© 2000 Kathleen Swadling
© 2000 Asociación Urantia Internacional (IUA)
Las Enseñanzas De Jesús Sobre El Reino Del Dios | Journal — Septiembre 2000 — Índice | El Espíritu de la Verdad, los Ángeles Guardianes y Otros Amigos |
Kathleen Swadling, Australia
Se me ha pedido que plantee el tema «Viviendo la voluntad de nuestro Padre; compartiendo a Dios, la sublime consciencia de ir conociendo de Dios». Cuando me fue pedido por primera vez introducir este asunto, mis pensamientos inmediatos fueron: «¡Oh, cielos! ¿Cómo voy a hablar sobre algo tan inmenso y tan profundo? ¿Sobre algo tan cercano a mi corazón sin distorsionar la verdad y belleza de algo que yace más allá del reino de las palabras?».
Pensé: «¿Cómo puedo tratar este tema a un grupo de personas religiosas sin contarles nada que ellos no sepan ya … sin hablar como «predicando al coro?» Pensé: «¿Cómo puedo hablar sobre algo que realmente sólo puede ser comprendido y reconocido, en su mayor parte, por nuestras acciones — por el fruto del espíritu?». Tenía dudas sobre si podría hacerlo justicia o no.
Me gustaría ambientar este tema compartiendo con ustedes un par de fragmentos inspiradores que me ayudaron a motivar mi exposición.
Uno es una canción y el otro es una pintura. Ambos me han conmovido al nivel del alma y sentí que me gustaría compartirlos con vosotros porque, para mí son una demostración de cómo un par de personas -un compositor y un artista- han elegido compartir una parte de sus naturalezas espirituales con nosotros a través del uso del medio artístico.
Ellos han sido capaces de producir algo que tiene el potencial de conmover el alma de las personas y elevarlas al lugar sublime donde la verdad y la belleza se pueden sentir. Esta pintura fue hecha por un artista iraní llamado Mohmoud Farshchian y se llama «Adoración»; una imagen de un hombre llegando hasta Dios. La melodía se llama «Horizonte» y está escrita y cantada por mi marido, Trevor. Para mí esta canción también representa una actitud del alma; una declaración de fe y una consagración a la realización de la voluntad de Dios de un hombre que sinceramente comparte su vida interior con el Padre.
Mientras que la mayoría de nosotros podría no poseer los talentos que nos permiten compartir valores sentidos en el alma a través de medios artísticos, a todos se nos ha dado una personalidad única con talentos individuales, un espíritu morador, y la libertad de elegir para crear un mundo de significados y valores que pueden ser compartidos con nuestros compañeros. Y cuando se comparten, pueden producir sentimientos tan poderosos y conmovedores como algunos de los trabajos producidos por artistas talentosos y conscientes de Dios.
La clave para vivir la voluntad del Padre es compartir nuestra vida interior con él -la sublime consciencia de ir conociendo a Dios- y hacer elecciones respecto a compartir aquella parte del Padre dentro de nosotros tal como se manifiesta a través de la única personalidad de cada uno. Se trata de tener el deseo de ver el espíritu del Padre en nuestros compañeros y reconocer la bondad, la verdad y la belleza de la manera en que el espíritu del Padre se manifiesta a través de cada personalidad única.
Todos y cada uno de nosotros posee una piedra preciosa que subyace bajo los escombros de nuestra naturaleza imperfecta, y tal gema es lo que se llama el alma. Y debido a que el alma es algo evolutivo y creciente, es fácil que quede ocultado bajo los escombros. Todos tenemos la opción de elegir qué buscar en la vida y qué buscar en nuestros semejantes. Podemos elegir ver sólo la parte exterior de la naturaleza imperfecta y tener sólo eso en cuenta cuando tratamos con nuestros compañeros, o podemos buscar la piedra preciosa -el alma-y fijarnos en ella.
Pero de la misma manera que para la mayoría de las piedras preciosas, se requiere esfuerzo y determinación descubrir las glorias maravillosas del espíritu. Se requiere
un motivo para perseverar; se requiere amor y el deseo de hacer el bien a otros. Pero ¿cómo llegamos a ese estado en el cual estamos tan saturados con amor y el deseo de hacer bien a otros que tenemos el incentivo e impulso interior para perseverar y buscar la bondad en nuestros semejantes? ¿Cómo llegamos al punto donde estamos sinceramente interesados en nuestros compañeros y dispuestos a hacerles partícipes de nuestro interés?
