© 2023 Halbert Katzen, JD
Por Halbert Katzen J.D.
El texto en negrita es énfasis editorial.
Esta ayuda de estudio se inspiró en otros esfuerzos de ayuda de estudio sobre profecía. Si no está familiarizado con la relación entre los eclipses solares totales que se cruzarán sobre Bald Knob Cross of Peace el 21 de agosto de 2017 y el 8 de abril de 2024 y las profecías y las enseñanzas de El libro de Urantia, este breve artículo, “Los eclipses triunfan sobre los estudiosos de la profecía“, lo pondrá rápidamente al día sobre este emocionante desarrollo.
Los hechos y enseñanzas particulares sobre los eclipses en general plantean preguntas sobre la naturaleza de Santos, Profetas, Videntes y Heraldos: ¿Quién es quién? ¿Qué es qué? ¿Cuándo? ¿Y por qué? El trabajo sobre este tema más amplio requirió la consideración de estos roles tanto individualmente como en conjunto.
El papel del vidente, en particular, es misterioso por naturaleza. Se relaciona con tendencias y prácticas místicas. Los videntes y los profetas tienen una tradición (más que los santos y heraldos, en todo caso) de disposición a usar sustancias psicoactivas: los enteógenos. Las cuestiones relacionadas con esa tradición son el foco de este estudio.
Las búsquedas de palabras realizadas para este estudio incluyen y van más allá de las permutaciones de místico, misterio, intoxicar, droga, veneno, narcotizado, adicto, alcohol y _vino.
Además, cabe señalar que los músicos han agradecido la ayuda del mundo espiritual durante siglos, siendo las musas griegas un ejemplo.
Ser musical intensifica las energías físicas, mentales y espirituales de una manera que fomenta la expresión espontánea. Los vocalistas a menudo «aprovechan» esto durante las actuaciones, al igual que otros artistas y oradores públicos, como políticos y predicadores.
La pregunta de si Bob Marley es la persona a la que se hace referencia en el párrafo siguiente condujo especialmente a este estudio.
Aunque habéis reunido algunas hermosas melodías en Urantia, musicalmente no habéis progresado tanto como vuestros planetas vecinos de Satania. Si Adán y Eva tan sólo hubieran sobrevivido, entonces habríais tenido una verdadera música; pero el don de la armonía, tan desarrollado en sus naturalezas, ha sido tan diluido por los linajes con tendencias no musicales que una gran apreciación de la armonía sólo se produce una vez cada mil vidas mortales. Pero no os desaniméis; algún día puede aparecer en Urantia un verdadero músico, y pueblos enteros se sentirán cautivados por los magníficos acordes de sus melodías. Un ser humano así podría cambiar para siempre el curso de una nación entera, e incluso de todo el mundo civilizado. Es literalmente cierto que «la melodía tiene el poder de transformar a un mundo entero». La música seguirá siendo para siempre el idioma universal de los hombres, los ángeles y los espíritus. La armonía es el lenguaje de Havona. (LU 44:1.15)
Los intentos de alcanzar el mundo espiritual frente a audiencias en vivo requieren un grado de coraje espiritual (no necesariamente religioso) y esto se relaciona con la energía y las fuerzas psíquicas. Es importante recordar que algunas personas se conectan y expresan pensamientos altamente irreverentes. «El sol brilla sobre los justos y los injustos». Y en todo el espectro de disposiciones, las sustancias psicoactivas a veces, pero no siempre, están involucradas.
Antes de comenzar con las categorías con pasajes seleccionados, lo mejor es revisar las siguientes dos secciones:
¿Cómo estamos conectados?
Recordad siempre que la verdadera religión consiste en conocer a Dios como vuestro Padre y al hombre como vuestro hermano. La religión no es una creencia servil en unas amenazas de castigo o en las promesas mágicas de unas recompensas místicas futuras. (LU 99:5.2)
La fe conduce a conocer a Dios, y no simplemente a un sentimiento místico de la presencia divina. La fe no debe estar influida excesivamente por sus consecuencias emotivas. La verdadera religión es una experiencia de creencia y de conocimiento, así como una satisfacción de los sentimientos. (LU 103:9.11)
- Las series receptoras al espíritu. Hay tres grupos de diseño mental en lo que respecta al contacto con los asuntos espirituales. Esta clasificación no se refiere a las órdenes de mortales con uno, dos o tres cerebros; se refiere principalmente a la química glandular, y más particularmente a la organización de ciertas glándulas comparables a los cuerpos pituitarios. En algunos mundos, las razas tienen una glándula, en otros dos, como los urantianos, mientras que en otras esferas las razas tienen tres de estos cuerpos extraordinarios. Esta dotación química diferencial influye claramente sobre la imaginación inherente y la receptividad espiritual.
