© 1977 Duane L. Faw
© 1977 The Urantia Book Fellowship (anteriormente Urantia Brotherhood)
El Libro de URANTIA enseña que los universos son creados para un «propósito eterno y divino» (LU 42:0.2) y que el propósito de las «criaturas mortales de origen animal», incluida toda la humanidad, es convertirse en hijos ascendentes de Dios. (LU 40:6.3) Rodan, el filósofo griego de Alejandría, veía al hombre mortal cumpliendo su propósito básico en el plan divino al dominar el «arte de vivir». (Documento 160)
El hombre comparte con sus ancestros primitivos los impulsos animales de supervivencia: sustento, seguridad, refugio y sexo. Pero con las dotes añadidas de los espíritus de adoración y sabiduría (LU 62:5.4) el hombre también responde a los deseos humanos de avaricia, reconocimiento social, engrandecimiento personal y importancia personal. Como animal humano, el hombre se siente constantemente atraído por aquellas cosas que le gratifican.
Pero al hombre físico se le ha dado el potencial de convertirse en una personalidad espiritual al elegir hacer la voluntad del Padre. (LU 118:1.2) Este hombre puede lograrlo al convertir sus impulsos naturales heredados de sus ancestros animales en impulsos espirituales sintonizándose con sus antepasados espirituales. Rodan describe esto como en desarrollo: una contraparte espiritual de los impulsos, deseos y señuelos animales del hombre hasta que sólo es impulsado por aquellas cosas que gratifican al Padre, reflejadas en la preocupación por los demás.
El «arte de vivir» es el proceso mediante el cual el hombre desarrolla su carácter espiritual. En cierto sentido, es la técnica mediante la cual uno domina su yo físico alcanzando su potencial espiritual. Es el método mediante el cual uno se eleva por encima de la existencia mundana limitada por la realidad finita y disfruta de una vida sublime entre el horizonte expandido de la verdad cósmica, la belleza universal y la bondad divina. Es el camino del hombre en su viaje hacia Dios.
— Duane Faw