© 2000 Jeanmarie Chaise
© 2000 Asociación Urantia Internacional (IUA)
Jeanmarie Chaise
Buzançais, Francia
En ocasiones puede ocurrir que en nuestros esfuerzos por facilitar las cosas y hacer más accesibles las revelaciones de El libro de Urantia, usamos expresiones ya acuñadas que no necesariamente corresponden a la idea que nos formamos a partir de nuestra lectura.
Por lo tanto la expresión «revelación de la quinta época» puede sorprendernos en ciertos aspectos a pesar de que en realidad se trata de la quinta revelación sobre Urantia. De hecho, la forma en que está formulada fácilmente podría hacernos pensar que nuestro desafortunado planeta ha recuperado el tiempo perdido gracias a la insignificante bienvenida que se dio hace más de 2000 años al soberano de nuestro universo. Infortunadamente jno es ese el caso!
Tan sólo consideremos el paralelismo que hace la revelación entre lo que nuestro planeta Tierra ha pasado y lo que debería haber sido. Sólo la primera época planetaria, la época del Príncipe Planetario, es como la que los planetas normales habitados pasaron, la época del hombre primitivo.
Pero con la segunda época, la subsecuente a la del Príncipe Planetario, el destino de Urantia tomó otro curso. De hecho, por lo general, en dicha época fluyen uniformemente por todas las religiones de todas las razas dos corrientes: los temores primordiales del hombre primitivo y las revelaciones posteriores del Príncipe Planetario. En algunos aspectos, los urantianos no parecen haberse liberado completamente de esta etapa de evolución planetaria. [LU 52:2.4] Partiendo de esta etapa, es que nos enseñan que si continuamos estudiando, discerniremos más claramente que tanto nuestro mundo se aleja del progreso normal y el desarrollo evolutivo. Continuemos:
De hecho, en ciertos aspectos, esta época se encuentra todavía en este nivel pre-adánico. Se nos dice: Durante esta época, los mundos normales establecen una igualdad plena entre los sexos, siendo esto un paso preliminar a la realización más plena de los ideales de la vida hogareña. [LU 52:2.7] ¿Tenemos plena conciencia de nuestro atraso? Entonces continuemos:
Antes del final de esta era (que todavía es antes de la época de Adán): Las razas se purifican y alcanzan un elevado estado de perfección física y fuerza intelectual antes del fin de esta era. El desarrollo primitivo de un mundo normal está grandemente ayudado por el plan de promover el crecimiento de los tipos más elevados de mortales con una disminución proporcional de los más inferiores. Fue el fracaso de vuestros pueblos primitivos el no discriminar entre estos tipos lo que explica la presencia de tantos individuos defectuosos y degenerados entre las razas urantianas de hoy en día. [LU 52:2.9]
Y ni siquiera hemos realizado alguna acción para remediar esto. ¿qué se va a hacer? Se nos dice qué hacer:
Uno de los grandes logros de la edad del Príncipe es esta restricción de la multiplicación de los individuos mentalmente defectuosos y socialmente ineptos. Mucho antes de la época de la llegada de los segundos hijos, los Adanes, la mayoría de los mundos se dedican seriamente a la tarea de la purificación de la raza, cosa que los pueblos de Urantia aún no han emprendido seriamente. [LU 52:2.10]
Pero aquí nos confrontamos con nuestra sensibilidad acerca de nuestros tabúes lo cual parece ser nuestra debilidad. Hay muchos de nuestros tabúes en El libro de Urantia, y es por eso que su diseminación tal vez no debería realizarse a nivel universal de forma apresurada. Hay tantos dominios especialmente reservados y tantas responsabilidades exaltadas anunciadas en El libro de Urantia, que muchas organizaciones actuales —tanto a nivel individual como colectivo— no están preparadas en lo más mínimo para soportarlas o simplemente admitirlas. No haremos un listado al respecto porque nos llevaría demasiado lejos de tajo, así que centrémonos en el problema de la mejoría de la raza humana. Por lo tanto, se nos dice al respecto:
Este problema del mejoramiento de la raza no es una empresa tan extensa si se lo ataca en esta edad inicial de la evolución humana. El período precedente de luchas tribales y dura competencia en la supervivencia racial ha eliminado la mayoría de las cepas anormales y defectuosas. Un idiota no tiene mucha oportunidad de supervivencia en una organización social tribal primitiva y guerrera. Es el falso sentimiento de vuestras civilizaciones parcialmente perfeccionadas el que fomenta, protege perpetúa los linajes completamente defectuosos de las razas humanas evolucionarias. [LU 52:2.11]
Por lo tanto tenemos que tomar decisiones drásticas, las que nuestras autoridades responsables no parecen estar dispuestas a tomar y aún así en este punto, el discurso de la revelación está claro; he aquí la conclusión sobre este tema:
