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Los sufíes consideran un axioma que el mundo debe haber tenido un Creador. Afirman que Él es Uno, Antiguo, Primero y Último, el Fin y Límite de todas las cosas, Incomparable, Inmutable, Indivisible e Inmaterial, no sujeto a las leyes del tiempo, lugar o dirección; poseedor de los atributos de la santidad y exento de todas las cualidades opuestas. En esta explicación sufí de Su naturaleza, su explicación concuerda con la opinión del mundo pensante oriental en general; pero afirman además que Él es Infinito e Ilimitable, con lo que quieren decir no sólo sin principio ni fin, sino también sin posición determinada de tiempo, lugar o dirección. La Naturaleza de Dios, según ellos, es una luz infinita e ilimitable, un Océano ilimitado e insondable, comparado con el cual el universo entero es más insignificante que una gota de agua en el mar. No hay un solo átomo de seres existentes que Dios no impregne, comprenda y abarque. Dios está siempre cerca del hombre, pero el hombre [p. 23] está siempre lejos de Dios, porque no es consciente de Su proximidad. La proximidad de Dios a todos los seres creados Su proximidad es la misma, pues los más altos y los más bajos son iguales a Su vista. La luz de Dios es lo único que puede revelar esta proximidad al Viajero.
Hay tres grados de proximidad a Dios que están fuera del alcance de la Inteligencia humana: la proximidad del Tiempo, el Lugar y los Atributos. Podemos decir, por ejemplo, que Mahoma estaba más cerca de nuestro propio tiempo que Cristo; que la luna está más cerca de la tierra que el planeta Júpiter; que Báyazíd Bístámí [1] se parecía más a Mahoma en cualidades que cualquiera de los contemporáneos del Profeta; pero no podemos predicar esta proximidad de Dios. El verso del Corán, «Él está contigo dondequiera que estés» (Cor. cap. 57, v. 4), alude a esta misteriosa proximidad. La Inteligencia no tiene camino para el descubrimiento descubrible solo por los Iniciados. de ella, pero cuando su majestad ha eclipsado a los Illuminati, perciben que a la vista de Dios, los Santos y los Profetas, los incrédulos y los herejes, los más elevados de la humanidad y los más viles de los brutos, son iguales comparados con Él. Esta es su explicación del pasaje «No verás distinción en la Creación del Misericordioso» (Cor. cap. 67, v. 3), y «De Dios es el Oriente y el Occidente, y dondequiera que mires tu rostro, Dios está allí.» (Cor. cap. 2, v. 109.)
El Viajero que ha descubierto esta proximidad posee lo único necesario y ha completado el viaje hacia Dios, pero hasta que no haya superado [p. 24] las restricciones del tiempo y el lugar, sus pasos nunca podrán bordear el umbral de la Eternidad. La eternidad, la Eternidad, en el sentido sufí, es el elemento primordial del Cosmos y abarca de una sola mirada tanto el tiempo pasado como el futuro. Esta idea está contenida en las palabras del Hadís: «No hay mañana ni tarde con tu Señor». El pasaje del Corán «¡Oh asamblea de genios y hombres! Si podéis salir de los confines del Cielo, salid de ellos; pero lo haréis sólo por la autoridad que Dios os da» (Cor. cap. 55, v. 33), señala la Majestad de Aquel de cuya proximidad estamos hablando.
Solución de las cuestiones que surgen del relato sufí. Este relato sufí de la naturaleza y proximidad de Dios da lugar a muchas preguntas entre sus discípulos. Por ejemplo, «¿De qué manera la naturaleza de Dios es infinita e ilimitable, en referencia al mundo sensible e invisible considerados por separado?» La respuesta, sin embargo, se desprende claramente de las afirmaciones anteriores. Porque como la naturaleza de Dios es infinita e ilimitable, y no se le atribuye ninguna noción de tiempo, lugar o dirección, está igualmente por encima de la concepción más alta del mundo invisible y por debajo del objeto material más bajo del mundo sensible. Además, su afirmación sobre la proximidad de Dios a todas las cosas por igual, y Su comprensión y abarcamiento de todas las cosas, parece irreconciliable con cualquier concepción que la inteligencia humana pueda formarse de Su Naturaleza. Esta objeción la responden con la siguiente ilustración física.
