© 2018 Halbert Katzen, JD
Por Halbert Katzen J.D.
El Libro de Urantia, que se publicó por primera vez en 1955, afirma que «el nacimiento de los dos primeros seres humanos se produjo exactamente 993.419 años antes del año 1934 de la era cristiana» [1]. Cuenta que estos dos primeros seres humanos (Homo erectus) eran dos gemelos, un hombre y una mujer, y que eran claramente diferentes, genéticamente una mutación superior en comparación con sus padres prehumanos. De acuerdo con El Libro de Urantia eligieron separarse de su clan prehumano y «Mientras viajaban hacia el norte descubrieron un depósito de pedernal a cielo abierto […] Andon [el hombre] descubrió sus propiedades chispeantes y concibió la idea de hacer fuego […] Los antepasados primates de Andón habían conservado a menudo los fuegos que los rayos encendían, pero las criaturas de la Tierra nunca antes habían poseído un método para conseguir fuego a voluntad.» [2]. Se dice que estos dos antepasados de toda la humanidad alcanzaron esta habilidad.
Un descubrimiento de 2004 en el sitio arqueológico de Gesher Benot Ya’aqov en Israel proporciona una fuerte evidencia de que los seres humanos pudieron usar el pedernal para crear fuego hace unos 790.000 años. Antes de este descubrimiento, el sitio arqueológico de Terra Amata en Francia, aunque muy controvertido, proporcionó lo que ampliamente se consideraba la mejor evidencia de la capacidad temprana de los seres humanos para crear fuego, lo que sugiere que el fuego se estaba creando en algún momento entre hace 230.000 y 380.000 años. Pero la evidencia indiscutible de la capacidad de crear fuego a voluntad solo se remonta a unos 200.000 años. La evidencia encontrada en Gesher Benot Ya’aqov, con sus grupos de pedernal quemado a diferentes niveles, es considerablemente más definitiva que la encontrada en Terra Amata. Este descubrimiento de 2004 no sólo es consistente con la afirmación de El Libro de Urantia de que el pedernal se usó inicialmente para hacer fuego, sino que también se encontró en el área general donde se dice que vivieron los primeros seres humanos y, según cualquier análisis, mueve la fecha varios cientos de miles de años hacia lo que se ofrece en El Libro de Urantia.
El Libro de Urantia, publicado en 1955, establece que los dos primeros seres humanos (Homo erectus) aprendieron a hacer fuego con pedernal hace aproximadamente 995.000 años y que vivían en el área general de Mesopotamia.
Las excavaciones en el sitio arqueológico de Gesher Benot Ya’aqov en Israel, que datan de hace 690.000 a 790.000 años, proporcionan una fuerte evidencia que apoya la conclusión de que ya humanos estaban usando el pedernal para crear fuego durante este período de tiempo. Un informe de investigación de este sitio se publicó en 2004.
Antes del descubrimiento realizado en Gesher Benot Ya’aqov, varios sitios en Europa y China proporcionaron algunas pruebas para apoyar la conclusión de que los seres humanos podían crear fuego hace aproximadamente 400.000 a 550.000 años. Sin embargo, la evidencia de estos sitios arqueológicos fue controvertida con respecto a si el fuego en realidad se estaba creando o sólo controlando.
Incluso cuando se encuentra un hogar antiguo u otros artefactos antiguos quemados, las dificultades inherentes están relacionadas con el uso de artefactos quemados para establecer la habilidad de crear fuego debido a la dificultad de determinar si el fuego fue creado originalmente por humanos o fue de origen natural y luego mantenido.
La evidencia definitiva de la creación del fuego se remontaba a unos 200.000 años.
Antes del descubrimiento de 2004 en Gesher Benot Ya’aqov, un par de sitios en Francia, Terra Amata y Meniz-Dregan, y el sitio en Zhoukoudian cerca de Beijing, China, fueron ampliamente aceptados como que contenían algunas de las mejores pruebas de la habilidad temprana del ser humano primitivo para crear fuego. El sitio de Terra Amata se remonta a 380.000 años atrás y el sitio de Menez-Dregan tiene aproximadamente 465.000 años de antigüedad. El sitio en China tiene aproximadamente 550.000 años.