De los tipos receptores al espíritu, el sesenta y cinco por ciento pertenece al segundo grupo, como las razas de Urantia. El doce por ciento son del primer tipo, menos receptivos por naturaleza, mientras que el veintitrés por ciento tiene una mayor inclinación espiritual durante la vida terrestre. Pero estas distinciones no sobreviven a la muerte natural; todas estas diferencias raciales sólo se refieren a la vida en la carne. (LU 49:5.19-20)
Considere cómo el desafío fundamental relacionado con la experiencia mística se resume aquí:
El misticismo, como técnica para cultivar la conciencia de la presencia de Dios, es totalmente digno de elogio, pero cuando tales prácticas conducen al aislamiento social y culminan en el fanatismo religioso, son casi censurables. Con demasiada frecuencia, aquello que el místico sobreexcitado interpreta como una inspiración divina es algo que emerge de su propia mente profunda. Aunque una meditación ferviente favorece a menudo el contacto de la mente mortal con su Ajustador interior, el servicio sincero y amoroso de un ministerio desinteresado hacia vuestros semejantes lo facilita con más frecuencia. (LU 91:7.1)
A este desafío para los estudiantes de El Libro de Urantia se suma el de descubrir cómo interpretar lo siguiente:
El Ajustador permanece con vosotros en todos los desastres y durante todas las enfermedades que no destruyen por completo las funciones mentales. Pero cuán cruel es manchar a sabiendas o contaminar deliberadamente de otras maneras el cuerpo físico que debe servir de tabernáculo terrestre a este don maravilloso de Dios. Todos los venenos físicos retrasan considerablemente los esfuerzos del Ajustador por elevar la mente material, mientras que los venenos mentales del miedo, la cólera, la envidia, los celos, la desconfianza y la intolerancia obstaculizan también enormemente el progreso espiritual del alma evolutiva. (LU 110:1.5)
¿Es el alcohol un veneno físico? Obviamente, la gente se vuelve adicta a él y muere. Si lo etiquetamos como veneno, ¿cómo cuadramos con estos pasajes?:
Aunque no se permitía ningún sacrificio dentro de la colonia, Melquisedek sabía muy bien lo difícil que es eliminar repentinamente unas costumbres establecidas durante mucho tiempo y, en consecuencia, ofreció sabiamente a este pueblo sustituir el antiguo sacrificio de carne y sangre por un sacramento de pan y vino. Está escrito que «Melquisedek, rey de Salem, trajo pan y vino». Pero incluso esta prudente innovación no tuvo un éxito completo; todas las diversas tribus mantenían unos centros auxiliares en las afueras de Salem donde ofrecían sacrificios y holocaustos. El mismo Abraham recurrió a esta práctica bárbara después de su victoria sobre Kedorlaomer; sencillamente no se sentía tranquilo del todo hasta haber ofrecido un sacrificio convencional. Melquisedek nunca consiguió erradicar plenamente esta tendencia a los sacrificios de las prácticas religiosas de sus seguidores, ni siquiera de Abraham. (LU 93:4.14)
Durante muchos años, María siempre se había dirigido a Jesús para que la ayudara en cada una de las crisis de su vida familiar en Nazaret, de manera que fue muy natural para ella pensar en él en este momento. Pero esta madre con aspiraciones tenía también otros motivos para acudir a su hijo mayor en esta ocasión. Jesús estaba solo en un rincón del jardín, y su madre se le acercó diciendo: «Hijo mío, no tienen vino». Y Jesús contestó: «Mi buena mujer, ¿en qué me concierne ese asunto?» María dijo: «Pero yo creo que ha llegado tu hora. ¿No puedes ayudarnos?» Jesús replicó: «Afirmo de nuevo que no he venido para actuar de esa manera. ¿Por qué me molestas otra vez con esos asuntos?» Entonces, echándose a llorar, María le suplicó: «Pero, hijo mío, les he prometido que nos ayudarías. ¿No querrías hacer algo por mí, por favor?» Entonces dijo Jesús: «Mujer, ¿quién te ha dicho que hagas ese tipo de promesas? Cuídate de no volverlo a hacer. En todas las cosas debemos servir la voluntad del Padre que está en los cielos». (LU 137:4.8)
María, la madre de Jesús, se sintió abatida; ¡estaba aturdida! Mientras permanecía allí inmóvil delante de él, con el rostro lleno de lágrimas, el corazón humano de Jesús se rindió de compasión por la mujer que lo había llevado en su seno. Se inclinó hacia ella, puso tiernamente la mano sobre su cabeza, y le dijo: «Vamos, vamos, madre María, no te aflijas por mis palabras aparentemente duras. ¿No te he dicho muchas veces que he venido solamente para hacer la voluntad de mi Padre celestial? Con mucho gusto haría lo que me pides si formara parte de la voluntad del Padre…». Y Jesús se detuvo en seco, vacilando. María pareció percibir que algo estaba sucediendo. Dando un salto, arrojó sus brazos alrededor del cuello de Jesús, lo besó, y se precipitó hacia la sala de los criados, diciendo: «Cualquier cosa que mi hijo os diga, hacedla». Pero Jesús no dijo nada. Ahora se daba cuenta de que ya había dicho demasiado —o más bien que había deseado demasiado con su pensamiento. (LU 137:4.9)
Cuando trajeron a Jesús la tercera copa de vino, la «copa de la bendición», se levantó del diván, tomó la copa en sus manos y la bendijo, diciendo: «Tomad todos esta copa, y bebed de ella. Ésta será la copa de mi recuerdo. Ésta es la copa de la bendición de una nueva dispensación de gracia y de verdad. Será para vosotros el emblema de la donación y del ministerio del Espíritu divino de la Verdad. No volveré a beber esta copa con vosotros hasta que beba de una nueva forma con vosotros en el reino eterno del Padre». (LU 179:5.1)
Y si el vino puede ser utilizado como sacramento por Melquisedec y Jesús, ¿qué pasa con el cannabis y otras sustancias psicoactivas asociadas con experiencias enteogénicas?
