Capítulo 5. Historia y destino | Índice | Capítulo 7. Progreso cultural, sobrepoblación, y seres humanos subnormales |
Autor: Halbert Katzen J.D.
El Libro de Urantia aborda directamente cuestiones que tienen que ver con el valor a largo plazo de la diversidad racial, con la interrelación entre el desarrollo cultural y la vitalidad racial, y con los desafíos específicos a los que nos enfrentamos debido a la rebelión de Lucifer y el fracaso adámico.
La inclusión del material teológico y cosmológico no se ofrece como justificación o apoyo para nada de lo que dice El Libro de Urantia sobre eugenesia. Se incluye aquí debido a la importancia de proporcionar citas directas y demostrar la coherencia interna, la lógica y los valores que sólo se pueden mostrar a través de esta perspectiva ampliada.
El Libro de Urantia enumera en el documento 64 («Las razas evolutivas de color») algunos de los valores inherentes que provienen de la diversidad racial:
Existen muchas razones, buenas y suficientes, para llevar a cabo el proyecto de producir por evolución tres o seis razas de color en los mundos del espacio. Aunque los mortales de Urantia quizás no se encuentren en condiciones de apreciar plenamente todas estas razones, quisiéramos llamar la atención sobre los puntos siguientes:
La variedad es indispensable para permitir el amplio funcionamiento de la selección natural, la supervivencia diferencial de las cepas superiores.
Se obtienen razas mejores y más fuertes mediante el cruce entre los diversos pueblos, cuando esas razas diferentes son portadoras de factores hereditarios superiores. Las razas de Urantia se hubieran beneficiado pronto de una fusión semejante, si un pueblo así de amalgamado hubiera podido después ser mejorado eficazmente mezclándose por completo con la raza adámica superior. En las condiciones raciales actuales, cualquier intento por llevar a cabo un experimento de este tipo en Urantia sería extremadamente desastroso.
La diversificación de las razas incita a una sana competición.
Las diferencias de categoría entre las razas, y entre los grupos dentro de cada raza, son esenciales para el desarrollo de la tolerancia y del altruismo humanos.
La homogeneidad de la raza humana no es deseable hasta que los pueblos de un mundo evolutivo no alcanzan unos niveles relativamente elevados de desarrollo espiritual. [1]
Las declaraciones anteriores se entienden mejor en el contexto de otras declaraciones del libro sobre las razas de diferentes colores. Pero, para comprender esta cita complementaria, es necesario explicar el contexto.
La siguiente cita se encuentra en una sección que describe por encima la forma en que se desarrollan la mayoría de los mundos mortales. El Libro de Urantia explica que nuestro mundo cae en la categoría de un planeta «experimental». A los «Portadores de Vida» se les confía, entre otras cosas, la tarea de hacer mejoras al diseño biológico básico para los mortales en evolución. Se les permite hacer ciertos ajustes al diseño en el diez por ciento de los planetas. Se dice que los «Portadores de Vida» inician el proceso de vida implantando una forma de vida evolutiva unicelular, diseñada para evolucionar tanto gradualmente como mediante mutaciones periódicas.
Se dice que en todos los planetas se hace evolucionar la vida con tres o seis razas de colores. Los que tienen tres tienen la roja, amarilla y azul. Los que tienen seis también tienen la naranja, verde e índiga. (Nuestra razas naranja y verde lucharon hasta la extinción de ambas razas). Por lo general, las diferentes razas de color mutan una a la vez, pasando por el espectro de color del rojo al índigo. En nuestro mundo experimental, mutaron en una única generación y de una madre. De acuerdo con El Libro de Urantia:
La evolución de seis —o de tres— razas de color, aunque parezca deteriorar la dotación original del hombre rojo, proporciona ciertas variaciones muy deseables en los tipos mortales y permite una expresión, de otra manera inalcanzable, de los diversos potenciales humanos. Estas modificaciones son beneficiosas para el progreso de la humanidad en su totalidad, con tal que sean posteriormente mejoradas por la raza adámica o violeta importada. [Adán y Eva se dice que tienen la piel con una pigmentación violácea.] En Urantia, este plan normal de amalgamación no se llevó ampliamente a cabo, y este fracaso en la ejecución del plan para la evolución racial hace que os resulte imposible comprender muchas cosas sobre el estado de estos pueblos en un planeta habitado de tipo medio a través de la observación de los restos de estas primeras razas de vuestro mundo. [2]
Hoy ya no existe ninguna raza pura en el mundo. Los primeros pueblos originales y evolutivos de color sólo tienen dos razas representativas que sobreviven en el mundo —los hombres amarillos y los hombres negros— e incluso estas dos razas están muy mezcladas con los pueblos de color ya desaparecidos. Aunque la llamada raza blanca desciende predominantemente de los antiguos hombres azules, está más o menos mezclada con todas las demás razas, al igual que los hombres rojos de las Américas.
