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El noveno planeta a la luz de El Libro de Urantia | Luz y Vida — Núm. 43 — Marzo 2016 — Índice | Convergencias y divergencias: las ondas gravitacionales |
[Nota: adaptado por el autor en febrero de 2016 para esta revista a partir de un mensaje enviado a la lista «El rincón de Urantia» el 21 de julio de 2013]
En esta primera fase de existencia, vivimos muy condicionados por la materia. Y no nos referimos sólo a la materia exterior a nuestros cuerpos. Nuestro propio cuerpo está hecho de materia.
Todos y cada uno de los problemas que podamos tener con nuestro cuerpo, y eso incluye las enfermedades, pueden tener tres orígenes:
Dichos orígenes pueden combinarse, pero no mezclarse.
No hay más factores capaces de amenazar lo que llamamos «salud».
Así que cuando no tenemos «salud», hay que averiguar a qué se puede achacar.
Dios nos da útiles para luchar contra los problemas citados en todos sus frentes. Dios no nos deja desamparados. La herramienta clave que Dios nos da es el intelecto de la mente. Pasaremos muchas eras perfeccionándonos intelectualmente antes de perfeccionarnos espiritualmente. Pero cuando muramos aquí, habremos perdido toda oportunidad de haber contribuido intelectualmente a la solución de los problemas de este mundo.
Incluyen los impactos físicos, los venenos químicos, digeridos o por exposición, las heridas infectadas, etc. Contra este origen de mal luchan la ergonomía, la sanidad alimentaria, el «nutricionismo», la regulación de establecimientos y actividades, el sistema de salud, la seguridad vial, las variantes de medicina, la geriatría, múltiples servicios de prevención… un abanico enorme de profesiones están orientadas en este campo. Todo el mundo reconoce la utilidad de los esfuerzos de mejora que se hacen en cada una de las mencionadas disciplinas, así que no nos detendremos.
Todo lo que esté mal en nuestra mente acaba por somatizar en el cuerpo, pues ambos están permanentemente relacionándose y el nivel mental es superior al corporal. Las ansiedades, el estrés, el hastío… las creencias falsas, las esperanzas vanas, las ideas cristalizadas… el odio, los malos pensamientos, los malos sentimientos… todo ello contamina y trastorna la vida interior que trata de organizar la materia y las energías de la mejor manera posible.
Contra este mal intentan luchar la psicología y la psiquiatría, pero sólo consigue anular sus efectos la espiritualidad. De hecho, la mente no deja de ser lo que media entre el espíritu y la materia. No hay especiales dificultades en reconocer que todos los ideales y valores del espíritu -amor, solidaridad, conocimiento, hambre de verdad, fe, honestidad, inquietud por saber, humildad, valentía, consciencia, etc.- contribuyen a aclarar la mente para que ésta se haga aliada de la vida que recorre el cuerpo, en lugar de su enemiga.
Multitud de sanaciones del cuerpo dependen sola y exclusivamente de que sane la mente primero.
Éste es un origen de turbación que en principio parece una condena, que no hay nada que hacer sino resignarse. En efecto, no puedes cambiar la calidad biológica que has heredado. La tuya propia. Aquí el amor -ajeno o propio- alivia pero no cura. Aquí son impotentes tanto la precaución de accidentes como la pureza de ideas y sentimientos. Para intentar contrarrestar esta fuente de mal, quizá tengas que tomar una medicación asquerosa el resto de tus días. Quizá tengas que hacer diálisis con regularidad en el hospital. Quizá tengas que asumir que tu esperanza de vida no pase de los treinta. Quizá tengas que soportar estoicamente una visible inferioridad intelectual frente a la sociedad. Quizá tengas que renunciar a comer como los demás. Quizá tengas una malformación que te acompleje. Quizá hayas heredado una dermatitis muy extraña que te obligue a sufrir tratamientos dolorosos. Quizá desarrolles problemas de movilidad. Quizá tengas que someterte a quimioterapia, siempre en la cuerda floja. Quizás un órgano vital funcione mal desde el principio y necesites trasplante. Quizás comiences a sufrir parálisis cerebral progresiva a cierta edad, igual que ese pariente que tanto sufrió. Quizás te tengan que amputar un miembro, pues tu sistema no ha reaccionado con suficiente fuerza frente a cierta bacteria. Quizás tengas que hacer grandes esfuerzos por controlar ese maldito genio que parece tener toda la familia. Quizá tengas que soportar la idea de perder paulatinamente tus sentidos, como la vista o el oído. Quizá te pase cualquier cosa de estas u otra imaginable relacionada con la herencia y encima tengas que aguantar que por ahí se diga que… el amor lo puede todo.
