© 1959 William S. Sadler
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Los cananeos del norte, más establecidos, (los baalitas) compraban, vendían e hipotecaban libremente sus tierras. La palabra Baal significa propietario. El culto de Baal estaba basado en dos doctrinas principales: primero, la validación del intercambio, los contratos y los pactos sobre la propiedad —el derecho a comprar y vender las tierras; y segundo, se suponía que Baal enviaba la lluvia— era el dios de la fertilidad del suelo. Las buenas cosechas dependían del favor de Baal. El culto estaba ampliamente relacionado con la tierra, su posesión y su fertilidad. LU 97:3.3
La expresión «bautismo de espíritu», que empezó a emplearse de manera tan generalizada hacia esta época, significaba simplemente la recepción consciente de este don del Espíritu de la Verdad, y el reconocimiento personal de este nuevo poder espiritual como un acrecentamiento de todas las influencias espirituales experimentadas previamente por las almas que conocían a Dios. LU 194:2.10
La verdad, la belleza y la bondad son realidades divinas, y a medida que el hombre asciende la escala de la vida espiritual, estas cualidades supremas del Eterno se coordinan y se unifican cada vez más en Dios, que es amor. LU 2:7.10
Captáis un poco la filosofía, y comprendéis a la divinidad en la adoración, el servicio social y la experiencia espiritual personal, pero la búsqueda de la belleza —la cosmología— la limitáis con demasiada frecuencia al estudio de los rudimentarios esfuerzos artísticos del hombre. La belleza, el arte, es sobre todo una cuestión de unificación de contrastes. La variedad es esencial para el concepto de la belleza. La belleza suprema, la cima del arte finito, es el drama de la unificación de la inmensidad de los extremos cósmicos que son el Creador y la criatura. El hombre que encuentra a Dios y Dios que encuentra al hombre —la criatura que se vuelve perfecta como lo es el Creador— ésta es la realización celestial de lo supremamente hermoso, esto es alcanzar la cúspide del arte cósmico. LU 56:10.3
La belleza es el reconocimiento intelectual de la síntesis espacio-temporal armoniosa de la extensa diversificación de la realidad fenoménica, cuya totalidad es el resultado de una unidad preexistente y eterna. LU 56:10.11
La bondad engloba el sentido de la ética, la moralidad y la religión —el hambre de perfección experiencial. LU 56:10.10
La bondad es el reconocimiento mental de los valores relativos de los diversos niveles de la perfección divina. El reconocimiento de la bondad implica una mente con categoría moral, una mente personal con la capacidad de discriminar entre el bien y el mal. Pero la posesión de la bondad, la grandeza, es la medida del verdadero logro de la divinidad. LU 56:10.12
La bondad siempre está creciendo hacia nuevos niveles de mayor libertad para autorrealizarse moralmente y alcanzar la personalidad espiritual —el descubrimiento del Ajustador interior y la identificación con él. Una experiencia es buena cuando eleva la apreciación de la belleza, aumenta la voluntad moral, realza el discernimiento de la verdad, aumenta la capacidad para amar y servir a nuestros semejantes, exalta los ideales espirituales y unifica los supremos motivos humanos del tiempo con los planes eternos del Ajustador interior. Todo esto conduce directamente a un mayor deseo de hacer la voluntad del Padre, alimentando así la pasión divina de encontrar a Dios y de parecerse más a él. LU 132:2.5
La bondad es viviente, relativa, siempre en progreso; es invariablemente una experiencia personal y está perpetuamente correlacionada con el discernimiento de la verdad y de la belleza. La bondad se encuentra en el reconocimiento de los valores positivos de verdad del nivel espiritual, que deben contrastar, en la experiencia humana, con su contrapartida negativa —las sombras del mal potencial. LU 132:2.7
Discernir la belleza suprema es descubrir e integrar la realidad: Discernir la bondad divina en la verdad eterna, esa es la belleza última. Incluso el encanto del arte humano consiste en la armonía de su unidad. LU 2:7.8
El impulso espiritual de encontrar a Dios —la búsqueda de Dios. LU 1:2.5