Considere cómo algunas de las fuerzas y factores relacionados con la liberación de energía psíquica son universalmente otorgados. «El sol brilla sobre los justos y los injustos».
La mente humana puede actuar en respuesta a la pretendida inspiración cuando es sensible a lo que emerge del subconsciente o al estímulo del superconsciente. En cualquiera de los dos casos, al individuo le parece que estos incrementos del contenido de la conciencia son más o menos exteriores. El entusiasmo místico desmedido y el éxtasis religioso desenfrenado no son las cartas credenciales de la inspiración, las cartas credenciales supuestamente divinas. (LU 91:7.4)
Si uno está dispuesto a admitir, como hipótesis práctica de trabajo, la existencia de una mente subconsciente teórica en la vida intelectual por lo demás unificada, entonces, para ser coherente, uno debería dar por sentado la existencia de un nivel superconsciente similar y correspondiente de actividad intelectual ascendente, la zona de contacto inmediato con la entidad espiritual interior, el Ajustador del Pensamiento. El gran peligro de todas estas especulaciones psíquicas consiste en que las visiones y otras experiencias llamadas místicas, así como los sueños extraordinarios, pueden ser considerados como comunicaciones divinas a la mente humana. En los tiempos pasados, los seres divinos se han revelado a ciertas personas que conocían a Dios, no a causa de sus trances místicos o de sus visiones enfermizas, sino a pesar de todos esos fenómenos. (LU 100:5.6)
Además, existen otros tipos de almas inestables y mal disciplinadas que suelen utilizar las ideas sentimentales de la religión como camino para eludir las exigencias enojosas de la vida. Cuando ciertos mortales vacilantes y asustadizos intentan escapar de la presión incesante de la vida evolutiva, la religión, tal como ellos la conciben, parece ofrecerles el refugio más cercano, la mejor escapatoria. Pero la religión tiene la misión de preparar al hombre para enfrentarse de manera valiente, e incluso heroica, a las vicisitudes de la vida. La religión es el don supremo del hombre evolutivo, la única cosa que le permite seguir adelante y «aguantar como si viera a Aquel que es invisible». Sin embargo, el misticismo es a menudo una especie de retirada de la vida, siendo abrazado por aquellos humanos que no disfrutan con las actividades más vigorosas de una vida religiosa vivida en las esferas abiertas de la sociedad y del comercio humanos. La verdadera religión debe actuar. El comportamiento es una consecuencia de la religión cuando el hombre tiene realmente una, o más bien cuando el hombre permite que la religión lo posea verdaderamente. La religión nunca se sentirá satisfecha con unos simples pensamientos o con unos sentimientos pasivos. (LU 102:2.8)
La característica del estado místico consiste en una conciencia difusa, con islotes intensos de atención focalizada que operan en un intelecto relativamente pasivo. Todo esto hace que la conciencia gravite hacia el subconsciente, en lugar de dirigirse hacia la zona del contacto espiritual, el superconsciente. Muchos místicos han llevado su disociación mental hasta el nivel de las manifestaciones mentales anormales. (LU 100:5.9)
La actitud más sana de meditación espiritual se halla en la adoración reflexiva y en la oración de acción de gracias. La comunión directa con el Ajustador del Pensamiento, tal como sucedió en los últimos años de la vida de Jesús en la carne, no debería confundirse con estas experiencias llamadas místicas. Los factores que contribuyen al inicio de la comunión mística indican el peligro de estos estados psíquicos. El estado místico es favorecido por circunstancias tales como el cansancio físico, el ayuno, la disociación psíquica, las experiencias estéticas profundas, los impulsos sexuales intensos, el miedo, la ansiedad, la furia y el baile frenético. Muchos elementos que aparecen como resultado de esta preparación preliminar tienen su origen en la mente subconsciente. (LU 100:5.10)
Así pues, la religión no vive y prospera mediante la vista y los sentimientos, sino más bien mediante la fe y la perspicacia. La religión no consiste en el descubrimiento de nuevos hechos o en el hallazgo de una experiencia excepcional, sino más bien en el descubrimiento de nuevos significados espirituales en los hechos ya bien conocidos por la humanidad. La experiencia religiosa más elevada no depende de unos actos previos guiados por la creencia, la tradición y la autoridad; la religión no es tampoco el fruto de unos sentimientos sublimes y de unas emociones puramente místicas. Es más bien una experiencia profundamente grande y real de comunión espiritual con las influencias espirituales que residen en la mente humana. Y en la medida en que esta experiencia se puede definir en términos psicológicos, consiste simplemente en la experiencia de sentir que la realidad de creer en Dios es la realidad de esa experiencia puramente personal. (LU 101:1.4)