De las seis razas sangiks de color, tres eran primarias y tres secundarias. Aunque las razas primarias —azul, roja y amarilla— eran superiores en muchos aspectos a los tres pueblos secundarios, se debe recordar que estas razas secundarias poseían muchas características deseables que habrían mejorado considerablemente a los pueblos primarios si éstos hubieran podido absorber sus mejores linajes.
[…]
La hibridación de los linajes superiores y diferentes es el secreto para crear estirpes nuevas y más vigorosas, y esto es tan cierto para las plantas y los animales como para la especie humana. La hibridación aumenta el vigor y acrecienta la fecundidad. Las mezclas raciales de los estratos medios o superiores de los diversos pueblos aumentan considerablemente el potencial creativo, tal como está demostrado en la población actual de los Estados Unidos de América del Norte. Cuando estos emparejamientos tienen lugar entre los estratos inferiores o más bajos, la creatividad disminuye, tal como se puede observar en los pueblos de hoy en día del sur de la India.
La mezcla de las razas contribuye enormemente a la aparición repentina de características nuevas, y si esta hibridación es la unión de los linajes superiores, entonces estas nuevas características serán también peculiaridades superiores.
[…]
[…] Desde el punto de vista biológico, los sangiks secundarios eran, en algunos aspectos, superiores a las razas primarias. [3]
El proceso de la evolución planetaria es ordenado y está controlado. El desarrollo de organismos superiores a partir de agrupaciones de vida más inferiores no es accidental. A veces el progreso evolutivo se demora temporalmente debido a la destrucción de ciertas líneas favorables de plasma vital existentes en una especie seleccionada. A menudo se necesitan eras y eras para reparar el daño ocasionado por la pérdida de una sola cepa superior de herencia humana. Una vez que estas cepas seleccionadas y superiores de protoplasma viviente han hecho su aparición, deberían ser celosa e inteligentemente protegidas. En la mayor parte de los mundos habitados, estos potenciales superiores de vida son mucho más valorados que en Urantia. [4]
El Libro de Urantia usa la palabra «cepas» o «linajes» para referirse al sustento genético que crea «peculiaridades». «La mezcla de las razas contribuye enormemente a la aparición repentina de características nuevas, y si esta hibridación es la unión de los linajes superiores, entonces estas nuevas características serán también peculiaridades superiores». Los autores mencionan específicamente: «Desde el punto de vista biológico, los sangiks secundarios eran, en algunos aspectos, superiores a las razas primarias». Y luego proporcionan una perspectiva seguida de una recomendación. «A menudo se necesitan eras y eras para reparar el daño ocasionado por la pérdida de una sola cepa superior de herencia humana. Una vez que estas cepas seleccionadas y superiores de protoplasma viviente han hecho su aparición, deberían ser celosa e inteligentemente protegidas».
Los autores del libro enseñan que todos tenemos obligaciones morales y éticas con la humanidad y que trabajar en beneficio de la propia raza debe supeditarse a la priorización de nuestra herencia espiritual común; la humanidad en su conjunto es lo primero. Al afirmar que existen rasgos genéticos intrínsecamente superiores en todas las razas y que estos deben ser «inteligentemente protegidos», los autores evitan cualquier intento efectivo de distorsionar las enseñanzas de El Libro de Urantia hacia la intolerancia y el racismo.
La importancia espiritual de este tema está entretejido en la sección «La vida y las enseñanzas de Jesús» de El Libro de Urantia.
[…] [Unos gentiles que escuchaban a Jesús] Comprendieron la enseñanza de que Dios no hace acepción de personas, de razas o de naciones; que con el Padre Universal no existen los favoritismos; […]. Estos gentiles no tenían miedo de Jesús; se atrevían a aceptar su mensaje. A lo largo de todos los siglos posteriores, los hombres no han sido incapaces de comprender a Jesús; han tenido miedo de comprenderlo. [5]
Además, los autores definitivamente nos indican la dirección correcta respecto a la evolución social al colocar la base de las relaciones humanas en los «sentimientos de parentesco y de fraternidad humanos».
