© 2000 Carol Cannon
© 2000 Asociación Urantia Internacional (IUA)
La Relación De Dios Con El Individuo | Journal — Septiembre 2000 — Índice | Todos Tenemos Lo Que Se Necesita Para Vivir De Acuerdo A La Voluntad De Dios |
Carol Cannon, Astoria, Nueva York, Estados Unidos
Pienso que todos ustedes saben hacia dónde se dirijo con este tema. En esencia, todos nos referiremos al mismo tema este fin de semana, pero cada uno en forma distinta. Incluso podríamos entrar en este momento en una meditación profunda y ahorrarnos muchas palabras y tiempo, pero trataré de ser breve, comenzando con un pequeño resumen:
Creo que los humanos, criaturas de dos piernas y dos cerebros, hemos nacido y sido diseñados para sentir y expresar permanente regocijo, y que ello es lo que la voluntad del Padre anhela ver en nosotros.
Mediante este organismo sumamente físico que llamamos cuerpo —especialmente en este tiempo, no sólo con base en la historia de nuestra cultura, sino también con base en el espacio astrofísico en que vivimos y en el cada vez mayor entendimiento de cómo funciona la física cuántica— , obtenemos todo lo que requerimos para disfrutar de una experiencia de regocijo de tiempo completo, incluso ahora que nos encontramos frente a la tarea de soñar este mundo adolescente la luz y la vida.
En el cómo manejamos nuestras energías físicas, mentales, emocionales y espirituales basados en este nuevo conocimiento, reside nuestra posibilidad de abrir ante nosotros una capacidad ilimitada de creatividad, así como los medios para configurar una sociedad nueva de dentro bacia afuera: efectuando un salto cuántico por nuestro planeta.
Pues bien, aquí nos encontramos. Cuento con menos de 20 minutos para cubrir una gran cantidad de espacio mental, pero con la intención final de reafirmarles que tienen frente a ustedes la posibilidad única de acceder instantáneamente al disfrute del regocijo innato en forma permanente, y explicarles porqué, ésta es nuestra obligación primordial.
Pero primero quisiera preguntarles tres cosas: ¿Creen que podrían relajarse y escuchar con atención, y seguir la lógica de mi charla con sus válvulas abiertas a toda amplitud, permitiendo tan sólo que las ideas y los conceptos los inunden?
En segundo lugar, ¿Estarían dispuestos a la cuenta de tres, a tomar un respiro profundo, exhalando mediante un gran suspiro?
¿Lo harían? ¡Uno, dos, tres…! déjenlo salir… aaahhhh!
Ahora, por favor sientan la solidez con la que se encuentran aferrados a sus asientos, piensen y sientan por un momento lo fantástico que resulta el estar sujetos gravitacionalmente no sólo al centro de la tierra, sino también al centro de nuestro sistema al través del centro de la tierra, y al mismo tiempo al recinto del Padre, experimentando la apenas necesaria presión atmosférica para no salir flotando o ser absorbidos abruptamente por el espacio exterior, pero tampoco ser aplastados al centro de la tierra por una excesiva fuerza gravitacional. ¡Contamos con el poder de libre movimiento!
¡Contemplen el milagro de ser una personalidad individual con un lapso eterno de vida espiritual, sentados aquí en el teatro del Colegio Wagner de la Staten Island de Nueva York, uno de los Estados Unidos de América, en el planeta seiscientos seis llamado Urantia, en la sistema número veinticuatro llamado Satania, dentro de la decimoséptima constelación de Norlatiadec, parte del universo local de Nebadon, en el tercer sector menor llamado Ensa, y en el quinto sector mayor Esplandon, del superuniverso de Orvonton, el cual es a su vez el séptimo segmento del gran universo en rotación opuesta a las manecillas del reloj en el universo maestro!.
No logro aún dejar de apreciar la maravilla de la existencia de un centro — que es física, espiritual y mentalmente gravitacional y central a todas las cosas-, y que nos atrae hacia su interior, probablemente sólo ipara lanzarnos hacia el exterior nuevamente!.