««Una gran parte de mis dificultades se debían al conflicto interminable entre las dos naturalezas de mi sujeto: la indolencia animal oponiéndose al impulso de la ambición; los ideales de un pueblo superior contrariados por los instintos de una raza inferior; los objetivos elevados de una gran mente neutralizados por el impulso de una herencia primitiva; la visión a largo plazo de un Monitor previsor contrarrestada por la miopía de una criatura del tiempo; los planes progresivos de un ser ascendente modificados por los deseos y los anhelos de una naturaleza material; los destellos de la inteligencia universal anulados por los mandatos energético-químicos de la raza en evolución; las emociones de un animal oponiéndose al impulso de los ángeles; el entrenamiento de un intelecto anulado por las tendencias del instinto; las tendencias acumuladas de la raza oponiéndose a la experiencia del individuo; las metas de lo mejor eclipsadas por los objetivos de lo peor; el vuelo de la genialidad neutralizado por la gravedad de la mediocridad; el progreso de lo bueno retrasado por la inercia de lo malo; el arte de lo hermoso manchado por la presencia del mal; el empuje de la salud neutralizado por la debilidad de la enfermedad; la fuente de la fe contaminada por los venenos del miedo; el manantial de la alegría envenenado por las aguas de la tristeza; la felicidad de la anticipación desilusionada por la amargura de la realización; las alegrías de la vida siempre amenazadas por las tristezas de la muerte. ¡Qué vida y en qué planeta! Y sin embargo, debido a la ayuda y al impulso siempre presentes del Ajustador del Pensamiento, este alma ha alcanzado un buen grado de felicidad y de éxito, y ya ha ascendido a las salas de juicio de mansonia».» (LU 111:7.5)
Cuando la filosofía del hombre se inclina intensamente hacia el mundo de la materia, se vuelve racionalista o naturalista. Cuando la filosofía se inclina especialmente hacia el nivel espiritual, se vuelve idealista e incluso mística. Cuando la filosofía tiene el desacierto de apoyarse en la metafísica, se vuelve infaliblemente escéptica, confusa. En las épocas pasadas, la mayor parte del conocimiento y de las evaluaciones intelectuales del hombre han caído en una de estas tres deformaciones de la percepción. La filosofía no se atreve a proyectar sus interpretaciones de la realidad de manera lineal como lo hace la lógica; nunca debe olvidar tener en cuenta la simetría elíptica de la realidad y la curvatura esencial de todos los conceptos de relación. (LU 103:6.14)
No había escuela donde Juan pudiera graduarse a la edad de catorce años, pero sus padres habían elegido este año como el más apropiado para que pronunciara sus votos oficiales de nazareo. En consecuencia, Zacarías e Isabel llevaron a su hijo a En-Gedi, cerca del Mar Muerto. Esta era la sede de la hermandad nazarea en el sur, y es allí donde el muchacho fue debidamente admitido en esta orden de manera solemne y para toda la vida. Después de las ceremonias y de hacer los votos de abstenerse de toda bebida embriagadora, dejarse crecer el pelo y no tocar a los muertos, la familia se dirigió a Jerusalén donde Juan completó, delante del templo, las ofrendas que se exigían a los que pronunciaban los votos nazareos. (LU 135:1.1)
A los dieciséis años, debido a unas lecturas acerca de Elías, Juan se quedó muy impresionado con el profeta del Monte Carmelo y decidió adoptar su manera de vestir. A partir de aquel día, Juan llevó siempre una prenda de vestir cubierta de pelo con un cinturón de cuero. A los dieciséis años ya medía más de un metro ochenta y casi había alcanzado su pleno desarrollo. Con sus cabellos sueltos y su manera peculiar de vestir, resultaba en verdad un joven pintoresco. Sus padres esperaban grandes cosas de su único descendiente, un hijo de la promesa y nazareo para toda la vida. (LU 135:1.4)
Fue la influencia de Elías la que hizo que Juan adoptara sus métodos de ataque directo y áspero contra los pecados y los vicios de sus contemporáneos. Intentó vestirse como Elías y procuró hablar como Elías; en todo su aspecto exterior se parecía al antiguo profeta. Era un hijo de la naturaleza igual de fuerte y pintoresco, un predicador de la rectitud igual de intrépido y temerario. Juan no era analfabeto, conocía bien las sagradas escrituras judías, pero tenía poca cultura. Era un pensador de ideas claras, un orador poderoso y un acusador ardiente. No se puede decir que fuera un ejemplo para su época, pero sí era una censura elocuente. (LU 135:4.5)
Todos los que oían a Juan se daban cuenta de que era más que un predicador. La gran mayoría de los que escuchaban a este hombre extraño que había surgido del desierto de Judea se alejaban con la creencia de que habían oído la voz de un profeta. No es de extrañar que el alma de estos judíos, cansados y esperanzados, se agitara profundamente ante un fenómeno como éste. En toda la historia judía, los piadosos hijos de Abraham nunca habían deseado tanto «el consuelo de Israel» ni esperado más ardientemente «la restauración del reino». En toda la historia judía, el mensaje de Juan «el reino de los cielos está cerca» nunca hubiera podido ejercer un impacto tan profundo y universal como en el momento en que apareció tan misteriosamente en la orilla de este vado meridional del Jordán. (LU 135:6.2)
Nótese aquí cómo los Reveladores consideran la intoxicación como un estado mental que no implica necesariamente la ingestión de una sustancia.