Toda imperfección en la calidad biológica heredada se traduce en pérdida de autonomía. Y toda pérdida de autonomía produce infelicidad. En los casos de pérdida grave, desdicha.
Si la calidad biológica heredada es defectuosa, la vida interior no será capaz de organizar la materia y las energías del cuerpo de una manera armoniosa, de una manera mejor a la que esté contemplada en los múltiples códigos recibidos por las leyes de la herencia. No intentes aplacar el desasosiego que sientes leyendo todo esto imaginándote inútilmente otra realidad; la vida «ES» —ella— milagrosa, PERO «NO HACE» MILAGROS.
Si tu vida está obligada a atenerse a las leyes de la herencia, eso implica que tú también.
Sólo mientras estés aquí.
Pero todo el tiempo que estés aquí.
¿Importa o no importa?
¿No importará lo que pase durante toda una vida?
¿Será cierto, como algunos piensan, que Dios nos condena en cuanto al origen de problemas número 3 ? Pues no. Porque la vía para atacar esta fuente de malestar existe, y es la evidente; cortar o limitar la transmisibilidad. La disciplina que se encargaría de trabajo tan ingrato se llama eugenesia. La eugenesia implica la irrupción del intelecto humano para suplantar la selección natural, la cual no atiende ni a sentimientos ni a razones -el hombre puede ser salvaje muchas veces, pero la naturaleza lo es siempre-.
Eugenesia se define como «Aplicación de las leyes biológicas de la herencia al perfeccionamiento de la especie humana». «Aplicación» señala que se tendrán en cuenta esas leyes para hacer o para no hacer. Como biología heredada ha sido biología transmitida, el perfeccionamiento de la especie humana implica, respecto a las taras, cortar su transmisión.
Todavía alguien puede insistir en ver complicaciones donde no las hay. Por ejemplo, en relativizar el concepto de tara.
El concepto de tara es menos relativo de lo que a algunos les gustaría ¿Qué es una tara? ¿Cómo saber si es tara?
Pues muy fácil: Si se hereda, pero nadie la quiere, es tara.
Tiene que ser que nadie la quiera.
Porque si se trata de algo de lo que mucha gente esté orgullosa, no es tara.
La eugenesia tiene mala fama porque la eugenesia más famosa es la que aplicaron los nazis de hace casi un siglo, de la manera menos espiritual y considerada posible; por vía del asesinato y prejuicio. Otros programas eugenésicos se han hecho en países nórdicos o en Estados Unidos. Allí se respetaba la vida de la persona pero no se respetaba su derecho a reproducirse, derecho considerado hoy inalienable y natural; cuando se veía que la persona no sería suficientemente responsable para limitar por sí misma su reproducción, se la esterilizaba.
¿Por qué es tan complicado hablar de eugenesia en nuestra sociedad? Porque esta sociedad tiene también sus enfermedades. Esta sociedad en concreto es materialista, y este materialismo se traduce a nivel personal en creer que las personas somos un cuerpo (que es justo lo material en el hombre). Si tú dices entonces que la calidad de un cuerpo es defectuosa, parece que estás diciendo que la persona es defectuosa. Y lo parece sólo porque se comete socialmente el error de identificar a las personas con sus cuerpos.
El Libro de Urantia no será ampliamente comprendido ni aceptado en ninguna sociedad materialista, pues el libro habla de realidades diferentes a la materia. Realidades que cualquier persona con iniciativa propia ha podido saber de antemano que existen.
