VIII. La rosa se ha puesto roja, el capullo ha estallado | Página de portada | X. Cantante, dulce Cantante, notas frescas esparcen |
OH Copero, prende fuego a mi vaso
Con la luz del vino! oh juglar, canta:
El mundo cumple el deseo de mi corazón!
Reflejado dentro del anillo de la copa
Veo el resplandor de la mejilla roja de mi amor,
Y escaso de ingenio, vosotros que no buscáis
Los placeres que el vino solo puede traer!
No dejes que los halagos se detengan
Esas esbeltas bellezas prodigan sobre mí,
Hasta en la gracia del ciprés adornado,
Mi amor vendrá como un pino rojizo
No puede perecer aquel cuyo corazón se sostiene
La vida que el amor respira-aunque mis días son contados,
En el Libro del Mundo vive mi constancia.
Pero cuando el Día del Juicio Final está aquí,
Me imagino que poco será la ganancia
Eso le corresponde al Jeque por su alegría legítima,
O a mí por el proyecto prohibido me drena.
Los ojos borrachos de mis compañeros brillan,
Y yo también, extendiendo mi mano hacia el vino,
En el cuello de la embriaguez afloja la rienda.
Oh viento, si pasas por el jardín cerca
De mi corazón querido maestro, lleva para mí
El mensaje que le envío, viento que sopla!
“¿Por qué has apartado de tu memoria
¿Mi desventurado nombre?” susurra en voz baja en su oído;
“¿No sabes que el día está cerca
¿Cuándo ni tú ni nadie pensará en mí?”
Si con lágrimas, oh Hafiz, tus ojos están húmedos,
Dispérsalos a tu alrededor como grano, y trampa
El pájaro de la alegría cuando se trata de tu red.
Mientras el tulipán se encoge por el aire frío de la noche,
Así se encogió mi corazón y se acobardó en la sombra
Oh pájaro cantor Fortuna, los trabajos están puestos,
¿Cuándo estarán tus brillantes alas? ¿Quedarán atrapadas allí?
El mar verde de los cielos y la corteza en el mismo,
La delgada corteza de la luna creciente,
Se pierden en el radiante mediodía de tu generosidad,
¡Visir y peregrino, Kawameddin!
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