Los descubrimientos realizados en Gesher Benot Ya’aqov proporcionan evidencias de la creación de fuego que falta en los sitios de Francia y China. Específicamente, el sitio Gesher Benot Ya’aqov tiene grupos de pedernal carbonizados y sin carbonizar.
Un artículo de 2004 de BBC News por Paul Rincon afirma:
Investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Bar-Ilan en Ramat-Gan excavaron un sitio anegado en Gesher Benot Ya’aqov.
En depósitos de tierra de 34 m de espesor, encontraron numerosos implementos de pedernal pertenecientes a la llamada industria Achelense de fabricación de herramientas. Algunos de estos fueron quemados, mientras que otros no.
El equipo mapeó la distribución de los artefactos quemados y no quemados y los comparó. Aunque hubo cierta superposición con los artefactos no quemados, los quemados se agrupaban en puntos específicos del yacimiento.
Los investigadores piensan que los cúmulos de artefactos quemados, que datan de entre 690.000 y 790.000 años atrás, indican lugares de fogatas antiguas, o fogones, hechos por Homo erectus u Homo ergaster.
[…]
El profesor John Gowlett, de la Universidad de Liverpool, Reino Unido, dijo que el hallazgo fue «muy significativo».[3]
La evidencia del yacimiento Gesher Benot Ya’aqov es claramente más definitiva sobre la capacidad de crear fuego que los sitios en Francia y China. La presencia de pedernal quemado en varios niveles del enclave en Israel es del todo coherente con la información presentada en El Libro de Urantia sobre cuándo, dónde y cómo los seres humanos fueron capaces de crear fuego por primera vez. El sitio en Israel se encuentra en el área general donde El Libro de Urantia indica que vivieron las primeras tribus de seres humanos.
Cuando se publicó El Libro de Urantia, la noción de que los seres humanos fueron capaces de crear fuego hace 790.000 años no era respaldada por la erudición de ese período de tiempo. Mediante cualquier análisis, este sitio retrasa la capacidad de crear fuego en cientos de miles de años y, según un análisis conservador, en aproximadamente 600.000 años.
Antes de las excavaciones de 2004 en el sitio arqueológico de Gesher Benot Ya’aqov en Israel, existían pruebas que respaldaban la capacidad de los seres humanos de crear fuego que databa de hace aproximadamente 300.000 a 500.000 años. Los sitios arqueológicos de este período de tiempo fueron controvertidos con respecto a si el fuego en realidad se estaba creando o solo controlando. La evidencia definitiva de la creación del fuego se remonta a unos 200.000 años. El Libro de Urantia, publicado en 1955, afirma que hace casi un millón de años los seres humanos (Homo erectus) fueron capaces de crear fuego mediante el uso de pedernal y que esto ocurrió en la región de Mesopotamia.
Afirmando que los dos primeros seres humanos, Andón y Fonta, concibieron y descubrieron con éxito formas de hacer fuego, El Libro de Urantia proporciona la siguiente descripción de este notable logro:
El nacimiento de los dos primeros seres humanos se produjo exactamente 993.419 años antes del año 1934 de la era cristiana.[4]
Mientras vivía todavía con sus padres, Andón había amarrado un trozo afilado de sílex en la punta de un palo, utilizando para ello los tendones de un animal, y al menos en doce ocasiones utilizó bien este arma para salvar su propia vida y la de su hermana, que era tan curiosa y aventurera como él, y lo acompañaba indefectiblemente en todas sus excursiones exploratorias. [5]
Cuando tenían unos nueve años de edad, se alejaron un claro día río abajo y mantuvieron una conversación de gran importancia. Todas las inteligencias celestiales estacionadas en Urantia, incluido yo mismo, estaban presentes y observaban el desarrollo de esta cita al mediodía. Este día memorable llegaron al acuerdo de vivir el uno con el otro y el uno para el otro, y éste fue el primero de una serie de compromisos que culminaron finalmente en la decisión de huir de sus compañeros animales inferiores, y de partir hacia el norte, sin saber que de esta manera iban a fundar la raza humana. [6]
Ya habían preparado un tosco refugio en la copa de un árbol a casi media jornada de camino hacia el norte. Era su escondite seguro y secreto para el primer día que pasarían fuera de su bosque natal. Aunque los gemelos compartían con los primates el mismo miedo mortal a permanecer en el suelo durante la noche, se pusieron en camino hacia el norte poco antes del anochecer. Necesitaron un valor excepcional para emprender este viaje nocturno, incluso con Luna llena, pero dedujeron acertadamente que así era menos probable que los echaran de menos y que los persiguieran sus parientes y los miembros de su tribu. Y poco después de la medianoche llegaron sanos y salvos al lugar preparado de antemano.
