© 2020 Simon Orsini
© 2020 Association Francophone des Lecteurs du Livre d'Urantia
El cerebro físico y el sistema nervioso, combinados, tienen una sensibilidad innata al ministerio del pensamiento, así como el pensamiento en evolución tiene capacidad de receptividad espiritual.
Las dotaciones espirituales están perfectamente integradas en el proceso natural y establecido de evolución.
Por eso, en el pensamiento, somos incapaces de discernir otra cosa que la acción de la naturaleza y el trabajo de los procesos naturales.
Los siete espíritus que mantienen contacto con el mundo humano son como circuitos. Sin embargo, como estamos en un mundo donde los arquetipos son experimentales, debido a esta experimentación estamos menos sincronizados que otros arquetipos de otros mundos.
Estas diferentes formas de pensamiento educativo deben continuar su ministerio previo durante mucho tiempo antes de que el pensamiento animal alcance niveles humanos de receptividad espiritual.
Siempre deben diferenciarse las áreas de reacciones físicas (electroquímica) y mentales a la estimulación del entorno circundante. Estos no son fenómenos de espiritualidad directa.
Dado que el espacio y el tiempo son indisolubles, los procesos de la vida se desarrollan muy lentamente. Corresponden a las metamorfosis físicas generadas en un mundo.
La mente mortal es un sistema intelectual temporal prestado a los seres humanos para ser utilizado durante una vida material, y según la manera en que utilicen esta mente, estarán aceptando o rechazando el potencial de la existencia eterna. La mente es casi todo lo que poseéis de la realidad universal que está sometido a vuestra voluntad, y el alma —el yo morontial— describirá fielmente la cosecha de decisiones temporales que habrá tomado el yo mortal. La conciencia humana descansa suavemente sobre el mecanismo electroquímico situado debajo, y toca delicadamente el sistema energético morontial-espiritual situado encima. El ser humano nunca es completamente consciente de ninguno de estos dos sistemas durante su vida mortal; por eso tiene que trabajar en la mente, de la cual sí es consciente. Lo que asegura la supervivencia no es tanto lo que la mente comprende como lo que la mente desea comprender; lo que constituye la identificación con el espíritu no es tanto cómo es la mente sino cómo la mente se esfuerza por ser. Lo que conduce a la ascensión por el universo no es tanto que el hombre sea consciente de Dios como que el hombre anhele a Dios. Lo que sois hoy no es tan importante como lo que vais siendo día tras día y en la eternidad. (LU 111:1.5)
La evolución del pensamiento depende también del largo desarrollo de las condiciones físicas, y el progreso espiritual depende de la expansión mental, en la cultura, en la educación, en la sabiduría.
Si las diversas dotes de un individuo no logran sincronizarse y coordinarse, pueden ocurrir retrasos, pero si una persona ha elegido con toda su alma, ningún obstáculo podrá triunfar sobre su voluntad.
Cuando se da la debida consideración a los valores espirituales, los significados cósmicos se vuelven discernibles. El resultado es que la personalidad se va liberando gradualmente del tiempo y de las limitaciones del espacio.
Cuando escribo estas pocas líneas, me imagino en una escuela donde me piden que analice en El Libro de Urantia lo que entendí sobre el pensamiento. Mi análisis corresponde más bien al contenido y a la forma de las enseñanzas, mientras que para los materialistas inconscientes que han elegido un marco restringido, el pensamiento nunca puede expresarse en un marco universal, porque están en un laberinto.
Simón Orsini