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Eugenesia para estos tiempos | Luz y Vida — Núm. 43 — Marzo 2016 — Índice | Cuestionario urantiano: Olga López |
Las ondas gravitacionales, predichas por la teoría de la relatividad general de Albert Einstein (1915), parece ser que por fin se han confirmado experimentalmente en septiembre de 2015 por el experimento LIGO y se han dado a conocer al público en febrero de 2016, creando una inmensa expectación.
Esto cierra la serie de predicciones de la teoría de Einstein que se han ido corroborando a lo largo de los años: anomalías en las órbitas de ciertos planetas, la curvatura de la luz, la dilatación y la contracción del tiempo y del espacio, y finalmente la existencia de ondas gravitacionales.
De esta forma se da un importante espaldarazo a su teoría que, aunque no es la única teoría que utiliza estos conceptos, sí es la más simple que ha obtenido predicciones ajustadas a los resultados experimentales.
Esto se traduce no sólo en que la visión del cosmos de Albert Einstein se acepta como probablemente una muy acertada descripción de la realidad, sino que también nos lleva a establecer que el resto de conclusiones relacionadas con ella se den por buenas, y teorías sobre la aparición del universo como la del Big Bang salen fortalecidas de estos estudios. Esta concepción de la aparición del cosmos en un momento dado (Big Bang) es una de las mayores divergencias con los contenidos de El Libro de Urantia.
Hagamos un rápido repaso a algunas de las ideas que se barajan y contrastémoslas con ideas vertidas en el propio libro. Nos sorprenderemos de que existen bastantes coincidencias conceptuales en lo más fundamental, aunque también hay divergencias difíciles de conciliar con las visiones cosmológicas actuales.
De hecho las ondas gravitacionales, la deformación del espacio-tiempo que se transmite como una onda, tienen cabida perfectamente en la exposición que hace El Libro de Urantia sobre la realidad física.
Recordemos que El Libro de Urantia, aunque pudiera no parecerlo a primera vista, nos da una visión mucho más compleja que la que presenta la ciencia actual. De hecho, para tratar de encontrar paralelismos, hemos de restringir el estudio de los conceptos «espacio» y «gravedad»:
Espacio: nos referirnos sólo al «espacio penetrado», prescindimos tanto del espacio no penetrado como de las zonas de espacio quiescentes entre el penetrado y el no penetrado. LU 11:6.1
Gravedad: nos circunscribirnos a la gravedad material y aún más, sólo a la gravedad circular o lineal, y prescindimos de la gravedad absoluta. LU 11:8.7; LU 12:3.8
La mecánica de Newton (1686) suponía la gravedad como una fuerza de alcance infinito y de transmisión instantánea. La revolución «einsteniana» fue la de establecer que aunque el alcance de la gravedad pueda ser infinito, no es de transmisión instantánea, sino que su velocidad de transmisión es la de la velocidad de la luz. Otra de las ideas novedosas de la teoría de la relatividad es que el tiempo y el espacio no se deben de estudiar como entes separados, sino que las 4 dimensiones (tres espaciales y una temporal) en las que tenemos toda nuestra actividad física son intercambiables y matemáticamente mantienen relaciones de equivalencia.
Precisamente podemos encontrar coincidencias en los contenidos de El Libro de Urantia para estos conceptos:
El hecho de que los Hijos Creadores necesiten una ingente cantidad de tiempo para ir acomodando la masa recién aparecida en sus dominios espaciales sin que haya perturbaciones en el resto de los dominios de otros Hijos Creadores LU 32:1.1; LU 32:1.5 podría ser debido a que los efectos de la gravedad lineal no son instantáneos y se ven obligados a acomodarlos de una manera lenta para evitar cataclismos.
El propio libro nos indica que efectivamente hemos de hablar no del espacio y del tiempo como entes separados, sino como inequívocamente interrelacionados LU 65:8.1
Diremos que una importante convergencia de esta teoría con lo vertido en el libro es el propio concepto de que el espacio-tiempo no es meramente un lugar donde pasan cosas, sino que es un objeto con características propias. De hecho la confirmación de las ondas gravitacionales por la ciencia nos demuestra que el entramado espacio-tiempo es un objeto deformable, y además que somos capaces de medir esa deformación.
Que el espacio-tiempo sea un «objeto» hace que presente una geometría (una forma) que también es objeto de estudio por parte de la ciencia y parece que, aunque a ciertas escalas podría considerarse plano, (es decir que sería aplicable para su estudio la geometría euclídea) a gran escala no parece comportarse como tal y se han de considerar otras formas, otras geometrías.