Mientras viajaban hacia el norte descubrieron un depósito de pedernal a cielo abierto, y como encontraron muchas piedras con formas adecuadas para diversos usos, cogieron una provisión para el futuro. Cuando Andón intentó tallar estos pedernales a fin de adaptarlos mejor para ciertas necesidades, descubrió sus propiedades chispeantes y concibió la idea de hacer fuego. Pero este pensamiento no se apoderó firmemente de él en aquel momento, pues el clima era todavía salubre y había poca necesidad de fuego.
Pero el Sol del otoño bajaba continuamente en el cielo, y las noches se volvían cada vez más frías a medida que viajaban hacia el norte. Ya se habían visto obligados a servirse de las pieles de los animales para calentarse. Antes de llevar una luna fuera de su tierra natal, Andón indicó a su compañera que creía que podía hacer fuego con el pedernal. Durante dos meses intentaron utilizar la chispa del pedernal para encender un fuego, pero no lo consiguieron. Cada día, esta pareja golpeaba los pedernales y se esforzaba por prenderle fuego a la madera. Por fin una tarde, hacia la hora de ponerse el Sol, el secreto de la técnica se aclaró cuando a Fonta se le ocurrió subirse a un árbol cercano para coger el nido abandonado de un pájaro. El nido estaba seco y era muy inflamable, por lo que se encendió con una llamarada en cuanto la chispa cayó sobre él. Se quedaron tan sorprendidos y asustados de su éxito que estuvieron a punto de perder el fuego, pero lo salvaron añadiendo el combustible apropiado, y fue entonces cuando empezó la primera búsqueda de leña por parte de los padres de toda la humanidad.
Éste fue uno de los momentos más felices de su corta pero agitada vida. Se quedaron levantados toda la noche viendo arder su fuego, comprendiendo vagamente que habían hecho un descubrimiento que les permitiría desafiar el clima y así ser independientes para siempre de sus parientes animales de las tierras del sur. Después de pasar tres días descansando y disfrutando del fuego, continuaron su viaje.
Los antepasados primates de Andón habían conservado a menudo los fuegos que los rayos encendían, pero las criaturas de la Tierra nunca antes habían poseído un método para conseguir fuego a voluntad. Pero pasó mucho tiempo antes de que los gemelos aprendieran que el musgo seco y otros materiales servían igual de bien que los nidos de los pájaros para encender fuego. [7]
Incluso cuando se encuentra un hogar antiguo u otros artefactos antiguos quemados, hay dificultades inherentes relacionadas con el uso de artefactos quemados que permitan establecer la habilidad de crear fuego, debido a la dificultad de determinar si el fuego fue creado originalmente por humanos o fue de origen natural y luego fue mantenido.
Lo que ha sido ampliamente aceptado como la mejor evidencia de la capacidad de los seres humanos primitivos para crear fuego, antes del descubrimiento de 2004 en Gesher Benot Ya’aqov, es la evidencia en el sitio de Terra Amata en Francia. Además, está el yacimiento de Menez-Dregan, también en Francia. Ambos sitios son controvertidos con respecto a la capacidad del hombre para crear fuego. Estos dos sitios se usarán como ejemplos de cómo la comunidad académica aún no ha llegado a un consenso sobre la cuestión de cuándo los seres humanos fueron capaces de realmente crear fuego, no sólo de controlarlo.