No es ternura ni altruismo prodigar compasión inútil a seres humanos degenerados, mortales anormales e inferiores insalvables. Existen aun en el más normal de los mundos evolucionarios suficientes diferencias entre los individuos y entre los numerosos grupos sociales como para proveer el ejercicio pleno de todos aquellos nobles rasgos de sentimiento altruista y ministerio mortal sin egoísmos, sin perpetuar a las cepas socialmente inadecuadas y moralmente degeneradas de la humanidad en evolución. Existe abundante oportunidad para el ejercicio de la tolerancia y la función del altruismo a favor de aquellos individuos desafortunados y necesitados que no han perdido irreparablemente su herencia moral ni destruido para siempre su derecho espiritual de nacimiento. [LU 52:2.12]
A pesar de este retraso patente nos enviaron a Adán y Eva: [c]uando se ha alcanzado el nivel más alto posible de vida evolucionaria, cuando el hombre primitivo ha ascendido tanto como es posible en la escala biologica, siempre aparecen en el planeta un Hijo e Hija Materiales, enviados por el Soberano del Sistema. [LU 52:3.1]
Éste es sólo un paso en el nivel físico de las razas pero de ningún modo es un avance para ayudar a mejorar el nivel del planeta per se. Por tanto:
En un mundo promedio la dispensación postadánica es una edad de gran invención, control de la energía y desarrollo mecánico. Ésta es la era de la aparición de la manufactura multiforme y el control de las fuerzas naturales; es la edad de oro de la exploración y de la sojuzgación final del planeta. Mucho del progreso material de un mundo ocurre durante este periodo de inanguración del desarrollo de las ciencias físicas, una época como la que está actualmente experimentando Urantia. Vuestro mundo está atrasado una dispensación o más respecto al plan planetario promedio. [LU 52:3.6]
Por lo tanto, parece que aún en esta etapa de tecnologías avanzadas de las cuales nos enorgullecemos, no nos encontramos ni siquiera a la par del planeta promedio. No dominamos muy bien nuestro planeta: estamos casi indefensos ante temblores, erupciones volcánicas, huracanes, mareas negras de crudo y otras calamidades de nuestra tecnología que sólo sabe servir a la información cuantitativa de la ciencia y el comercio, y muy frecuentemente con repetidas convulsiones que nos hacen temer lo peor. Por lo tanto, la tercera época planetaria de Urantia:
La época postadánica es la dispensación del internacionalismo. A medida que se va completando la tarea de la mezcla racial, desaparece el nacionalismo, y la hermandad del hombre comienza realmente a materializarse. El gobierno representativo comienza a tomar el lugar de la monarquía o de la forma paternalista de gobierno. El sistema de enseñanza se vuelve mundial, y gradualmente los idiomas de las razas ceden el paso a la lengua del pueblo violeta. Hasta tanto no se mezclen las razas relativamente bien, y hasta que no hablen un idioma común raramente se logra la paz universal y la cooperación. [LU 52:3.10]
Por lo tanto, estamos muy lejos del internacionalismo real respecto a la desaparición de las razas en beneficio de una sola con un lenguaje común y universal. Se nos dice que esta era se caracteriza por un gran avance ético: la bermandad del hombre es el objetivo de su sociedad. La paz. mundial — la cesación del conflicto racialy de la animosidad nacional— es el indicador de la madurez planetaria para el advenimiento de la tercera orden de filiación, el Hijo Magisterial. [LU 52:3.12]
Es así que no encontramos ninguno de estos logros que marcan el final de la tercera época y el advenimiento del Hijo Magisterial. Para dicho suceso, todos los tres logros que son parte de las tres primeras etapas del planeta deberían ser reales en nuestro mundo. ¡Y estamos muy lejos de ello!
En vez de recibir al Hijo Avonal planeado, recibimos a Maquiventa Melquisedec, no porque la humanidad se lo mereciera sino porque íbamos vía a la desintegración y esta visita de algún modo puso la revelación otra vez en el rumbo en que debía ir, pendiente a la llegada de Miguel. Entonces no tuvimos un Hijo Magisterial ni un tradicional Hijo autootorgador. Por el otro lado Miguel de Nebadon apareció en Urantia para otorgarse a sí mismo a nuestras razas mortales. Se nos dice que [s]ólo un mundo entre casi diez millones puede disfrutar de dicho don: todos los demás mundos van avanzado espiritualmente por el autootorgamiento de un Hijo Paradisiaco de la orden Avonal. [LU 52:5.2]
Por tanto se nos ha otorgado una gran compensación por nuestros infortunios iniciales. Pero y debido principalmente a este hecho, a nivel individual, algunos urantianos han tenido la suerte de avanzar espiritualmente a pesar de los embates sufridos por la atormentada historia de nuestro planeta y sus habitantes. Por otro lado, a nivel planetario, todavía no hemos logrado los logros planeados de las dos primeras revelaciones que definen una época, la época del Príncipe Planetario y la época de la pareja primigenia. Es por ello que nuestros reveladores dijeron que nuestro mundo tiene más de una época de retraso.
De hecho la venida de Maquiventa Melquisedec no fue tomada en cuenta como una época planetaria sino como una encarnación de emergencia.
