Capítulo 9. Formas del cráneo y tipos esqueléticos | Índice | Capítulo 11. Diferencias entre las razas de color |
Autor: Halbert Katzen J.D.
El capítulo anterior y el Apéndice 1 muestran cómo los autores de El Libro de Urantia definen términos como «neandertal» y «caucasoide» en relación con su propia presentación de nuestra historia genética. La forma en que acuñan los términos y redefinen los términos existentes demuestra su interés en sugerir mejores formas de utilizar nuestro idioma. Con respecto al uso del idioma inglés, en el segundo párrafo del Prólogo El Libro de Urantia establece:
[…] nos resulta extremadamente difícil presentar unos conceptos más amplios y una verdad avanzada cuando estamos limitados por la utilización del lenguaje restringido de un planeta. Pero las instrucciones que hemos recibido nos recomiendan que realicemos todos los esfuerzos posibles para transmitir nuestros significados utilizando los símbolos verbales de la lengua inglesa. Se nos ha ordenado que sólo introduzcamos términos nuevos cuando el concepto a describir no encuentre en inglés ninguna terminología que se pueda emplear para expresar ese nuevo concepto, ya sea parcialmente o incluso distorsionando más o menos su significado. [1]
Con la palabra ario, como con la palabra eugenesia, los autores nos llaman nuevamente a reclamar el uso original de una palabra antes de que desarrollara connotaciones negativas.
La primera definición de ario en el Diccionario Compacto de Inglés de Oxford es: «miembro de un pueblo que habla un idioma indoeuropeo que se extendió al norte de la India en el segundo milenio antes de Cristo». La Wikipedia proporciona esta encapsulación de la historia sobre la palabra (se omiten las notas al pie de página):
Como una adaptación del latín «arianus», refiriéndose a Irán, «ario» se ha «usado en el idioma inglés durante mucho tiempo». Su historia como palabra de préstamo comenzó a fines del siglo XVIII, cuando la palabra fue tomada del sánscrito «arya» para referirse a hablantes de lenguas del norte de la India. Cuando se determinó que los idiomas iraníes —tanto vivos como antiguos— usaban un término similar de la misma manera (pero en el contexto iraní como un autoidentificador de los pueblos iraníes), se hizo evidente que el significado compartido tuvo que derivarse del idioma ancestral del pasado compartido, por lo que, a principios del siglo XIX, la palabra «ario» se refería al grupo de idiomas derivados de ese idioma ancestral y, por extensión, a los hablantes de esos idiomas.
Luego, en la década de 1830, basándose en la teoría errónea [énfasis agregado] de que palabras como «ario» también se podían encontrar en idiomas europeos, surgió el término «ario» para utilizarse como designación del grupo de idiomas indoeuropeos, y por extensión, los hablantes de esos idiomas. En el siglo XIX, el «lenguaje» todavía era considerado una propiedad de la «etnia», y por lo tanto los hablantes de las lenguas indoeuropeas se convirtieron en la llamada «raza aria», en contraste con la llamada «raza semítica». A fines del siglo XIX, las nociones de una «raza aria» se vincularon estrechamente con el nordicismo, que postulaba la superioridad racial del norte de Europa sobre todos los demás pueblos (incluidos indios e iraníes). Esta «raza superior» idealizada engendró los programas de «arianización» de la Alemania nazi, en los que la clasificación de las personas como «arias» y «no arias» se enfocó más enfáticamente hacia la exclusión de los judíos. Al final de la Segunda Guerra Mundial, la palabra «ario» se había asociado firmemente con las teorías raciales y las atrocidades cometidas por el régimen nazi.[2]
El Libro de Urantia proporciona una explicación del notable impacto que tuvieron los arios en el desarrollo de la cultura india, especialmente en su región más al norte. Aquí está su sección sobre «La invasión aria de la India» en su totalidad:
La segunda penetración andita en la India fue la invasión aria que tuvo lugar durante un período de casi quinientos años a mediados del tercer milenio a. de J.C. Esta emigración marcó el éxodo final de los anditas desde sus tierras natales del Turquestán.