En 1996, un artículo de Discover Magazine expuso los problemas y la evidencia relacionados con el yacimiento en Menez-Dregan que se descubrió en 1985:
Mientras la evidencia de la ocupación humana temprana se ha establecido en España, más al norte, en la costa azotada por el viento del oeste de Francia, aparecieron indicios de otra adopción europea sorprendentemente temprana: el fuego. En un barranco en el sur de Bretaña, el antropólogo Jean-Laurent Monnier de la Universidad de Rennes encontró lo que él cree que es un antigua hoguera, fechada tentativamente con casi 500.000 años de antigüedad, junto con algunas herramientas de piedra simples. Convencionalmente, se cree que el primer uso controlado del fuego tuvo lugar hace unos 200.000 años.
Esa fecha más reciente al menos tiene sentido narrativo: atribuye la invención de las chimeneas al Homo sapiens, esos magos tecnológicos que también idearon armas y herramientas sofisticadas. Pero el hallazgo de Monnier plantea la posibilidad de que el fuego no fue domesticado por sapiens inteligentes sino por un predecesor, tal vez uno más cercano al Homo erectus, nuestro antepasado conservador que derrochó millones de años golpeando simples trozos de rocas.
«Hay muchas hogueras de hace 200.000 años», dice Monnier. «Pero las hogueras anteriores han sido menos fiables». La dificultad ha sido distinguir una hoguera de un fuego natural, y las áreas carbonizadas en sitios más antiguos como Zhoukoudian en China y V’ertessz¨oll¨os en Hungría podrían haber sido una u otra.
El hallazgo de Monnier, en una cueva llamada Menez-Dregan, parece una apuesta más segura. Tiene una gran concentración de carbón y huesos quemados, dice, indicando un uso repetido durante un largo tiempo. Pero las fechas todavía tienen que ser fijadas. El año pasado, el equipo de Monnier utilizó una técnica llamada resonancia electrónica de espín para fechar el cuarzo quemado de Menez-Dregan. La técnica se basa en el hecho de que la radioactividad normal en el cuarzo siempre está despidiendo a los electrones de sus órbitas normales y permitiendo que algunos queden atrapados dentro de las impurezas del cristal. Sin embargo, cuando el cuarzo se calienta, los electrones atrapados regresan a sus órbitas atómicas. Entonces al contar la cantidad de electrones atrapados que se habían acumulado, los investigadores franceses podían medir cuánto tiempo había transcurrido desde que nuestros antepasados primitivos quemaron el cuarzo. El tiempo transcurrido que obtuvieron fue de unos 465.000 años. El equipo ahora está tratando de confirmar esta fecha con otras técnicas.
Pero lo que a Monnier realmente le gustaría descifrar son las herramientas simples que se encuentran en el sitio. Son más rudimentarias que otras herramientas de edad similar (son principalmente cantos tallados con bordes de corte irregulares), lo que lleva a Monnier a preguntarse por qué las criaturas que pudieron haber domado el fuego no pudieron refinar también sus métodos industriales. [8]
El sitio de Terra Amata en Francia, excavado en 1966, también controvertido dentro de la comunidad científica, da una fecha de 230.000 a 380.000 años atrás para la creación del fuego. La Wikipedia proporciona esta descripción general del sitio en sí y los problemas asociados con la obtención de conclusiones al respecto:
Terra Amata es un yacimiento arqueológico cerca de la ciudad francesa de Niza.
Terra Amata es un yacimiento abierto donde se puede encontrar herramientas de pedernal Achelenses que datan del Paleolítico Inferior. Fue excavado por un equipo de arqueólogos liderado por Henri de Lumley, que creía que el sitio contenía una serie de pisos superpuestos y que interpretaba las disposiciones de piedras en el yacimiento como los cimientos de las cabañas o cortavientos. Esta interpretación la convertiría en uno de los primeros ejemplos de habitación humana jamás encontrados.
