© 2000 Carolina Arana
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El Espíritu de la Verdad, los Ángeles Guardianes y Otros Amigos | Journal — Septiembre 2000 — Índice | La física cuántica, el regocijo y la voluntad del Padre |
Carolina Arana, Bolivia
Éste es el quinto y último capítulo de la serie en que un Consejero Divino de Uversa presenta la descripción del Padre Universal. El capítulo tiene seis secciones. El autor nos guía progresivamente desde: el acercamiento a Dios, la presencia de Dios, la verdadera adoración, Dios en la religión, la conciencia de Dios y el Dios de la personalidad. El Consejero Divino nos explica uno de los más grandes e insondables misterios de Dios: la presencia divina en la mente del hombre es el misterio de los misterios. [LU 1:4.1].
El misterio divino consiste en la diferencia inberente que existe entre lo finito y lo infinito, lo temporaly lo eterno, la criatura espacio-temporal y el Creador Universal, lo material y lo espiritual, la imperfección del hombre y la perfección de la Deidad Paradisiaca. [26.17-27.0]
La infinidad de la perfección de Dios es tal que eternamente lo constituye en un misterio. [LU 1:4.1]. Pero Dios es una realidad en nuestra experiencia espiritual.
Constantemente nos vemos confrontados por este misterio de Dios; nos confunde el desenvolvimiento creciente del interminable panorama de la verdad de su infinita bondad, su ilimitada misericordia, su incomparable sabiduría y su carácter extraordinario. [LU 1:4.4]
¿Es posible para nosotros acercarnos a Dios?
Nuestra condición inherente como seres materiales hace imposible nuestro acercamiento a Dios; pero Dios ha llenado el vacío entre su infinidad y nuestra
condición finita, ajustando nuestra mente a través de los Ajustadores de Pensamiento, haciendo posible nuestro acercamiento a él.
Sí, los Ajustadores del Pensamiento son el mejor regalo de nuestro amante Padre. Él ha personalizado su amor en esta dotacion espiritual. Todos tenemos el mismo privilegio de disfrutar de la misma presencia divina y buscar comunion personal e íntima con su espíritu divino.
Cuando el hombre pierde de vista el amor de un Dios personal, el reino de Dios se convierte meramente en el reino del bien. [LU 2:5.12]
A pesar, que tenemos que esperar nuestro progreso espiritual hasta que estemos calificados para estar en su presencia; pero hoy, ahora tenemos la posibilidad de hacer contacto con su divina presencia en nosotros. Cuando experienciamos este hecho Dios se convierte en una realidad de nuestra experiencia espiritual.
Sí, Dios es real en nosotros y nosotros somos reales en él. Dios es nuestra fuente, origen y destino.
Es el Ajustador del Pensamiento el que nos da la sensación de realidad en nuestro discernimiento interior del cosmos:
El Ajustador del Pensamiento es la ventana cósmica a través de la cual la criatura finita puede vislumbrar por la fe las certezas y divinidades de la Deidad ilimitada, el Padre Universal. [LU 103:0.1]
¿Podemos dudar de la presencia de Dios?
Quien ha pasado a través de la experiencia-idea de Dios, tiene la certeza de su presencia. No podemos probar la presencia de Dios a no ser que experienciemos a él en nuestra mente. Nuestra experiencia es la única prueba que tenemos de su realidad. La idea del Padre seguirá siendo el más alto concepto humano de Dios. [LU 196:3.35].
El espiritu divino hace contacto con el hombre mortal, no mediante sentimientos o emociones, sino en el dominio del pensamiento mas elevado y más espiritualizado. [LU 101:1.3]. Son nuestros pensamientos y no los sentimientos los que nos guían hacia Dios.
La presencia de Dios en nosotros esta determinada por el Ajustador del Pensamiento residente, pero su presencia efectiva esta determinada por la cooperación que nosotros le damos a la guía de este espíritu divino.
La presencia de este Ajustador divino en nuestra mente esta revelada por tres fenómenos experienciales:
La presencia efectiva de Dios esta determinada por nuestra capacidad de receptividad y la consagración de nuestra voluntad a la voluntad del Padre. (LU 5:2.1).
La única prueba que nosotros tenemos para reconocer esta fraternidad con el Ajustador divino es nuestra vida diaria: Por sus frutos los conoceréis. LU 5:2.4.
La adoración como una respuesta efectiva a la presencia de Dios, es una natural y espontanea reacción al reconocimiento de esta presencia amante en nosotros: Adoramos a Dios por lo que entendemos que es él. [LU 5:3.3]. Adoramos a Dios, primero, porque éles, luego porque él e stá e n no so tros, y por último, porque nosotros estamos en él. [LU 16:9.14].
La adoración es por su propio motivo; la oración incorpora un elemento de autointerés. (LU 5:3.3). La verdadera adoración es un acto realizado en cuatro niveles, ella es: la conciencia de la mente, el alma y el espiritu y su unificación en la personalidad. [LU 5:3.8].
La oración es verdaderamente parte de la experiencia religiosa. Una oración efectiva será dirigida exclusivamente por la sabiduría divina a solucionar los problemas humanos específicos con que te encontraras en la ascensión al Paraíso. [LU 91:9.7]. La oración podrá enriquecer la vida, pero la adoración ilumina el destino. [LU 102:4.5].
