Autor: William S. Sadler, Jr.
Tendemos a considerar el universo maestro como una «empresa en marcha», como algo que ha estado ahí durante mucho tiempo y que seguirá estando ahí durante mucho tiempo. Esta es una forma muy legítima de considerar el universo maestro; es una creación duradera. En su centro está la Isla estacionaria y el universo de la perfección eterna. Vivimos en el borde exterior de uno de los superuniversos que lo rodean y que evoluciona lentamente hacia la perfección. Más allá de nosotros, en las regiones del espacio exterior, están los nuevos universos de las eras futuras, extensas creaciones físicas que se están organizando para los desarrollos de las eras futuras. Todavía más lejos, en las regiones más remotas del espacio exterior, la creación física comienza a disminuir hasta que finalmente no hay nada sino la quietud del espacio vacío en los sectores más alejados de la creación maestra.
El universo maestro ha estado ahí durante mucho tiempo y estará ahí durante toda la eternidad futura, pero no siempre ha sido tan extenso como lo es ahora. Si pudiéramos retroceder en el tiempo, se encogería; sería más pequeño. Cuanto más retrocediéramos en el tiempo, menos materia física habría (estrellas y nebulosas) en las regiones del espacio exterior. Al final podríamos retroceder tanto en el pasado que descubriríamos que no había nada en el espacio exterior, nada fuera de los siete superuniversos excepto espacio vacío.
En ese momento lejano del pasado, incluso los superuniversos estarían «dispersos». Las estrellas serían mucho menos numerosas que ahora. Estamos pensando en el pasado de los superuniversos hace mucho tiempo, antes del comienzo de toda actividad física en el espacio exterior. Y podríamos pensar en retroceder aún más en el tiempo.
Si seguimos viajando conceptualmente hacia atrás en el tiempo, los universos seguirían dispersándose, seguirían encogiéndose. Podríamos pensar finalmente en un punto del pasado en el que hubiera comparativamente pocas estrellas, pocas nebulosas en los superuniversos; cuando casi todo era espacio vacío. Y no muy lejos de ese punto, en el pasado remoto, no habría nada en el nivel espacial de los superuniversos que, como los (entonces) niveles del espacio exterior, estarían vacíos de toda creación material.
Hasta ahora hemos viajado conceptualmente hacia atrás, hacia un tiempo anterior al comienzo de la era actual del universo. Hemos retrocedido hacia un punto en el tiempo que los Documentos describen como «casi la eternidad» LU 23:1.1 y como «los albores del tiempo». LU 23:1.3 ¿Hemos vuelto al tiempo pasado que precede al comienzo del universo maestro? La respuesta es «no», pero hemos recorrido todo el camino de vuelta hacia el núcleo eterno del universo maestro. Hemos retrocedido hasta un punto en el tiempo en el que no había nada sino espacio vacío en las regiones externas al universo central (probablemente en esos días no se llamaría el universo «central», sino «el» universo) Y de ahí en adelante, no importa lo mucho que intentemos retroceder conceptualmente, las cosas serían siempre igual; nada cambiaría; siempre estaría el Paraíso en el centro y Havona a su alrededor. No importa lo lejos que retrocedamos, seguiría sin cambiar; es el corazón eterno, el núcleo sin comienzo del universo maestro. Este es el sistema eterno Paraíso-Havona, sin origen en el tiempo.