Los primeros centros arios estaban diseminados por la mitad norte de la India, sobre todo en el noroeste. Estos invasores no completaron nunca la conquista del país, y esta negligencia causó posteriormente su ruina porque su inferioridad numérica los hizo vulnerables a la absorción por los dravidianos del sur, que invadieron más tarde toda la península, a excepción de las provincias del Himalaya.
Los arios dejaron muy poca huella racial en la India, salvo en las provincias del norte. Su influencia en el Decán fue cultural y religiosa más bien que racial. La permanencia más prolongada de la llamada sangre aria en el norte de la India no se debe solamente a su presencia más numerosa en estas regiones, sino también al hecho de que fueron reforzados por los conquistadores, comerciantes y misioneros posteriores. Hasta el primer siglo antes de Cristo hubo una continua infiltración de sangre aria en el Punjab, y la última afluencia se produjo en el momento de las campañas de los pueblos helénicos.
Los arios y los dravidianos se mezclaron finalmente en las llanuras del Ganges y dieron nacimiento a una cultura elevada; este centro fue reforzado más tarde con las aportaciones del nordeste procedentes de China.
En la India florecieron de vez en cuando muchos tipos de organizaciones sociales, desde los sistemas semidemocráticos de los arios hasta las formas de gobierno despóticas y monárquicas. Pero el rasgo más característico de la sociedad fue la persistencia de las grandes castas sociales instituidas por los arios en un esfuerzo por perpetuar su identidad racial. Este elaborado sistema de castas se ha conservado hasta la época actual.
De las cuatro grandes castas existentes, todas, a excepción de la primera, fueron establecidas con la inútil finalidad de impedir la fusión racial de los conquistadores arios con sus súbditos inferiores. Pero la casta principal, la de los sacerdotes-instructores, proviene de los setitas. Los brahmanes del siglo veinte después de Cristo son los descendientes culturales en línea directa de los sacerdotes del segundo jardín, aunque sus enseñanzas difieren enormemente de las de sus ilustres predecesores.
Cuando los arios penetraron en la India, llevaban consigo sus conceptos de la Deidad tal como éstos se habían conservado en las tradiciones sobrevivientes de la religión del segundo jardín. Pero los sacerdotes brahmanes nunca fueron capaces de oponerse al ímpetu pagano fortalecido por el contacto repentino con las religiones inferiores del Decán después de la desaparición racial de los arios. La gran mayoría de la población cayó así en el cautiverio de las supersticiones esclavizantes de las religiones inferiores; y así es como la India no logró producir la civilización elevada que se había presagiado en épocas anteriores.
El despertar espiritual del siglo sexto antes de Cristo no sobrevivió en la India, e incluso había desaparecido antes de la invasión mahometana. Pero algún día es posible que surja un Gautama aún más grande que conduzca a toda la India a la búsqueda del Dios viviente, y entonces el mundo podrá observar la realización de los potenciales culturales de un pueblo multifacético que ha permanecido tanto tiempo en coma bajo la influencia paralizante de una visión espiritual no progresiva.
La cultura descansa sobre una base biológica, pero las castas por sí solas no podían perpetuar la cultura aria, porque la religión, la verdadera religión, es la fuente indispensable de esa energía más elevada que impulsa a los hombres a establecer una civilización superior basada en la fraternidad humana. [3]
La sección comienza en armonía con la definición original; «ario» se refiere a las migraciones de un pueblo de Irán al norte de la India «durante un período de casi quinientos años a mediados del tercer milenio antes de Cristo». Al relatar los principales acontecimientos en la historia de la India, los autores atribuyen el origen del sistema de castas a los arios y resaltan cómo esto fue insuficiente para protegerlos de la «desaparición racial». La última frase de la sección enfatiza la verdad general que los autores desean transmitir. A pesar de la interrelación que necesariamente existe entre la genética y la civilización, la civilización duradera requiere una verdadera religión, relaciones fundadas sobre la verdad de la igualdad espiritual —la hermandad humana.
El Libro de Urantia describe a los arios como los creadores del sistema de castas que luego fue espiritualmente insostenible. Aunque contradicen la opinión de que la raza aria desembocó directamente en los alemanes o en cualquier otro grupo de europeos del norte, los autores apoyan referirse a los arios como una raza. Sin embargo, la forma en que los autores usan los términos raza, hombre y pueblo revela que no definen con precisión estos términos. (Por ejemplo, la raza aria no está incluida como parte de la clasificación general de las «razas» originales de Urantia: los andonitas, los seis sangiks, los noditas y los adamitas).
