© 2000 Gard Jameson
© 2000 Asociación Urantia Internacional (IUA)
Gard Jameson
Presentado en la Conferencia Internacional de la AUI Agosto 2000, Nueva York, EE.UU.
Esta tarde quisiera compartir con vosotros algunas reflexiones sobre la naturaleza de nuestras numerosas bendiciones en relación a las enseñanzas de Jesús, la experiencia del amor de Dios y el servicio a nuestros hermanos y hermanas. En su reporte a la Primera Asamblea de Delegadas Trienal, como primer presidente de la Hermandad Urantia, William Sadler dijo: «El Libro de Urantia no es un fin en si mismo. La Hermandad no es el fin verdadero sino el medio para alcanzar un fin, el único fin real —el Padre Universal». Yo os preguntaría qué tan profundo escucháis ese llamado a la toma de conciencia de la experiencia del «único fin real».
Quisiera compartir dos ideas que se han vuelto centrales en mi viaje personal de fe:
Una vez que estamos dispuestos a ver y reconocer nuestras bendiciones y expresar nuestra gratitud, nuestro corazón y mente se abrirán, serán renovados y transformados por el amor adorador de Dios. En una de las aseveraciones más sorprendentes en el libro, Jesús dijo que la adoración hace que el adorador se parezca cada vez más a aquél que es adorado (LU 146:2.17).
Una vez que estemos dispuestos a ver y reconocer nuestra separatidad, nuestras heridas como comunidad, las heridas del planeta, entonces podremos convertirnos realmente en servidores en el reino, entrar verdaderamente al gozo eterno de nuestro Maestro. El discernimiento que surge de la concientización profunda del dolor y el sufrimiento del mundo es una inspiración poderosa para servir.
Hay muchas bendiciones alrededor de cada uno de nosotros. Por nuestra sola existencia podemos sentirnos bendecidos. La oportunidad de estar vivos en este planeta en este momento de la historia es una bendición maravillosa. Considera por un momento tu cuerpo, que viene del Paraíso mismo; tu mente dada por el Espíritu Infinito; su espíritu, un regalo del infinitamente misericordioso Hijo Eterno; tu personalidad, emanada directamente del Padre Universal. Después considera el regalo más preciado, los Ajustadores del Pensamiento, un fragmento del Dios Infinito de las galaxias y superuniversos. Ahora recordemos el regalo del Espíritu de la Verdad, otorgado por nuestro Hijo Creador, Miguel de Nebadon, y el Espíritu Santo, el regalo lleno de gracia, otorgado por la compañera divina de Miguel, el Espíritu Materno Creativo. ¿Sientes la inmensidad de la bendición que se nos ha otorgado?
Considera por un momento las bendiciones de familia. Considera las historias de abuelos y abuelas, padres y madres, hermanos y hermanas, tías y tíos y sus ancestros que te trajeron a este momento en la eternidad.
Considera también nuestra experiencia de comunidad como familia. Para mí, tan sólo esta reunión es una experiencia similar a una reunión familiar. Por todos vosotros me siento agradecido.
Considera la bendición de ser parte de esta familia planetaria. Por esto es por lo que más agradecido me siento. Con mi amigo Thomas One Wolf digo: «Pisen con cuidado, hermanos y hermanas, sobre la Madre Tierra porque es ella quien nos sostiene». Este planeta y nuestro momento de existencia en este planeta son muy especiales. Solo tenemos un instante de tiempo para saborear la gloria de este planeta y su preciosa historia. Sólo tenemos un instante de tiempo universal para hacer una pequeña contribución al altar sagrado de nuestra Gran Madre Tierra, al planeta de la Cruz cuyo Príncipe Planetario es el Señor de nuestro universo local, Miguel de Nebadon.
Sin embargo, a pesar de todas las bendiciones, todos tenemos una tendencia instintiva a no prestar atención a todas esas bendiciones y lamentarnos por nuestros problemas, proyectando nuestras propias heridas sobre los otros, sin ver realmente a los demás o a nosotros mismos.