El concepto del universo maestro es eterno; vive para siempre en la mente de los Arquitectos Maestros. Estos seres son superinfinitos, los «programas» vivientes de todo el plan de Dios para la creación maestra total LU 31:9.1
La realidad del universo maestro echa sus raíces en la eternidad pasada, en la existencia sin comienzo de Havona. LU 8:1.9 Su primera expresión fue la perfección de Havona en la Primera Era del Universo. LU 14:0.1 Su siguiente expresión es la Segunda Era del Universo (la era actual), en la que los superuniversos del tiempo entran en relación con el universo perfecto y central de la eternidad para constituir el gran universo de perfección evolutiva y creciente. LU 0:1.8; LU 0:2.16 Su expresión final está relacionada con los ahora deshabitados universos exteriores y su relación futura con el gran universo. Estas creaciones físicas en movilización del espacio exterior no están ni habitadas ni organizadas; rodean al gran universo actualmente habitado y organizado. LU 0:1.8; LU 0:2.18; Apéndice III § 3, An Inventory of the Six Space Levels)
En este Apéndice, es nuestra intención examinar los antecedentes del universo maestro. Nos proponemos comenzar este examen del pasado cuando no había más que espacio vacío más allá de Havona. Esto es, Havona en la Primera Era del Universo. Si podemos pensar en los albores del tiempo, entonces podemos intentar retroceder más, antes del tiempo mismo, en la eternidad pasada. Podemos intentar imaginar las condiciones que podrían haberse dado «antes de» Havona. Ideas como «antes de la aparición de Havona» no serían realidades objetivas, pero podrían seguir siendo conceptos válidos. Los Documentos las encuentran útiles para considerar el concepto de un «tiempo» anterior a la existencia de Havona, un «tiempo» previo a la existencia del Espíritu Infinito. LU 8:1.4, LU 8:1.10 Los Documentos hablan de este concepto de tal momento hipotético en el pasado como «los albores de la eternidad». LU 31:9.3
Si nos quedamos en la realidad objetiva, no importa lo mucho que retrocedamos en el tiempo con la mente, el núcleo más interno del universo maestro (el universo central y divino) está siempre ahí; es eterno. LU 14:0.1 Esta creación modelo de perfección divina es tan eterna como el Espíritu Infinito, la Tercera Persona de la Deidad. LU 8:1.8 Se eterniza por la voluntad del Padre-Hijo a través del Dios de Acción, el Espíritu Infinito LU 91:1, que se eterniza al mismo tiempo que aparece esta creación centra. LU 91:5
Cuando hablamos de Havona en la Primera Era del Universo, ¿qué queremos decir en realidad con este concepto? El concepto de universo central es algo bastante distinto a la historia de Havona que se cuenta en los Documentos. Los Documentos describen Havona en la era actual, la Segunda Era del Universo, y han pasado muchas cosas en Havona durante esta era. Supongamos que examinamos la creación central como existió una vez, en la Primera Era del Universo. Podríamos considerar primero la estructura física del universo central, y después examinar las actividades de la personalidad en el Havona de la Primera Era. (Vean también el Apéndice VI § 3. Paradojas del estatus de Havona.)
La mejor descripción de la estructura física del universo central se da en los Documentos en la página 152, párrafos del 3 al 11 LU 14:1.1. Aquí se nos da una imagen simplificada de Havona con tres elementos principales: los satélites del Paraíso, los circuitos de Havona y los cuerpos gravitatorios oscuros. ¿Cómo describimos estas creaciones físicas en la Primera Era del Universo?
La construcción material de estos satélites del Paraíso no se parece a nada más en toda la creación. LU 13:0.2 Los siete mundos del Hijo son iguales en naturaleza física, pero cada uno de los otros 14 es único (Ibíd.) Esto significa que hay 15 diferentes tipos de materialización totalmente desconocidos para nosotros.
Esta es la imagen física del Havona de la Primera Era. Por lo que nos dicen, la Segunda Era del Universo solo ha producido un cambio de naturaleza física en Havona; en la Segunda Era, la supervisión del poder del universo central estaba integrada con la supervisión del poder de los superuniversos LU 29:1.3; esto supuso estacionar ciertos centros del poder en los mundos del Espíritu. Cuando comparamos el Havona físico de «ayer» con el Havona físico de «hoy» parece que ha habido pocos cambios; pero cuando se trata de las actividades de la personalidad hay muchas cosas que cambian.
Havona en la Primera Era debe haber sido un universo completamente existencial; no podía contener nada de naturaleza experiencial (real) Lo más que podemos determinar es que los Siete Espíritus Maestros fueron las primeras personalizaciones de la deidad experiencial. LU 10:2.7 Esto significa que los Siete Espíritus Maestros no estuvieron presentes en el Havona de la Primera Era; y si no estuvieron presentes, entonces tampoco lo estuvieron todas las huestes de creadores y criaturas cuyos orígenes fueron posteriores al origen de los Espíritus Maestros. Con esto en mente, exploremos las actividades probables que podrían haber caracterizado a Havona en la Primera Era del Universo:
Cuando examinamos el Havona de la Primera Era vemos una perfección existencial impecable, y es improbable que pudiera haber algún tipo de progresión evolutiva por parte de los nativos de Havona. LU 14:4.14; LU 19:6.4 Parece improbable que el crecimiento de naturaleza evolutiva pueda haber aparecido en Havona hasta mucho después del comienzo de la Segunda Era, quizá no hasta la llegada real de Grandfanda. En la Primera Era no había progresión en dos direcciones, de los ascendentes del superuniverso y de los descendentes del Paraíso en Havona. Esta procesión en dos direcciones comenzó con un acontecimiento que ocurrió en algún momento posterior al inicio de la Segunda Era: la llegada de Grandfanda, el primer mortal ascendente en alcanzar la creación central. LU 24:6.5; LU 26:5.1
Muchas personalidades ahora activas en Havona no estaban presentes en la Primera Era del Universo. Entre ellos están los siguientes: los Guías de los Graduados LU 24:7.5, los Servitales de Havona LU 25:1.2, los supernafines secundarios LU 26:2.4, y los supernafines terciarios LU 26:2.7. De hecho, casi todos los tipos de seres sobre los que se nos ha hablado no estaban en los siete circuitos de Havona en la Primera Era (excepto los Eternos de los Días y los nativos de Havona) En la Primera Era del Universo, el universo central carecía de esas cosas y seres que se han introducido al convertirse en una creación nuclear en relación con los siete superuniversos (citoplasmáticos) El Havona de la Primera Era no tenía relaciones externas porque no había sino espacio vacío fuera de él; tenía relaciones solo dentro de sí mismo y hacia dentro, hacia el Paraíso.