Sin embargo, al igual que con otros sitios de posibles refugios humanos, como Grotte du Lazaret, la evidencia es más conjetural que convincente. Es igualmente probable que las piedras se depositaran naturalmente a través del flujo de la corriente, la fluencia del suelo o algún otro proceso natural. Además, Paola Villa ha demostrado que los artefactos de piedra de los diferentes pisos de vivienda propuestos se pueden instalar juntos, lo que demuestra que los artefactos han subido y bajado a través de la columna de sedimentos. Por lo tanto, los supuestos ensamblajes de piso vivo son muy probablemente mezclas de artefactos de diferentes períodos de tiempo que han llegado a descansar en niveles particulares. Existe, por lo tanto, una evidencia convincente de que el sitio fue sometido a procesos relativamente invasivos posteriores a la deposición, que también pueden ser responsables de las «disposiciones» de piedra. En un edificio en Terra Amata se dejó un agujero en el centro para que escapara el humo. 20-40 personas podrían congregarse en un refugio como éste. [9]
Kyle Streich, escribiendo para el sitio web de la Universidad de Minnesota, afirma:
Algunos de estos refugios contenían fogones y lo que se cree que es uno de los primeros usos controlados del fuego. [10]
En un artículo reciente, el Dr. Dennis O’Neil del Departamento de Antropología de Palomar College escribe:
La primera evidencia convincente del uso de fuego para cocinar aparece en el yacimiento de Homo erectus de 550.000 - 300.000 años de antigüedad en Zhoukoudian cerca de Beijing, China, y en el presunto yacimiento humano arcaico de 400.000 años de Terra Amata cerca de Niza en la costa mediterránea francesa. En ambos casos, se encuentran evidencias principalmente en forma de huesos de desechos alimenticios que aparentemente fueron carbonizados durante la cocción. Además, hay una posible evidencia de simples fogones de fuego en Terra Amata. Desafortunadamente, todavía no hay suficientes evidencias en ninguno de los yacimientos para decir de manera concluyente que hubo un fuego controlado en el sentido de poder crearlo a voluntad. Sin embargo, hace 100.000 años, hay abundantes pruebas del uso regular de fuego en yacimientos de Neandertal. En ese momento, evidentemente fueron capaces de crear hogueras cuando lo deseaban, y los usaron para múltiples propósitos. [11]
Los descubrimientos hechos en Gesher Benot Ya’aqov proporcionan evidencias de creación de fuego que falta en los sitios que sugieren la creación de hogueras hace aproximadamente 500.000 años. El sitio de Gesher Benot Ya’aqov ofrece la presencia de pedernal en grupos carbonizados y sin carbonizar. Con respecto a este sitio excavado más recientemente, un comunicado de prensa de la Universidad Hebrea de Jerusalén afirma:
El sitio de Gesher Benot Ya’aqov se encuentra a lo largo de la grieta del Mar Muerto en el Valle de Hula en el norte de Israel.
La Dra. Nira Alperson-Afil, miembro del equipo de Goren-Inbar, dijo que la investigación detallada de pedernal quemado en áreas designadas en los ocho niveles de civilización encontrados en el yacimiento muestra que «las concentraciones de artículos de pedernal quemados se encontraron en distintas áreas, interpretadas como representando los remanentes de hogares antiguos». «Esto nos dice», dijo ella, «que una vez adquirida esta habilidad para hacer fuego se llevó a cabo durante un período de muchas generaciones». Los hallazgos de Alperson-Afil se detallan en un artículo publicado en la edición más reciente de Quaternary Science Reviews.
La Dra. dijo que otros estudios que informaron sobre el uso del fuego sólo verificaron la presencia de materiales arqueológicos quemados, pero no pudieron profundizar en la cuestión de si los humanos fueron «fabricantes de fuego» desde las primeras etapas del uso del fuego.