Si el libro de Urantia dice que todo lo que mejora se hace superior, y dice que la biología es mejorable, el necio creerá que el libro asegure que haya personas superiores a otras sólo porque unos de sus atributos, la variedad racial a la que pertenezcan, haya podido ser mejorada o sólo porque los linajes que les hayan tocado sean superiores.
De manera que nunca faltarán los que piensen que el libro no es coherente, puesto que hay muchas otras secciones que se pueden citar donde se asegura que Dios no hace acepción de personas y el destino último de todos es el mismo. Le parecerá todo esto una contradicción a quien no haya captado el asunto.
¿Por qué es importante la eugenesia? Porque los factores 1 y 2 —accidentes y distorsiones— que amenazan la integridad del cuerpo te pueden dar un respiro. Con esos factores como origen de tus problemas de salud, has podido conocer años de plenitud o de normalidad. Sin embargo, con los problemas derivados de la herencia, tú puedes tener problemas toda la vida. No conoces la normalidad. Has nacido con el problema. Y por eso una sociedad inteligente y verdaderamente amorosa se preocupa Y ACTÚA para que nadie tenga que lamentarse de haber nacido con calidad biológica defectuosa.
Si actúas, es porque has comprendido la conveniencia de la eugenesia.
Sé valiente pues éste es el punto clave para que salgas de la ensoñación que seguirá perjudicando a las generaciones futuras. El «desafortunado biológicamente» necesita que te pongas en su lugar. El que llamamos «desafortunado biológicamente» en realidad es un «condenado biológicamente» y ha sido condenado por personas de generaciones pasadas que pensaban… quizá como tú ahora.
Deja de pensar que todos tienen derecho a reproducirse a su libre albedrío. Porque a algunos les estás condenando en lugar de hacerles libres.
Cuando se hagan las cosas bien, no todo el mundo tendrá el mismo derecho a tener el mismo número de hijos. Y si la idea nos parece terrible, es porque aún estamos culturalmente condicionados. Si tan horripilante es no poder tener hijos, ¿̇por qué existen las personas que son felices sin haberlos tenido? y ¿por qué hay personas que se esterilizan voluntariamente? ¿No estaremos exagerando ese presunto horror de no poder tener hijos? Cuando decimos que tal persona tiene derecho a ser padre ¿'estamos pensando también en los derechos de la serie de criaturas que van a venir al mundo ligados a él, que heredarán de él cuanto sea heredable -la biología- y que se tendrán que quedar en el mundo cuando el progenitor o la progenitora ya se hayan ido?
Fíjate; por favor te lo pido, fíjate:
Puede que generes una gran frustración a una persona a la que no dejas reproducirse. Pero por cada linaje defectuoso cuya replicación consientas, estarás abriendo las puertas a la posible frustración de todos sus descendientes ante una vida limitada, que podrán ser potencialmente miles.
¿Eres capaz de visualizar cientos de personas futuras con el mismo problema que la de esta persona que tienes delante de tus ojos y que tanta pena te da? No te escudes, no cierres los ojos, no seas cobarde, porque no hay esperanza de que Dios haga un milagro y convierta sus genes en el plasma adámico de un Hijo Material. Dios no hace esas cosas, porque Dios no resuelve lo que nosotros podemos resolver. Y en ningún momento del origen 3 hemos dejado de hablar de taras que se transmiten por herencia.
Si tienes hijos, ya sabes bien que lo que desean no tiene porqué ser lo mejor. Pues ponte en un nivel superior para darte cuenta de que el deseo por reproducirse de una persona con calidad biológica defectuosa no es lo mejor, y por tanto no es tampoco lo que realmente quiere.
Haz cuentas y encara valientemente esta realidad, porque hay un sector de población que no necesita tu consuelo bienintencionado ni bonitas palabras sino tu inteligencia práctica y acción resuelta.