Antes de intentar responder a estas preguntas me gustaría explorar lo que realmente significa tener una razonable buena idea en nuestro propio corazón y mente sobre lo que realmente es la «voluntad de Dios», ya que pienso que hay mucha confusión alrededor de la frase «la voluntad de Dios».
Me he figurado que la mejor manera de hacer esto era compartir con ustedes mi propia experiencia, el punto donde llegué a sentirme cómoda en mi propia mente en cuanto a la distinción de lo que «la voluntad de nuestro Padre» significa para nosotros como individuos.
Hay un pasaje en El Libro de Urantia que me llama la atención sobre todos los demás; es uno que da una definición concisa sobre la «voluntad de Dios». Una y otra vez he escuchado a muchos de mis honestos amigos buscadores de Dios: «Pero… ¿cómo sé cuál es la voluntad de Dios?» Surge esta pregunta en grupos de estudio constantemente.
Muchos se encuentran con que tienen un ardiente deseo de hacer la voluntad del Padre pero no tienen idea de cómo se supone que llegamos a conocer cuál es la voluntad divina para nosotros. Después de todo, El Libro de Urantia nos cuenta que mucho del trabajo de los Ajustadores del Pensamiento se hace mientras estamos inconscientes, puesto que nos dice:
Pero un ser humano baría mejor en errar rechazando la expresión de un Ajustador creyéndola una experiencia puramente humana que en equivocarse al exaltar una reacción de la mente mortal a la esfera de dignidad divina. Recordad que la influencia del Ajustador del Pensamiento es en su mayor parte, aunque no totalmente, una experiencia superconsciente. [LU 110:5.5]
Pasajes como éste hacen que muchos de nosotros, estoy segura, seamos cautos respecto a presumir de saber lo que la voluntad de Dios es para nosotros por temor a caer víctimas de una auto-ilusión. Después de todo, sabemos de muchos fanáticos que justifican sus extrañas o incluso malvadas acciones declarando que están haciendo la voluntad de Dios.
Con el paso de los años en mi búsqueda por Dios me he cuestionado esto una y otravez. Antes de convertirme en estudiante de El Libro de Urantia intenté muchos y diferentes métodos en la tentativa de «oír» lo que Dios quería que hiciera. Si tenía una importante decisión que hacer en mi vida, tendía a volverme muy ansiosa si no recibía una dirección muy clara de Dios. Quería que Dios me mostrara o dijera lo que era su voluntad en tal o en cual situación. Entonces me sentía atrapada por el miedo y ansiedad en el caso de que cometiera la decisión equivocada. Podemos vernos a nosotros mismos abocados a un estado terrible donde deseamos sinceramente hacer la voluntad de Dios pero a la vez somos incapaces de hacernos una idea de lo que su voluntad es.
Pensaba a veces: ¿Por qué simplemente no nos señala su voluntad en el cielo, con luces de neón, para que esté claro para todos? Bien, pronto descubrí que, afortunadamente, las maneras de Dios no eran las mías. También descubrí que las vías de Dios son infinitamente más sabias. Cuando me topé con este pasaje de El Libro de Urantia el cual me dio la respuesta a mi cuestión, mi mente finalmente descansó de la hirviente cuestión de lo que la «voluntad de Dios» realmente significaba.
Hacer la voluntad de Dios es ni más ni menos que una exbibición de la disposición de la criatura a compartir la vida interior con Dios… [LU 111:5.1]
Lo leeré de nuevo: Hacer la voluntad de Dios no es ni más ni menos que una exbibición de la disposición de la criatura a compartir la vida inte rior con Dios… [énfasis mío]
Aquella declaración me dió entre los ojos como un trueno-mejor que una luz de neón en el cielo. Su simplicidad y su belleza es como la naturaleza y el carácter de Dios tal como Jesús nos reveló y como está revelado a lo largo de todo El Libro de Urantia.
No es que la manera de Dios sea ir diciéndonos lo que deberíamos o no deberíamos hacer en ciertas circunstancias; necesitamos imaginárnoslo nosotros mismos. Sin embargo, nos ha equipado con todo lo que necesitamos para tomar decisiones a la luz de lo que entendemos por verdadero, bello y bueno. Exhibiendo una disponibilidad para compartir nuestra vida interior con Dios, nos ponemos a nosotros mismos en un cuadro mental donde, por voluntad propia, tratamos de conversar y compartir con la misma fuente de todas las cosas verdaderas, bellas y buenas. Mientras que el requerimiento es simple — una manifestación de la disposición de la criatura a compartir la vida interior con Dios- las repercusiones son inmensas. De ahí que digan que hacer la voluntad del Padre es eso ni más ni menos. Las cosas tienen una manera de producirse cuando somos sinceros sobre querer compartir nuestras vidas con Dios, nada más.
