La historia de este período se encuentra en Nehemías y Ezra, complementados con el libro apócrifo de I Esdras.
El ejército babilónico dejó a Judá en ruinas. Las pérdidas en batalla, las ejecuciones, el hambre y las enfermedades casi agotaron el país.
De 250.000, probablemente quedaron 20.000. Samaria quedó intacta.
Los exiliados fueron bien tratados en Babilonia y se les dio considerable libertad. Construían casas, cultivaban y tenían algún tipo de vida religiosa.
Hubo tres deportaciones: en 597, 587 y 582.
Muchos judíos huyeron a Egipto, llevándose a Jeremías con ellos. Jer 43:7. Otros fueron a Moab, Edom y Amón.
Los judíos habían confiado durante mucho tiempo en el dogma de que la dinastía de David nunca terminaría. Incluso ignoraron a los profetas.
Todo esto fue un gran shock para la teología judía: el dogma de Israel como el «pueblo elegido».
Después de todo, tal vez los dioses de Babilonia eran fuertes y poderosos. Su fe fue duramente probada.
Prevaleció la enseñanza de Jeremías y Ezequiel. Su fe persistió. Lo vivieron.
Hubo un gran resurgimiento de la observancia del sábado, símbolo del pacto.
Los sacerdotes completaron la reescritura de los registros y crónicas raciales.
Entonces nació la esperanza de la restauración.
Su rey, Joacim, que había estado encarcelado, fue liberado por el hijo de Nabucodonosor.
El poder babilónico decayó rápidamente. Ciro llegó al poder y se apoderó del imperio.
El Segundo Isaías revivió la esperanza en Israel. Los judíos se prepararon para la restauración.
Yahvé se convirtió en «el Señor de la Historia» — «Creador del Universo». Isaías aclamó a Ciro como el agente liberador de Yahvé.
Israel estaba a punto de ser liberado como en tiempos anteriores lo habían sido de la esclavitud egipcia.
Ciro era algo nuevo entre los gobernantes. Estaba a favor de conceder autonomía cultural a los pueblos sometidos: libertad para tener su propia religión.
A Sesbasar le sucedió Zorobabel como gobernador de Judá. Los profetas Hageo y Zacarías ofrecieron aliento.
Los judíos regresaron en oleadas sucesivas de dedicados reconstructores. Los primeros en llegar se encontraron con una amarga decepción.
Cambises mantuvo las conquistas de su padre y añadió Egipto. Continuó fomentando la restauración judía.
Los judíos más prósperos permanecieron en Babilonia. Los primeros años estuvieron plagados de dificultades y frustraciones. Los samaritanos los obstaculizaron mucho.
Se necesitaron 18 años para poner los cimientos del templo. Finalmente se colocaron y terminaron la obra en cuatro años.
Hageo incitó al pueblo a terminar el templo. Ageo 1:1-11. Zacarías se unió a este avivamiento.
En marzo del año 515 se terminó y dedicó el templo. Esdras 6:13-18.
Pero las mejores cosas prometidas por los profetas no se materializaron. Judá siguió adelante, como subprovincia de Samaria.