[ p. 238 ]
1 [^728]. Savitri (el sol), habiendo primero recogido su mente y expandido sus pensamientos, trajo a Agni (el fuego), cuando hubo descubierto su luz, sobre la tierra.
2 [^729]. Con la mente serena, nos sometemos a la divina Savitri para que alcancemos la bienaventuranza. [ p. 239 ] 3 [1]. Que Savitri, tras haber alcanzado con su mente a los dioses que ascienden al cielo, y con sus pensamientos el cielo, conceda a estos dioses que brillen como una gran luz.
4 [2]. Los sabios del gran sabio se reflexionan y ordenan sus pensamientos. Solo aquel que conoce la ley (Savitri) ha ordenado las invocaciones; grande es la alabanza del divino Savitri. [ p. 240 ] 5 [3]. Tu antigua oración debe ir acompañada [4] de alabanzas. ¡Que mi canción se extienda como el sol! Que todos los hijos del Inmortal escuchen, quienes han alcanzado sus moradas celestiales.
6. Donde se aviva el fuego [5], donde se detiene el viento, donde fluye el Soma, allí nace la mente. [ p. 241 ] 7. Amemos al antiguo Brahman por la gracia de Savitri; si allí moras, el camino no te hará daño [6].
8. Si un hombre sabio mantiene su cuerpo con sus tres partes erguidas (pecho, cuello y cabeza) [7], y dirige sus sentidos con la mente hacia el corazón, entonces, en la barca de Brahman [8], cruzará todos los torrentes que causan miedo.
9. Que quien haya dominado todos sus movimientos, respire suavemente por la nariz, comprimiendo su respiración [9]. Que el sabio, sin falta, refrene su mente, ese carro uncido con caballos feroces [10].
10. Que realice sus ejercicios en un lugar [11] [ p. 242 ] llano, puro, libre de piedras, fuego y polvo, agradable por sus sonidos, sus aguas y sus cenadores, agradable a la vista y lleno de refugios y cuevas.
11. Cuando se practica Yoga, las formas que aparecen primero, produciendo apariciones en Brahman, son las del humo nebuloso, el sol, el fuego, el viento, las luciérnagas, los relámpagos y una luna de cristal [12].
12. Cuando, como surgen la tierra, el agua, la luz, el calor y el éter, tiene lugar la quíntuple cualidad del Yoga [13], entonces ya no hay enfermedad, vejez ni dolor [14] para aquel que ha obtenido un cuerpo producido por el fuego del Yoga.
13. Los primeros resultados del Yoga se llaman ligereza, salud, firmeza, buena complexión, pronunciación fácil, olor agradable y secreciones ligeras.
14. Como un disco de metal (espejo), deslustrado por el polvo, vuelve a brillar tras ser limpiado, así la persona encarnada se siente satisfecha y libre de penas tras haber visto la verdadera naturaleza del Ser [15]. [ p. 243 ] 15. Y cuando, mediante la verdadera naturaleza de su ser, ve, como a través de una lámpara, la verdadera naturaleza de Brahman, entonces, habiendo conocido al dios eterno e innaciente, que está más allá de todas las naturalezas [16], se libera de todas las ataduras.
16. Él es, en verdad, el dios que impregna todas las regiones: es el primogénito (como Hiranyagarbha), y está en el vientre materno. Ha nacido y nacerá [17]. Está detrás de todas las personas, mirando por todas partes.
17. El dios [18] que está en el fuego, el dios que está en el agua, el dios que ha entrado en el mundo entero, el dios que está en las plantas, el dios que está en los árboles, ¡adoración sea para ese dios, adoración!
Estos versos provienen de varios Samhitâs. El primer yu_ñ_gânah prathamam proviene de Taitt. Samh. IV, 1, 1, 1, 1; Vâg. Samh. XI, 1; véase también Sat. Br. VI, 3, 1, 12. El texto de Taittirîya concuerda con el Upanishad; el texto de Vâgasaneyi usa dhiyam en lugar de dhiyah y agneh en lugar de agnim. Ambos textos toman tatvâya como participio de tan, mientras que el Upanishad lee tattvâya como dativo de tattva, verdad. He traducido el verso en su sentido natural. Saṅkara, al explicar el Upanishad, traduce: «Al comienzo de nuestra meditación, uniendo la mente con el Ser Supremo, y también los demás prânas, o el conocimiento de las cosas externas, en aras de la verdad, Savitri, a partir del conocimiento de las cosas externas, trajo a Agni, tras haber descubierto su brillo, sobre la tierra, en este cuerpo». Lo explica: «Que Savitri, apartando nuestros pensamientos de las cosas externas para concentrarlos en el Ser Supremo, produzca en nuestra palabra y en nuestros demás sentidos ese poder que puede iluminar todos los objetos, que procede de Agni y de las demás deidades favorables». Añade que «por el favor de Savitri, se puede alcanzar el yoga».