Pero hay mucho más que necesitamos hacer. Darse cuenta de que la voluntad de Dios es sencillamente el tratar honestamente de compartir nuestra vida interior con él es sólo el comienzo.
Esta acción en realidad nos pone en un marco mental donde somos capaces de tomar decisiones y entender cosas bajo la luz de la consciencia de estar verdaderamente en la presencia del Creador. Por consiguiente, intentamos hacer lo mejor y ser honestos con nosotros mismos; no se puede esconder nada de Dios cuando sinceramente intentas compartir tu vida interior con él. La parte de «entendimiento» — la toma de decisiones mientras somos conscientes de estar en su presencia — es la base de nuestro poder para elegir el tomar decisiones sobre el acometecer de poderosos hechos con su colaboración.
Es dentro de la consciencia con Dios, en la palestra de elección mental donde estamos equipados con ese poder espiritual que sólo viene a través de una fe inamovible y un coraje que no desfallece; es lo que determina nuestros frutos espirituales y el tipo de efecto que podríamos tener en los demás hijos de nuestro Padre. Todo lo útil que podamos ser en el servicio a nuestros semejantes.
Ahora mismo me gustaría que nos embarcáramos en el proceso por el que el alma evoluciona y la personalidad se ve conducida por el deseo de servir a nuestros semejantes -donde el deseo de hacer la voluntad de Dios se convierte en la viviencia efectiva de su voluntad. El regalo de revelación se nos ha dado para aumentar nuestras ideas. En cierto sentido, podríamos decir que la revelación es la manera abierta de Dios de decirnos lo que deberíamos hacer.
El Libro de Urantia es un poco como un manual para vivir. Todas las respuestas están allí y si estudiamos el libro en profundidad y verdaderamente intentamos abrazar las enseñanzas en nuestra vida, no podemos equivocarnos. Se nos ha dado un marco para pensar; un marco dentro del estadio de nuestra mente para formular y valorar nuestros pensamientos y después decidir qué hacer con nuestra comprensión de la información que se nos ha dado.
¿Qué hace que el alma crezca?
Sabemos por nuestro estudio de El Libro de Urantia que el alma se desarrolla como resultado directo de la interacción entre el yo y el fragmento morador del Padre, como resultado de la libre elección de la voluntad de la personalidad para seguir las enseñanzas del espíritu morador, el Ajustador del Pensamiento. También sabemos que este proceso es, en su mayor parte, inconsciente. Pero somos conscientes de ciertas experiencias que liberan una elección de valor espiritual que contribuirá al crecimiento de nuestra alma.
¿Cómo sabemos cuándo hemos experimentado una realidad espiritual? ¿Cómo discernimos lo que conlleva una experiencia espiritual genuina? Hé aquí una sugerencia:
Partamos de un pensamiento. Puede que aparezca sin más en nuestra mente o puede que se nos haya presentado con una pieza de información de algo que hayamos leído u oído decir a alguien. Lo formulamos en nuestra mente de tal manera que lo racionalizamos. Entonces recibimos una sensación de comprensión, y si discernimos un contenido de verdad detrás de ello, sentimos un «darse cuenta de» lo cual forma parte de una experiencia. El pensamiento entonces se mueve más allá del reino de los pensamientos y se convierte en experiencia; una experiencia de comprensión, una experiencia de conocimiento.
Cuando experimentamos la comprensión de una verdad, tenemos una revelación personal y sentimos algo; sentimos una sensación de apreciación o una sensación de belleza contenida en la verdad a la que hemos accedido. El experimentar la apreciación de belleza —una revelación— nos da una sensación elevadora, un sentimiento de asombro. A menudo usamos el termino «asombro inspirador», estamos conmovidos e inspirados por la belleza del ‘darse cuenta’ de una verdad; estamos experimentando algo bueno, estamos experimentando algo divino; una auténtica realidad espiritual.