Hemos considerado con un poco de detalle las actividades que tuvieron lugar en el Havona de la Primera Era. ¿Qué más existía? Hagamos un inventario de todo lo que tenía existencia real en la Primera Era del Universo:
¡Todas estas realidades son eternas! Las Deidades y la Trinidad del Paraíso, los tres Absolutos, la Isla del Paraíso con sus ciudadanos y Havona con sus nativos; todos esos seres, entidades y creaciones son existenciales, y constituyen el inventario de lo original, el núcleo eterno del universo maestro y de la Realidad Total. Si intentáramos pensar de nuevo en esto, nos estaríamos alejando de la realidad objetiva. Sin embargo, todavía sería posible contemplar conceptos válidos sobre estas cosas y seres que son conceptualmente (si no objetivamente) anteriores a las existencias eternas de la Primera Era del Universo.
Hay tres grados de relaciones fuente entre realidades eternas que son paradójicas cuando se consideran desde nuestra perspectiva temporal. Tendemos a decir: «Si estas realidades eternas hubieran surgido a la existencia en el tiempo, entonces la fuente debería ser más antigua que lo que procede de ella». Si pudiéramos contemplar el concepto de una Era Cero (una era anterior a la Primera Era del Universo), entonces podríamos tener una perspectiva desde la cual poder analizar algunas de esas relaciones (El concepto «Era Cero» es el de un estado de cosas anterior a la existencia del Espíritu, Havona y la Trinidad) Cuando establecemos una comparación de lo que es fuente con lo que procede de ella, nos encontramos con tres grados de relaciones fuente entre realidades eternas:
Esta línea de razonamiento comienza con el concepto de «eterno», que sería el equivalente a la Primera Era. Luego introduce el concepto de «más eterno», que sería equiparable a la Era Cero. Luego tenemos el concepto de «el más eterno», que equivaldría a la idea de un «concepto pre-cero». Y, si podemos imaginar un concepto «pre-cero», quizá podamos pensar al menos en un paso previo a esa idea; quizá podamos alcanzar el concepto de «antes de pre-cero». Examinemos ahora el concepto de la hipotética Era Cero, y volvamos a la eternidad pasada todo lo lejos que nos lleve nuestra imaginación.
Podemos intentar mejorar nuestro concepto de la Era Cero llamándole «la primera era preuniversal». A medida que entramos en esta era hipotética, dejamos atrás la realidad objetiva, pero no nos apartamos del concepto válido. Al hacer inventario del contenido de la Era Cero, en primer lugar deberíamos tomar nota de la ausencia de la Trinidad del Paraíso, el Espíritu Infinito y el universo central. El concepto de la Era Cero es pre-Espíritu, y por tanto pre-Havona; y, sin el Espíritu, no hay Trinidad. En la Era Cero encontramos las siguientes realidades:
Este es, pues, el inventario de las realidades absolutas en la Era Cero. Sin embargo, ¿podemos estar seguros de que no está presente en ella ninguna realidad subabsoluta? Eso es discutible. Observemos la Era Cero con más detalle:
Podríamos pensar en el concepto pre-Cero como «la segunda era preuniversal». En este concepto nos estamos alejando aún más de la realidad objetiva. No obstante, hagamos inventario de nuevo de lo que existía; pero antes deberíamos tomar nota de la ausencia del Hijo Eterno y de la Isla del Paraíso. En el concepto pre-Cero encontramos las siguientes realidades:
Al despojarse de la Personalidad Absoluta (que se convierte en el Hijo Eterno) LU 10:1.4 y a través de la unión con el Hijo en la trinitización del Espíritu 8:0.3, el Principio Volitivo de la Deidad, la «existencia de la posibilidad de la voluntad autónoma» LU 8:0.3, el Principio Volitivo de la Deidad, la «existencia de la posibilidad de la voluntad autónoma» LU 105:1.5, se convierte en el Padre Universal; en la Trinidad del Paraíso se escapa de la difusión a lo largo de la Deidad Total. LU 0:3.23 Y, por la sustracción de la Trinidad de la Deidad Total, queda un residuo infinito como el Absoluto de la Deidad (y el Absoluto Universal) de todas las eras futuras.