Dentro de la realidad de Dios Supremo, debemos tener el valor para buscar la bendición, encontrar el espacio para sentir una gratitud profunda por los demás. Te invito a intentar el siguiente ejercicio: cuando te encuentres con alguien con quien sientas que tienes un problema, intenta sacar tu sentido de gratitud por esa persona, sin importar que tan pequeña sea la gratitud, por todas las razones que existen para experimentar gratitud. Te sorprenderán los resultados cuando rodees a la persona con un sentido de gratitud por él o ella. Esta gratitud abre la posibilidad de diálogo real. Una vez que hayas intentado este ejercicio con aquellos que te molesten, tal vez considera seriamente el abordar a todos con la misma actitud, incluso a tus amigos. Al realizar este ejercicio con sinceridad, serás una bendición a tus hermanos y hermanas y serás bendecido. En el judaísmo hay una clara comprensión de que constantemente recibimos bendiciones; y esto se conoce como cábala. Como receptores de bendiciones hemos recibido mucho, y estamos llamados a dar. ¿Cómo podría alguno de nosotros ser beneficiario de tanto y dar tan poco? La lección es muy simple —y muy clara.
El mes pasado estuve en la cima de una montaña en Wyoming y me encontré con una pequeña parte de nuestra historia mutua, un lecho oceánico a 3000 metros que contenía los restos de almejas, briozoa y equinodermos de 450 millón de años de antigüedad, el período del cuarto otorgamiento de Miguel como serafín. Contenida dentro de cada uno de vosotros está la historia de 550 millones de años de desarrollo evolutivo. Hay una historia sorprendente dentro de cada uno de vosotros. Considera tus brazos y piernas, que solían ser aletas hace 300 millones de años, el período del quinto otorgamiento de Miguel como Eventod, el peregrino desconocido del tiempo y el espacio. Considera tu cerebro, que solía ser del tamaño de un chícharo en el período jurásico, la época del sexto otorgamiento de Miguel, y que ahora es un poco más grande. Luego considera tu corazón, el corazón sagrado y todopoderoso por el cual las células de conciencia infinita y los planos del cosmos pasan con cada latido, el corazón que — por el poder de la oración— conecta nuestra frágil estructura al corazón de toda realidad, el hogar paradisiaco de la Trinidad.
Quiero que sepáis que vuestra creencia personal en las enseñanzas de El Libro de Urantia no substituye la profunda experiencia interna que El Libro de Urantia nos llama a reclamar como nuestra bendición divina, nuestra herencia divina. Sin esa experiencia interna o la concientización de la bendición, una conciencia de lo que el libro llama el gozo inherente de la existencia con libre albedrío, nuestra creencia es sólo paja, un fetiche doctrinal, como el libro lo refiere.
Te estoy invitando a reclamar totalmente tu bendición, la bendición de ser el Amado, la bendición de lo que yace en tu interior, tu derecho espiritual adquirido desde el nacimiento, el derecho que viene con renacer en el fuego amante de la infinita compasión y sabiduría eterna de Dios. El gran poeta romántico del siglo XIX, Goethe, escribe:
Muere y renace
Hasta que hayas aprendido esta lección
No eres más que un invitado insignificante
En un planeta oscuro.
Para muchos de nosotros la pregunta es cómo: cómo renacer, cómo reclamar la bendición espiritual, cómo ponerte en contacto con estos regalos de gracia que yacen dentro de ti, incluso ahora. Curiosamente, El Libro de Urantia no invierte mucho tiempo en explicar el cómo, pero sí nos da algunas pistas reales.
El paso más fundamental en el viaje del cómo es el humilde y sincero deseo, el compromiso de buscar nuestra bendición mediante la historia de nuestra escisión, mediante la historia de las heridas del mundo.