Y se nos ha dicho en 132:3.4:
La verdad revelada, la verdad descubierta personalmente, es la delicia suprema del alma humana; es la creación conjunta de la mente material y del espíritu interior. La salvación eterna de un alma que discierne la verdady que ama la belleza, está asegurada por ese hambre y esa sed de bondad que conducen a este mortal a desarrollar una sola finalidad, la de hacer la voluntad del Padre, encontrar a Dios y volverse como él. [LU 132:3.4]
De modo que podemos conjeturar que aquellas experiencias que tenemos y que han inspirado un sentimiento de asombro y una apreciación de la verdad, belleza y bondad están siendo experimentadas al nivel del alma; ¿quizá aquel nivel que evoluciona y crece según el grado en el que elegimos preocuparnos de los significados y valores que son como de Dios?. Experimentar una realidad espiritual nos eleva a un estado superior de consciencia o a un lugar donde no llegan las palabras. Sean cuales sean las palabras que empleemos para describir la experiencia, sabemos que nos lleva a una paz mental y a una claridad de pensamiento. Algo de significado y valor ha ocurrido. Podemos leer en:
Siempre y cuando el alma morontial evolutiva del hombre se satura de verdad, belleza y bondad como valor-realización de la conciencia acerca de Dios, el ser resultante se volverá indestructible. Si no hay supervivencia de los valores eternos en el alma evolutiva del hombre, entonces la existencia mortal no tiene significado, y la vida misma es una ilusión trágica. [LU 111:3.7]
¡Una ilusión trágica! ¿Quién de entre nosotros querría vivir una vida de ilusión trágica? Por tanto, el único tipo de realidad de vida que merece la pena vivir es una vida donde estemos viviendo la voluntad de Dios, donde estamos haciendo elecciones y tomando unas decisiones en nuestros escenarios mentales que tienen valor espiritual. ¿Cuál sería el propósito de vivir la vida de otra manera?
De modo que ¿cómo reconciliamos estos valores recogidos y revelaciones descubiertas en nuestra vida interior con la batalla del día a día de nuestra existencia diaria? ¿Cómo nosotros, mortales luchadores, hacemos para asirnos a tan increíbles ideas en nuestra vida práctica del día a día? Nuestra vida diaria está llena de luchas y desafíos que necesitan ser tratados en cuerpos y mentes dominadas por reacciones de animal mamífero a impulsos electro-químicos y hormonales.
Qué extraño dilema al que nos encontramos la mayoría de las veces: Luchamos por valores superiores y anhelamos un atisbo de realidades espirituales mientras batallamos en el tiempo con nuestra naturaleza inferior de origen animal. Sin embargo, podemos encontrar consuelo en el pasaje de El Libro de Urantia que trata de esta gran paradoja humana.
Muchos de los problemas temporales del hombre mortal surgen de su relación dual con el cosmos. El hombre es parte de la naturaleza — existe en la naturaleza- y sin embargo es capaz de trascender la naturaleza. El hombre es finito, pero reside dentro de él un destello de infinidad. Dicha situación dual no sólo provee el potencial para el mal sino que también engendra muchas situaciones sociales y morales cargadas de gran incertidumbre y considerable ansiedad. [LU 111:6.1]
Llena de mucha incertidumbre y no poca ansiedad; puede dar cuenta de ello. De modo que, dadas las dificultades por las que tenemos que pasar cada día, dada nuestra imperfección, y humilde estado evolutivo, ¿Cómo compartimos nuestra consciencia de Dios con otros y volvemos nuestras vidas interiores hacia el exterior?
Si hemos decidido que la única vida que merece vivir es una vida de servicio y consagración a la voluntad de Dios, y si sabemos que el hecho de la voluntad de Dios está unido intrínsecamente con la búsqueda de Dios en todos y cada uno de nuestros semejantes —buscando las piedras preciosas—, entonces necesitamos preocuparnos principalmente de nuestras relaciones con el otro.
¿Cuán fácil es para nosotros pasar por alto a nuestros semejantes porque estamos demasiado metidos en la existencia mundana de preocupaciones mundanas y triviales? ¿Cuánto valoramos las ganancias materiales en detrimento de la utilización del tiempo en conocer a aquellos que nos rodean? ¿Cuán rápidamente tachamos a alguien de nuestra lista porque no nos hemos tomado la molestia de tomarnos el tiempo en mirar más allá de la superficie y buscar la piedra preciosa? ¿Cuántas veces hemos herido a otro con palabras sin pensar? ¿Con qué facilidad criticamos, y cuán ineptos somos prestando atención y escuchando realmente a los demás? ¿Cuántas veces evitamos ser demasiado amistosos en caso de que nuestro valioso tiempo se vea requerido por objetivos materiales?
Si nos encontramos culpables de algo de lo expuesto arriba, quizá es tiempo de reconsiderar nuestras prioridades. Quizás es tiempo de hacer algunos ajustes serios a nuestras actitudes mientras cargamos con nuestras actividades del día a día.