Unas clases sociales flexibles y cambiantes son indispensables para una civilización en evolución, pero cuando las clases se convierten en castas, cuando los niveles sociales se petrifican, el mejoramiento de la estabilidad social se consigue mediante la disminución de la iniciativa personal. La casta social resuelve el problema de encontrar uno su lugar en la industria, pero también reduce claramente el desarrollo del individuo e impide prácticamente la cooperación social.
Como las clases de la sociedad se han formado de manera natural, continuarán existiendo hasta que el hombre consiga eliminarlas gradualmente por evolución mediante la manipulación inteligente de los recursos biológicos, intelectuales y espirituales de una civilización en progreso, tales como:
La renovación biológica de los linajes raciales —la eliminación selectiva de las cepas humanas inferiores. Esto tenderá a erradicar muchas desigualdades humanas.
La formación educativa de la mayor capacidad cerebral que surgirá de este mejoramiento biológico.
La estimulación religiosa de los sentimientos de parentesco y de fraternidad humanos.
Pero estas medidas sólo pueden dar sus verdaderos frutos en los lejanos milenios del futuro, aunque la manipulación inteligente, sabia y paciente de estos factores aceleradores del progreso cultural producirá inmediatamente muchas mejoras sociales. La religión es la palanca poderosa que levanta a la civilización por encima del caos, pero se encuentra impotente sin el punto de apoyo de una mente sana y normal, que descanse firmemente sobre una herencia sana y normal. [6]
[…] Aunque un buen entorno no puede contribuir mucho a vencer realmente las desventajas que una herencia inferior tiene para el carácter, un ambiente malo puede estropear de manera muy eficaz una herencia excelente, al menos durante los primeros años de la vida. Un buen entorno social y una educación adecuada constituyen el terreno y la atmósfera indispensables para sacar el mayor partido de una buena herencia. [7]
La siguiente selección proviene de una sección que explica el desarrollo normal de los mundos mortales. Los autores hacen referencia al período de tiempo en que llega un «Adán y Eva», proporcionando beneficios genéticos adicionales en ese mundo. Y también entrelazan comentarios sobre nuestras inusuales circunstancias relacionadas con Adán y Eva, de quienes se dice que vivieron hace unos 38.000 años.
Antes del final de esta era [antes de la llegada del Adán y la Eva], las razas se purifican y alcanzan un alto estado de perfección física y de fuerza intelectual. El plan destinado a promover el aumento de los tipos superiores de mortales, con una reducción proporcional de los tipos inferiores, ayuda enormemente al desarrollo inicial de un mundo normal. La incapacidad de vuestros pueblos primitivos para discriminar así entre estos tipos es lo que explica la presencia de tantos individuos deficientes y degenerados entre las razas actuales de Urantia.
Uno de los grandes logros de la era [anterior al Adán y la Eva] es esta restricción a la multiplicación de los individuos mentalmente deficientes y socialmente incapaces. Mucho antes de la época de la llegada de los segundos Hijos, los Adanes, la mayoría de los mundos se dedican seriamente a la tarea de purificar la raza, cosa que los pueblos de Urantia ni siquiera han emprendido seriamente todavía.
Este problema de mejorar la raza no es una empresa de tanta envergadura cuando se ataca en esta fecha temprana de la evolución humana. El período anterior de las luchas tribales y de la dura competición por la supervivencia racial ha eliminado la mayor parte de los linajes anormales y defectuosos. Un idiota no tiene muchas posibilidades de sobrevivir en una organización social tribal primitiva y guerrera. El falso sentimentalismo de vuestras civilizaciones parcialmente perfeccionadas es el que fomenta, protege y perpetúa los linajes irremediablemente defectuosos de las razas humanas evolutivas.
No es ni ternura ni altruismo ofrecer una compasión inútil a unos seres humanos degenerados, a unos mortales anormales e inferiores insalvables. Incluso en el más normal de los mundos evolutivos, existen diferencias suficientes entre los individuos y entre los numerosos grupos sociales como para asegurar el pleno ejercicio de todas aquellas nobles características de los sentimientos altruistas y del ministerio humano desinteresado, sin perpetuar los linajes socialmente incapaces y moralmente degenerados de la humanidad en evolución. Existen abundantes oportunidades para el ejercicio de la tolerancia y el funcionamiento del altruismo en favor de aquellos individuos desafortunados y necesitados que no han perdido irremediablemente su herencia moral ni han destruido para siempre su derecho espiritual de nacimiento. [8]
Según El Libro de Urantia, no se requieren creencias específicas para que nuestra alma se desarrolle, tan sólo tomar decisiones morales, eligiendo el bien sobre el mal. Este estándar es fundamentalmente similar al requisito legal de conocer la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto para ser considerado responsable de un delito. Cuando los sistemas legales se enfrentan al problema, la gradación comienza generalmente con varias formas y grados de retraso mental y luego entra en trastornos sociópatas y formas temporales de locura. Cuando El Libro de Urantia usa la palabra «insalvable» en este contexto, esto es similar a lo que se hace a nivel legal cuando los tribunales requieren una determinación de si alguien realmente posee sensibilidad humana (o si tiene una buena excusa para anular estas sensibilidades por las circunstancias).