238:1 Los siete versos introductorios provienen de himnos dirigidos a Savitri como el sol naciente. Sákkara los ha distorsionado tanto para que sean aplicables a las enseñanzas de la filosofía yóguica que casi resultan absurdos. He incluido algunos ejemplos de las interpretaciones de Sákkara en las notas, pero he traducido los versos, en la medida de lo posible, en su carácter original. Siendo meramente introductorios, no entiendo por qué el compilador del Upanishad vio en ellos algo más que una invocación a Savitri. ↩︎
238:2 El segundo verso es de Taitt. Samh. IV, 1, 1, 1, 3; Vâg. Samh. XI, 2. El texto Vâgasaneyi tiene svargyâya en lugar de svargeyâya, y saktyâ en lugar de saktyai. Saṅkara explica: «Con una mente unida al Ser Supremo por Savitri, nosotros, con la sanción de ese Savitri, nos dedicamos a la meditación, que conduce a la obtención de Svarga, según nuestro poder». Explica Svarga por Paramâtman. Sâyana, en su comentario sobre el Taittirîya-samhitâ, explica el svargeyâya mediante svargaloke gîyamânasyâgneh sampâdanâya; Sâyaaṅkara, mediante svargaprâptihetubhûtâya dhyânakarmane. Sâyana explica el saktyai mediante yathâsâmarthyam; Sâyana, mediante sâaktâ bhûyâsma. Mahîdhara explica el saktyâ mediante svasâmarthyena. Creo que la lectura original era svargyâya saktyai, y que debemos tomar saktyai como infinitivo, como ityai, interpretado con dativo, como drisaye sûryâya, para la visión del sol. Los dos dativos atraídos estarían regidos por save, «estamos bajo el mando de Savitri», svargyâya saktyai, «para que podamos obtener svargya, vida en Svarga o bienaventuranza». ↩︎
239:1 El tercer verso es de Taitt. Samh. IV, 1, 1, 1, 2; Vâg. Samh. XI, 3. Los Taittirîyas leen yuktvâya manasâ; los Vâgasaneyins, yuktvâya savitâ. Saṅkara traduce: «De nuevo, ruega que Savitri, tras haber dirigido a los devas, es decir, a los sentidos, que se dirigen hacia Brahman y que, mediante el conocimiento, van a iluminar la luz celestial de Brahman, les ordene que lo hagan; es decir, ruega que, por el favor de Savitri, nuestros sentidos se aparten de las cosas externas hacia Brahman o el Ser». Considerando que el himno está dirigido a Savitri, he traducido «deva» por dioses, no por sentidos, «suvaryatah» por ascender al cielo, es decir, por la mañana. La oposición entre manasâ y dhiyâ es la misma aquí que en el verso 1, y de nuevo en el verso 4. ↩︎
239:2 Este verso proviene de Taitt. Samh. IV, 1, 1, 1, 4; I, 2, 13, 1, 1; Vâg. Samh. V, 14; XI, 4; XXXVII, 2; Rig-veda V, 81, 1; Sat. Br. III, 5, 3, 11; VI, 3, 1, 16. Saṅkara explica este verso de la misma manera que los anteriores, mientras que el Satapatha-brâhmana ofrece dos explicaciones rituales diferentes. ↩︎
240:1 Para este verso, véase Taitt. Samh. IV, 1, 1, 2, 1; Vâg. Samh. XI, 5; Atharva-veda XVIII, 3, 39; Rig-veda X, 13, 1. Los Vâgasaneyins leen vi sloka etu en lugar de vi slokâ yanti; sûreh en lugar de sûrâh; srinvantu en lugar de srinvanti; y el Rig-veda concuerda con ellos. El doble vâm se explica por el verso perteneciente a un himno que celebra los dos sakatas, carros que transportan las ofrendas (havirdhâne); sin embargo, lo más probable es que el doble se refiriera originalmente a las deidades duales del cielo y la tierra. Prefiero el texto del Rig-veda y los Vâgasaneyins al de los Taittirîyas, y he traducido el verso en consecuencia. En el Atharva-veda XVIII, 39, si nos fiamos de la edición, el verso comienza con svâsasthe bhavatam indave nah, que en realidad es el final del siguiente verso (Rv. X, 13, 2), mientras que la segunda línea dice: vi sloka eti pathyeva sûrih srinvantu visve amritâsa etat. No le veo sentido a pathyeva sûrâh. Saṅkara explica pathyeva