No estoy defendiendo que abandonemos nuestras búsquedas materiales; ello crearía demasiado desequilibrio práctico en nuestra vida y en el mundo físico en el que vivimos. Lo que estoy defendiendo es que alteremos nuestra actitud mientras desarrollamos nuestras responsabilidades y deberes temporales y diarios.
Si nuestra preocupación principal es vivir de acuerdo con la voluntad de Dios, y si ponemos empeño en prometernos a Dios durante nuestras sesiones de vida interior con él respecto al ser conscientes de esa preocupación principal, entonces debería ser más fácil para nosotros ver a nuestros semejantes tan preciosos a los ojos de nuestro Padre, y por tanto valdría la pena tomarnos el tiempo en desarrollar la amistad.
Jesús fue capaz de conmover a tanta gente en su vida diaria porque siempre mostró interés hacia ellos. El les preguntaba cosas y les motivaba. Me gustaría compartir algunas joyas de El Libro de Urantia sobre la amistad para ilustrar este punto importante:
El aislamiento tiende a agotar la carga de energía del alma. La asociación con los semejantes es esencial para renovar el entusiasmo por la vida, e indispensable para conservar la valentía necesaria en las batallas que siguen a la ascensión a unos niveles superiores de vida humana. La amistad intensifica las alegrías glorifica los triunfos de la vida. Las asociaciones humanas afectuosas e intimas tienden a quitarle al sufrimiento su tristera, y a las dificultades mucho de su amargura. La presencia de un amigo aumenta toda belleza y exalta toda bondad. [LU 160:2.8]
En la personalidad de Jesús había algo de agradable e inspirador que atraía invariablemente a los jóvenes. Siempre hacía que se sintieran a gusto en su presencia. Quizás su gran secreto para permanecer entre ellos consistía en el doble hecho de que siempre se interesaba por lo que estaban baciendo, mientras que raramente les aconsejaba, a menos que se lo pidieran. [LU 129:1.9]
Ganid había notado que la mayoría de las personas que habían encontrado por casualidad se sentían atraídas por Jesús, y por ello preguntó qué tenía uno que hacer para ganar amigos. Su Maestro le dijo: «Interésate por tus semejantes; aprende a amarlos y vigila la oportunidad de hacer algo por ellos que estás seguro que desean»; luego citó el antiguo proverbio judio: «Un hombre que quiere tener amigos debe mostrarse amistoso». [LU 130:7.2]
Toma buena cuenta de las palabras del Maestro mismo: «Interésate por tus compañeros …».
Entrenad vuestra memoria para que guarde como un depósito sagrado los episodios fortalecedores y valiosos de la vida, a fin de poder recordarlos a voluntad, para vuestro placer y edificación. Construid así, para vosotros y dentro de vosotros, museos de belleza, de bondad y de grandeza artística. Los recuerdos más nobles son las memorias atesoradas de los grandes momentos de una hermosa amistad. [LU 160:4.12]
Estos altos niveles de vida humana se logran en el amor supremo de Dios y en el amor altruista del hombre. Si amas a tus semejantes, debes haber descubierto sus valores. Jesús amaba tanto a los hombres, porque les adjudicaba un valor tan alto. Puedes mejor descubrir los valores de tus asociados descubriendo sus motivaciones. Si alguien te irrita, te produce sentimientos de resentimiento, debes buscar con simpatía el discernimiento de su punto de vista, sus razones de una conducta tan censurable. Una vez que entiendas a tu prójimo, te volverás tolerante, y esta tolerancia crecerá en amistad y madurará en el amor. [LU 100:4.4]
Jesús podía ayudar tanto a los hombres porque también los amaba sinceramente. Amaba realmente a cada hombre, a cada mujer y a cada niño. Podía ser un amigo así de auténtico debido a su perspicacia extraordinaria — conocía plenamente el contenido del corazón y de la mente del hombre. Era un observador penetrante y lleno de interés. Era experto en comprender las necesidades humanas y bábil en detectar los anhelos humanos. [LU 171:7.4]
Cuando la gente está tan acostumbrada a estar sola, aislada, a vivir desconsiderada e ignorada, incluso aunque pueda estar rodeada por una multitud de seres humanos semejantes, y entonces alguien viene y muestra un genuino interés en ellos por saber quiénes son, esa persona puede conmoverse y puede sentirse estimulada porque alguien ha tomado un auténtico interés en él. ¡Hay tanta gente que anda perdida y sola!. ¡Tantos vacilando en oscuridad espiritual!. Tomando un interés en la gente y compartiendo vuestra realidad con tus compañeros se nos han dado incontables oportunidades en nuestra vida diaria para traer un poco de luz a las vidas de los demás.