Usar el término ario se ha convertido en un tabú cultural. Hemos permitido que esta palabra claudique. La Wikipedia lo resume de esta manera:
El uso de «ario» como sinónimo de «indoeuropeo» o, en menor medida, de «indoiranio», es considerado hoy por muchos como obsoleto y políticamente incorrecto, pero aún puede aparecer ocasionalmente en material basado en estudios más antiguos, o escrito por personas acostumbradas a un uso anterior, como en un artículo publicado en 1989 en Scientific American por Colin Renfrew en el que usa la palabra «ario» en su significado tradicional como sinónimo de «indoeuropeo».
El término ario se origina de la palabra sánscrita arya, atestiguada en los textos antiguos del hinduismo como el Rigveda. Arya en sánscrito tiene el significado de civilizado o simplemente se refiere a un individuo de conciencia superior.
En el siglo XVIII, las lenguas indoeuropeas más antiguas conocidas eran las de los antepasados de los indoiranios. La palabra aria fue adoptada para referirse no sólo al pueblo indoiranio, sino también a los hablantes nativos indoeuropeos en general, incluidos los albaneses, kurdos, armenios, griegos, latinos y alemanes. No se tardó en reconocer que bálticos, celtas y eslavos también pertenecían al mismo grupo. Se argumentó que todos estos idiomas se originaron a partir de una raíz común, ahora conocida como proto-indoeuropeo, hablado por un pueblo antiguo que debe haber sido el antepasado original de los pueblos europeos, iraní e indoario. El grupo étnico compuesto por los proto-indoeuropeos y sus descendientes modernos se denominó arios. [4]
El Libro de Urantia ofrece una solución al problema de la ambigüedad al introducir el término andita, que es un término útil no sólo por hacer referencia a las similitudes lingüísticas «proto-indoeuropeas» sino también por un aspecto específico de nuestra historia genética. Este es un ejemplo de un lugar donde los autores tuvieron que acuñar un nuevo término porque su explicación de esta ascendencia implica la integración de una cosmología que es exclusiva de El Libro de Urantia. [5].
Para distinguir aún más a los arios de otros grupos, El Libro de Urantia especifica cómo los helenos han sido confundidos con los arios. Las dos citas siguientes hacen referencia a «los maestros de Salem». El Libro de Urantia dice que los maestros de Salem eran misioneros (de Melquisedec) que se extendieron por todo el mundo desde Jerusalén, enseñando las doctrinas monoteístas.
La influencia inicial de los educadores de Salem fue casi destruida por la invasión llamada aria procedente de Europa meridional y de Oriente. Estos invasores helénicos trajeron con ellos unos conceptos antropomórficos de Dios similares a los que sus hermanos arios habían llevado hasta la India. […] [6]
El Libro de Urantia define a los arios como una rama particular de las migraciones anditas y usa la palabra más de treinta veces. Aquí está la única cita en el libro donde las palabras «raza aria» aparecen juntas:
A medida que los misioneros de Salem penetraron hacia el sur en el Decán dravidiano, se encontraron con un sistema de castas cada vez mayor, el proyecto de los arios para impedir que se perdiera su identidad racial ante una marea creciente de pueblos sangiks secundarios. Puesto que la casta sacerdotal brahmánica era la esencia misma de este sistema, este orden social retrasó enormemente el progreso de los instructores de Salem. Este sistema de castas no consiguió salvar a la raza aria, pero sí logró perpetuar a los brahmanes, los cuales, a su vez, han mantenido su hegemonía religiosa en la India hasta la época actual. [7]
En este caso en que las palabras «raza aria» se usan juntas, es en el contexto de representar el final de la raza. El uso de «raza aria» de esta manera, por supuesto, refuerza la otra referencia a su «destrucción racial». Además, los autores proporcionaron una verdad subyacente para explicar por qué la cultura que iniciaron se convirtió en un impedimento para la difusión de una teología monoteísta por los maestros de Salem.