Pues bien, ustedes deben estar pensando: «¿ Y dónde está el meollo del asunto en esta charla?» Tal vez se pregunten acerca de la parte que juega la física cuántica en la ecuación del regocijo y la voluntad del Padre. Permítanme regresar a la parte que me referí arriba acerca de «configurar una sociedad nueva de dentro hacia afuera». Con esta frase no me refiero solamente a la necesidad de quitar la paja de nuestro propio ojo para poder ver la paja en el ojo ajeno, sino que trato también de referirme a la importancia de comprender lo que existe dentro de nosotros para poder mirar afuera. Pero para ello cabe preguntarse: ¿Cómo es que se da la interface con este interior infinito del todo y de todos?; ¿Cual es el contenido de este interior en términos del sistema que nos permite funcionar como referencia de nuestra compilación genética?; y además ¿Cómo y porqué hemos sido diseñados como un artefacto radiónico capaz de emitir y recibir formas complejas de energía y pensamiento? Permítanme recordarles algo que para mi es una de las mas asombrosas declaraciones de El Libro de Urantia, la cual es presentada de manera incidental en 42:1.2:
La materia —energía— por ser manifestaciones diversas de la misma realidad cósmica, como fenómeno universal es un fenómeno inberente al Padre Universal. «En él radican todas las cosas». La materia puede parecer manifestar energía inberente y exbibir poderes autocontenidos, pero las lineas de la gravedad involucradas en las energías que se ocupan de todos estos fenómenos físicos se derivan del Paraíso y dependen de éste. El ultimatón, la primera forma mensurable de la energía, tiene como núcleo al Paraíso. [LU 42:1.2]
Así, que otra cosa podemos deducir de lo anterior que el hecho de que en el corazón mismo de cada pequeña cosa y cada gran ser — sin importar su comportamiento exterior— existe ¡puro amor absoluto!
Creo que ustedes lograrán percibir esta realidad en este momento si intento definirla en términos del título de mi presentación. Física cuántica: ¿Cual es el significado preciso del término cuanto?
La definición encontrada en el diccionario Oxford —cuya referencia data de 1910— define el término cuanto como «Una discreta y unitaria cantidad de energía proporcional a la frecuencia de radiación emitida o absorbida por un átomo». Adicionalmente, define a la teoría cuántica como «la hipótesis que sostiene que ante la presencia de radiación, la energía de los electrones de un átomo es descargada en discretas cantidades llamadas cuanta». Por lo que en principio, un cuanto es una unidad de medición, una partícula que conlleva en sí misma la inextricable pero mágica cualidad dual de ser una onda al mismo tiempo. Un cuanto es una ondapartícula o unidad fundamental de la materia imposible de capturar. Pero ¿Es una onda o una partícula sólida?. ¿Es acaso luz?.
Los físicos que han estudiado la luz, se han encontrado en al camino con una paradoja común: la luz se comporta como onda y como partícula. Algunos la definen como una onda-paquete de información —energía en constante formación— (¡energía-información!). ¿Es acaso que nuestros ojos y cerebros han sido ingeniosamente diseñados para percibir e interpretar la luz? Ha sido reconocido que la percepción de la luz estimula dos de las principales glándulas de nuestro cerebro: la glándula pineal (o tercer ojo) y el hipotálamo, las cuales controlan la mayoría de los sistemas reguladores de las funciones corporales y que mantienen una interface de dichos sistemas con la mente y el resto del organismo, incidiendo completamente en nuestro estado consciente.
Pero con el afán de evitar ahondar demasiado en terrenos de la lógica, quisiera mencionar que el físico austríaco Erwin Schrödinger desarrolló la ecuación de onda para el estudio de la materia, definiendo por primera vez la llamada mecánica ondulatoria o mecánica cuántica, que permitió establecer los primeros parámetros matemáticos para la comprensión del fenómeno de la luz. Cito a continuación un extracto del libro The SelfAware Universe del Doctor Amit Goswami (página 35):
«La música del átomo, el patrón de conducta de su onda, es la misma en cualquier lugar que éste se encuentre -ya fuera en la tierra o la galaxia Andrómeda. Más aún, su patrón estacionario, el cual depende de las condiciones de su confinamiento, no deja rastro o historial alguno, no tiene memoria; se genera a sí mismo, repitiendo su actuar idéntica e indefinidamente».