Maquiventa terminó su autootorgamiento como criatura de carne y hueso tan repentinamente y sin ceremonias como la había comenzado. Ni su aparición ni su partida fueron acompañadas por anuncios o demostraciones fuera de lo común; su aparición en Urantia no estuvo marcada ni por un llamado a la resurrección ni por una terminación de la dispensación planetaria; la suya fue una encarnación de urgencia. [LU 93:10.2]
Sigue siendo que el autootorgamiento de Miguel en nuestro mundo considera efectivamente como la revelación de la tercera época. De ahora en adelante, dos mil años después de esta extraordinaria llegada, ¿se nos permitirá pensar que estamos al borde de terminar esta época para entrar a la siguiente, la época de los Hijos Instructores del Paraíso? Seamos realistas. Respecto a este tema se nos dice: La edad después de un Hijo autootorgador puede extenderse de diez mil a cien mil años. No existe un período arbitrario establecido para ninguna de estas eras dispensacionales. [LU 52:5.8] Estas aseveraciones difícilmente están en posición de impedirnos soñar acerca del fin inminente de nuestra época. Desde la llegada de Miguel, terminaron todas las llamadas nominales futuras. De hecho es una de las modificaciones que trajo a nuestro mundo.
Por lo tanto, es sólo por la aparición de un Hijo Avonal o la llegada de Hijos Instructores del Paraíso en un contexto evolutivo realmente excepcional que podemos esperar ver en un futuro remoto la restauración de un ciclo normal de las revelaciones de época en Urantia. Es cierto que el destino de nuestro planeta es muy incierto; y es sólo a nivel individual que pudimos actuar efectivamente. Entre las sociedades desorganizadas, el individuo sólo puede evolucionar efectivamente en solitario. Es por eso que tenemos un largo camino por recorrer lentamente para reacomodar una evolución planetaria muy perturbada. Para lograrlo, Jesús Miguel vino a la Tierra para ocupar el papel de Hijo otorgado por el Paraíso que debió haber seguido el programa del Hijo Avonal que nunca fue.
Establece el «camino nuevo viviente»; su vida es una encarnación de la verdad paradisiaca en la carne mortal, esa misma verdad —aún el Espíritu de la Verdad—por cuyo conocimiento los hombres serán libres. [LU 52:5.4]
En Urantia el establecimiento de este «camino nuevo viviente» fue asunto de hecho asi como también de verdad. Por el aislamiento de Urantia en la rebelión de Lucifer se había suspendido el procedimiento por el cual los mortales pueden pasar, cuando mueren, directamente a las orillas de los mundos de estancia. Antes de los días de Cristo Miguel en Urantia todas las almas dormían hasta las resurrecciones dispensacionales o milenarias especiales. Aun Moisés no tuvo el permiso para ir al otro lado hasta la ocasión de una resurrección especial, pues el Principe Planetario caído, Caligastia, estaba en contra de dicha liberación. Pero desde el día de Pentecostés, los mortales de Urantia nuevamente pueden proceder directamente a las esferas morontiales. [LU 52:5.5]
Por lo tanto, de ahora en adelante las transferencias a los mundos de mansiones morontiales se realizan en el plano individual. Y nuestro mundo está sujeto de forma colectiva al lento progreso de los pueblos para su entrada en las próximas revelaciones de época por las diferentes órdenes de Hijos Paradisiacos. Ya no hay ningún orden discernible en el gran retraso de nuestro planeta y El libro de Urantia, a su vez, es como una boya, como lo fue la intervención de Melquisedec. Es por esto que es incorrecto llamar a este libro «la revelación de la quinta época», ya que podría fácilmente hacer que los lectores crean que realmente estamos al borde de la llegada de los Hijos Instructores del Paraíso, que vendrían en grandes números para preparar a nuestro planeta para la era de luz y vida.
Basta con sólo leer atentamente el capítulo 52 de El libro de Urantia para desilusionarnos y recordar esta idea, la «revelación de la quinta época» (que más aún, nunca se menciona de esta forma) no puede pretender decir aquello a lo que se refiere. Sólo recordemos que hemos accedido a una era de entendimiento de realidades universales, que han sido dadas generosamente por los reveladores y que estos finalmente afirman:
Sea cual fuere la historia natural especial de un planeta específico, sea que el reino haya sido totalmente leal, teñido de mal, o maldecido por el pecado — sean cuales fueren los antecedentes — tarde o temprano, la gracia de Dios y el ministerio de los ángeles inaugurarán el día del advenimiento de los Hijos Instructores Trinitarios; y su partida, después de su misión final, inaugurará esta maravillosa era de luz y vida. [LU 52:7.14]
Entonces podremos alentar todas nuestras esperanzas, pero sin prisa, ya que: Todos los mundos de Satania pueden unirse en la esperanza de aquél que escribió: «Sin embargo nosotros, de acuerdo con su promesa, esperamos un nuevo cielo y una nueva tierra, en la cual mora la rectitud. Por lo tanto, amados, ya que buscáis estas cosas, sed diligentes para que aquél os pueda encontrar en paz, sin manchas ni culpas». [LU 52:7.15]