© 2006 Santiago Rodríguez
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Cómo dar a conocer El Libro de Urantia | Luz y Vida — Núm. 5 — Mayo 2006 — Índice | Cómo vivir las enseñanzas del Libro de Urantia |
Introducción de Santiago Rodríguez
Podríamos comenzar diciendo que más de dos individuos forman un «grupo», y si hablamos de «estudio», en principio creo que también coincidiríamos al establecer que un «estudio» implica un planteamiento sobre el que se aprende, se profundiza, se intenta obtener conclusiones, etc., y además si no somos meramente teóricos, intentaremos encontrar alguna utilidad de aplicación.
Con frecuencia se nos recomienda la formación de «grupos de estudio» a propósito de las enseñanzas del LU (Libro de Urantia); y ocurre que cuando se nos propone alguna actividad, tarde o temprano tendemos a cuestionarnos el por qué y el inevitable para qué de esa actividad.
Esta introducción, en la que apuntaré respuestas a las dos preguntas anteriores, forma parte tanto de mi propia experiencia personal en la participación en un grupo de estudio, como de lo que he podido entender en el estudio del LU.
Al ¿por qué de los grupos de estudio? seguro que podrían recogerse un sinfín de motivos, yo ahora os expondré algunos de los que a mí me parecen interesantes.
Nos suele suceder que, en un momento de nuestra vida, nos topamos con el LU, y tienes que enfrentarte a él, en solitario; después de las primeras lecturas recibes un fuerte impacto, y surge la necesidad de comentar con alguien sus contenidos; buscas a alguien que también lo haya leído, para poder cambiar impresiones, y aunque Internet ofrecía posibilidades, la presencia personal me parecía insustituible; supongo que nuestro fuerte instinto gregario nos empuja a buscar cohijo, comprensión, apoyo; a veces buscamos la confirmación de nuestras sospechas, o quizá nuestra falta de confianza nos lleve a buscar la conformidad y la complicidad en otras personas… lo que sí me parecía evidente era que con sólo la lectura en privado no había bastante. Aparecían muchos conceptos nuevos, muchos personajes, muchos lugares, y no podía retenerlos en la memoria, siempre perdía el hilo de las explicaciones y echaba de menos alguien para que me enseñara, que recondujera mis pensamientos… Un grupo de estudio me parece ideal para cubrir estas necesidades personales.
En el propio LU tienes también numerosas respuestas a estas preguntas; a lo largo de toda la obra descubres enseguida que poquísimas tareas se encomiendan a personalidades en solitario. Se insiste en la idea de que la suma del esfuerzo de varias personalidades supera con creces la suma de lo que cada una por separado podría realizar; incluso en la elaboración del propio LU observamos que se implicó un numerosísimo equipo de trabajo.
El mismo Padre Universal en cuanto le fue conceptualmente posible, formó un grupo; «en el momento» - por decirlo de alguna manera- que fueron tres, requisito mínimo para un grupo, esto es: el Padre Universal, el Hijo Eterno y el Espíritu Infinito, conformaron el primer grupo de trabajo que, como ellos, es existencial, es decir, no tuvo comienzo, existe desde siempre y no es otro que La Trinidad del Paraíso.
Jesús mismo trabajó en equipo. Es evidente que es una constante en la revelación que, en cuanto hay oportunidad, se forma un grupo. El grupo es más eficiente para el trabajo que las personalidades en solitario.
Desde la rebelión de Lucifer, y tras la falta de Adán y Eva, al desaparecer de nuestro entorno los Adanes planetarios, nos hemos quedado sin líderes auténticos, que tengan la suficiente talla moral para que nos sirvan de guía, aunque por supuesto, aun desconociendo las motivaciones de los reveladores para utilizar el método impreso en la Revelación, está claro que al no disponer de un «faro guía» personal que nos oriente, han pensado que sería más eficaz la diseminación a través de un texto, de manera que no se preste a la interpretación de una sola persona, ni siquiera de un solo grupo.
El «grupo» no es parásito del individuo. Por el contrario aporta, y mucho, a éste, te permite conocer y aprender de las enseñanzas desde la tolerancia, desde la diversidad de opiniones. Te permite la posibilidad de debatir sin necesariamente discutir; previene la auto-exaltación y mitiga el ego, y todo ello sin renunciar a tu individualidad; a la vista de lo que nos espera después de este mundo, está claro que una de las primeras cosas que hemos de aprender es el trabajo en equipo.
Y si este grupo es «de estudio», me parece un escenario ideal para desarrollar las tres metas a las que aspiramos: La Verdad como entendimiento y conocimiento de los hechos, la Belleza en la integración y la consecución de la armonía a través de la tolerancia y el respeto, y la Bondad, esa capacidad para el servicio, la entrega a los demás miembros y al propio Grupo.