Alguien podría pensar que, en lugar de considerar la eugenesia, debería permitirse actuar la selección natural. ¿Nos planteamos cómo sería hoy día la selección natural? ¡Planteémonoslo! No hay ningún inconveniente. Selección natural significa «sin intervención alguna por parte del hombre». ¿Qué sería el equivalente a la selección natural en nuestra sociedad actual? Pues lo siguiente: a todas aquellas familias que están percibiendo algún tipo de ayuda para tratar a alguien dependiente por enfermedad, tara o minusvalía aparecida por transmisión hereditaria, se les retira la ayuda y «que se busquen la vida». Entonces, esa familia lo tiene peor que el resto de la sociedad para sobrevivir y para procrear. Así que con el tiempo, esas personas que portan linajes defectuosos van desapareciendo tras muchas tribulaciones y desconsuelo.
¿Qué tal? No muy espiritual, ¿¿verdad?
Hoy esto no se hace porque somos civilizados. Nadie muere en la Unión Europea de hambre ni de frío, y hacemos todo lo posible por contrarrestar los efectos de una biología defectuosa. Si lo pensamos bien, hablamos sólo de la biología defectuosa que vemos delante, con nuestros ojos. La que ya ha aparecido. No la que vendrá en el futuro.
Aparte de civilizados tenemos que ser inteligentes. Y aquí entra en juego la eugenesia, que es como si fuera «la selección artificial». La eugenesia busca conseguir los resultados de la «selección natural» pero de manera inteligente y controlada. Y ninguna manera realmente inteligente podría ser nunca incompatible con hacer las cosas de manera civilizada.
El verdadero problema de hoy día es que no se está realizando ni selección natural ni selección artificial. Y eso es una bomba de relojería. Cuando explota la bomba y se producen genocidios la gente se lleva las manos a la cabeza y le preguntan a Dios que «por qué permite eso».
Si no es civilizado retirar las pensiones y ayudas a las personas dependientes de cualquier tipo, ¿qué es lo que hay que hacer? Pues bien, en estos casos la sociedad tiene que decir a la familia en cuestión:
— « ¡Vale! ESTOY DISPUESTO a seguiros ayudando. Seguiréis percibiendo esta pensión por Invalidez de X Grado o por Gran Invalidez y os seguiremos garantizando que tendréis las necesidades básicas cubiertas, más las que podamos daros según la situación económica. PERO A CAMBIO, deberéis dejarnos estudiar el historial familiar para confirmar si este gran problema físico que subyace es hereditario. Porque si lo es, sería conveniente que toda la familia consanguínea se sometiera a un programa de planificación. Como es para la familia, y lo vamos a confeccionar juntos, el programa se llamará de planificación socio-familiar. Podrá existir cierta negociación».
Los programas de planificación socio-familiar variarán, lógicamente, en función de la gravedad de la tara transmisible. Puede que se recomiende que los miembros hasta de segundo grado consanguíneo de esa familia no tengan ningún hijo o que se les permita tener uno pero sólo uno. Desde luego, si hay miembros capaces de criar hijos con responsabilidad y seguridad, este tipo de familias podrá participar con ciertas preferencias en las listas de adopción. Y es que tener que renunciar a la reproducción no implica necesariamente tener que renunciar a la paternidad, punto importante a tener en cuenta.
Reto a que cualquiera me demuestre que una política eugenésica de este tipo, suficientemente ética, no es viable hoy día. O que es complicada. O que necesita de profesiones nuevas. O que necesita de jueces. Para que se aplique no hace falta en absoluto que la sociedad lea El Libro de Urantia, puesto que siempre hemos existido las personas partidarias de algún tipo de eugenesia.
¿Quién no está de acuerdo en que los estándares de ética y moralidad son actualmente mejores que hace décadas? Entonces, ¿̇por qué se tiene miedo a que la eugenesia que se hiciera hoy fuese igual que la que se hizo hace un siglo? Hace un siglo se sacaban las muelas sin anestesia, y hoy todo el mundo va al dentista.
Constantemente se está cambiando el nombre de los Ministerios, se crean Secretarías de Estado o desaparecen. ¿Qué tal una Secretaria de Estado para la Eugenesia, dependiente del Ministerio de Sanidad o del Ministerio de Salud? Para que a la sociedad le resultara más fácil disociar la nueva eugenesia de la eugenesia que han visto en la televisión o en los libros de historia, se podría llamar Secretaría de Estado para la Eugenesia Ética. Si un porcentaje de la sociedad necesita que se plantee claramente dicha diferenciación, pues se resalta el carácter de la nueva eugenesia.