Ello nos permite deducir que los electrones son en realidad paquetes de onda que se ordenan en grupos homogéneos y que están sujetos a leyes de la probabilidad (con posibilidad de encontrarse en un punto específico en un momento específico, la cual es calculable en términos matemáticos). ¿Es que ese todo que nos rodea -incluyendo a nosotros mismos- se manifiesta en grupos homogéneos de probabilidades? ¿Es acaso que esta inferencia puede significar la existencia de una coincidencia fantástica bajo la cual nos despertamos como cualquier persona para vivir una realidad en la que todo existe en cohesión por obra del azar?.
(Recordemos que Goswami afirma que la ondapartícula no deja rastro alguno y no cuenta con historia o memoria. Siendo así, ¿Qué es lo que sustenta la consistencia de la materia? ¿Qué mantiene la cohesión entre los diversos patrones existentes?)
Cuando los científicos hacen intentos por observar las partículas subatómicas, les es imposible definir la posición o efectuar medición alguna del peso de las partículas en tanto no sea posible «solidificar» sus percepciones de la materia en observación. Esto es explicado por Goswami también en su mencionado libro, el cual cito nuevamente:
«Si quisiéramos medir la carga de un electrón, es imprescindible interceptarlo con algo similar a una nube de vapor, en una llamada cámara nebular. Para efectuar dicha medición con la certeza de un resultado, es necesario asumir que la onda del electrón se precipita, y que lo único observable en la nube de vapor es su rastro. Sin embargo, tal y como afirma Heisenberg: 'El rastro del electrón logra existir solo cuando está siendo observado. Cuando se intenta medir dicho rastro, lo único observable es al electrón mismo como partícula. Podría decirse que al efectuar la medición, se incide en la onda del electrón, reduciéndola a un estado de partícula idéntico al del electrón mismo».
Para mí, lo anterior sugiere la existencia de un objeto de estudio sumamente volátil, en el que el factor básico de unidad se sustenta en la percepción y esperanza de observación, donde cabe preguntarse, quién debe realizarla y a qué nivel subatómico debe efectuarse la observación.
Las respuestas a estas preguntas se antojan demasiado complicadas. El patrón mental requerido para comprenderlas es tan complejo que es sumamente difícil ajustar nuestro pensamiento a la existencia de un propósito intrínseco y un plan creador que forma parte de la naturaleza de realidad en todos sus sutiles e infinitesimales niveles de interrelación.
Yo postulo la existencia de un factor conductor consciente, el cual crea un cierto orden en todos los niveles — que proviene desde el Padre mismo y su eterna intención inicial- que puede resumirse en la expresión del latín: summum bonum (el bien principal o supremo) o Dios Altísimo. Llego a la conjetura de que en el reino del tiempo y el espacio la personalidad de cada uno de los seres humanos -la cual es expresión de la personalidad infinita de Dios-genera el patrón adyacente y de intención que sustenta nuestra alma, otorgándole a ésta un ámbito de expresión y ordenación del ADN de manifestación física. Esto lo efectúa a la par de albergar a la red de interrelaciones físicas a que me referí con anterioridad. Sin embargo, existe aún una parte sumamente emocionante en esta ecuación: los seres humanos contamos con el libre albedrío, y con la posibilidad -si así lo elegimos- de aportar nuestra parte al gran río de intenciones que contribuyen a la existencia del summum bonum. Así es que regreso a afirmar que, en mi opinión, la tarea reside en entender la dinámica de la interface del potencial de elección que tenemos para poder asumir nuestro papel en el fantástico drama de la creación con ¡el Supremo, el Ultimo y el Absoluto!
¿Porqué no hacerlo?