El Libro de Urantia nos indica claramente que el espacio observable (espacio penetrado) está contenido, está envuelto por otro tipo de espacio, y este espacio, en realidad ambos tipos, el penetrado y el no penetrado, presentan contracciones y dilataciones («movimientos respiratorios»).
También nos muestra una geometría no plana, una forma para el espacio en el que nos desenvolvemos como seres finitos. Recordemos el símil tanto del reloj de arena como de la cruz de malta en revolución. LU 11:6.1.
Así, la existencia de ondas gravitacionales refuerza la idea de que el propio espacio está sometido a fluctuaciones, de que el espacio y el tiempo no presenta los mismos valores en cualquier parte del cosmos, sino que estos dependen de las características del lugar, como de la masa/energía presente en el entorno en el que estudiemos ese espacio y ese tiempo.
El postulado de Einstein «la invariancia de la velocidad de la luz» convierte las nociones de «duración» y «simultaneidad» en dependientes del observador, es decir, relativas.
La duración del tiempo es diferente para un individuo que se desplaza a cierta velocidad con respecto al que se considera «quieto», de manera que para el que se desplaza siempre transcurre menos tiempo que para el que se mantiene quieto.
Dos sucesos pueden ser simultáneos (ocurrir a la vez) para un observador y para otro observador el mismo par de sucesos no serlo. Así, un «presente universal» carece de sentido. Cada observador puede definir su propio presente, y este no coincidirá con el que definan los demás. De esta manera, el suceso S1 para mí puede ser anterior a S2 y para otro observador ser precisamente a la inversa, salvo que entre los dos sucesos haya una relación de causalidad, en cuyo caso se puede demostrar que esta inversión temporal respeta el principio de causalidad, de manera que la causa siempre antecede a la consecuencia.
La velocidad de la luz es un límite que hace que cualquier objeto material con masa mayor que cero no pueda ser acelerado a la velocidad de la luz, pues para ello sería necesaria una cantidad infinita de energía y la masa de ese cuerpo crecería hasta el infinito.
Einstein dejó de considerar la gravedad como una fuerza que actúa a distancia entre dos cuerpos con masa, y así pudo evitar los problemas derivados del hecho de que la simultaneidad era relativa. Introdujo el concepto de espacio curvo y concluyó que la gravedad no era sino una manifestación física de esa curvatura del espacio-tiempo.
Curiosamente en El Libro de Urantia aparecen conceptos que abundan en estas ideas contempladas por la teoría de la relatividad.
El hecho de que en el universo se tenga que tener un registro y constancia del tiempo en los distintos lugares, como parecen registrar los Cronoldeks LU 29:4.37, de alguna manera parece evidenciar lo predicho por Einstein sobre la relatividad del tiempo y del espacio. Incluso las relaciones de causalidad están presentes en el Universo Maestro. Hasta en el Paraíso, en el que el tiempo es diferente de como podamos entenderlo, se sigue manteniendo una relación de causalidad LU 11:2.11 definida para los sistemas físicos LU 16:6.6
Pero hay otros aspectos que difieren bastante de lo aceptado por las teorías físicas del momento, entre las que podríamos destacar el enorme interés científico de unificar la gravedad con el resto de las fuerzas fundamentales, cuando El Libro de Urantia nos está sugiriendo que la gravedad pudiera no ser una de las fuerzas fundamentales y que además las fuerzas fundamentales no responden a la gravedad:
… incluso las fuerzas físicas fundamentales no responden a la gravedad lineal, LU 12:6.5
… La gravedad es la única que controla la energía-materia. Ni el espacio ni el arquetipo responden a la gravedad LU 0:6.11
El espacio es insensible a la gravedad, pero actúa como una fuerza equilibrante sobre la gravedad. Sin el colchón del espacio, la acción explosiva sacudiría a los cuerpos espaciales circundantes. El espacio penetrado ejerce también una influencia antigravitatoria sobre la gravedad física o lineal; el espacio puede neutralizar realmente esta acción de la gravedad, aunque no puede retrasarla LU 11:8.3
Una vez más van apareciendo pinceladas de convergencias y divergencias entre el estudio de lo revelado y lo contemplado por nuestra ciencia en continuo avance y cambio. Al igual que la humanidad y el propio ser humano, no dejan de ser un «proceso evolutivo».
Seguro que las nuevas posibilidades que se abren con el estudio de las ondas gravitacionales, una herramienta diferente a la radiación electromagnética (luz) para contemplar y estudiar el cosmos, llevarán a la ciencia a encontrar explicaciones sobre la realidad física que las vayan acercando de alguna manera a las ideas generales reveladas en El Libro de Urantia. El transcurrir del tiempo nos lo irá indicando. Estaremos a la escucha.
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