Me gustaría resaltar un punto más que yo creo que redondea este tema de compartir a Dios; de compartir nuestra vida interior y vivir la voluntad de nuestro Padre. Me gustaría que consideráramos un test mordaz para nuestra efectividad a la hora de practicar este ideal. Digamos que hemos trabajado duro en nuestra vida interior, que hemos desarrollado hábitos donde regularmente exhibimos nuestra disposición a compartir nuestra vida interior con el Padre. Nos sentimos cómodos con esa relación. Digamos que también hemos encontrado más fácil tomarnos un interés en las cosas de nuestros compañeros, en hacernos amigables; estamos aprendiendo a amar un alma más cada día. Nos sentimos mucho más cómodos con nuestra actitud en el escenario social.
Aquí está ahora el test mordaz: ¿Cuánto de efectivos somos trabajando con aquellos hacia quienes ha crecido nuestro amor y admiración?. Se nos dice en:
De todos los problemas en el universo que requieren el ejercicio de una sabiduría consumada de experiencia y adaptabilidad, ninguno es más importante que los que surgen de las relaciones y asociaciones de los seres inteligentes [énfasis mío]. Sea en las asociaciones humanas de comercio y negocios, de amistady matrimonio, o en los enlaces de las buestes angélicas, siempre surgen fricciones mezquinas, malentendidos menores, demasiado triviales como para llamar la atención de los conciliadores, pero suficientemente irritantes y perturbadores como para estorbar el mecanismo normal del universo, si se permite que se multipliquen y continúen. [LU 28:5.13]
Como en el matrimonio y en la vida familiar donde se presentan constantemente desafíos trabajando y viviendo con aquellos que más amamos en nuestra vida, así somos desafiados cuando tenemos que trabajar y cooperar con el otro en una comunidad más extensa. ¿Cómo hacemos para tratar con alguien con quien podemos no estar de acuerdo y con quien necesitamos trabajar de manera que tengamos hecho cierto trabajo? Podemos amarles afectuosamente pero pensamos que están equivocados en una situación determinada, o que están mostrando un juicio pobre; y aún, de alguna manera, necesitamos trascender las diferencias de opinión para lograr realizar la tarea.
Ahora viene un buen test mordaz para ver cuán efectivamente podemos estar manteniendo la amistad. ¿Terminarán los desacuerdos en un punto muerto donde la amistad se vea en peligro? ¿Era la amistad algo sólo superficial, para que fácilmente se pudiera hacer añicos? Puede ser fácil amar a nuestros semejantes si no necesitamos tratar y trabajar con ellos. Puede ser fácil amar al otro en conferencias y en grupos de estudio, pero si se nos pone juntos en un comité o un equipo … entonces, ¿qué?.
Lo que estoy defendiendo aquí es no deberíamos sentirnos demasiado engreídos sobre nosotros mismos en la medida en que nuestra espiritualidad avanza observando nuestras relaciones con el otro hasta que se nos ha puesto en el test de ver cuán efectivos somos al trabajar con el otro. El Libro de Urantia nos dice en 28:5.14:
Una de las lecciones más importantes que debéis aprender durante vuestra carrera mortal consiste en trabajar en equipo. Las esferas de perfección tienen un personal que proviene de los que han dominado este arte de trabajar con otros seres. [LU 28:5.14]
Sabemos de estudiar El Libro de Urantia que la maestría de trabajar con otros es uno de los principales rasgos de la carrera evolutiva y finita de nosotros los mortales.
Si estudiamos la sección de los mundos de entrenamiento en Edentia en LU 43:7.1 de El Libro de Urantia, vemos que va a ser una largo y dificultoso camino hasta dominar la maestría del trabajo en equipo y en hacer de nuestra socialización algo digno. A veces necesitamos conflicto para crecer.
Algunas veces, verdades importantes salen al exterior durante un conflicto con alguien a quien amamos. Deberíamos tener cuidado en no ceñirnos en el hecho de que hay conflicto, y no deberíamos preocuparnos realmente mucho sobre el hecho de que podríamos no manejarlo muy bien. Más bien, deberíamos estar continuamente trabajando en cómo manejarnos mejor la próxima vez y ayudarnos el uno al otro aprendiendo cómo enfrentarnos mejor a ello.