A diferencia de la «raza aria», El Libro de Urantia no fomenta el uso de «raza nórdica» como designación. «Nórdico» se usa diez veces; las dos veces que aparece la «raza nórdica», está precedida por la expresión «la llamada raza…». Además, los autores proporcionan algunas ideas sobre por qué Alemania tiene dos grupos raciales distintos.
La cultura primitiva que los invasores nórdicos encontraron en Europa era la de los danubianos en retroceso, mezclados con el hombre azul. La cultura nórdico-danesa y la cultura danubiano-andonita se encontraron y se mezclaron en el Rin, tal como lo atestigua la existencia de dos grupos raciales en la Alemania de hoy. [8]
Similar a la explicación sobre los arios, El Libro de Urantia dedica una sección completa a este tema, titulada «Las tres razas blancas» LU 80:9.
Parecería que los autores no están a favor de usar el término blanco y sólo lo hacen porque no se les permite acuñar un nuevo término cuando ya existe uno «incluso distorsionando más o menos su significado». A lo largo de todo el texto (sin incluir títulos y encabezados), los autores usan el término «razas blancas» dieciocho veces. E incluso el plural está precedido dos veces por «las llamadas razas…».
Usan en el texto «raza blanca» nueve veces. La expresión está precedida por «la llamada raza…» en dos ocasiones. En un caso, «raza blanca» está puesto entre comillas y va precedida por «amalgamada»; en otro caso, está seguida de «mezclada». En una ocasión, el singular se usa en una frase que discute «divisiones» de la raza. En otras dos ocasiones, cuando se usa «raza blanca», aparece en la sección «Las tres razas blancas».
En otro caso, el singular está más generalizado tanto en genética como en cultura:
Los instructores de Dalamatia introdujeron la evolución social de tipo cooperativo, y durante trescientos mil años, la humanidad fue educada en la idea de las actividades colectivas. El hombre azul se benefició más que los demás de estas primeras enseñanzas sociales, el hombre rojo hasta cierto punto, y el hombre negro menos que los demás. En tiempos más recientes, las razas amarilla y blanca han manifestado el desarrollo social más avanzado de Urantia.[9]
De manera paralela a las críticas sobre los arios con respecto a la teología y la civilización, los autores de El Libro de Urantia también se toman su tiempo para señalar los problemas asociados con las «razas blancas».
A medida que las enseñanzas originales de Jesús penetraron en Occidente, fueron occidentalizadas, y a medida que fueron occidentalizadas, empezaron a perder su atracción potencialmente universal para todas las razas y tipos de hombres. El cristianismo de hoy se ha convertido en una religión bien adaptada a las costumbres sociales, económicas y políticas de las razas blancas. Hace tiempo que dejó de ser la religión de Jesús, aunque todavía presenta valientemente una hermosa religión acerca de Jesús a aquellas personas que intentan seguir sinceramente el camino de sus enseñanzas. El cristianismo ha glorificado a Jesús como Cristo, el ungido mesiánico de Dios, pero ha olvidado ampliamente el evangelio personal del Maestro: la Paternidad de Dios y la fraternidad universal de todos los hombres. [10]
Aquí están las partes pertinentes de la sección titulada «Las tres razas blancas»:
Hacia el final de las emigraciones anditas, las mezclas raciales en Europa se habían generalizado en las tres razas blancas siguientes:
- La raza blanca del norte. Esta raza llamada nórdica estaba compuesta principalmente por los hombres azules más los anditas, pero también contenía una cantidad considerable de sangre andonita, así como cantidades más pequeñas de sangre sangik roja y amarilla. La raza blanca del norte englobaba así los cuatro linajes humanos más deseables, pero su herencia más importante provenía del hombre azul. El nórdico típico primitivo tenía la cabeza alargada, era alto y rubio. Pero hace mucho tiempo que esta raza se mezcló por completo con todas las ramas de los pueblos blancos.
[…]
- La raza blanca central. Aunque este grupo contiene linajes azules, amarillos y anditas, es predominantemente andonita. Estos pueblos son de cabeza ancha, morenos y rechonchos. Están introducidos como una cuña entre la raza nórdica y las razas mediterráneas, con su extensa base apoyada en Asia y el vértice penetrando en el este de Francia.