Cuando a los 15 años comencé a leer El Libro de Urantia, pensé inicialmente que mi misión sería salir de mi propio cuerpo, del planeta y seguir derroteros de mayor envergadura. Y así seguí pensando por cerca de diez años, sin darme cuenta de lo fundamental que era el vivir al máximo mi vida de ser humano mortal. Finalmente terminé por darme cuenta de que estoy en este planeta para vivir experiencias, para sentir los límites de mi alma en expansión, habiendo dejado atrás ese mundo etéreo al que busqué pertenecer. Hoy he aprendido que a través de este increíble organismo llamado cuerpo humano y este instrumento cuántico perfecto llamado cerebro es posible acceder a los sutiles niveles que me esperan dentro de la estructura del maestro universo. Así, es mi prerrogativa el desarrollar una destreza de pensamiento afinada acuciosamente -a la cual me gusta llamarle ancho de banda y de la cual nos podemos aprovechar más de lo que pensamos-, que funcione en amplitud coordinada tanto con ese limitado paquete de reacciones electroquímicas y mecánicas que nos conforman, como con ese vasto ser que nos fue otorgado -y al cual se refiere constantemente con amenidad y ligereza El Libro de Urantia, aunque sin hacerle justicia plena.
Otro principio crucial de la física cuántica que apoya mi postulado es el que establece que cuando dos patrones de onda se relacionan entre sí, surge espontáneamente un tercero, llamado patrón de interferencia, el cual posee una frecuencia propia y es en cierto modo de mayor dimensión que la llamada «suma» de sus partes. Sirva para ejemplificar esto la vieja historia de las dos piedras lanzadas al estanque: al echar al agua la primera, crea sobre la superficie ondas, las cuales interactúan con aquellas de una subsecuente segunda piedra, creando como resultado una única sucesión de ondas que se combinan bajo un patrón único distinto e independiente de aquel de las piedras originales -en el que las ondas chocan unas con otras anulándose y cambiando su dirección e intensidad.
Este tercer patrón de interferencia es la llamada «tercera» forma nueva.
Ahora quisiera pedirles amablemente que reflexionen acerca de algo que los científicos han desarrollado en los tiempos recientes: el rayo láser, esa forma coherente de luz que resulta ideal para crear patrones de interferencia. Bueno, pues supongo que ya se imaginarán hacia dónde me dirijo, ¿o no?. En efecto, estoy convencida de que cada uno de nosotros cuenta dentro de sí con un generador perfecto de patrones de interferencia-ese extraño poder humano llamado libre albedrío. Dicho poder, cuando aplicado en forma consciente y responsable frente a cualquier situación que nos aqueja -en lo personal o en nuestra interacción social-, se convierte en una suerte de rayo láser cargado de un efecto catalizador expresado como un verdadero, hermoso y bondadoso patrón de interferencia que convierte en realidad nuestros más anhelados sueños de vida con una velocidad y poder nunca antes vistos. Entonces dependerá de nosotros el emerger de esa esclavitud del mundo causa-efecto que pareciera mantenernos confinados un mero realismo «material» y utilizar este más divertido y eficiente modo de vivir basado en lo que quiero llamar la causación resonante.
La causación resonante implica que prácticamente podríamos cambiar al mundo desde nuestras camas o almohadas de meditación, o cualquiera otro lugar en que uno encuentre la quietud reflexiva necesaria, al concentrarnos y cultivar los patrones de onda cerebrales que actúan como rayos láser sobre los patrones de onda de la materia. Así, esta afluencia positiva podrá ser utilizada para debilitar o erradicar patrones de conducta de auto-derrota, sistemas médicos pasados de moda, o bien para incidir en la definición de procesos políticos, filosofías educacionales o estrategias de reversión de la contaminación del planeta.