Lo que es inexcusable es si permitimos que el conflicto destruya la relación. Los que estamos hoy aquí hemos venido a esta conferencia debido al amor e interés en El Libro de Urantia y porque todos hemos sido conmovidos por las verdades recogidas en este libro. Nuestra vida interna ha sido tan tocada por la emoción de las realidades espirituales percibidas que nos sentimos movidos a mejorar nosotros mismos y el mundo en general aprendiendo más sobre estas enseñanzas, y en explorar caminos para divulgar estas enseñanzas a nuestros semejantes por todo el mundo. ¿Cuántos de nosotros han sentido la llamada al servicio a través de este pasaje de 2:7.10:
El desafio religioso de esta era pertenece a aquellos hombresy mujeres visionarios, progresistas y con discernimiento espiritual que se atrevan a construir una nueva y atrayente filosofía de la vida a partir de los ampliados y exquisitamente integrados conceptos modernos de verdad cósmica, belleza universal y bondad divina. Tal visión nueva y recta de la moralidad atraerá todo lo que es bueno en la mente del hombre y estimulará todo lo mejor del alma humana. [LU 2:7.10]
Hemos sido retados en El Libro de Urantia a encontrar maneras y medios de diseminar la revelación de la quinta época. Aquellos de nosotros que hemos elegido trabajar en grupos o en equipos debemos aprender cómo trabajar efectivamente juntos a nuestros amigos. Debemos aprender a enfocar nuestros objetivos comunes mientras a menudo nos confrontamos con el desafío de no estar de acuerdo con nuestros queridos amigos. Las amistades son puestas en el mordaz test de la realidad cuando se confrontan con tales desafíos.
El Libro de Urantia nos da muchas lecciones trabajando efectivamente juntos. Si nosotros, como equipos de lectores de El Libro de Urantia, deseamos cambiar el mundo introduciendo el libro y sus enseñanzas a la humanidad, debemos siempre tener presente el poder del inteligente trabajo en equipo, emparejado con un sabio liderazgo. Se nos ha dicho en la página 911 de El Libro de Urantia:
En la civilización mucho, pero mucho, depende de un espíritu de empresa entusiasta y eficar. Diez hombres valen muy poco más que uno solo para levantar una gran carga a menos que la levanten todos juntos — todos al mismo tiempo. Este trabajo de equipo — cooperación social— depende del liderazgo. [LU 81:6.37]
Los ingredientes esenciales para un trabajo en equipo efectivo es para los miembros del equipo ponerse de acuerdo en los objetivos y para cada miembro reconocer, adoptar y cooperar con los otros miembros del equipo y con sus líderes. Esto a menudo significa enfrentarse al desafío de tener aceptar algo con lo que no estemos de acuerdo.
Un par de grandes obstáculos para una cooperación exitosa yace en el hecho de que muchos de nosotros poseemos la inmadura tendencia a reverenciar el individualismo así como a desconfiar de aquellos con cualidades de liderazgo o aquellos que están en posiciones de liderazgo. Podemos abortar la efectividad de un equipo riñendo con los demás por diferencias de estilo o opinión. Los apóstoles Natanael y Tomás muestran dos interesantes casos de estudio en trabajo de equipo efectivo e inefectivo. En sus consejos y advertencias finales a los apóstoles, Jesús dijo a Natanael:
«Natanael, has aprendido a vivir por encima de los prejuicios y a practicar una tolerancia creciente desde que te convertiste en mi apóstol. Pero tienes que aprender muchas más cosas. Has sido una bendición para tus compañeros, porque tu constante sinceridad siempre les ha servido de aviso. Cuando me haya ido, es posible que tu franqueza te impida llevarte bien con tus hermanos, tanto antiguos como nuevos. Deberías aprender que incluso la expresión de un pensamiento bueno debe ser modulada de acuerdo con el estado intelectual y el desarrollo espiritual del oyente. La sinceridad es extremadamente útil en el trabajo del reino cuando está unida a la discreción.
«Si quisieras aprender a trabajar con tus hermanos, podrías realizar cosas más duraderas, …» LU 181:2.21-22
Jesús también dijo a Natanael: «Si me sirves pues de todo corazón, asegúrate de que te consagras al bienestar de mis bermanos en la tierra con un afecto incansable. Incorpora la amistad a tu consejo y añade el amor a tu filosofía. Sirve a tus semejantes como yo te he servido. Sé fiel a los hombres como yo he velado por ti. Sé menos crítico; espera menos de algunos hombres y disminuye asi la magnitud de tus decepciones». [LU 192:2.10]
Observa cómo Jesús dice a Natanael: «Si quisieras aprender a trabajar con tus hermanos, podrías realizar cosas más duraderas» y cómo le proporcionó un completo juego de instrucciones sobre cómo acometer una mayor tolerancia por sus semejantes.