Los jefes de cada nueva Oficina de Eugenesia accederían a los expedientes existentes marcados como «ayuda por dependencia» para empezar a detectar los casos cuyo origen no ha sido ningún accidente y que pudiera no tener relación con la somatización de desórdenes mentales; es decir, los relacionados con una calidad biológica defectuosa; los relacionados con la herencia. Médicos y/o psicólogos hacen su aparición, realizan las consultas y pruebas pertinentes y elaboran sus informes. El funcionario instructor, a la vista de los informes y de la ley a favor de la eugenesia ética que esté en vigor, hace una propuesta de planificación socio-familiar que es notificada por el asistente social en el domicilio y reuniendo a los familiares de consanguinidad hasta el segundo grado, y les explica lo que hay. En dicha propuesta de planificación se detallarán los fundamentos de hecho y se expresará la RECOMENDACIÓN que la Administración les hace, como representante legítima del interés común (en interés de la sociedad). Recomendación de natalidad familiar. Más o menos negativo, más o menos positivo. El número exacto dependerá también de que los gobernantes se hayan hecho sensibles a los problemas de escala mayor que puedan acontecer de superpoblación o de subpoblación.
Con un programa eugenésico tan sencillo, tú no estás esterilizando a nadie a la fuerza. Y son libres de llevar a cabo esos programas o de no llevarlos. Pero entonces la sociedad será también libre de ayudarles o no. Es lo justo, ¿¿no? Si el asunto afecta a la sociedad, la sociedad tendrá algo que decir. Si la familia no está de acuerdo con los informes o con la recomendación y aún así sus miembros desean tener muchos hijos y a la vez seguir percibiendo las ayudas, siempre podrán recurrir, igual que se hace con cualquier otro acto de la Administración.
Me molesto en detallar este posible y sencillo programa para que se visualice mejor su viabilidad. Las cosas que se visualizan sin problemas son más factibles de realización futura. También para que contéis con alguna referencia si alguien os preguntara por un ejemplo de posible aplicación de eugenesia a día de hoy.
Creo que nunca existe ninguna razón legítima para no poder hacer algún programa de eugenesia, pues la raza humana siempre estará condicionada por la raza, como el propio nombre indica.
Resumiendo:
Si el problema es hereditario, la clave es la transmisión. Y si la clave es la transmisión, la solución es la no transmisión.
No tienes otra solución para el origen de problemas número 3.
Los científicos de hoy día manipulan el ADN pero lo que heredamos debe ser «algo más», los reveladores lo llaman «plasma vital» y debe afectar a más niveles de realidad de lo que constituye el ser humano aparte del cuerpo físico.
La mente, seguro. La personalidad, discutible.
Por tanto, no será la ingeniería genética la verdadera clave para hacer eugenesia.
Y no te engañes; aunque programas eugenésicos posibles haya muchos, no siempre podrás atajar la transmisión sin disgustar a alguien. La Administración ya está acostumbrada a ser insultada al hacer primar el interés común sobre el interés particular en muchos otros casos.
Muchos de los afectados de primera mano, en cambio, comprenderán el programa eugenésico muy bien.
Más de lo que te piensas, pues llevan mucho tiempo con el problema a cuestas.
Mucho tiempo preguntándose por qué «les ha tocado» a ellos.
Y muchas oportunidades para no desearle lo mismo a ninguno de sus descendientes.
Si la mejor definición de amor es desear a los demás lo que uno quisiera para sí, otra versión de la misma definición es no permitir para futuros lo que ya sepas que nadie quiere.
¡Taras graves fuera!
¡Ayuda a TODOS los seres humanos!
