© 1994 Ken Glasziou
© 1994 The Brotherhood of Man Library
¿Cuándo un «Corazón» no es un «Corazón»? | Volumen 1 - No. 3 — Índice | Corazón —el Alfa y Omega de la Espiritualidad |
Condensado de Jacob Needleman, «El cristianismo perdido. Un viaje de redescubrimiento al centro de la experiencia cristiana».
En un libro sobre religión comparada, el profesor Jacob Needleman ha tratado de abordar la cuestión de qué se ha perdido o qué falta en las enseñanzas de las grandes religiones del mundo. Needleman cree que ha sucedido algo que prácticamente ha detenido el progreso de la humanidad hacia ese estado que El Libro de Urantia llamaría «luz y vida».
Después de muchas entrevistas con líderes religiosos de muchos países, incluidos budistas, hindúes, taoístas y musulmanes, el profesor Needleman llegó a estas conclusiones:
Es muy poco lo que hay que cambiar aparte de estos dos factores:
Reconocimiento de que la verdad es la conciencia sostenida del error. Sólo así el Espíritu Santo puede aparecer dentro del individuo.
Si buscamos lo que es posible dentro de nosotros mismos, lo que no es posible nos será añadido.
Esto parece bastante simple, pero buscar en el libro de Needleman una explicación detallada de su significado resultó ser tedioso y frustrante. Tal vez sea necesario para el beneficio de aquellos que están buscando. O tal vez sea un medio por el cual los académicos y los místicos se aseguran de no quedarse sin trabajo.
La clave del primer requisito se encuentra en el evangelio de Mateo (Mt 15:18-20). Algunos fariseos se habían acercado a Jesús para quejarse de que sus discípulos no se lavaban las manos de la manera ritual adecuada antes de comer. Jesús respondió que no es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre. Luego agregó:
«Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre». Mt 15:18-20
La Biblia enumera estos como malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios y blasfemias. El Libro de Urantia describe el mismo incidente pero dice:
«¿No sabes que es del corazón de donde provienen los malos pensamientos, los proyectos perversos de asesinato, robo y adulterio, junto con la envidia, el orgullo, la ira, la venganza, las injurias y los falsos testimonios?» LU 153:3.5
A lo anterior, Needleman agrega otra cita del evangelio de Mateo :
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia. ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio.» Mt 23:25-26
El espíritu divino no se pone en contacto con el hombre mortal por medio de los sentimientos o las emociones, sino en el ámbito de los pensamientos más elevados y más espiritualizados. Son vuestros pensamientos, y no vuestros sentimientos, los que os conducen hacia Dios. La naturaleza divina sólo se puede percibir con los ojos de la mente. Pero la mente que discierne realmente a Dios, que escucha al Ajustador interior, es la mente pura. «Sin santidad, ningún hombre puede ver a Dios». (LU 101:1.3)
El Libro de Urantia lo expresa con más fuerza:
«¡Ay de vosotros, escribas, fariseos e hipócritas! pues limpiáis escrupulosamente el exterior de la copa y del plato, pero dentro permanece la inmundicia de la extorsión, los excesos y el engaño. Estáis espiritualmente ciegos. ¿No reconocéis que sería mucho mejor limpiar primero el interior de la copa, y luego lo que rebosa limpiaría por sí mismo el exterior? ¡Réprobos perversos! Ejecutáis los actos exteriores de vuestra religión para cumplir literalmente con vuestra interpretación de la ley de Moisés, mientras que vuestras almas están impregnadas de iniquidad y llenas de intenciones asesinas». LU 175:1.18
En otras palabras, el mayor obstáculo para el mayor progreso espiritual de nuestro planeta son los continuos efectos nocivos de las emociones animales heredadas en la mayoría (¿todos?) de nosotros. El punto señalado por muchos de los líderes religiosos entrevistados por el profesor Needleman es que el necesario contacto íntimo con la presencia de Dios que mora en nosotros y que se requiere para el desarrollo continuo de nuestras almas, no puede ocurrir mientras nuestros corazones todavía alberguen esas cosas que Jesús dijo que nos contaminan.
Needleman afirma que una tragedia para la corriente principal del cristianismo es el concepto de que el alma llega a existir como una entidad completa, en lugar de algo que crece progresivamente a través de la experiencia con el Dios interior. Si creemos que nuestra alma ya es una entidad completa, entonces solo necesitamos asegurar su supervivencia. Esto es algo que muchos cristianos suponen que está asegurado debido a su creencia de que Jesús los ha salvado de las consecuencias de sus pecados (es decir, aquellas cosas que los contaminan). Por lo tanto, están más interesados en buscar el perdón por el pecado ya cometido, que en el proceso continuo de crecimiento espiritual del alma que podría estar disponible a través de la comunión íntima con el Dios-Espíritu interior.
Se requiere mucho auto cuestionamiento e introspección para desarrollar el «ser interior» —esa parte de nosotros que coopera con el Espíritu (de Dios) como intermediario entre el «cuerpo» (que incluye apetitos corporales, emociones y pensamientos) y el alma en crecimiento. Pero, habiendo limpiado nuestro «ser interior», todavía hay trampas que pueden paralizar un mayor crecimiento.
Una de ellas es la de los excesivos sentimientos de culpa, remordimiento, etc., que pueden surgir en el transcurso de la introspección sobre nuestros defectos. El crimen aquí no es tanto el pecado en sí mismo sino el tiempo perdido en la autoflagelación innecesaria. Por eso debemos concentrarnos en lo que es posible para nosotros, rectificar lo que podamos y confiar en la ayuda divina para lograr lo aparentemente imposible.