El Libro de Urantia vincula la dignidad que conlleva ser humano, «derecho de nacimiento espiritual», con la capacidad (o en algunos casos, la capacidad potencial) de tomar decisiones morales, de saber la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto. Indica que debemos considerar seriamente los peligros asociados a no aplicar esta distinción de manera consistente en toda nuestra cultura. En otras palabras, ¿qué sentido tiene permitir que las personas procreen, si no los responsabilizamos por un delito?
La civilización descansa sobre una base genética. Y sólo porque hagamos una distinción por razones legales u otras para conocer la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto, esto no significa que no queden más variaciones que deban considerarse. Conocer la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto simplemente enmarca un extremo de una gradación. Con el propósito de establecer relaciones espirituales, interpersonales o legales, no se necesitan más distinciones. Si usted sabe la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto, entonces sea «bienvenido a la familia humana».
Sin embargo, esto no significa que todos estén igualmente preparados para ser ingenieros aeroespaciales o artistas o atletas profesionales, etc. No sólo tenemos una gama de capacidades, sino que también tenemos diferentes disposiciones.
La distinción entre los aspectos espirituales y mentales / materiales de nuestras vidas se refleja en la declaración: «la iglesia ha socorrido durante mucho tiempo a los desvalidos y a los infelices, y todo eso ha estado muy bien, pero este mismo sentimentalismo ha conducido a la perpetuación imprudente de unos linajes racialmente degenerados que han retrasado enormemente el progreso de la civilización»[9]. «Todo ha ido bien» porque la gente ha tenido buenas intenciones y esto tiene un valor espiritual real y eterno. Una interpretación secular sería algo así como: «la ternura es una cualidad positiva que promueve el respeto a las personas como personas». Pero esas buenas intenciones no equivalen a un efecto positivo en nuestro acervo genético. Estos son asuntos separados. Necesitamos tener buenas intenciones y hacerlo bien si realmente vamos a vivir bien.
Hemos estado deshaciendo un importante sistema de prueba y ajuste que por otra parte ya la naturaleza nos proporciona. «Un idiota no tiene muchas posibilidades de sobrevivir en una organización social tribal primitiva y guerrera. El falso sentimentalismo de vuestras civilizaciones parcialmente perfeccionadas es el que fomenta, protege y perpetúa los linajes irremediablemente defectuosos de las razas humanas evolutivas»[10]. Hacer cosas que son antitéticas para la eugenesia es peligroso y muy poco inteligente. Hacemos cosas peligrosas y poco inteligentes porque, en nombre de la espiritualidad, dejamos que nuestros sentimientos dominen nuestro intelecto.
El Libro de Urantia sugiere que adoptemos un estándar más alto de moralidad, uno que sea más filosófico, más integrado intelectual y espiritualmente. «No es ni ternura ni altruismo ofrecer una compasión inútil a unos seres humanos degenerados, a unos mortales anormales e inferiores insalvables». La simpatía es simpatía «inútil» cuando la mente del individuo que la recibe no puede soportar un nivel de conciencia verdaderamente humano. Cuando hacemos esto de una manera que «fomenta, protege y perpetúa los linajes irremediablemente defectuosos de las razas humanas evolutivas», disminuye la calidad de vida para aquellos de nosotros que sabemos la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto al hacer del mundo un lugar peor para vivir. Para progresar necesitamos reconocer esto por lo que es. Hay una diferencia entre querer ser útil y realmente serlo. Lo primero refleja tener una experiencia o intención espiritual interna positiva; lo último refleja tener una influencia o efecto externo positivo en los demás.
Enfrentamos un enorme desafío, por supuesto, debido a las muchas gradaciones de calidad genética presentes en toda la población mundial. Cuándo exactamente esta gradación alcanza un nivel de degeneración que hace que un individuo sea incapaz de tomar decisiones de vida normales y elecciones morales es muy difícil de decir. Querer evitar decisiones tan difíciles nos lleva directamente a ser caritativos de una manera que socava los importantes beneficios de la selección natural.
