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La mente según la revelación (última parte) | Luz y Vida — Núm. 18 — Septiembre 2009 — Índice | Cuántos mortales sobreviven |
Hace varias semanas, durante un encuentro del grupo, un invitado nos pidió que le explicáramos qué cosa era Dios. Esta pregunta me hizo recordar la vez que un amigo me invitó a una conferencia donde él hablaría sobre lo no manifestado. Yo quedé totalmente asombrado por la sencilla razón de que nadie puede hablar sobre lo que no conoce. Querer decir algo sobre lo no manifestado es como querer explicar a Dios. A Dios no se le explica, a Dios se le vive y se le conoce sólo a través de la experiencia personal. A Dios hay que irle descubriendo cada día en los pequeños actos de la vida, porque cada minuto que vivamos es un nuevo descubrimiento por la fe de la existencia de Dios en nuestras vidas. Lo no manifestado puede ser lo más grande y a la vez lo más simple, como el día de mañana o el minuto que está por venir.
Pero lo no manifestado puede ser y es algo más que eso. Lo no manifestado es lo que se reserva la Deidad en su absoluta soberanía. Yo personalmente lo califico como los atributos de poder y control no revelado en el tiempo y el espacio o más allá de estos. Nuestro mundo es relativista y por lo tanto un mundo finito; de esto se deduce que nuestro conocimiento debe ser relativo y finito, así también las manifestaciones que recibimos de la Deidad. Cuando Felipe le pide a Jesús que le muestre al Padre, la respuesta no podía ser otra que la dada por el Maestro, «tanto tiempo con ustedes y todavía no me conocen». Lamentablemente este pasaje se ha malinterpretado, tomándolo como una declaración de Jesús de que él era el Padre, cuando en realidad lo que le estaba diciendo a Felipe era que lo máximo que podía conocer de Dios el hombre era lo que él estaba demostrando en cuanto a personalidad, y esta declaración sigue y seguirá vigente mientras no trascendamos hacia niveles existenciales de mayor espiritualidad.
Lo no manifestado en cierto nivel puede ser aquello que vamos descubriendo o que se nos vaya revelando según nos identifiquemos con nuestro Ajustador, y esto depende de un individuo a otro aun cuando estén en el mismo círculo. Pero existe una diferenciación también entre las distintas órdenes de seres; lo que es no manifestado para un ser evolutivo como nosotros no lo es para un ángel, y lo que resulta no manifestado para éste no lo es para un mensajero solitario, por poner un ejemplo y así sucesivamente.
Lo finito jamás podrá conocer lo infinito y mucho menos contenerlo, de este hecho se desprende lo inevitable de la fragmentación de Dios en su manifestación a medida que su presencia se aleja del Paraíso. Si es cierto como dice El Libro de Urantia que sólo el hijo y el espíritu conocen a DIOS Padre en toda su dimensión, quiere decir por tanto que para las infinitas órdenes de seres creados y no creados, y por supuesto paras las criaturas evolutivas del tiempo, siempre hay y habrá facetas de Dios reservadas a su inherente expresividad y soberanía que puede que nunca sean conocidas hasta el momento que, haciendo uso de ese libre albedrío, decida manifestar algunas de tales facetas no reveladas a un ser, una orden o un universo.
Pero lo no manifestado no es algo que pertenezca sólo al futuro, lo no manifestado puede estar ocurriendo ahora. ¿Acaso comprendemos o sabemos cómo ocurren miles de fenómenos físicos y mentales? Disfrutamos de la electricidad, el agua es una bendición y la gravedad, aunque puede matarnos en ocasiones, es algo imprescindible para la permanencia en nuestro mundo. Y yo pregunto: ¿Quién ha visto formar una gota de agua? ¿Qué cosa verdaderamente es la electricidad? ¿Cómo Dios controla la gravedad? Estas tres cosas forman parte de nuestra vida cotidiana, las hemos visto desde niños y quizás por ser tan comunes no nos damos cuenta de que en ellas están patentes parte de esos atributos desconocidos de Dios que tienen que ver con el control de la materia física en los mundos materiales como el nuestro.
