán los habitantes del espacio exterior, aunque poco nos podemos imaginar al respecto. Desde luego no tiene sentido decir que tendrán más privilegios que nosotros, o viceversa. Tampoco sabemos si existen o no; está claro que no existen en nuestro espacio-tiempo, en nuestra «burbuja», pero seguro que existen en su «burbuja» absonita, donde se trasciende el espacio y el tiempo.