Durante toda la noche que siguió a esta gran explosión de curaciones, la multitud alegre y feliz invadió la casa de Zebedeo, y el entusiasmo emotivo de los apóstoles de Jesús alcanzó los niveles más altos. Desde el punto de vista humano, éste fue probablemente el día más grande de todos los días inolvidables de su asociación con Jesús. En ningún momento anterior ni posterior se elevaron sus esperanzas hasta tales alturas de expectativa confiada. Sólo unos días antes, cuando aún se encontraban en el interior de las fronteras de Samaria, Jesús les había dicho que había llegado la hora en que el reino debía ser proclamado con poderío, y ahora sus ojos habían contemplado lo que suponían que era la realización de esta promesa. Estaban emocionados con la idea de lo que vendría después si esta asombrosa manifestación de poder curativo no era más que el principio. Habían desterrado sus dudas prolongadas sobre la divinidad de Jesús. Estaban literalmente embriagados con el éxtasis de su aturdido encantamiento. (LU 145:4.1)
Judas regresó a sus compañeros en el campamento embriagado con pensamientos de grandeza y gloria como no los había tenido en muchos días. Se había alistado con Jesús con la esperanza de algún día convertirse en un gran hombre en el nuevo reino. Al final se dio cuenta de que no habría un nuevo reino como el que él había anticipado. Pero se regocijó por ser tan sagaz como para cambiar su desilusión por no lograr la gloria en un nuevo reino anticipado por la realización inmediata del honor y la recompensa en el antiguo orden, que ahora creía que sobreviviría, y que estaba seguro de que destruiría a Jesús y todo lo que él representaba. En su último motivo de intención consciente, la traición de Judas a Jesús fue el acto cobarde de un desertor egoísta cuyo único pensamiento era su propia seguridad y glorificación, sin importar cuáles pudieran ser los resultados de su conducta sobre su Maestro y sobre sus antiguos asociados. (LU 177:4.9)
Cuando dejó la sala del sanedrín, Judas sacó de la bolsa las treinta monedas de plata y las lanzó al voleo sobre el suelo del templo. Cuando el traidor salió del templo, estaba casi fuera de sí. Judas estaba pasando ahora por la experiencia de comprender la verdadera naturaleza del pecado. Todo el encanto, la fascinación y la embriaguez de las malas acciones se habían desvanecido. Ahora el malhechor se encontraba solo, frente a frente con el veredicto del juicio de su alma desilusionada y decepcionada. El pecado era fascinante y aventurero mientras se cometía, pero ahora había que hacer frente a la cosecha de los hechos desnudos y poco románticos. (LU 186:1.6)
Mientras le daba vueltas a estos problemas en su cabeza, encontró en la biblioteca de la sinagoga de Nazaret, entre los libros apocalípticos que había estado estudiando, el manuscrito llamado «El Libro de Enoc». Aunque estaba seguro de que no había sido escrito por el Enoc de los tiempos pasados, le resultó muy interesante, y lo leyó y releyó muchas veces. Había un pasaje que le impresionó particularmente, aquel en el que aparecía la expresión «Hijo del Hombre». El autor del pretendido Libro de Enoc continuaba hablando de este Hijo del Hombre, describiendo la obra que debería hacer en la Tierra y explicando que este Hijo del Hombre, antes de descender a esta Tierra para aportar la salvación a la humanidad, había cruzado los atrios de la gloria celestial con su Padre, el Padre de todos; y había renunciado a toda esta grandeza y a toda esta gloria para descender a la Tierra y proclamar la salvación a los mortales necesitados. A medida que Jesús leía estos pasajes (sabiendo muy bien que gran parte del misticismo oriental incorporado en estas enseñanzas era falso), sentía en su corazón y reconocía en su mente que, de todas las predicciones mesiánicas de las escrituras hebreas y de todas las teorías sobre el libertador judío, ninguna estaba tan cerca de la verdad como esta historia incluida en el Libro de Enoc, el cual sólo estaba parcialmente acreditado; allí mismo y en ese momento decidió adoptar como título inaugural «el Hijo del Hombre». Y esto fue lo que hizo cuando empezó posteriormente su obra pública. Jesús tenía una habilidad infalible para reconocer la verdad, y nunca dudaba en abrazarla, sin importarle la fuente de la que parecía emanar. (LU 126:3.8)
No debéis ser unos místicos pasivos ni unos ascetas anodinos; no os convirtáis en unos soñadores ni en unos vagabundos, que confían pasivamente en una Providencia ficticia para que les proporcione hasta las necesidades de la vida. En verdad, debéis ser dulces en vuestras relaciones con los mortales equivocados, pacientes en vuestro trato con los ignorantes, e indulgentes cuando os provoquen; pero también debéis ser valientes en la defensa de la rectitud, poderosos en la promulgación de la verdad y dinámicos en la predicación de este evangelio del reino, incluso hasta los confines de la Tierra. (LU 178:1.14)
A medida que crecía hacia la madurez, pasó por los mismos conflictos y confusiones que todos los jóvenes normales de todos los tiempos anteriores y posteriores. La rigurosa experiencia de tener que mantener a su familia era una salvaguardia segura contra el exceso de tiempo libre para dedicarlo a la meditación ociosa o abandonarse a las tendencias místicas. (LU 126:5.9)