Deberíamos recordar que el concepto pre-Cero no es una realidad objetiva. LU 10:3.4 Ni siquiera el concepto precedente de Era Cero es una realidad objetiva, pero ambos son herramientas útiles de pensamiento y, como tales, son conceptos válidos. Incluso una proyección posterior de nuestro pensamiento «antes del pre-Cero» podría seguir siendo válida como concepto.
Podemos dar al menos un paso más en la exploración del «pasado histórico» de la eternidad pasada; podemos hacer un esfuerzo para visualizar un concepto que está antes del pre-Cero, una hipotética «tercera era preuniversal». Los Documentos nos proporcionan ese punto de partida; se refieren a él como el «momento estático hipotético de la eternidad» LU 105:1.5 Aquí nos encontramos con un concepto que presenta un estado de las cosas previo a la separación de lo deificado y lo no deificado. Pero los Documentos no validan el monismo, ni siquiera en este concepto fundamental - «Doctrina que afirma que solo hay un tipo de sustancia o realidad última» (Webster) -. Los Documentos no validan el concepto de uniformidad absoluta en el comienzo de todas las cosas. Los Documentos insisten en que este concepto de realidad eterna en el pasado debe incluir el potencial (la posibilidad de la expresión) de la voluntad autónoma. LU 0:3.22; LU 105:1.2 and LU 105:2.1
Antes del pre-Cero contemplamos un concepto fundamental que es prepotencial (el concepto de lo que existe ante de que los potenciales hayan aparecido siquiera) Este debe ser el primer nivel de la función de la Deidad Total: el nivel estático. LU 0:1.4 Este es el «momento tranquilo», el momento en que la deidad está «contenida en sí misma y existente por sí misma» (Ibíd.) La presencia de la posibilidad de la voluntad autónoma en ese momento eternamente lejano queda demostrada por el hecho de que los potenciales se segregaron y desarrollaron desde la condición estática, y por el hecho posterior de que estos potenciales se han ido actualizando desde entonces mediante técnicas asociativas, creativas y evolutivas.
Pero esta condición estática es más que un concepto válido. También es una realidad objetiva: la Deidad Total sigue actuando en el nivel estático. La existencia continua del nivel estático de la Realidad Total se menciona en los Documentos cuando tratan sobre la Infinidad LU 105:2.2, y sobre el Uno Universal de la Infinidad. LU 105:2.11 Por lo tanto, en la conclusión de nuestro análisis de la eternidad pasada, hallamos más de un concepto válido, hallamos la realidad objetiva: el eterno pasado también es el eterno presente, y el eterno presente también es el eterno futuro.
En nuestra exploración de los antecedentes del universo maestro, hemos seguido la secuencia convencional de acontecimientos que está presente varias veces en los Documentos. LU 105:2.3; LU 105:2.3 En esta narración, el pre-Padre emerge desde lo Absoluto, dejando como residuo el Absoluto Incalificado, y unifica la presencia aparecida de la Deidad Total (Absoluto Calificado) con el Incalificado mediante la acción del Absoluto Universal. Entonces el pre-Padre da una expresión dual al Paraíso y al Hijo Eterno y, ya como Padre, se une al Hijo para trinitizar el Espíritu; se une con el Hijo y el Espíritu como la Trinidad; y sustituye su presencia anterior en la Deidad Total con la presencia de la Trinidad del Paraíso.