En este sentido, quisiera ilustrar con un excelente ejemplo cuán testarudos somos, lo que frecuentemente cuenta con la venia del status quo. Existe en la India un viejo truco usado para atrapar monos: se colocan garbanzos dentro de un jarrón, el cual es atado a un árbol cerca del hábitat de los monos. Cuando el mono nota la ausencia de los cazadores, se acerca al jarrón, y mete la mano en él, haciéndose de tantos garbanzos, que al tirar hacia afuera le resulta imposible sacarlos. El mono comienza así una lucha por sacar su mano del jarrón por unos cuantos segundos, suficientes para ser atrapado por los cazadores. Si aprendiéramos la lección del mono, más frecuentemente soltaríamos los garbanzos que nos atrapan a los jarrones de nuestra vida, dejando atrás viejas formas de pensar y actuar que son resultado de un razonamiento causa-efecto. Así, deberíamos elegir el comenzar a utilizar esas partes de nuestros cerebros que actualmente están siendo desperdiciadas, apegándonos a los principios de física cuántica que he relatado con anterioridad. El Libro de Urantia nos ofrece en sus secciones de «El gobierno de un planeta vecino» y de «Las esferas de luz y vida»-aún con mayor grandeza en ésta última- maravillosos ejemplos de cómo se pueden crear patrones de interferencia bajo formas nuevas en nuestras vidas personales y globales, acelerando este arduo y prolongado proceso evolutivo que nos depara el futuro.
Como he mencionado con anterioridad, ahora mismo estamos viviendo unos tiempos particularmente fértiles y poderosos. Estos tiempos continuarán en tendencia ascendiente debido a nuestra posición astrofísica. ¿Porque? Una de las razones es la existencia de la llamada banda de fotones detectada en 1961 por instrumentos de transportación satelital. Permítanme explicar rápidamente qué es un fotón: «Un fotón es un cuanto de energía electromagnética con un masa equivalente de valor cero, sin carga eléctrica y con un período de vida indefinidamente largo». En cualquier átomo existen dos cuantos de luz: un electrón y la llamada anti-partícula o positrón, las cuales al interactuar terminan por entrar en colisión, creando así un fotón. En estos precisos momentos, nosotros estamos siendo «bombardeados» (impulsados e influidos por su efecto catalizador) por grandes cantidades de fotones activos, mientras nos desplazamos por este segmento particular de la vía láctea en asociación física simultánea con el movimiento de dirección vertical de nuestro vínculo con la capital del sistema al que pertenecemos y todos los demás sistemas existentes. Es por ello que nos encontramos literalmente de lleno en la era de la información o era de luz, la cual se conduce directamente a través de nosotros, ya sea con nuestro consentimiento y pese a nuestra resistencia — icuando insistimos en aferrarnos a los garbanzos del jarrón!
Basada en todo lo que he expuesto hasta ahora, puedo ahondar cómodamente en lo que es el regocijo a partir de este punto. No creo que sea necesario definir este sentimiento, pero lo que sí considero adecuado es ofrecer mis argumentos que apoyan la idea de que en la búsqueda de realización de la voluntad del Padre, mientras más cultivemos el regocijo en nuestra vida y en nuestro cuerpo físico, de mejor manera estaremos realizando nuestro «deber» de activar la luz de Dios en esta matriz de tiempo y espacio en que vivimos. En este sentido, lo sorprendente es que iprecisamente mediante este aparato radiónico residente en nuestra mente y cuerpo logramos alcanzar la fusión de tiempo-espacio!. Es probable que muchos de ustedes conozcan a la doctora Christianne Northrop, quien es invitada frecuentemente a exponer en programas de televisión. En su deseo de expresar su visión de la verdad, afirma: «Los seres humanos contamos con el cableado (sistema de cables similar al de los aparatos electrónicos) necesario para vivir el éxtasis». No dudo que algunos de ustedes estén también familiarizados con la existencia de centros de energía que irradian a lo largo del cuerpo desde la base de la espina dorsal, encontrando su camino final en el cerebro. Para mí fue curioso darme cuenta de mi poca apreciación de zonas como el kundalini, hasta que terminé por aceptar que el fluido que navega en el sistema nervioso es el medio a través del cual la luz viaja a lo largo de nuestro cuerpo.