«Los nuevos datos de Gesher Benot Ya’akov son excepcionales, ya que conservaron pruebas del uso de fuego a lo largo de una secuencia ocupacional muy larga. Este uso continuo y habitual del fuego sugiere que estos humanos primitivos no fueron obligados a recoger ese fuego de las conflagraciones naturales, sino que fueron capaces de hacer fuego a voluntad», dijo Alperson-Afil. [12]
Tenga en cuenta que el «pedernal quemado» es consistente con la afirmación de El Libro de Urantia de que la creación del fuego se logró primero mediante el uso de pedernal, no al encender la madera con el calor causado por la fricción.
Un artículo de BBC News de Paul Rincon de 2004 dice:
Investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Bar-Ilan en Ramat-Gan excavaron un sitio anegado en Gesher Benot Ya’aqov.
En depósitos de tierra de 34 m de espesor, encontraron numerosos útiles de pedernal pertenecientes a la llamada industria Achelense de fabricación de herramientas. Algunos de estos fueron quemados, mientras que otros no.
El equipo mapeó la distribución de los artefactos quemados y no quemados y los comparó. Aunque hubo cierta superposición con los artefactos no quemados, los quemados se agruparon en puntos específicos del sitio.
Los investigadores piensan que los cúmulos de artefactos quemados, que datan de entre 790.000 y 690.000 años atrás, indican los sitios de fogatas antiguas, o fogones, hechos por Homo erectus u Homo ergaster. [13]
Lo que se muestra como una idea desafiante para los estudiosos contemporáneos es consistente con la descripción de El Libro de Urantia de Andón y Fonta como los primeros seres humanos que aprendieron a crear fuego y transmitir este conocimiento a las generaciones futuras. El yacimiento de Israel se encuentra en el área aproximado donde El Libro de Urantia indica que vivieron las primeras tribus de los seres humanos. Sin embargo, no dice esto específicamente. Para obtener esta comprensión, uno debe mirar las declaraciones en El Libro de Urantia sobre los animales de los cuales evolucionaron los seres humanos y sobre la información sobre el primer gran maestro espiritual de la humanidad, Onagar, quien se dice que vivió unos 10.000 años después de Andón y Fonta. En cuanto a la ubicación de los animales prehumanos inmediatos a partir de los cuales evolucionaron los seres humanos, declara:
Cuando tenían aproximadamente catorce años, huyeron de la tribu, dirigiéndose hacia el oeste para criar a su familia y fundar la nueva especie de los primates. A estas nuevas criaturas se les denomina muy adecuadamente Primates, puesto que fueron los antepasados animales directos e inmediatos de la familia humana misma.
Así es como los primates llegaron a ocupar una región en la costa oeste de la península mesopotámica, que en aquella época se adentraba en el mar del sur, mientras que las tribus menos inteligentes y estrechamente emparentadas vivían en la punta de la península a lo largo de su costa oriental. [13:1]
Con respecto a la región donde vivió Onagar, El Libro de Urantia dice:
A medida que se extendía la dispersión andónica, el nivel cultural y espiritual de los clanes fue degenerando durante cerca de diez mil años hasta los tiempos de Onagar, el cual asumió la dirección de estas tribus, trajo la paz entre ellas y las condujo a todas, por primera vez, a la adoración de «Aquel que da el Aliento a los hombres y a los animales».
La filosofía de Andón había sido muy confusa; le faltó muy poco para convertirse en un adorador del fuego a causa de la gran comodidad que le procuró su descubrimiento accidental. Sin embargo, la razón lo desvió de su propio descubrimiento y lo orientó hacia el Sol como fuente superior e imponente de luz y de calor; pero esta fuente estaba demasiado lejana, y Andón no se convirtió en un adorador del Sol.
[…]
La comida era la cosa más importante en la vida de estos seres humanos primitivos, tal como lo demuestra la oración que Onagar, su gran instructor, enseñó a esta gente sencilla. Esta oración decía así:
«Oh Aliento de la Vida, danos hoy nuestro alimento de cada día, líbranos de la maldición del hielo, sálvanos de nuestros enemigos del bosque, y recíbenos con misericordia en el Gran Más Allá.»