mediante pathi sanmârge, athavâ pathyâ kîrtih, mientras que su comentario posterior, dando srinvantu y putrâh sûrâtmano hiranyagarbhasya, lleva a suponer que leyó sûreh srinvantu. Sâyana (Taitt. Samh. IV, 1, 1, 2) explica pathyâ sûrâ iva mediante gîrvânamârga antarikshe sûryarasmayo yathâ prasaranti tadvat. El mismo, al comentar el Rig-veda (X, 13, 1), dice: pathyâ-iva sûreh, yathâ stotuh svabhûtâ pathyâ parinâmasukhâvahâhutir visvân devân prati vividham gakkhati tadvat. Mahîdhara (Vâg. Samh. XI, 5) refiere sûreh (panditasya) a slokah, y explica pathyeva mediante patho 'napetâ pathyâ yag_ñ_amârgapravrittâhutih. ↩︎
240:2 Yugé no puede significar yu_ñ_ge, como suponen todos los comentaristas y traductores, sino que es un infinitivo dativo. En el verso siguiente, yu_ñ_gate tampoco puede significar yuṅkte (véase Boehtlingk, sv), ni explicarse como una forma subjuntiva. A. se lee adhirudhyate, B. abhirudhyate, con una nota marginal abhinudyate. Es difícil determinar si, al encender el fuego, el viento debe dirigirse hacia él o alejarse. ↩︎
240:3 Es decir, en el sacrificio Soma, después de que el fuego ha sido encendido y agitado por el viento, los poetas, al participar del jugo, son inspirados para nuevas canciones. Saṅkara, sin embargo, sugiere otra explicación como más apropiada para el Upanishad, a saber, ‘Donde el fuego, es decir, el Ser Supremo, que quema toda ignorancia, ha sido encendido (en el cuerpo, donde ha sido frotado con la sílaba Om), y donde el aliento ha actuado, es decir, ha hecho el sonido peculiar de las etapas iniciales del Yoga, allí se produce Brahman’. De hecho, lo que se pretendía enseñar era esto, que debemos comenzar con actos sacrificiales, luego practicar yoga, luego alcanzar samâdhi, el conocimiento perfecto, y finalmente la dicha. ↩︎
241:1 Debemos leer krinavase, en el sentido de ‘haz esto y nada te hará daño’, o, si haces esto, tus acciones anteriores ya no te harán daño. ↩︎
241:2 Cf. Bhagavadgîtâ VI, 13. Samam kâyasirogrîvam dhârayan. Saṅkara dice: trîny unnatâny urogrîvasirâmsy unnatâni yasmin sarire. ↩︎
241:3 Explicado por Saṅkara como la sílaba Om. ↩︎
241:4 Cf. Bhagavadgîtâ V, 27. Prânâpânau samau kritvâ nâsâbhyantara kârinau. Véanse las notas de Telang, Libros Sagrados de Oriente, vol. viii, pág. 68 y siguientes. ↩︎
241:5 Una metáfora similar en Kath. Up. III, 4-6; Libros Sagrados de Oriente, vol. xv, pág. 13. ↩︎
241:6 La pregunta es si sabdagalâsrayâdibhih debe referirse a mano 'nukûle, como lo he traducido, o a vivargite, como parece interpretarlo Saṅkara, pues traduce sabda, sonido, por ruido, y p. 242 âsraya por mandapa, una cabaña. Véase Bhagavadgîtâ VI, 11. En el Maitr. Up. VI, 30, Râmatîrtha explica sukau dese por girinadîpulinaguhâdisuddhastâne. Véase también Âsv. Grihya-sûtras III, 2, 2. ↩︎
242:1 O puede ser un cristal y la luna. ↩︎
242:2 El Yogaguna se describe como la cualidad de cada elemento, es decir, el olor de la tierra, el sabor del agua, etc. Parece que la percepción de estos gunas se llama yogapravritti. Así, al fijar el pensamiento en la punta de la nariz, se produce la percepción de un aroma celestial; al fijarlo en la punta de la lengua, la percepción de un sabor celestial; al fijarlo en la punta del paladar, un color celestial; al fijarlo en el centro de la lengua, un tacto celestial; al fijarlo en el paladar, un sonido celestial. Mediante estas percepciones, se supone que la mente se estabiliza, pues ya no se siente atraída por los objetos externos. Véase Yoga-sûtras I, 35. ↩︎
242:3 O no hay muerte, na mrityuh, B. ↩︎
242:4 Estamos de acuerdo con el tadvat con el tattva prasamîkshya dehîti. ↩︎
243:1 Sarvatattvair avidyâtatkâryair visuddham asamsprishtam. ↩︎