Esta secuencia de acontecimientos comienza con los Absolutos de Potencialidad - de la Deidad (Calificado), Universal e Incalificado - y lleva a a la aparición de los Absolutos de la Actualidad (el Hijo, el Paraíso y el Espíritu) Pero esta secuencia podría revertirse. Si recurrimos a otras dos fuentes de los Documentos LU 0:11.1; LU 0:12.1, es posible narrar toda la historia al revés (excepto en que Dios permanece como Primera Causa en ambas narraciones) Como ilustración de la reversibilidad de la secuencia en las relaciones eternas, sería provechoso narrar esta historia de contraste.
Historia alternativa de los orígenes. Esta narración comienza con una consideración sobre la inevitabilidad de la Trinidad del Paraíso. LU 0:12.1 Se cree que la Trinidad es ineludible cuando el Padre Universal elige expresarse en dos fases originales (personal e impersonal) y cuando elige causar estas dos realidades hechas actuales para que se coordinen mediante la mente. Esta secuencia de acontecimientos comienza con Dios como la realidad original, y luego describe al Hijo Eterno y a la Isla del Paraíso (realidad personal e impersonal) como que surgen en el segundo paso. Se nos informa en otra parte (LU 11:9.3 de que la expresión del Padre de su yo espiritual en el Hijo Eterno está complementada por la revelación de su yo impersonal en la Isla eterna.
Hasta ahora, hemos pasado por dos etapas en nuestra historia: en la primera etapa, tenemos el concepto de Dios como un ser solitario; en la segunda etapa, ha alcanzado una expresión dual y opuesta de sí mismo. Se ha expresado espiritual y personalmente en el Hijo y se ha expresado no espiritualmente e impersonalmente en el Paraíso. No es extraño que sea imposible advertir la diferencia entre el espíritu del Hijo y la energía del Paraíso, excepto en que se les da nombres diferentes. LU 42:2.19 Ambos están demasiado cerca de la Fuente de toda Realidad como para ser distinguibles de otra manera. LU 56:1.5
En el tercer paso de esta secuencia desplegada de acontecimientos, Dios elige coordinar las realidades duales de lo personal y lo impersonal mediante la mente. LU 0:12.1; LU 56:1.6 Esto trae a la existencia al Dios de la Mente, el Espíritu Infinito. Este tercer paso, la aparición del Espíritu Infinito y la existenciación de la Trinidad del Paraíso, lleva inmediatamente al cuarto paso: la aparición de Havona. Aquí tenemos una historia de los orígenes de la Realidad que comienza con actualidades y prosigue hasta la aparición completa de la Deidad, el Paraíso, la Trinidad y Havona, sin ninguna consideración hacia las potencialidades (hasta ahora).
De vuelta a la secuencia sugerida en los Documentos LU 0:11.1, encontramos que estos acontecimientos se recapitulan como sigue: Dios se expresa conjuntamente con el Hijo a través del Dios de Acción (el Espíritu Infinito) en la creación del universo central. Al hacer esto, Dios separa «…su presencia de Havona de los potenciales de la infinidad». En ese momento, en los albores de la Primera Era del Universo, Dios se ha expresado (con su Hijo y a través de su Espíritu) en Havona; fuera de Havona, Dios todavía no se ha expresado.
Respecto a su presencia fuera de Havona, Dios pasa a esconder su potencial no espiritual (a través del Paraíso) en la presencia espacial del Absoluto Incalificado. Al mismo tiempo, cubre su potencial de divinidad no revelado (¿a través del Hijo Eterno?) en el Absoluto de la Deidad. Luego unifica los dos Absolutos en y a través del Absoluto Universal. Pero el Absoluto Universal es algo más que el unificador del Absoluto de la Deidad y el Absoluto Incalificado: Dios también ha escondido algo de sí mismo en este Absoluto, pues se nos dice (Ibíd.) que «…el Absoluto Universal (es) la unidad-infinidad no revelada del Padre Paradisíaco».
(Es la creencia personal del autor que el Infinito LU 0:3.24 está cósmicamente oculto y divinamente escondido tras la presencia y la función del Absoluto Universal)
Hemos narrado la historia del comienzo de todas las cosas al revés, y sigue teniendo sentido. Hemos establecido el hecho de que la historia de los Orígenes de la Realidad puede narrarse comenzando por los Potenciales y terminando con los Actuales, o también comenzando por los Actuales y terminando con los Potenciales. Pero difícilmente podría haber una «secuencia temporal» objetiva en ninguna de estas narraciones, y por esta razón la historia se puede narrar en cualquier secuencia y aún así tener sentido. Puede haber un «concepto secuencia» pero difícilmente puede haber una «secuencia objetiva» en la historia de los acontecimientos desarrollados en la eternidad pasada.