Onagar mantuvo su cuartel general en una población llamada Obán, situada en las orillas septentrionales del antiguo Mediterráneo, en la región actual del Mar Caspio. Esta población era un lugar de detención enclavado en el punto donde la ruta que conducía desde la Mesopotamia meridional hacia el norte, daba la vuelta hacia el oeste. Desde Obán, Onagar envió educadores a las poblaciones lejanas para difundir sus nuevas doctrinas sobre una sola Deidad y su concepto de la vida futura, que él llamaba el Gran Más Allá. Estos emisarios de Onagar fueron los primeros misioneros del mundo; fueron también los primeros seres humanos que asaron la carne, los primeros que utilizaron el fuego con regularidad para preparar la comida. Asaban la carne en la punta de unos palos y también sobre las piedras calientes; más tarde asaron grandes trozos al fuego, pero sus descendientes retrocedieron casi por completo al consumo de la carne cruda. [14]
Estas selecciones indican que la presencia de pedernal quemado en varios niveles del sitio en Israel es totalmente consistente con la información presentada en El Libro de Urantia con respecto a cuándo, dónde y cómo los seres humanos fueron capaces de crear fuego por primera vez. Y la evidencia en el sitio de Gesher Benot Ya’aqov es claramente más definitiva sobre esta capacidad que los sitios en Francia y China. Al sacar conclusiones sobre los descubrimientos en el sitio de Gesher Benot Ya’aqov, el artículo de la BBC dice:
El profesor John Gowlett, de la Universidad de Liverpool, Reino Unido, dijo que el hallazgo fue «muy significativo».
[…]
Siempre existe la posibilidad de que las hogueras hayan sido naturales. Pero los autores dicen que varias líneas de evidencia lo hacen poco probable. [3:1]
Una revisión de la investigación relacionada con la capacidad de crear fuego indica que la evidencia indiscutible sólo data de hace unos 200.000 años. El sitio de Menez-Dregan en Francia, descubierto treinta años después de la publicación de El Libro de Urantia en 1955, sugiere que esto pudo haber ocurrido hace 465.000 años, pero este yacimiento así como otros de este período general no proporcionan evidencias claras sobre la creación del fuego. Cuando se publicó El Libro de Urantia, la noción de que los seres humanos fueron capaces de crear fuego hace 990.000 años era completamente inconsistente con la erudición de ese período de tiempo. La evidencia que insinuaba la capacidad de crear fuego hace 500.000 años no se encontró en el área donde El Libro de Urantia dice que esto ocurrió primero.
Los descubrimientos hechos en Gesher Benot Ya’aqov en Israel durante este milenio proporcionan evidencias sobre la creación del fuego con pedernales hace unos 790.000 años, lo cual es consistente con la afirmación de El Libro de Urantia de que la creación del fuego comenzó por este medio y en este área hace aproximadamente 990.000 años. Mediante cualquier análisis, este hallazgo retrasa la capacidad de crear fuego por cientos de miles de años y, según un análisis conservador, en aproximadamente 600.000 años.
Paul Rincon, Early human fire skills revealed, BBC News, 29 abril 2004, http://news.bbc.co.uk/2/hi/science/nature/3670017.stm ↩︎ ↩︎
Joshua Fischman, A Fireplace in France, Discover Magazine, 1 enero 1996. http://discovermagazine.com/1996/jan/afireplaceinfran673 ↩︎
https://en.wikipedia.org/wiki/Terra_Amata_(archaeological_site) ↩︎
Kyle Streich, Terra Amata, junio 2008, https://web.archive.org/web/20080618062326/http://www.mnsu.edu/emuseum/archaeology/sites/europe/terraamata.html [Enlace original roto] ↩︎
Dennis O’Neill, Archaic Human Culture, https://www2.palomar.edu/anthro/homo2/mod_homo_3.htm ↩︎
Fire out of Africa: a key to the migration of prehistoric man, The Hebrew University of Jerusalem, 27 octubre 2008, http://www.huji.ac.il/cgi-bin/dovrut/dovrut_search_eng.pl?mesge122510374832688760 ↩︎