La fuerza religiosa no es el producto de las prerrogativas personales del individuo sino mas bien la creación de esa sociedad sublime del hombre con la fuente eterna de toda sabiduría. [LU 102:2.2]
La sabiduría de la experiencia religiosa es en cierto modo un a paradoja, porque es a la vez humanamente original y derivada del Ajustador. [LU 102:2.2]
La tarea del Ajustador del Pensamiento constituye la explicación de la traducción del sentido del deber primitivo y evolucionario del hombre en una fe mas elevada y más certera en las realidades eternas de la revelación. [LU 102:1.1]
La experiencia religiosa es la realización consciente de haber encontrado a Dios. Entonces nosotros experienciamos una indescriptible inquietud de triunfo al reconocer que: aunque yo no pueda hacer esto, en mi vive alguien que puede y que lo bará, una parte del Padre-Absoluto del universo de los universos. Y ésa es «la victoria que sobrecoge al mundo, aun vuestra fe.» [LU 4:4.9].
La verdadera religión es viviente y debe actuar. La religión no estará jamas satisfecha con el mero pensamiento o el sentimiento no actuante; ;es dinámica! (LU 102:2.8)!
La experiencia religiosa necesita una actividad incesante en crecimiento espiritual, expansión intelectual, ampliación de los hechos y servicio social. No hay religión verdadera sin una personalidad altamente activa. [LU 102:2.7]
… El individuo verdaderamente religiosos intenta identificar él yo con el universo y luego dedicar las actividades de este yo unificado al servicio de la familia universal de sus semejantes, humanos y sobrehumanos. [LU 5:4.3]
No existe una palabra en ningún idioma humano que pueda ser empleada para designar este ‘sentimiento’, ‘sensación’, ‘intuición’ o ‘experiencia’ que hemos elegido llamar conciencia de Dios. El espiritu de Dios que reside en el hombre no es personal — el Ajustador es prepersonal-, pero este Monitor presenta un valor, exuda un sabor de divinidad que es personal en el sentido mas alto e infinito. Si Dios no fuera por lo menos personal, no podría ser consciente, y si no fuera consciente, seria infrahumano. [LU 103:1.6]
La conciencia de Dios esta formada por tres niveles diferenciales de entendimiento de la realidad:
Mediante la unificación de estos niveles de conciencia nuestra personalidad mortal habrá alcanzado la comprensión de la personalidad de Dios. Esta experiencia espiritual demanda encontrar a Dios y procura ser igual a él. (LU 5:5.11).
Cuando la mente cree en Dios y el alma conoce a Dios, y con el fomento del Ajustador, ambos desean a Dios, entonces la supervivencia esta asegurada. [LU 1:5.7]
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En ausencia de Dios, y con excepción de su persona excelsa y central, no babría personalidad alguna a través de todo el vasto universo de universos. Dios es personalidad._ [LU 1:5.7]. La personalidad, en el sentido supremo, es la revelación de Dios al universo de universos. [LU 1:5.13]. Dios y el hombre no pueden encontrarse uno al otro a no ser que ambos sean personas. Esta comunión personal puede ser facilitada grandemente por la presencia del Ajustador de Pensamiento. Con la dotación de personalidad nosotros descubrimos Dios como una persona amante. Somos capaces de tener una hermandad. Solamente una persona puede amar y ser amada. La paternidad se convierte una realidad universal porque el Padre nos ha dotado con personalidad y nos ha conectado con el circuito de la personalidad.
Nuestra personalidad tiene dos fenómenos reactivos de comportamiento:
La personalidad nos da una identidad positiva y temporal. La personalidad es potencial en nuestra dotacion de mente. La personalidad es inherente en el Ajustador prepersonal, pero nuestra personalidad experienciable es activa después que ha sido liberada de su vehículo de vida y de las cadenas de causación. Entonces el Padre se hace a un lado, y en este momento nosotros ejercemos absoluta soberanía de nuestra libre voluntad, eligiendo el destino eterno de nuestra personalidad. Ningún otro ser, fuerza, creador o agencia puede interferir en esta decisión. Las puertas de la eternidad se abren tan solo en respuesta a la libre elección de los hijos dotados de libre voluntad, del Dios de libre voluntad. [LU 5:6.12]
¿Por que el Padre ha decidido vivir en nosotros sujeto a nuestra voluntad?
Nuestro Padre está eternamente motivado por el idealismo perfecto del amor divino. [LU 4:4.6]. En su plan de logro progresivo, su proposito Hagamos a las criaturas mortales a nuestra propia imagen [LU 7:4.4], los Ajustadores del Pensamiento son la imagen de Dios [LU 108:6.3], su amor personal aplicado a nosostros. La naturaleza del Padre encuentra su más fuerte expresion y su más grande satisfacción en amary ser amado. [LU 4:4.6].
Si el Padre nos ha hecho a su propia imagen, nosostros sólo podremos encontrar satisfación teniendo la más grande experiencia: de amar a Dios y ser amados por Dios. [LU 56:9.13]. Éste es el propósito de nuestra creación y la razón del Padre de vivir en nosotros sujeto a nuestra voluntad. Esta experiencia de amor nos hace vivir la regla de oro: amar a nuestros hermanos y hermanas como él nos ama.
Sólo entonces seremos capaces de unirnos a Jesús diciendo con él: «Padre, glorifica tu nombre, tu voluntad se realizará». LU 174:5.9.
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