Por muy favorables que pudieran ser las condiciones para los fenómenos místicos, se debería comprender claramente que Jesús de Nazaret no recurrió nunca a estos métodos para comunicarse con el Padre Paradisiaco. Jesús no tenía alucinaciones subconscientes ni ilusiones superconscientes. (LU 100:5.11)
… Natanael y Tomás presentaron conjuntamente sus puntos de vista sobre la naturaleza divina del Maestro, y el relato que sigue es una presentación abreviada, readaptada y reformulada de sus enseñanzas: (LU 161:2.1)
5. Parece conocer los pensamientos de la mente de los hombres y comprender los anhelos de su corazón. Siempre es compasivo con nuestros espíritus perturbados. Parece poseer todas nuestras emociones humanas, pero magníficamente glorificadas. Ama ardientemente la bondad y detesta el pecado con la misma intensidad. Posee una conciencia sobrehumana de la presencia de la Deidad. Reza como un hombre, pero actúa como un Dios. Parece conocer las cosas de antemano; incluso ahora, se atreve a hablar de su muerte, de una referencia mística a su futura glorificación. Aunque es amable, también es valiente e intrépido. Nunca vacila en el cumplimiento de su deber. (LU 161:2.6)
Este mundo y todos los demás mundos de la creación local descubren, en la vida del Maestro en Urantia, un tipo de religión nuevo y superior, una religión basada en las relaciones espirituales personales con el Padre Universal, y totalmente validada por la autoridad suprema de una experiencia personal auténtica. Esta fe viviente de Jesús era más que una reflexión intelectual, y no era una meditación mística. (LU 196:0.4)
Se recurría a la crucifixión para infligir un castigo cruel y prolongado, pues la víctima a veces tardaba varios días en morir. Había en Jerusalén una importante oposición a la crucifixión, y existía una asociación de mujeres judías que siempre enviaba a una representante a las crucifixiones, con el fin de ofrecerle a la víctima un vino mezclado con drogas para disminuir sus sufrimientos. Pero cuando Jesús probó este vino narcotizado, a pesar de la sed que tenía, se negó a beberlo. El Maestro escogió conservar su conciencia humana hasta el instante final. Deseaba enfrentarse a la muerte, incluso de esta manera cruel e inhumana, y vencerla sometiéndose voluntariamente a la plena experiencia humana. (LU 187:2.3)
Si la religión es un opio para el pueblo, no es la religión de Jesús. En la cruz, se negó a beber la droga adormecedora, y su espíritu, derramado sobre todo el género humano, es una poderosa influencia mundial que conduce al hombre hacia arriba y lo impulsa hacia adelante. El impulso espiritual hacia adelante es la fuerza motriz más poderosa que existe en este mundo; el creyente que aprende la verdad es la única alma progresiva y dinámica de la Tierra. (LU 194:3.4)
Los retratos de Jesús han sido muy desacertados. Esas pinturas de Cristo han ejercido una influencia perjudicial sobre la juventud; los mercaderes del templo difícilmente hubieran huido delante de Jesús si éste hubiera sido el tipo de hombre que vuestros artistas han representado generalmente. Su masculinidad estaba llena de dignidad; era bueno, pero natural. Jesús no tenía la actitud de un místico apacible, dulce, suave y amable. Su enseñanza era conmovedoramente dinámica. No solamente tenía buenas intenciones, sino que iba de un sitio para otro haciendo realmente el bien. (LU 141:3.6)
El reino enseñado por Jesús, el ideal espiritual de la rectitud individual y el concepto de la comunión divina del hombre con Dios, se sumergió gradualmente en el concepto místico de la persona de Jesús como Redentor-Creador y jefe espiritual de una comunidad religiosa socializada. De esta manera, una iglesia oficial e institucional se volvió la sustituta de la fraternidad del reino dirigida individualmente por el espíritu. (LU 170:5.9)
Como la iglesia era una agregada de la sociedad y la aliada de la política, estaba destinada a compartir la decadencia intelectual y espiritual de la llamada «edad de las tinieblas» en Europa. Durante este período, la religión se volvió cada vez más monástica, ascética y legalizada. En un sentido espiritual, el cristianismo estaba en hibernación. Durante todo este período existió, al lado de esta religión adormecida y secularizada, una corriente continua de misticismo, una experiencia espiritual fantástica que rayaba en la irrealidad y filosóficamente similar al panteísmo. (LU 195:4.1)
Considere la tolerancia al alcohol y otros enteógenos a la luz de los desarrollos evolutivos:
Se suponía que el dios Sol era el padre místico de los hijos del destino nacidos de una virgen, y se creía que éstos se donaban de vez en cuando como salvadores a las razas favorecidas. Estos niños sobrenaturales siempre eran abandonados a la deriva en algún río sagrado, para ser salvados de una manera extraordinaria y crecer a continuación hasta convertirse en unas personalidades milagrosas y en los libertadores de sus pueblos. (LU 85:5.3)
Y así, después de largos milenios, el culto del sacrificio se ha convertido por evolución en el culto del sacramento. Los sacramentos de las religiones modernas son así los sucesores legítimos de aquellas horribles ceremonias primitivas de sacrificios humanos y de los rituales caníbales aún más primitivos. Muchas personas cuentan todavía con la sangre para salvarse, pero ésta se ha vuelto al menos figurativa, simbólica y mística. (LU 89:9.4)