Los autores son tan reservados como pueden ser al ofrecer consejos, al mismo tiempo que dicen lo que es necesario decir: que estamos haciendo cosas proactivamente para empeorar una situación grave. La cosmología de El Libro de Urantia afirma que nuestras tradiciones religiosas con respecto a Lucifer, Satanás y el Diablo tienen elementos de verdad histórica en ellos. Se dice que nuestro mundo sufre la pérdida de unos administradores espirituales, que de otro modo habrían estado con nosotros en forma material para ayudarnos a manejar estos problemas. Se dice que la pérdida es temporal, a la espera de la sentencia final de los que se rebelaron.
Si bien la verdad de esta afirmación cosmológica, por supuesto, no está en discusión, este paradigma refleja el respeto comprensivo del libro por los desafíos morales y éticos que enfrentamos y brinda perspectiva para su recomendación conservadora.
[…] La dificultad para ejecutar un programa radical como éste en Urantia consiste en la ausencia de jueces competentes para decidir sobre la aptitud o la incapacidad biológica de los individuos de las razas de vuestro mundo. A pesar de este obstáculo, parece ser que deberíais ser capaces de poneros de acuerdo sobre la exclusión biológica de vuestros linajes más acusadamente incapaces, deficientes, degenerados y antisociales. [11]
Todas las razas de la humanidad enfrentan este problema hasta cierto punto; es un problema común. La «expulsión biológica» es todo lo que se está discutiendo aquí y sólo con respecto a aquellos que son «más acusadamente incapaces, deficientes, degenerados y antisociales». «Incapaces, deficientes, degenerados y antisociales» aparece remarcado con las palabras «más acusadamente». No remarcados con «un poco» o «algo».
Los autores de El Libro de Urantia afirman que estamos desarrollando serios problemas con respecto a la vitalidad de nuestro acervo genético y que la civilización no puede mantenerse en base a un acervo genético cada vez más degenerado. Se necesita un grado necesario de salud biológica en la población en general para obtener la capacidad mental necesaria para el mantenimiento y el desarrollo de una civilización cada vez más avanzada y compleja.
Si queremos ser verdaderamente altruistas, debemos enfrentar los desafíos reales asociados con las expresiones maduras de altruismo. ¿Cuán madura es una expresión de altruismo que sacrifica el bienestar biológico, mental y espiritual a largo plazo de la humanidad en su conjunto? Si las personas están actuando inconscientemente de manera imprudente, entonces necesitan ser educadas. Si las personas actúan conscientemente de manera imprudente, esto también debe abordarse.
Al hacernos reflexionar sobre la historia humana temprana, los autores de El Libro de Urantia nos recuerdan que la naturaleza tiene una forma de abordar estos problemas. Y a la larga, el camino de la naturaleza realmente minimiza el sufrimiento humano mucho más que un esfuerzo humanitario bien intencionado pero mal dirigido que «fomenta, protege y perpetúa los linajes irremediablemente defectuosos de las razas humanas evolutivas». Al señalar que «un idiota no tiene muchas posibilidades de sobrevivir en una organización social tribal primitiva y guerrera», los autores nos ayudan a apreciar cómo debe ser el punto de referencia para el progreso. La naturaleza proporcionó un mecanismo para la mejora progresiva del acervo genético de la humanidad; nuestros esfuerzos deberían mejorar este elemento esencial del proceso evolutivo. Si no estamos mejorando la naturaleza, entonces no estamos haciendo algo verdaderamente humanitario.
La sugerencia de El Libro de Urantia de que «deberíamos ser capaces de acordar la exclusión biológica de» nuestros «linajes más acusadamente incapaces, deficientes, degenerados y antisociales» no se relaciona con vastos segmentos de la sociedad o un grupo racial en particular. «Una mente sana y normal, que descanse firmemente sobre una herencia sana y normal»[12] es algo muy distinto a unos «linajes deficientes y degenerados», o a unos «linajes irremediablemente defectuosos»[10:1] o a unos «individuos mentalmente deficientes y socialmente incapaces»[13].
Para progresar, necesitamos mantener nuestros corazones abiertos, nuestro sentido común intacto y reunir el coraje moral para ser administradores responsables de nuestro acervo genético humano. Los autores de El Libro de Urantia nos están ayudando a aprender cómo desarrollar una conversación buena y saludable sobre el tema. El Libro de Urantia no nos dice cómo hacer lo que necesitamos hacer. ¡No hay nada en el texto que sea prescriptivo sobre las metodologías, excepto que lo apropiado de las religiones y los creyentes es ¡abogar por un cambio social no violento!
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