Sabemos, sin embargo, que Natanael no podía trabajar con Pedro y los otros después de Pentecostés (LU 192:4.7) ya que se oponía al cambio de la proclamación del evangelio de la filiación con Dios y la hermandad con el hombre por el de la proclamación del Cristo resucitado. Así que aunque estaba en lo cierto de hecho, echó de menos la verdad esencial de perseverar con sus semejantes en la construcción de la causa mayor.
Natanael fue incluso descrito como el genio excéntrico de los doce [LU 139:6.4]. Si hubiera permanecido y trabajado con el equipo tal como Jesús le entrenó, quizá su mayor comprensión del mensaje evangélico de Jesús hubiese llegado a tener un impacto positivo en la dirección que tomó el movimiento cristiano. Tal como ocurrió, se fue solo a la India y sin duda hizo un buen trabajo, pero cuánto más hubiese podido acometer si simplemente hubiese tenido en cuenta el consejo preferido de Jesús hacia él.
Mientras Natanael lo pasaba mal trabajando con aquellos que no coincidían con él, Tomás por el contrario mostró más tolerancia. En 139:8.8 se nos dice:
En los consejos de los doce, Tomás era siempre precavido y defendía la política de «primero la seguridad», pero si se votaba en contra de su conservadurismo o se rechazaba, siempre era el primero en lanzarse intrépidamente a ejecutar el programa que se babía aprobado. Una y otra vez se oponía a un proyecto determinado por considerarlo arriesgado y temerario, y lo debatía encarnizadamente hasta el final; pero cuando Andrés sometía la proposición a votación, y cuando los doce escogían hacer aquello contra lo que se babía opuesto tan enérgicamente, Tomás era el primero en decir: «V Vamos!». Era un buen perdedor. No guardaba rencor ni alimentaba resentimientos. Una y otra vez se opuso a dejar que Jesús se expusiera a un peligro, pero cuando el Maestro decidía correr ese riesgo, siempre era Tomás el que reunía a los apóstoles con sus valientes palabras: «Venid, camaradas, vamos a morir con él». [LU 139:8.8]
Podemos aprender mucho de Tomás, quien mostró una increíble disposición a proseguir con el programa incluso si no coincidía plenamente con los métodos elegidos por sus líderes y actuantes compañeros de equipo.
De modo que, mis compañeros estudiantes de El Libro de Urantia, pido que manifestemos las verdaderas actitudes de nuestra alma cuando trabajemos con los demás.
Pido que aprendamos a luchar y crecer desde el conflicto y formemos poderosos equipos de hombres y mujeres dispuestos a comprometerse a sí mismos al trabajo de la revelación Urantia. Ojalá aprendamos a cooperar con los demás de manera que alcancemos fines con significado, y no nos dividamos en facciones desilusionadas, buscando sólo hermanos y hermanas de mente parecida con los que sea más fácil trabajar. Ojalá no volvamos nuestra espalda al programa porque no nos gusten las elecciones de nuestros líderes o compañeros de trabajo. Ojalá permanezcamos unidos, enfocados en nuestras metas comunes, y nos acostumbremos al largo camino, el cual está garantizado ser difícil pero sin duda excitante y recompensador.
Para cerrar este tema de «Vivir la voluntad del Padre; compartiendo a Dios, la sublime consciencia de conocer a Dios», me gustaría resumir diciendo que el auténtico valor de cualquiera experiencia genuina de vida interna espiritual es la medida en que compartimos nuestro auténtico yo con otros, la medida en que amamos fielmente, servimos a nuestros semejantes y mantenemos ese amor a través de las tormentas del tiempo. En la página 1096 leemos:
La religión no es una técnica para llegar a una paz mental estática y dichosa; es un impulso hacia la organización del alma para el servicio dinámico. [énfasis mío] Es enlistar la totalidad del yo para el servicio leal del Dios amante y para servir al hombre [LU 100:3.1]
Cuando el creyente está realmente movilizado por el poder espiritual que viene como resultado de la sincera consagración a hacer la voluntad de Dios, entonces los frutos del espíritu ciertamente se manifestarán; el alma se llegará a organizar para el SERVICIO DINÁMICO.
Gracias por su atención. Dios les bendiga a todos.
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