A lo largo de la infancia salvaje de las razas, la religión progresó desde la adoración de la naturaleza hasta el fetichismo, pasando por el culto a los fantasmas. En los albores de la civilización, la raza humana abrazó las creencias más místicas y simbólicas, mientras que ahora, al acercarse a su madurez, la humanidad se prepara para apreciar la verdadera religión, e incluso un comienzo de la revelación de la verdad misma. (LU 92:1.2)
Durante estos tiempos de tinieblas espirituales, la humanidad supersticiosa alcanzó sus niveles culturales más bajos. En realidad, la religión de los neandertales no iba más allá de una vergonzosa superstición. Tenían un miedo mortal de las nubes, y principalmente de las brumas y las nieblas. Se desarrolló gradualmente una religión primitiva basada en el miedo a las fuerzas naturales, mientras que la adoración de los animales declinó a medida que el mejoramiento de las herramientas y la abundancia de la caza permitieron que estos pueblos vivieran con menos ansiedad por la comida; las recompensas sexuales concedidas a los mejores cazadores contribuyeron a mejorar enormemente las técnicas de la caza. Esta nueva religión del miedo condujo a las tentativas por aplacar las fuerzas invisibles que estaban ocultas detrás de los elementos naturales, y más tarde culminó en los sacrificios humanos a fin de apaciguar estas fuerzas físicas invisibles y desconocidas. Esta práctica terrible de los sacrificios humanos se ha perpetuado entre los pueblos más atrasados de Urantia hasta el mismo siglo veinte. (LU 64:4.12)
- Las numerosas formas de placeres personales. Algunos buscaron las riquezas porque conferían poder; otros trabajaron duro para conseguir propiedades porque significaban una vida fácil. Los hombres primitivos (y otros después de ellos) tendían a derrochar sus recursos en lujos. Las bebidas alcohólicas y las drogas intrigaban a las razas primitivas. (LU 69:5.11)
Los soberanos sin escrúpulos consiguieron un gran poder gracias al descubrimiento del veneno. La magia de las cortes primitivas era diabólica; los enemigos del rey morían pronto. Pero incluso el tirano más déspota se encontraba sometido a algunas restricciones; al menos se sentía refrenado por el miedo constante a ser asesinado. Los curanderos, los hechiceros y los sacerdotes han sido siempre un freno poderoso para los reyes. Los terratenientes, la aristocracia, ejercieron posteriormente una influencia restrictiva. Y de vez en cuando, los clanes y las tribus sencillamente se sublevaban y derrocaban a sus déspotas y tiranos. Cuando los soberanos depuestos eran condenados a muerte, a menudo se les concedía la alternativa de suicidarse, lo cual dio origen a la antigua moda social de suicidarse en ciertas circunstancias. (LU 70:6.6)
Las plantas fueron primero temidas, y después adoradas, a causa de los licores embriagadores que se obtenían de ellas. El hombre primitivo creía que la embriaguez lo volvía a uno divino. Se suponía que esta experiencia tenía algo de inhabitual y de sagrado. Incluso en los tiempos modernos, las bebidas alcohólicas se conocen con el nombre de «bebidas espirituosas». (LU 85:2.1)
Los amuletos mágicos se preparaban mezclando una gran variedad de cosas: carne humana, garras de tigre, dientes de cocodrilo, semillas de plantas venenosas, veneno de serpiente y cabellos humanos. Los huesos de los muertos eran muy mágicos. Incluso el polvo de las pisadas se podía utilizar en la magia. Los antiguos creían mucho en los amuletos de amor. La sangre y otras formas de secreciones corporales eran capaces de asegurar la influencia mágica del amor. (LU 88:5.2)
Los niños jorobados y tullidos eran considerados como fetiches; se creía que los locos estaban influidos por la Luna. El hombre primitivo no podía distinguir entre el genio y la locura; a los tontos los golpeaban hasta morir o eran venerados como personalidades fetiches. La histeria confirmó cada vez más la creencia popular en la brujería; los epilépticos eran con frecuencia sacerdotes y curanderos. La embriaguez se consideraba como una forma de posesión por los espíritus; cuando un salvaje se iba de juerga, se colocaba una hoja en el pelo con el fin de negarse a aceptar la responsabilidad de sus actos. Los venenos y las bebidas alcohólicas se volvieron fetiches; se suponía que estaban poseídos. (LU 88:1.9)
Los hebreos adoraron a las serpientes hasta la época del rey Ezequías, y los hindúes mantienen todavía relaciones amistosas con sus serpientes domésticas. La adoración de los chinos por el dragón es una supervivencia de los cultos a las serpientes. La sabiduría de la serpiente era un símbolo de la medicina griega y los médicos modernos lo emplean todavía como emblema. El arte de encantar las serpientes ha sido trasmitido desde los tiempos del culto del amor a las serpientes de las mujeres chamanes, las cuales estaban inmunizadas a consecuencia de las mordeduras diarias de las serpientes; de hecho, se volvían auténticas adictas al veneno y no podían prescindir de esta ponzoña. (LU 85:3.3)
