© 1976 Steve Dreier
© 1976 The Urantia Book Fellowship (anteriormente Urantia Brotherhood)
En nuestra religión el individuo es de primordial importancia. Jesús estaba interesado sólo en la persona individual y no permitió que nada tuviera prioridad sobre ese individuo. Esta preocupación por el individuo fue una característica central de todo su ministerio terrestre, y todavía lo sigue siendo. De hecho, toda la organización del universo parece estar establecida de tal manera que sirva al individuo.
No conozco ninguna organización humana que, en realidad, haya puesto al individuo por encima de todas las demás consideraciones. Muchos afirman que lo hacen en teoría, pero sólo lo hacen con los labios. Tarde o temprano, la persona individual pasa a un segundo plano, mientras que la organización se vuelve suprema. Esto ha ocurrido una y otra vez, y ha conducido inevitablemente a la decadencia y destrucción de esas mismas organizaciones, al mismo tiempo que ha obstaculizado gravemente el progreso del individuo.
Creo que una de las grandes tareas que enfrentamos es la construcción de una organización cuyo único propósito sea el fomento del crecimiento individual. Según tengo entendido, esta es la verdadera intención detrás de las declaraciones que componen el Artículo 2 de la Constitución de la Hermandad URANTIA. Al intentar determinar las actividades específicas que se llevarán a cabo, debemos aplicar la misma prueba que usó Jesús: «¿Qué hace por el alma humana? ¿Trae a Dios más cerca del hombre? ¿Lleva al hombre hacia Dios?» (LU 126:2.5) El verdadero valor de cualquier institución está en el grado en que se dedica a estos objetivos.
Al fomentar el crecimiento de cada uno, fomentamos el crecimiento de todos: la Hermandad. El progreso de la Hermandad está ligado al progreso de cada uno de sus miembros individuales, así como el Supremo depende del individuo para Su desarrollo.
Es muy posible que la Hermandad se encuentre cara a cara con un desafío del destino. Puede que nuestra tarea sea actualizar una realidad nueva y viva en las instituciones humanas: la organización verdaderamente centrada en la persona. Una institución de este tipo podría diferenciarse de todas las demás y, al mismo tiempo, servir de inspiración a través de su presencia viva. Una institución así también podría seguir fielmente el mandato de servir a los hombres como lo hizo Jesús. ¡Qué magnífico desafío es éste!
No veo esto como una tarea fácil. Los problemas y dificultades que se encontrarán en tal empresa exigirían todo el amor y la sabiduría de que somos capaces. La experiencia humana aún no ha abordado con éxito este problema. Pero sean cuales sean las dificultades, tenemos guías perfectos.
—Steve Dreier