© 2000 Gard Jameson
© 2000 Asociación Urantia Internacional (IUA)
Las Vegas, Estados Unidos
Me gustaría compartir con vosotros algunas reflexiones de mi reciente viaje a Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, con motivo del Parlamento de las Religiones Mundiales, para darles una pequeña visión de la era de luz y vida.
Estoy escribiendo algunas de estas reflexiones un día después de que Nelson Mandela, Madiba, se dirigió al Parlamento diciendo: «Encomiamos al Parlamento de las Religiones Mundiales por su inmensa tarea predicando que los fundamentos comunes son más grandes y duraderos que aquellos aspectos que nos dividen. » El mismo día un maravilloso hermano de Senegal, Moussa Ndiaye y un pequeño grupo de gringos, incluyendo a Travis Binion, Marvin Gawryn y Paula Thompson expresaron similares sentimientos ante un grupo congregado de interesados buscadores espirituales en la presentación de El libro de Urantia en la Universidad de Sudáfrica. En una región donde las divisiones han creado inmensos problemas, un genuino espíritu de diálogo ha creado la oportunidad para grandes soluciones.
Mi experiencia en Ciudad del Cabo y en otros eventos interreligiosos, me convencen cada día más de que El libro de Urantia está para servir como catalizador y amalgamador de las grandes tradiciones del mundo, y de hecho lo está haciendo. Como testigos presenciales en eventos de esta naturaleza, vemos que el poder de su visión es mucho más grande como amalgamador de religiones que como una religión más entre las otras. Como metodista, soy capaz de compartir las grandes verdades del Libro más eficazmente refiriéndome a su manifestación de valor espiritual que como si me dirigiera a otra institución religiosa. De la misma manera, como musulmán, mi hermano Moussa de Senegal, es capaz de compartir las grandes verdades del Libro más eficazmente. Tanto para Moussa como para mí, El libro de Urantia sirve para acrecentar nuestra experiencia dentro de nuestras propias instituciones religiosas. Cristianos, musulmanes, judíos, hindúes, budistas, indígenas con tradiciones propias y muchos otros presentes han sido arrastrados hacia El libro de Urantia por comprensión y apreciación de esa visión de amalgamamiento. Hemos vendido u obsequiado todos los libros traídos a Sudáfrica.
En la medida en que nos hemos estado involucrando con estas múltiples tradiciones, hemos sido testigos del poder del Espíritu Santo en su accionar a través de estos hermanos y hermanas, en sus expresiones de fe, en sus expresiones de servicio planetario y en su profundo sentido de solidaridad con miembros de otras tradiciones religiosas. Es verdaderamente inspirador ver todos los proyectos de servicio que han sido emprendidos grupo por grupo. Uno de tales grupos que de lejos ha sido verdaderamente inspirador, es el Cuerpo de Mujeres de Boulder que ha ayudado a patrocinar a Sandy Randall en su trabajo con los zulúes en Sudáfrica. Sally y algunos muchachos zulúes cautivaron a la audiencia danzando con gran alegría y energía al son de los tambores tradicionales en el escenario principal en la primera tarde del Parlamento.
Hay muchísimas actitudes de servicio que están emanando desde muchos puntos diferentes. Es una época plena de esperanza y promesa. En estos tiempos se requiere que todos los habitantes del planeta tengan el coraje de establecer un compromiso de diálogo y servicio que trascienda sus propios prejuicios, que les permita ver lo grande y extenso que es el fundamento común y estar agradecidos por ello. Este Parlamento es testigo del poder de este compromiso. Madiba, Nelson Mandela, es la personificación de tal poder que trae unidad donde una vez reinó la división. Su inspiración en la Comisión de la Verdad y la Reconciliación en Sudáfrica es un modelo de como alcanzar la paz, del cual todas las comunidades que se encuentran divididas podrían aprender.
A pesar de que actualmente él no es el presidente de Sudáfrica, la gente aún lo llama Presidente, él es su líder espiritual. En su «retiro», Madiba se encuentra bastante activo en la solución de los conflictos actuales entre las tribus indígenas.
Su Divina Gracia el XIV Dalai Lama igualmente nos obliga a ilustrar su ejemplo, el ejemplo de una personalidad que es capaz, en verdad, de separar la ideología de sus «enemigos» de sus propias personalidades y amarlos sinceramente como hermanos y hermanas. Mediante una profunda compasión por sus «enemigos», el Dalai Lama ha sido sumamente efectivo en compartir los fundamentos del budismo con muchísima gente. A través de la oración y del involucramiento del «enemigo » en el diálogo, el Dalai Lama ha ayudado a mucha gente y, estoy convencido, un día liberará a los habitantes del Tíbet. Uno puede literalmente sentir su profundo sentido de compasión cuando se encuentra en su presencia. Durante su presentación en el Parlamento habló de la necesidad de volcar nuestros compromisos y experiencias con la divinidad hacia un mundo colmado de necesidades y sufrimiento.