Ilustración física La tierra es densa, el agua comparada con la tierra es sutil, el aire es más sutil que el agua, el [p. 25] fuego es más sutil que el aire; y lo sutil ocupa una posición más alta que lo denso en la escala de la creación. Ahora bien, aunque cada uno de estos cuatro elementos ocupa una posición distinta en la naturaleza, son susceptibles de mezclarse y están determinados el uno por el otro. Si, por ejemplo, un recipiente está completamente lleno de tierra, todavía habrá espacio para el agua, y cuando no contenga más agua, todavía admitirá la introducción del aire, y cuando no contenga más aire, todavía admitirá la introducción del fuego; las capacidades abarcadoras y penetrantes de cada uno son proporcionales a sus densidades relativas. Ahora se observará que no hay ninguna partícula de la tierra en el recipiente que no esté mezclada con el agua, y así sucesivamente con los otros tres elementos, ocupando cada uno su posición distinta y adecuada de acuerdo con su densidad. Es de la gradación y disposición adecuadas de estos cuatro elementos en el mundo que surgen los fenómenos de la naturaleza; pero, sin embargo, son susceptibles de mezcla y conjunción. Esto también puede probarse por la experiencia. Si uno mete la mano en el agua, se humedece y no se quema; si la mete en el fuego, se quema y no se humedece; pero si la mete en agua hirviendo, se humedece y se quema, probando así que estos dos elementos son susceptibles de mezcla y conjunción. Que los cuatro elementos ocupan sus posiciones distintas y propias en la naturaleza, es evidente por las premisas sobre sus densidades relativas, porque el más denso no puede perturbar o confinar al más sutil. Si todo esto es posible, entonces en el caso de los elementos materiales, ¡cuánto [p. 26] más posible es en el caso de la naturaleza de Dios, que es inmaterial e indivisible!
Otro ejemplo más claro lo encontramos en la psicología: el alma humana está unida al cuerpo y no reside simplemente en él, de modo que no hay ningún átomo de la estructura corporal que sea distinto o que no esté impregnado, comprendido o comprendido por ella. Los miembros pueden separarse uno a uno, e incluso el cuerpo mismo puede cortarse en pedazos sin que el alma sufra ninguna herida o daño, pues el cuerpo, que es el más denso de los dos, no puede perturbar ni confinar al alma, que es la más sutil. De la misma manera, la naturaleza de Dios penetra, comprende y comprende todo, y es incapaz de ser perturbada o confinada por nada.
La naturaleza sutil de Dios. Además, puesto que la naturaleza de Dios es infinitamente sutil, nada puede jamás velarla u ocultarla; pues cuanto más sutil es una cosa, mayor es su capacidad de penetración. Así, los sufíes explican la expresión del Corán: «Él es el Sutil, el Sabio [2]», con referencia a la naturaleza de Dios, como la única naturaleza verdaderamente sutil. Dicen que esta frase convencería a todo el mundo de la verdad del credo mahometano si tan sólo pudieran entender que ésta es la interpretación correcta del mismo. Esta proximidad de Dios está implícita en los versículos [p. 27]: «Él está con vosotros dondequiera que estéis; Dios ve todo lo que hacéis» (Cor. cap. 57, v. 4). «Estoy más cerca de él que su vena yugular» (Cor. cap. 50, v. 15). Y muchos pasajes similares tanto del Corán como del Hadís.
Los argumentos anteriores tienen como objetivo especial refutar la opinión de que Dios está más cerca de algunos hombres que de otros, es decir, que los sabios se acercan más a Él que los ignorantes. Su gran objetivo, sin embargo, es inculcar la hermosa verdad de que Él está siempre cerca de quienes lo buscan, mientras que sólo están lejos de Él aquellos que por sus acciones no reconocen que Él es Omnipresente y Omnisciente, sabiendo y viendo todo lo que hacen.
23:1 Un eminente filósofo y poeta sufí. Véase Sprenger, Journal As. S. of Bengal, 1856, pág. 134. ↩︎
26:1 (Cor. cap. 6, v. 103). En la versión de Sale la palabra latíf se traduce como graciosa. Sin embargo, yo la he traducido como sutil, que es su significado primario y concuerda con la interpretación sufí. ↩︎