Hay una historia de un poderoso senador romano, Arsenio, uno de los hombres más poderosos del mundo de ese entonces, y su sirviente cristiano. Arsenio tenía todos los bienes materiales que una persona podría desear, pero no era feliz. Se le ordenó preguntar a su sirviente cristiano la fuente de la felicidad real. Su sirviente le dijo que rezara con todo el corazón, por lo que él rezó:
«Señor, llévame al camino de tu salvación».
Y el Señor le contestó:
«Arsenio, busca la soledad, el silencio y el reposo».
Soledad, silencio y reposo en el Espíritu de Dios —estas son las tres claves esenciales para reclamar tu bendición, al abrir tu alma y tu corazón a la presencia de la familia trinitaria que está dentro de tu alma.
Mediante la fe puedes reclamar tu bendición más profunda, la bendición de ser el Amado de Dios. Quiero preguntaros ahora, hermanos y hermanas, una pregunta muy importante. Y os suplico que, en el interior de vuestro corazón, reflexionéis durante un momento y en silencio la respuesta.
¿Experimentas realmente en la totalidad de tu alma ser el Amado de Dios?
Para la mayoría de nosotros en lugar de soledad, experimentamos el sentirnos solos y enajenados.
La mayoría de nosotros vive dentro de la jaula de los propios instintos. Estos instintos animales, que han ayudado traernos hasta aquí, también, de forma interesante, han creado una jaula. No hemos aprendido a transcender dichos instintos, para abrazar y ser abrazados por nuestras naturalezas espirituales. El Libro de Urantia los llama los instintos de autopreservación, autoperpetuación y autogratificación. Buscamos en ellos nuestra felicidad sin encontrarla. El gozo inherente de la existencia humana proviene de nuestro reconocimiento y conciencia de ser infinitamente benditos, infinitamente valiosos hijos e hijas de Dios.
El orgullo asociado con las energías instintivas de autogratificación han generado infinita miseria y sufrimiento al ser humano; los índices de divorcio están por encima del 50%; los índices de maltrato infantil están por encima del 25%, y un terrible abuso y descuido a la población de la tercera edad. En diciembre pasado estuve en Sudáfrica en el Parlamento de las religiones del mundo con mis queridos amigos Moussa y Doudou de Senegal. ¿Sabéis que tan sólo en ese país, aproximadamente una de cada dos mujeres ha sido víctima de violación? Los excesos del impulso de autogratificación han sido a costa de nuestra mayor institución humana, la familia. La incidencia de SIDA en Sudáfrica es aterradora. Un cálculo reciente afirma que el número de víctimas en África es de más de 29 millones. ¿Puedes imaginarte el saber que uno de cada diez personas es víctima de esta temida enfermedad? Leí el otro día que una cuarta parte de los niños de África Central han perdido por lo menos a uno de sus padres a causa del SIDA. ¿Qué sientes en tu interior al saber todos estos datos? ¿Sientes un llamado? El llamado a sanar tu propia alma y por lo tanto sanar el alma del planeta…
Y así, una vez más os digo, como dice nuestro maravilloso libro, que hay más en esta vida que los instintos de autogratificación, autoperpetuación, autopreservación y las instituciones alentadas por esas energías instintivas. La seguridad, el afecto humano, la estima de sí mismo y la confianza en sí mismo, por separado o en conjunto son necesarios pero son insuficientes en el camino espiritual de servicio pródigo y el gozo en el reino de Dios.
Quisiera decir que al reclamar tu bendición personal, al abrir el corazón a la herida personal y colectiva, estás realizando un acto poderoso en la reclamación de tu propia alma, la de nuestra comunidad, la del planeta mismo por el poder del amor más precioso de Dios.
La Gran Guerra, la primera guerra mundial, la guerra de mi tío abuelo, Frank Gard, que murió en el día del armisticio, iba a ser la guerra que terminara con todas las guerras. Esa guerra comenzó en Sarajevo al inicio de este siglo y aquí estamos al final del siglo con tropas otra vez en Sarajevo.