La consanguinidad determinó los primeros grupos sociales; los clanes consanguíneos se agrandaron mediante la asociación. Los matrimonios entre los clanes fueron la etapa siguiente en la ampliación de los grupos, y la tribu compleja resultante fue el primer organismo verdaderamente político. El progreso siguiente en el desarrollo social fue la evolución de los cultos religiosos y de los clubes políticos. Éstos aparecieron primero como sociedades secretas e inicialmente eran totalmente religiosas; después se volvieron reguladoras. Al principio eran clubes de hombres; más tarde aparecieron grupos de mujeres. Luego se dividieron en dos clases: sociopolítica y místico-religiosa. (LU 70:7.1)
- Razones religiosas —los primeros clubes de culto dieron nacimiento a sus propias clases dentro de los clanes y las tribus; la piedad y el misticismo de los sacerdotes las han perpetuado durante mucho tiempo como un grupo social distinto. (LU 70:8.10)
Pero no todos los chamanes se engañaban a sí mismos; muchos eran unos estafadores hábiles y astutos. A medida que se desarrolló la profesión, a los principiantes se les exigió que hicieran un aprendizaje de diez años de dificultades y de abnegación para capacitarse como curanderos. Los chamanes desarrollaron una manera profesional de vestirse y adoptaban una conducta misteriosa. Empleaban drogas con frecuencia para provocar ciertos estados físicos que solían impresionar y desconcertar a los miembros de su tribu. La gente común consideraba que las proezas de la prestidigitación eran sobrenaturales, y algunos sacerdotes astutos utilizaron por primera vez la ventriloquia. Muchos chamanes antiguos descubrieron sin querer el hipnotismo; otros se provocaban la autohipnosis mirándose fijamente el ombligo durante largo tiempo. (LU 90:1.4)
Los sacerdotes siempre han intentado impresionar y atemorizar a la gente corriente, dirigiendo el ritual religioso en una lengua muerta y haciendo diversos pases mágicos tanto para desconcertar a los fieles como para realzar su propia piedad y autoridad. El gran peligro que tiene todo esto es que el ritual tiende a convertirse en el sustituto de la religión. (LU 90:5.6)
Estos tibetanos sencillos no querían renunciar íntegramente a su antigua magia ni a sus amuletos. El examen de las ceremonias religiosas de los rituales tibetanos de hoy en día revela la existencia de una cofradía excesivamente numerosa de sacerdotes con la cabeza rapada, que practican un ritual detallado que abarca campanas, cantos, incienso, procesiones, rosarios, imágenes, amuletos, pinturas, agua bendita, vestiduras magníficas y coros primorosos. Poseen dogmas rígidos y credos cristalizados, ritos místicos y ayunos especiales. Su jerarquía contiene monjes, monjas, abades y el Gran Lama. Rezan a los ángeles, a los santos, a una Madre Sagrada y a los dioses. Practican la confesión y creen en el purgatorio. Sus monasterios son enormes y sus catedrales magníficas. Mantienen una repetición interminable de rituales sagrados y creen que estas ceremonias confieren la salvación. Clavan sus oraciones en una rueda, y creen que cuando ésta gira sus súplicas se vuelven eficaces. En ningún otro pueblo de los tiempos modernos se puede encontrar la observancia de tantas cosas provenientes de tantas religiones; y es inevitable que esta liturgia acumulada se vuelva excesivamente incómoda e intolerablemente pesada. (LU 94:10.2)
Los mandamientos morales de los sermones de Gautama eran cinco: (LU 94:8.9)
- No beberás bebidas embriagadoras. (LU 94:8.14)
Filón había incurrido en contradicciones en sus esfuerzos por combinar la filosofía mística griega y las doctrinas estoicas de los romanos con la teología legalista de los hebreos. Pablo reconoció muchas de estas contradicciones, aunque no todas, y las eliminó sabiamente de su teología básica precristiana. Filón abrió el camino para que Pablo pudiera restablecer más plenamente el concepto de la Trinidad del Paraíso, que había estado mucho tiempo latente en la teología judía. En una sola cuestión, Pablo no logró mantenerse a la altura de Filón, ni consiguió sobrepasar las enseñanzas de este judío rico e instruido de Alejandría; se trataba de la doctrina de la expiación. Filón enseñaba que había que liberarse de la doctrina de obtener el perdón exclusivamente por el derramamiento de sangre. Es posible también que vislumbrara la realidad y la presencia de los Ajustadores del Pensamiento más claramente que Pablo. Pero la teoría de Pablo sobre el pecado original —las doctrinas de la culpabilidad hereditaria, del mal innato y de su redención— era parcialmente de origen mitríaco y tenía pocos puntos en común con la teología hebrea, con la filosofía de Filón, o con las enseñanzas de Jesús. Algunos aspectos de las enseñanzas de Pablo sobre el pecado original y la expiación eran creación suya. (LU 121:6.5)
Los grandes educadores religiosos y los profetas de las épocas pasadas no eran místicos extremos. Eran hombres y mujeres que conocían a Dios y que servían mejor a su Dios ayudando desinteresadamente a sus compañeros mortales. Jesús se llevaba con frecuencia a sus apóstoles a solas durante cortos períodos para dedicarse a meditar y a orar, pero la mayor parte del tiempo los mantenía en contacto servicial con las multitudes. El alma del hombre tiene necesidad de ejercicio espiritual así como de alimento espiritual. (LU 91:7.2)