Es bueno alzar la vista y extender nuestra mirada allende la inmensidad del futuro y de las estrellas, tratando de darnos respuestas y de saber qué y cómo es Dios, pero olvidamos que Nuestro Padre es tan grande que no cabe en el universo y que a la vez su presencia está en la más insignificante flor que sólo dura unas horas en la primavera. El misterio de Dios nos envuelve, y un consejero Divino en el LU, LU 3:4.5 nos dice: «Aunque provengo de la morada muy cerca de la Deidad, no puedo presumir bablar con perfección de entendimiento respecto a la infinidad de muchos atributos Divinos. Tan sólo la infinidad de mente puede comprenderplenamente la infinidad de existencia y la eternidad de acción»
Esto lo dice un consejero Divino cuya sabiduría, conocimiento y espiritualidad excede con mucho a la nuestra. Excepto el universo central de Havona, los restantes siete superuniversos están en vía de perfección. Es lógico pensar que, a medida que se avance hacia la etapa de Luz y Vida, nuevos atributos de la Deidad se vayan revelando. Ahora, hablar sobre cuáles serán esos atributos y en qué facetas de la vida se pondrán de manifiesto es algo que nadie puede hacer, aun cuando se trate de un Consejero Divino. Por otro lado, si la creación material sigue expandiéndose, significa que nuevos poderes de control por parte de la Deidad se pondrán de manifiesto con relación a estas nuevas creaciones, es obvio. Pero hablar de dichas manifestaciones sería como ponerse a describir los automóviles del año 3000.
Lo mismo que no fui a oír la conferencia de mi amigo sobre lo no manifestado, tampoco le di respuesta al visitante que pedía una explicación de Dios. Yo puedo contar lo que ha significado Dios en mi vida, mi transformación como individuo y como ser social, decir que a partir de mi encuentro con Dios mis perspectivas alcanzan un nivel cósmico, y finalmente puedo decir que esas experiencias están al alcance de quien quiera experimentarlas y que la única condición para alcanzar tal nivel de existencia es creer en Dios y consagrar su voluntad a la voluntad del Padre, pero no explicar a Dios.
La vida moderna, con su alto nivel de tecnología y ciencia, a la vez que ha elevado el nivel de vida material del hombre y lo ha liberado de muchas de las supersticiones y miedos de la era primitiva, también lo ha llevado a una posición demasiado escéptica en cuanto a las realidades espirituales. Por esta razón constantemente estamos exigiendo pruebas y creo que todos en algún momento dado buscamos que alguien nos dé explicaciones claras o evidencias tangibles para creer en Dios. Ahora sabemos que solo la experiencia individual es el único método para descubrir esas manifestaciones, que nuestro Padre celestial en su infinito amor y misericordia nos regala para que le busquemos. Vivimos en una época en que el conocimiento y la información han dejado de ser un lujo para una pequeña minoría privilegiada. Por tanto es lógico que ahora nos hagamos preguntas cada vez más profundas y que las respuestas que necesitamos sean también profundas. Pero ante Dios, el misterio de los misterios, ante su inmensidad y majestuosidad, hay que reconocer que nuestra ciencia y nuestros argumentos son nulos. El único recurso que se nos ha dado es la FE y como requisito hay que amarle primero y conocerle después. Luego, paso a paso, Él se nos irá revelando a medida que ascendamos, y esto sólo bastaría como incentivo para amarle, saber que cada día puedo ir descubriendo algo nuevo de su amor y grandeza y que su manifestación en cada uno de sus hijos es directamente proporcional al grado de entrega y consagración a ese Dios cuya manifestación más grande en nuestras vidas somos nosotros mismos.
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