Desde el final de la segunda guerra mundial ha habido más de 115 guerras de varias escalas en cada continente civilizado del planeta, en las que han perecido 22 millones de personas. Durante el siglo XX
más de 100 millones de personas —hombres, mujeres, niños y bebés— han muerto como resultado de nuestra propia enajenación, nuestra obsesiva inconsciencia con las energías instintivas de autopreservación, autoperpetuación y autogratificación. Durante los últimos 5600 años, lo que en el occidente llamamos historia registrada, ha habido más de 14.000 guerras. Eso equivale a dos o tres guerras cada año de historia humana registrada.
En nuestra casa tenemos una pintura de nuestro árbol genealógico que se remonta al siglo VIII. Casi cada generación tiene un caballero, un guerrero o un soldado en nuestro linaje. Mi padre fue a la segunda guerra mundial, igual que mi madre. Mi abuelo y tío abuelo fueron a la primera guerra mundial. Casi cada generación fue a la guerra.
Con el advenimiento de las armas nucleares y químicas, estamos en la generación en la que literalmente no tenemos otra opción más que volver nuestras espadas en arados, para convertirnos en canales del amor del Padre, reflejos de la sabiduría misericordiosa de Miguel e instrumentos de paz del Espíritu Materno Creativo. Éste es el gran llamado de nuestra generación. ¿Escucháis ese llamado?
El escritor francés, André Malraux, escribió: «el siglo XXI será espiritual o no será». Yo estoy de acuerdo con su observación.
Es interesante ver que justo después de la segunda guerra mundial, hubo desarrollo no sólo de la bomba de hidrógeno, pero mucho más importante fue lo que yo llamo la apertura de las puertas de la espiritualidad. Un par de años después de la segunda guerra mundial, un cierto número de yeshivas o escuelas de misticismo judío se abrió en Israel para dar las enseñanzas internas de espiritualidad cabalística y hasídica. Martin Buber, el gran profeta judío del siglo XX , seguía escribiendo sus obras monumentales sobre relaciones personales y la comunidad.
En 1949 Thomas Merton escribió su libro, un libro del gran éxito, Seven Story Mountain, la historia de su propia experiencia monástica. Desde ese entonces, gracias en gran medida a Thomas Merton y a Vaticano II, las enseñanzas monásticas de la espiritualidad cristiana se han diseminado ampliamente. Los estudiantes de Merton y muchos otros enseñan las grandes disciplinas de oración y comunión a miles y miles de personas cada año.
Los sufíes del islam, gracias a las obras de Idries Shah y otros varios, han puesto sus enseñanzas más profundas a disposición de los laicos. Rumi, un poeta sufí del siglo XI, jes el poeta vendedor número uno en Estados Unidos en la actualidad!
Escribió Rabiah, la gran poetisa sufí:
Oh Dios, brillan las estrellas:
Todo ojo se ha cerrado para el sueño;
Los reyes han echado llave a las puertas
Cada amante está solo y en secreto, con el ser amado.
Y aquí estoy yo también —solo, oculto de todos—
ellos contigo.
En 1955, como todos saben, ocurrió un suceso sorprendente, gracias al trabajo bendito de la comisión reveladora y la comisión de contacto: la publicación y distribución de la revelación de la quinta época, El Libro de Urantia, en nuestro planeta.
Y sin embargo, para la mayoría de nosotros en vez de soledad, experimentamos un sentimiento de estar solos y enajenados.
Para casi todo continuamos dentro de la jaula de nuestros instintos, sin escuchar la música, sin escuchar el llamado a la transformación, sin tomarlo en serio.
Para la mayoría de nosotros, en vez de silencio y paz de Dios, hay ocupaciones sin fin, distracciones y depresión: la TV hace ruido, el estéreo hace ruido, el teléfono hace ruido, los periódicos hacen ruido — y ahora el correo electrónico! Nuestro trabajo hace ruido; hasta nuestro silencio hace ruido con pensamientos de frustración, pensamientos obsesivos, ansiosos, de miedo, impaciencia, llenos de soledad — hay muy poca paz en nuestra vida.