Otro gran líder espiritual, entre los muchos que se encontraban en el Parlamento, fue Mahaghosananda, líder budista de los camboyanos. Durante la época de los campos de la muerte, la guerra genocida en Camboya, eran Mahaghosananda y su pequeña tropa de monjes quienes literalmente caminaban en medio del campo de batalla, por la línea divisoria entre los dos bandos que se disparaban mutuamente. Los enemigos usualmente detenían la balacera mientras los monjes pasaban. Una vez arribaban al final del campo de batalla, volvían sobre sus pasos y regresaban a la mitad del combate, hasta que los dos bandos exasperados abandonaban la batalla y retornaban a sus campamentos. Mahaghosananda y su tropa llegaron a ser conocidos como la tercera fuerza, una fuerza poderosa comprometida con la compasión. Experimentar la sonrisa de Mahaghosananda es contagioso, en cierta manera como era transformadora la sonrisa de Jesús.
En el transcurso del Parlamento hubo muchos maravillosos seminarios desarrollados por todas las tradiciones religiosas. Lo más interesante para mí fue aprender más de la profunda espiritualidad de los indígenas de África. Como lo expresó uno de los profesores: «En el Oeste se dice: Pienso, luego soy. En África, decimos: Pertenecemos, luego somos». Este mensaje y la explicación dada sobre sus tradiciones indígenas fueron muy atrayentes. Muchos de los seminarios se centraron en los valores comunes y temas compartidos por las grandes tradiciones. El gran erudito de la ciencia comparativa de las religiones, Huston Smith, estuvo presente y dictó una conferencia sobre los aspectos místicos de las grandes tradiciones. Señaló que lo que más lo fascinó con respecto a las grandes tradiciones no fueron sus patrones sociales, sus creencias o rituales, sino su llamado a la trascendencia, a una genuina experiencia del misterio divino.
Durante uno de los días del evento tuvimos la oportunidad de ver algunos de las poblaciones fuera de Ciudad del Cabo y algo del progreso que se ha llevado a cabo, y de las grandes necesidades que existen en esta sociedad. Aprendimos acerca de la historia del apartheid, el trabajo de Nelson Mandela y Desmond Tutu. Percibimos de primera mano como Sudáfrica negocia su propia identidad dentro de su pluralidad cultural.
Para mí, el aspecto más excitante del Parlamento tal vez no ha sido el programa, ni los simposios, ni las presentaciones plenarias, ni la presencia de Nelson Mandela, valga aclarar todo maravilloso, sino la profunda relación que ahora tengo con dos queridos hermanos de Senegal, Moussa y Doudou. En América tenemos mucho que aprender de la profunda sabiduría de hermanos como Moussa y Doudou. Sus afables maneras y su genuina emoción por El libro de Urantia fueron motivo de inspiración para todos nosotros quienes les escuchamos. Dije «afables maneras» porque fueron exageradamente corteses conmigo a pesar de que sacrifiqué la lengua francesa en su presencia. Como el Maestro nos dijo, y nosotros lo sabemos por nuestra propia experiencia, no hay mayor gozo en el universo que llegar a conocer hermanos y hermanas de tal naturaleza. Qué regocijante e inspiradora ha sido Sudáfrica.
Gracias, Madiba!
Quiero cerrar con una parte del discurso de Mandela al Parlamento congregado:
«La verdad del viejo proverbio africano que dice que nosotros somos gente a través de otra gente, es esta noche tremendamente evocador por la demostración que de él ha hecho esta congregación de personas de todas partes del mundo. Este compartir juntos, aquí en la ciudad más sureña del continente africano, entre representantes de tan amplio rango de credos del planeta simboliza el reconocimiento de nuestra mutua interdependencia y común humanidad. Es para mí una experiencia de humildad ser parte de esta conmovedora expresión y reafirmación de la nobleza del espíritu humano».
«Esta centuria se ha desbordado en destrucción, injusticia, luchas y divisiones, sufrimientos y penas y de nuestra propia capacidad de ser masivamente inhumanos el uno con el otro. Existen suficientes causas para ser cínico acerca de la vida humana y acerca de la humanidad. Este encuentro al final de la centuria sirve para oponernos a la desesperanza y al cinismo y hacernos un llamado al reconocimiento y reafirmación de aquello que es grande, generoso y caritativo en el espíritu humano. En la medida que nos aproximamos al siglo XXI, no podemos ser indiferentes, sino mas bien absolutamente conscientes de estar en una bifurcación de nuestra historia. El mundo está experimentando una profunda redefinición de valores y modos de percepción… Los fundamentos comunes son más grandes y duraderos que las diferencias. Es en este espíritu que podemos aproximarnos al alba del nuevo siglo con la esperanza de que será mejor para todas las personas del mundo.»