© 2005 M. José Sánchez
© 2005 Asociación Urantia de España
Introducción de M. José Sánchez
Estando tan cerca de un monasterio donde reposan, ya muertos, tantos reyes y príncipes, no parece muy desacertado hablar sobre algunos aspectos que el libro de Urantia señala acerca de lo que nos espera tras la muerte.
Al leer el libro de Urantia, uno de los descubrimientos deslumbrantes que nos ofrece se refiere a que, por fin, atisbamos a qué se refería Pablo cuando decía «el ojo no ha visto, el oído no ha escuchado, a nadie se le ocurrió pensar lo que Dios ha preparado para los que aman» (1 Cor. 2). ¿Y qué nos han preparado tras la muerte? ¿La calma y la contemplación beatífica por toda la eternidad de la divinidad? ¿Acaso la fusión y la disolución en un ente abstracto? ¿El aburrimiento eterno y el tedio absoluto?
Según el libro de Urantia, debemos descartar la idea de la INACTIVIDAD, al contrario, proseguiremos en nuestra evolución de constante crecimiento y perfeccionamiento. Si la Deidad, allá por los albores de la eternidad, pudo quedarse complacientemente quieta en su eternidad e infinitud, y NO lo hizo, sino que se movió para asociarse con otras personas en la Trinidad y creó éste universo, lo mismo vamos a hacer sus hijos/as: asociarnos con otros seres, trabajar y ihasta crear! con la técnica de la trinidización.
En el libro se describen tres formas de trabajar y asociarse los hijos de Dios, en cuyo centro siempre está Dios y el Paraíso.
Este último aspecto es sobre el que vamos a charlar pues nuestro libro es muy concreto en muchos aspectos.
Así, nosotros podremos llegar a ser «Mensajeros poderosos», «Aquellos elevados en Autoridad» o «Aquellos sin nombre ni número», tras el abrazo de la Trinidad y así trabajar en los siete superuniversos. Es muy interesante lo que dice el libro sobre que la selección que hace el Paraíso para ingresar en un cuerpo o en otro no es arbitraria sino que es la experiencia personal y los valores espirituales lo que determinarán quien formará parte de este grupo de seres englobados en el término de «los Hijos Trinidizados de Logro». Así, la experiencia de la insurrección y el haber respondido lealmente ante ella nos capacitaría para ser «Mensajeros Poderosos», o las almas ascendentes que han desarrollado la habilidad de adorar al Padre con una comprensión que trasciende a sus coetáneos, las mentes espirituales superiores, formarían parte del grupo de «Aquellos sin nombre ni número».
Aunque no sólo habla el documento de los mortales pues también los «ángeles» (serafines y seres intermedios) o los mortales que se fusionan con el Espíritu o con el Hijo, logran el abrazo divino: son los «Hijos Trinidizados de Selección». Por ejemplo, los serafines ascendentes logran este reconocimiento por su valerosa cooperación con algún mortal ascendente que fue trinidizado y así recibe el abrazo divino para ser a partir de ese momento un «Custodio Trinidizado».
Pero, para mí, lo más impactante del capítulo es el siguiente apartado: cuando las criaturas replican la acción de la divinidad en la técnica de la trinidización. Cuando habla de los «Hijos Trinidizados de Perfección» unas maravillosas criaturas que han sido trinidizadas por criaturas del Paraíso-Havona o por mortales perfeccionados, algunas de las cuales son retrinidizadas por la Divinidad en un nuevo abrazo creativo.
Mas que perdernos en una farragosa taxonomía descriptiva acerca de los HIJOS DE DIOS TRINIDIZADOS, para mí, es más interesante saber distintos aspectos de la técnica suprema de la Trinidización. ¿En qué consiste la técnica de la trinidización? Esta suprema técnica creadora no es revelada plenamente salvo a los que han pasado por ella, por ello se nos da sólo un esbozo.