Para la mayoría en vez de descansar en los brazos eternos de Dios, permitiéndonos como la gran madre, Hildegaarda de Bingen, nos alienta «recibir el abrazo del misterio de Dios», hay miedo y ansiedad arraigados.
Como dice Pablo, el amor perfecto elimina el miedo, el amor que experimentamos al comulgar con la paz de Dios, que constantemente renueva nuestra alma.
Quisiera decir que la mayoría no reclama la mayor bendición por las razones más obvias — simplemente no nos tomamos el tiempo para tener una relación con Dios.
Lo que se necesita es una cita divina. Deberíamos permitir que nuestra fe reclamara nuestra relación con lo Divino. Sin embargo debemos darnos cuenta de que Dios tiene unos modales impecables: Dios no va a imponernos una relación. Jesús dice: «Ved que estoy frente a su puerta y toco». La gracia de Dios y de nuestro Maestro es que están a la puerta y tocan; pero nos corresponde a nosotros, por un humilde acto de voluntad, el invitarlo a entrar a nuestra vida. Todo lo que ponemos en el viaje es nuestra sincera intención.
¿Realmente crees en lo que lees en El Libro de Urantia? Entonces comienza a vivirlo de lleno haciendo tu cita con Dios, cada día de tu vida, una cita que comenzara a iluminar y elevar cada momento de tu vida, la vida de nuestra comunidad y el planeta mismo en que vivimos.
La voluntad divina es que todos fuéramos perfectos como el Padre de los cielos es perfecto. Con el discernimiento del libro comprendo que dicho mandato significa que debemos comenzar amándonos los unos a los otros como Dios nos ama. Para hacerlo debemos permitir que Dios nos ame. El viaje de amor perfeccionador es un viaje circular más que un camino recto. Este viaje circular requiere una circunambulación a cada una de nuestras relaciones, dirigiéndose hacia adentro con una profundidad cada vez mayor, comenzando con nuestra relación con Dios. Quisiera compartir otra vez la aseveración de Jesús respecto a que la adoración bace que el adorador se parezca cada vez más a aquél que es adorado [LU 146:2.17]. Amar incluso como Dios nos ama, incluso como cuando el Maestro nos lava los pies y nos sirve, incluso ahora.
Cada día deberíamos tomarnos un tiempo, hacer una cita divina, más que sólo 20 segundos antes de cada comida. Intenta 20 minutos en la mañana — y si realmente quieres establecer una relación, intenta otros 20 minutos en la noche. Y ocasionalmente tal vez incluso quieras intentar un retiro espiritual o lo que yo llamo unas vacaciones con Dios, reposando en los brazos eternamente amorosos de Dios. Si te dijera que el Dalai Lama o el Papa quiere sólo 20 minutos de tu tiempo mañana en la mañana, creo que la mayoría de vosotros se daría el tiempo.
Y si te dijera que tu Creador, el Dios de las galaxias infinitas del tiempo y el espacio, el Dios existencial de la eternidad, quiere pasar un tiempo contigo, lo cual es así, ¿crees que podrías hacerte un espacio en tu calendario para el Creador? ¿Crees que podrías hacer una cita divina para Dios?
Y si te dijera que al hacerte tiempo para Dios recibirías la mayor de todas tus bendiciones, su amor perfecto, un amor que desaparece por siempre el sentimiento de soledad y enajenación, un amor que cambia la depresión y la distracción en concentración y gozo divinos. Como Pablo nos dice, este amor, un amor perfecto, desaparece todo miedo y ansiedad que sigue importunando a nuestra pequeña comunidad. ¿Qué pasaría si te dijera que al hacerte de tiempo para Dios te convertirías en la persona que siempre has querido ser? ¿Crees que podrías hacerte de 20 minutos mañana en la mañana y cada mañana?
¡Que el Dios de las galaxias infinitas y el amor perfecto os bendiga en vuestro viaje!