De estudio, porque dada nuestra específica situación de incomunicación, llevamos desorientados mucho tiempo, por lo que hemos de centrar nuestro rumbo, aclarar nuestra situación y comprender cosas que hasta ahora nos han pasado desapercibidas, y para ello primero hemos de aprender y comprender…por lo que resulta inevitable estudiar.
En el documento 160, «Rodán de Alejandría», encontramos un claro e interesantísimo ejemplo de la utilidad del grupo de estudio, que además ilustra el proceder de los mismos.
Rodán plantea su filosofía sobre la vida y la forma de vivirla. Curiosamente Jesús decide mantenerse al margen y hacer que sean sus discípulos quienes conversen y debatan con Rodán sobre ello. Parece clara la intención del Maestro de que en cada época sean los propios seres que viven en ella quienes lleguen a las conclusiones que su madurez intelectual y espiritual les permitan. Recordemos que no era su intención crear una doctrina.
Rodán enumera una interesante lista de ventajas al hecho del trabajo en grupo. Este documento también nos remarca la doble tarea que nos espera como individuos, ya desde este mismo planeta, por un lado un trabajo individual, que no en solitario, de cada uno de nosotros.
Nunca en solitario porque el trabajo para el propio crecimiento o bien se realiza con la cooperación de tus semejantes (trabajo de grupo), o a través de la adoración y la meditación que te permite aislarte de tu entorno inmediato, para permitirte entrar en contacto lo más íntimo posible con la divinidad.
Quiero aquí insistir en otro aspecto que me parece relevante, y es que tanto las personas individualmente como los grupos somos elementos de un plan de crecimiento, de evolución, es decir el grupo de estudio, como todo lo que encontramos del otro lado del Paraíso, debe estar dispuesto y preparado para evolucionar y crecer, y no me refiero sólo al número de sus integrantes. Está claro que el grupo evolucionará en función de cómo lo hagan sus miembros…
Le hemos dado varias respuestas al «por qué de los grupos de estudio», y alguna al «para qué».
Sin ánimo de ser «visionario» ni de especular gratuitamente, me gustaría que expusiéramos precisamente nuestra visión de la posible evolución de los «grupos de estudio».
Yo sólo quisiera considerar que, bajo mi punto de vista, la evolución ha de ser equilibrada, de manera que si hay crecimiento en la Verdad, en el conocimiento de los hechos, ha de propiciarse paralelamente un crecimiento en la Belleza, en la armonización de sus elementos y en la búsqueda de la armonía con el resto del tejido social. La Bondad como otro logro, otro hito en el crecimiento equilibrado; la Vida es aprender, es conocer, es integrar y armonizar, buscar la sabiduría, pero sobre todo para que sea plena ha de ser SERVICIO, entrega, generosidad… a los miembros del grupo, y por supuesto de alguna manera proyectarla al resto de la comunidad…con miras a que en un futuro el grupo sea realmente universal.
Sólo el paso del tiempo, el esfuerzo de cada uno de nosotros y el de todos en su conjunto, nos permitirá continuar con esta inmensa y maravillosa aventura que nos han regalado, que acabamos de empezar a vislumbrar, que llamamos VIDA y que si queremos, pues de nuestra voluntad depende, será ETERNA.
¿Están destinados los grupos de estudio a tener una proyección social? Estamos de acuerdo en que la mejora siempre debe comenzar en el ámbito personal. Los grupos de estudio están destinados a ser la fuente de futuros líderes y maestros.
El grupo puede tener una función similar a la que cada individuo pueda aportar, pero diferente a la del individuo. El grupo no sólo tiene una proyección interna (el estudio del Libro y el aprendizaje de los miembros que lo componen) sino externa (dar a conocer las enseñanzas), pero sin caer en la institucionalización. El servicio a los demás debería ser como individuos, no como grupo.
Sería una buena idea ir cohesionando grupos dentro del movimiento Urantia, para que haya así más contacto entre ellos. Eso sería una forma de evitar la institucionalización. Más que de líderes, deberíamos hablar quizá de «coordinadores», que formen parte de una organización de bases donde no haya jerarquías ni líderes «a la antigua usanza» que exijan obediencia incondicional a sus directrices. Hoy por hoy, una asociación como la nuestra puede servir de elemento de cohesión de los grupos de estudio.
Se necesitan líderes, pero no como los que hasta ahora hemos conocido en la historia de la humanidad. Estos nuevos líderes deben tener unas características muy diferentes: deben ser capaces de extraer lo mejor de las personas sin considerarse superiores a los demás. Estos líderes no deben buscar la obediencia ciega sino impulsar la acción de los lectores con igualdad de autoridad.
Los líderes son como el kefir: si se pone una ramita en un recipiente con leche, cuaja toda la leche que contiene, pudiendo extenderse también esta fermentación a otros recipientes.
Tenemos que ser la levadura que haga crecer el pueblo de Dios.
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