Gracias a la existencia de la actividad fotónica en nuestra atmósfera, nuestro cuerpo se activa bajo la causación resonante a que me referí arriba: en otras palabras, somos seres sometidos a vibraciones que nos extraen de nuestras viejas formas, liberando nuestro bagaje emocional y nuestro pasado. Y es así como logramos eliminar la paja de nuestro propio ojo: nos damos cuenta de dónde en nuestro sistema nervioso residen el miedo y la resistencia al cambio, factores que merman y condicionan nuestro «sentido» (percepción) del todo que nos integra. Logramos identificar dónde reside el centro energético que ha atentado contra una parte de nuestra memoria -ADN dañado-y nos abocamos a partir de ese momento a restaurarnos y despejarnos, permitiendo a la luz y a el regocijo permear en todos los ámbitos de nuestra vida. Es entonces que logramos estar en posibilidad de quitar la paja del ojo ajeno-del ojo de nuestros hermanos-, logrando un efecto positivo multiplicador, formado por la sintonía que logra vibrar a altos niveles megahertz (cuya causación resonante propicia que la que le sigue vibre a la misma intensidad) y por el poder de restauración personal que se ofrece a un hermano (el cual es directamente proporcional a la intensidad de su amor). Por cierto, hablando de magahertz, valga mencionar que hay científicos que han realizado estudios sobre el campo de la séntica (rama de la ciencia que busca descubrir cómo «funcionan en el hombre las formas [emociones] dinámicas de comunicación que existen en la naturaleza, particularmente en lo concerniente a su manifestación, en términos de precisión e intensidad»). Estos científicos han logrado medir la frecuencia (intensidad) con que el cuerpo humano experimenta diversos sentimientos, al igual que otros científicos han logrado medir el núcleo de las vibraciones de la tierra. De hecho, durante un día cualquiera, el cuerpo humano vibra entre 72 y 90 megahertz, mientras que al momento de sentir regocijo se eleva a 115 megahertz. Recientemente, geólogos que han logrado medir la frecuencia del núcleo de la tierra han notado que ésta vibra a una intensidad mayor que hace dos décadas, por lo que algunos suponen que la actividad fotónica humana incide en aquellas de los minerales, animales y plantas.
Con base en todo lo anterior, he optado por aprender, aceptar y ver como El Libro de Urantia logra explicar claramente -y en términos de física cuántica- que nuestros centros de energía operan como vórtices (remolinos de inmensa fuerza centrípeta) catalizadores de energía. En la medida en que logremos despejar y fortalecer nuestros sistemas nerviosos, podremos incrementar nuestra capacidad para transmitir el regocijo residente dentro de cada átomo constituyente de nuestro ser. Un regocijo que encuentra su fuente en el centro mismo del Paraíso y que es materia esencial del corazón de la creación y de nuestro corazón, esos canales abiertos que permiten su fluir de la forma más pura. En la medida en que logremos alinearnos, identificarnos y resonar con nuestra Fuente Infinita, más nos acercaremos a ejercer su voluntad.
Así, llegará el momento en que entremos en armonía de pensamiento y comprenderemos la escala de personalidades que constituyen a Dios Séptuple, a los Siete Espíritus Maestros e incluso a los siete superuniversos como vórtices que funcionan a manera de peldaños con intensidad de energía, luz, información y regocijo de megahertz inconmensurables. Llegará el momento en que lograremos pensar en todos ellos como centros de energía o chacras de Dios Supremo, logrando imaginar fácilmente que ¡Él es el vórtice mediante el que el absonito y el absoluto canalizan sus funciones y existencia misma! Por lo que resta sólo preguntar: ¿Porqué no enfocarnos en despejar ese maravilloso radio transmisor-receptor con que hemos sido bendecidos? ¿Porqué no hacer ello facilitando que nuestro Ajustador del Pensamiento nos provea de mejor forma con esa guía que permitirá recrear al cielo en la tierra, amalgamando el regocijo dentro de nosotros a lo largo del camino?
La Relación De Dios Con El Individuo | Journal — Septiembre 2000 — Índice | Todos Tenemos Lo Que Se Necesita Para Vivir De Acuerdo A La Voluntad De Dios |