[…]
Hacia el año 2500 a. de J.C., el empuje que efectuaban los andonitas hacia el oeste llegó hasta Europa. Esta invasión de toda Mesopotamia, Asia Menor y la cuenca del Danubio por parte de los bárbaros de las colinas del Turquestán constituyó la regresión cultural más grave y duradera de todas las sucedidas hasta entonces. Estos invasores andonizaron claramente el carácter de las razas centroeuropeas, que desde entonces han continuado siendo característicamente alpinas.
- La raza blanca del sur. Esta raza morena mediterránea estaba compuesta por una mezcla de anditas y de hombres azules, con un linaje andonita menos importante que en el norte. Este grupo absorbió también, a través de los saharianos, una cantidad considerable de sangre sangik secundaria. En tiempos posteriores, unos poderosos elementos anditas procedentes del Mediterráneo oriental se fusionaron con esta rama meridional de la raza blanca.
Sin embargo, las regiones costeras del Mediterráneo no se poblaron de anditas hasta la época de las grandes invasiones nómadas del año 2500 a. de J.C… […]
Estas mezclas raciales establecieron los fundamentos de la raza europea del sur, la más mezclada de todas. Desde aquella época, esta raza ha sufrido además otras mezclas, principalmente con los pueblos azules-amarillos-anditas de Arabia. Esta raza mediterránea está de hecho tan mezclada con los pueblos circundantes que es prácticamente indiscernible como tipo aparte, pero sus miembros son en general bajos, de cabeza alargada y morenos.
En el norte, los anditas eliminaron a los hombres azules por medio de la guerra y los matrimonios, pero los hombres azules sobrevivieron en gran número en el sur. Los vascos y los bereberes representan la supervivencia de dos ramas de esta raza, pero incluso estos pueblos se han mezclado por completo con los saharianos.
Ésta es la imagen que ofrecía la mezcla de razas en Europa central hacia el año 3000 a. de J.C. […]
[…]
Es un error pretender clasificar a los pueblos blancos en nórdicos, alpinos y mediterráneos. Ha habido, en conjunto, demasiadas mezclas como para permitir este agrupamiento. En cierto momento la raza blanca estaba dividida de manera bastante bien definida en estas clases, pero se han producido desde entonces unas mezclas muy extensas, y ya no es posible identificar estas distinciones con claridad. Incluso en el año 3000 a. de J.C., los antiguos grupos sociales ya no formaban parte de una sola raza, al igual que sucede con los habitantes actuales de América del Norte.[11]
Esta descripción general de las razas blancas, por supuesto, complementa la explicación proporcionada sobre los tipos esqueléticos, particularmente el caucasoide.
A modo de instrucción adicional, tanto en términos del uso del lenguaje como de la historia de la humanidad, El Libro de Urantia establece:
Estos primeros anditas no eran arios, sino prearios. No eran blancos, sino preblancos. No eran un pueblo occidental ni un pueblo oriental. Pero la herencia andita es la que confiere a la mezcla políglota de las llamadas razas blancas esa homogeneidad generalizada que ha sido denominada caucasoide.[12]
Las investigaciones y exploraciones europeas sobre la antigua edad de piedra han consistido ampliamente en la exhumación de herramientas, huesos y objetos de arte de estos antiguos hombres azules, puesto que permanecieron en Europa hasta una fecha reciente. Las llamadas razas blancas de Urantia son los descendientes de estos hombres azules, que primero fueron modificados por una ligera mezcla con los amarillos y los rojos, y más tarde mejoraron enormemente debido a la asimilación de la mayor parte de la raza violeta. [13]
El Libro de Urantia identifica muchos de los problemas involucrados al tratar de definir términos como caucasoide y blanco. Los autores usan el término «razas blancas» con mucha más frecuencia que el término «raza blanca», en consonancia con su variada descripción de caucasoide. Por otra parte, con el término «ario» los autores eligen la definición original (no la desvirtuada).
Capítulo 9. Formas del cráneo y tipos esqueléticos | Índice | Capítulo 11. Diferencias entre las razas de color |
https://en.wikipedia.org/wiki/Aryan_race#Indo-Aryan_migration ↩︎
El informe «Adán y Eva», del mismo autor, ofrece soporte para esta conexión entre genética y lingüística. ↩︎