Un segundo problema que surge es que, habiendo alcanzado un grado de crecimiento de nuestro ser interior, muchos de nosotros gastamos nuestras energías en instruir a otros sobre lo que deberían estar haciendo, y fracasamos en el desarrollo ulterior de nuestras propias almas. En El Libro de Urantia, Jesús nos dice que tenemos que «ser» antes de poder «hacer», porque «hacer» sin «ser» simplemente nos etiqueta como hipócritas.
Un líder religioso cristiano entrevistado por el profesor Needleman definió a un cristiano como alguien que puede amar a todos los hombres de acuerdo con el mandamiento de amar a nuestro prójimo como Jesús nos ama. Para hacer esto tenemos que amar a todos los hombres tanto con nuestra mente (intelecto) como con nuestra «esencia» (corazón o alma). Si podemos amarlos solo con nuestra mente, entonces somos «precristianos» y, si ni siquiera eso, somos «no cristianos». Tenga en cuenta que, de acuerdo con esta definición, tenemos que amar a todos los hombres, incluso a nuestros enemigos y aquellos que nos usan con desprecio, para calificar como precristianos o cristianos. Entonces, a menos que hayamos superado esas cosas que vienen del corazón para contaminarnos, no vamos a calificar, mientras que muchos a quienes podríamos etiquetar como no cristianos, ateos, agnósticos o paganos pueden hacerlo.
Needleman dice que es para ayudar al surgimiento y desarrollo en él de aquello que puede armonizar los elementos reales de su naturaleza. El Libro de Urantia dice que es querer para él su mayor bien cósmico. LU 180:5.10 Quizás estas definiciones sean equivalentes. Needleman dice que podemos amar a otro solo de acuerdo con el grado en que hayamos activado el alma dentro de nosotros mismos. Amar a nuestro prójimo requiere mucho más que palabras, enseñanzas de conceptos o explicaciones intelectuales. Ese tipo de «educación» puede afectar sólo a la facultad de pensar. Para transmitir la verdad a nuestro prójimo, tenemos que alimentar el crecimiento en él de su alma. Sólo nuestro amor interesado puede nutrir su alma.
Mi Padre exige que todos sus hijos crezcan en la gracia y en el conocimiento de la verdad. Vosotros, que conocéis estas verdades, debéis producir cada vez más frutos del espíritu y manifestar una devoción creciente al servicio desinteresado de vuestros compañeros servidores. (LU 176:3.5)
Únicamente aquellos fieles servidores que crecen así en el conocimiento de la verdad, y que gracias a ello desarrollan la capacidad de apreciar divinamente las realidades espirituales, pueden esperar «compartir plenamente la alegría de su Señor». (LU 176:3.7)
Pero en la gran mayoría de los urantianos, el Ajustador debe esperar pacientemente la llegada de la liberación por medio de la muerte; debe esperar que el alma emergente se libere de la dominación casi completa de los modelos energéticos y de las fuerzas químicas inherentes a vuestra orden material de existencia. La principal dificultad que experimentáis para poneros en contacto con vuestro Ajustador consiste en esta misma naturaleza material inherente. Hay tan pocos mortales que sean verdaderos pensadores; no desarrolláis ni disciplináis espiritualmente vuestra mente hasta el punto de establecer una conexión favorable con los Ajustadores divinos. La mente humana hace casi oídos sordos a las súplicas espirituales que el Ajustador traduce de los múltiples mensajes de las transmisiones universales de amor procedentes del Padre de las misericordias. Al Ajustador le resulta casi imposible registrar estas directrices espirituales inspiradoras en una mente animal tan completamente dominada por las fuerzas químicas y eléctricas inherentes a vuestra naturaleza física. (LU 110:7.6)
Se definen tres tipos de amor:
El amor psicológico trata con la mente, el intelecto. Por sí mismo, este tipo de amor puede causar fragmentación.
El amor místico se preocupa por los aspectos internos o dirigidos hacia adentro de la naturaleza humana. Puede comunicar el ideal de la perfección interior pero no tiene medios prácticos para llevar a nuestro prójimo a su consecución.
Amor ontológico. El tercer tipo de amor tiene que ver con el fomento del alma. Sin esto, ni el amor psicológico ni el místico pueden conducir a los seres humanos a la realización de sus posibilidades reales, lo que El Libro de Urantia denominaría su máximo bien cósmico.
Parece que la mayor limitación para lograr el amor de todos los hombres que nos pueda calificar como cristianos «reales» está dentro de nosotros mismos. Es nuestra falta de atención seria a aquellas cosas que nos contaminan: los malos pensamientos, los malvados proyectos de asesinato, robo, adulterio, celos, orgullo, ira, venganza, insultos y falso testimonio los que bloquean la comunión y la interacción con nuestros Ajustadores del Pensamiento y el Espíritu de la Verdad.
Según Needleman, limpiar el interior para que el exterior también esté limpio requiere que renunciemos a todo otro trabajo espiritual para concentrarnos primero por completo en esta única cosa, «guardar nuestros corazones». Esto significa introspección con el objetivo positivo de encontrar formas de negar por completo los efectos perniciosos de nuestras emociones animales. Cuando hacemos esto, todas las demás virtudes se alcanzarán más fácilmente, permitiéndonos finalmente «ser» y así liberar nuestro potencial para «hacer».
Needleman ha llegado a la conclusión de que el progreso de la humanidad permanecerá estancado hasta que una proporción significativa de su gente se ofrezca como voluntaria para limpiar realmente sus pensamientos más recónditos, liberando así el poder del Espíritu en el mundo. ¡El Libro de Urantia llega a una conclusión similar!
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