Abrazos
(Publicado como mensaje en la lista «El rincón de Urantia» el 25 de julio de 2013)
Queridos amigos:
Personalmente no me adhiero al concepto de que la solución principal para las enfermedades o dolencias sea el pensamiento positivo o la mera actitud mental. Para mi ese concepto cae dentro del «pensamiento mágico» que define la psicología: «El pensamiento mágico es una forma de pensar basada en la fe, la imaginación, los deseos, las emociones o las tradiciones que genera opiniones carentes de fundamentación lógica robusta o estricta». (PSICOMED-DSM IV. Glosario de términos técnicos-)
Si bien una mente sana afecta positivamente a la salud del individuo, la abrumadora mayoría de las veces lo hace dándole una capacidad de aceptación y superación de sus limitaciones más que quitándole esas limitaciones.
Los «poderes psíquicos» o «poderes mentales» son, para mí, los poderes de la armonización inteligente y voluntaria de la propia mente con la guía del espíritu residente. Se manifiestan en una tendencia creciente a elegir lo correcto en vez de lo cómodo, lo justo en vez de lo fácil. Produce un estado de paz interior y de confianza profunda en el devenir de los acontecimientos, incluso una inconmovible certeza de que aún las experiencias más desdichadas que nos toque atravesar acabarán -a su tiempo- por revelarse como positivas.
El ser material contiene tres niveles de existencia (unos propios, otros generosamente provistos por la Deidad): la materia, a cuyo estado de equilibrio llamamos ‘salud’; la mente, cuyo equilibrio llamamos ‘cordura’ y el espíritu cuyo equilibrio llamamos ‘felicidad’. (LU 100:4.3 y LU 2:7.11)
Una mente normal y sana, motivada por el espíritu, hace mucho para evitar o corregir dolencias sicosomáticas, pero sólo puede dar un estoicismo sólido ante las enfermedades o dolencias exclusivamente físicas.
Para las dolencias físicas externas (microorganismos parasitarios, virus, bacterias, hongos, etc.) está el abordaje racional de las ciencias biológicas, para las dolencias internas -esto es: inherentes a defectos congénitos del cuerpo mismo- sólo quedan la manipulación genética artificial de la ingeniería genética o el control del número de descendientes de los portadores de esos defectos físicos. Si todos los portadores de defectos genéticos restringieran en número de hijos a uno (o cero) en pocos siglos la incidencia de esas dolencias podría mermar tremendamente o incluso desaparecer en algunos caso.
Esto no implica que a esas personas se les niegue la experiencia de la paternidad, por el contrario, deberían tener prioridad a la hora de adoptar hijos. Padres que eligen no tener hijos propios para no perpetuar en ellos sus dolencias y que a su vez adoptan y aman a niños que de otro modo estarían privados de crecer en una familia y recibir el amor parental fundamental para el desarrollo del ser humano, dos problemas que se solucionan mutuamente.
La eugenesia no implica necesariamente manipulación genética. La eugenesia bien entendida confía en la naturaleza y en el tiempo, sólo precisa que todos tengamos consciencia de que si somos portadores de una dolencia transmisible, lo mejor es no condenar a nuestros hijos, nietos, etc. a padecerla.
Finalmente, yo también quiero traer a colación un párrafo de El Libro de Urantia:
Desde la perspectiva mundial, la sobrepoblación no ha sido nunca un problema grave en el pasado, pero si disminuyen las guerras y la ciencia va controlando en creciente escala todas las enfermedades humanas, puede llegar a ser un grave problema en un futuro próximo. En tal momento se someterá a prueba la sabiduría de los mandatarios del mundo. ¿Tendrán los dirigentes de Urantia la perspicacia y la valentía para fomentar la multiplicación del ser humano medio o estable en vez de los extremos de los supernormales y los grupos cada vez mayores de subnormales? Se debe fomentar al hombre normal; él es la espina dorsal de la civilización y la fuente de los genios mutantes de la raza. Se deberá mantener al hombre subnormal bajo el control de la sociedad; no se deben producir más de los que se requieran para atender a los niveles inferiores de la industria, aquellas tareas que requieren inteligencia por encima del nivel animal pero de exigencias tan exiguas como para dar constancia de verdadera esclavitud y subyugación a los tipos superiores de la humanidad. LU 68:6.11
Abrazos
El noveno planeta a la luz de El Libro de Urantia | Luz y Vida — Núm. 43 — Marzo 2016 — Índice | Convergencias y divergencias: las ondas gravitacionales |