1 ¡He aquí! Enviamos a Noé a su pueblo (diciendo): Advierte a tu pueblo antes de que les llegue el doloroso castigo.
2 Dijo: ¡Oh pueblo mío! ¡He aquí! Yo soy un claro amonestador para vosotros
3 (Te ordeno): Servid a Alá y cumplid con vuestro deber hacia Él y obedecedme,
4 Para que os perdone algo de vuestros pecados y os conceda un plazo de gracia. El plazo de Alá, cuando llegue, no podrá retrasarse, si supierais.
5 Dijo: ¡Señor mío! He aquí que he llamado a mi pueblo noche y día
6 Pero todo mi llamamiento no hace más que aumentar su repugnancia;
7 Y he aquí que, siempre que les llamo para que les perdones, se tapan los oídos con los dedos y se cubren con sus vestiduras y persisten (en su negativa) y se enorgullecen.
8 Y he aquí, los he llamado a voz en cuello,
9 Y he aquí, les he hecho proclamación pública, y les he exhortado en privado.
10 Y dije: Pedid perdón a vuestro Señor. ¡Verdaderamente! Él es indulgente.
11 Él soltará el cielo para ti en abundante lluvia,
12 Y te ayudará con riquezas e hijos, y te asignará jardines y te asignará ríos.
13 ¿Qué os pasa que no esperáis en Alá la dignidad
14 Cuando Él te creó por (diversas) etapas ?
15 ¿No veis cómo Alá ha creado siete cielos en armonía,
16 ¿Y ha hecho de la luna una luz en ella, y del sol una lámpara?
17 Y Alá te ha hecho crecer como un retoño de la tierra,
18 Y después Él os hará volver a ella, y os sacará de nuevo, un (nuevo) nacimiento.
19 Y Alá ha hecho la tierra una amplia extensión para vosotros
20 Para que podáis recorrer sus caminos.
21 Dijo Noé: ¡Señor mío! ¡Mira! Me han desobedecido y han seguido a aquel cuyas riquezas y sus hijos no le aumentan más que la ruina;
22 Y han tramado un poderoso plan,
23 Y dijeron: No abandonéis a vuestros dioses. No abandonéis a Wadd, ni a Suwa’, ni a Yaghuth, ni a Ya’uq y a Nasr.
24 Y han extraviado a muchos, y Tú multiplicas a los malhechores en nada más que el error.
25 Por sus pecados fueron ahogados y luego se les hizo entrar en el Fuego. Y descubrieron que no tenían auxiliadores en lugar de Alá.
26 Y Noé dijo: ¡Señor mío! No dejes en la tierra a ninguno de los incrédulos.
27 Si los dejaras, ellos engañarán a Tus esclavos y no engendrarán más que ingratos lascivos.
28 ¡Señor mío! Perdóname a mí, a mis padres y a todo aquel que entre en mi casa creyente, creyentes y creyentes, y no aumentes a los malhechores nada que no sea la ruina.