Al parecer, las criaturas sólo pueden participar en esta experiencia una vez, mientras que la Deidad del Paraíso no tiene límites en realizar episodios de trinidización. También nos comentan que con esta técnica se produce una modificación singular de la personalidad de uno de los dos actuantes, de manera que se vuelven espiritualmente uno, aunque siguen siendo considerados como dos personalidades; donde va uno va el otro, lo que hace uno lo hace el otro. Es una experiencia casi divina: cuando el Padre y el Hijo se unieron para eternizar al Espíritu Infinito, se volvieron uno y han sido uno desde entonces.
¿Cuándo es posible hacer esto tan excepcional? Los finalistas mortales fusionados con el Ajustador cuando están estacionados en el Paraíso tienen un período de recreo cada milenio de Havona. Hay siete maneras de pasar este período libre de deberes y una de ellas es asociarse con otro finalista o con alguna personalidad del Paraíso Havona, e intantar la trinidización de una criatura. Todo parte de que las criaturas intentan espiritualizar, idealizar y actualizar un concepto seleccionado y original, nunca antes trinidizado. Tratan de traer a la existencia un concepto por ellos seleccionado. Según parece, esto requiere bastante tiempo y esfuerzo y a veces no se alcanza el triunfo, por lo que los que fracasan pasan a un grupo especial que han soportado la desilusión suprema. Estos seres trinidizados por criaturas son dotados por el Padre de personalidad. Además, se nos dice que los hijos trinidizados por un ascendente mortal y un habitante del Paraíso-Havona expresan ideas, ideales y experiencia supercreacionales, ellos trascienden los límites creacionales de la presente edad, por lo que pertenecen a una edad futura, por lo que momentáneamente no son de valor práctico en la administración de los superuniversos ni del universo central.
Por tanto, qué asombroso futuro nos puede esperar: unas criaturas finitas que de esta manera están contribuyendo a la expansión experiencial del Supremo y replicando una técnica divina. Dignos hijos de nuestro Padre…
La trinitización es una técnica muy parecida a la creación de seres, tal y como la realizan los creadores. Es una empresa que se aborda cuando llegamos al Paraíso, cuando nuestra conciencia del tiempo está sumergida en la eternidad. En el Libro hay al menos dos alusiones al tiempo promedio que tarda un mortal en alcanzar el Paraíso.
Nuestro destino como finalitarios viene determinado por nuestra trayectoria vital: por ejemplo, los Mensajeros Poderosos son finalitarios que han comenzado su vida en mundos en rebelión. Pero esta «determinación» no vulnera nuestro libre albedrío. A esas alturas de nuestra carrera evolutiva, es más que probable que nuestros deseos coincidan con la elección de destino que más nos conviene.
Como humanidad debemos evolucionar en todos los niveles: material, intelectual y espiritual. La civilización occidental está pasando todavía por la «fiebre» materialista, pero es nuestra obligación como seres humanos evolucionar en los niveles antes mencionados. Las circunstancias que se han producido en nuestro planeta nos han llevado a vivir hechos nefastos, que no son necesarios en sí para desarrollarse armoniosamente, pues otros planetas no han pasado por circunstancias tan adversas y sin embargo se desarrollan satisfactoriamente. Todos vamos en el mismo barco, y todos hemos de aprender de todos. La ciencia no debe ir en contra del progreso material-intelectual-espiritual.
Ante esto es inevitable cuestionarse por la naturaleza del mal y su existencia. El Libro distingue claramente entre el mal por error y el mal deliberado. Es un hecho que el mal nos hace aprender. Nada sucede en vano. Los Mensajeros Poderosos eran mortales de mundos en rebelión, luego ellos son un ejemplo viviente de que toda experiencia se aprovecha para dar lugar a un bien mayor y (por supuesto) mejor.
Recordamos aquí las «inevitabilidades» del LU 3:5.5. ¿Cómo podríamos crecer sin libre albedrío? Necesitamos capacidad de elección. En todo momento no podemos asumir las responsabilidades de otros, sino las nuestras. La necesidad, y no el bienestar, es lo que nos agudiza el ingenio.
Comparándonos con los seres de Havona, podemos afirmar que éstos son perfectos por el amor de Dios, y los mortales ascendentes serán perfectos por el amor a Dios.