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PROLEGÓMENOS A LA EXPLICACIÓN DEL SIMBOLISMO DEL NICHO, LA LÁMPARA, EL CRISTAL, EL ÁRBOL, EL ACEITE Y EL FUEGO
La exposición de este simbolismo implica, en primer lugar, dos consideraciones cardinales, que ofrecen un campo ilimitado para la investigación, pero a las que me limitaré a aludir muy brevemente aquí.
Primero, la ciencia y el método del simbolismo; la manera en que el espíritu de la forma ideal[1] es capturado por el molde del símbolo; la relación mutua de los dos; la naturaleza interna de esta correspondencia entre el mundo [p. 122] de los Sentidos (que proporciona la arcilla de los moldes, el material del simbolismo) y el mundo del Reino Superior de donde descienden las Ideas.[2]
En segundo lugar, las gradaciones de los diversos espíritus de nuestra arcilla mortal y el grado de luz que posee cada uno de ellos. Porque tratamos de este último simbolismo para explicar el primero.
(i) LO EXTERNO Y LO INTERNO EN EL SIMBOLISMO: TIPO Y ANTITIPO
El mundo es dos mundos, el espiritual y el material, o, si se quiere, un mundo sensual y un mundo inteligente; o, si se quiere, un mundo supremo y un mundo inferior. Todas estas expresiones están próximas entre sí, y la diferencia entre ellas es meramente de punto de vista. Si se consideran los dos mundos en sí mismos, se utiliza la primera expresión; si se hace con respecto al órgano que los percibe, la segunda; si se hace con respecto a su relación mutua, la tercera. [p. 123] Quizá se les pueda llamar también el mundo del dominio y la percepción sensorial, y el mundo de lo invisible y el reino supremo. No sería de extrañar que los estudiantes de las realidades subyacentes a la terminología se sintieran desconcertados por la multiplicidad de estos términos e imaginaran una multiplicidad correspondiente de ideas. Pero aquel a quien se le revelan las realidades subyacentes a los términos hace que las ideas sean primarias y los términos secundarios, mientras que las mentes inferiores toman el camino opuesto. Para ellas, el término es la fuente de la que procede la realidad. Tenemos una alusión a estos dos tipos de mente en el Corán: «¿Quién es el más recto, el que camina con el rostro inclinado hacia abajo, o el que camina en línea recta, erguido?»[3]
1. Los dos mundos: sus tipos y antitipos
Tal es la idea de los Dos Mundos. Y lo siguiente que debes saber es que el mundo supremo del «Reino» es un mundo invisible para la mayoría de los hombres; y el mundo de nuestros sentidos es el mundo de la percepción, porque es percibido por todos. Este Mundo Sensual [p. 124] es el punto desde el cual ascendemos al mundo Inteligente: y, si no fuera por esta conexión entre los dos, y su relación recíproca, el camino hacia la esfera superior estaría bloqueado. Y si este ascenso fuera imposible, entonces el Progreso hacia la Presencia Dominical y el acercamiento a Alá también serían imposibles. Porque ningún hombre se acercará a Alá, a menos que su pie se sitúe en el centro mismo del Redil de la Santidad Divina. Ahora bien, por este Mundo de la «Santidad Divina» entendemos el mundo que trasciende la aprehensión de los sentidos y la imaginación. Y es en relación con la ley de ese mundo —la ley de que el alma que le es ajena no sale de él ni entra en él— que lo llamamos el Redil de la Santidad y la Trascendencia Divinas. Y el espíritu humano, que es el canal de las manifestaciones de la Trascendencia, tal vez pueda ser llamado «el Valle Sagrado».[4]
Nuevamente, este Pliegue comprende pliegues menores, algunos de los cuales penetran más profundamente que otros en las ideas de la Santidad Divina.
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Pero el término Fold abarca todas las gradaciones de los menores; porque no debes suponer que estos términos son enigmas, ininteligibles para los hombres de Perspicacia. Pero no puedo seguir con el tema, porque veo que mi preocupación por citar y explicar toda esta terminología me está desviando de mi tema. Te corresponde a ti ahora dedicarte al estudio de los términos.
Volviendo al tema que estábamos tratando: el mundo visible es, como dijimos, el punto de partida hacia el mundo del Reino Superior; y el «Progreso del Peregrino por el Camino Recto»[5] es una expresión de ese curso ascendente, que también puede expresarse por «La Fe», «las Mansiones de la Guía Correcta». Si no hubiera relación entre los dos mundos, ninguna interconexión en absoluto, entonces todo progreso ascendente sería inconcebible de uno al otro. Por lo tanto, la misericordia divina dio al Mundo Visible una correspondencia con el Mundo del Reino Superior, y por esta razón no hay una sola cosa en este mundo de los sentidos que no sea un símbolo de algo en aquel otro. Bien puede suceder [p. 126] que una cosa en este mundo pueda simbolizar varias cosas en el Mundo del Reino Superior, e igualmente bien puede suceder que una cosa en este último pueda tener varios símbolos [p. 30] en el Mundo Visible. Llamamos a una cosa típica o simbólica cuando se asemeja y corresponde a su antitipo bajo algún aspecto.
Una enumeración completa de estos símbolos implicaría agotar la totalidad de las cosas existentes en ambos mundos. Nuestros poderes mortales nunca podrán cumplir una tarea semejante, o las facultades humanas no han sido suficientes para comprenderla en el pasado, y con nuestras pequeñas vidas no podemos explicarla completamente en el presente. Lo máximo que puedo hacer es explicarles un solo ejemplo. Entonces podrán inferir lo mayor de lo menor, porque entonces se les abrirá la puerta de la investigación de los misterios de este conocimiento.
2. Un ejemplo de simbolismo, de la historia de Abraham en el Corán
Escucha ahora. Si el Mundo del Reino Superior contiene sustancias de Luz, altas y sublimes, llamadas «Ángeles», de cuyas sustancias se difunden las diversas luces sobre los diversos espíritus mortales [p. 127], y por razón de las cuales estos ángeles son llamados «señores», entonces Alá es «Señor de señores», y estos señores tendrán diferentes grados de luminosidad. Los símbolos, entonces, de éstos en el mundo visible serán, preeminentemente, el Sol, la Luna y las Estrellas.
El peregrino del Camino se eleva, en primer lugar, hasta un grado que corresponde al de una estrella. Se le aparece el resplandor de la luz de esa estrella. Se le revela que todo el mundo que está debajo adora su influencia y el resplandor de su luz. Y así, debido a la belleza y soberbia de la cosa, se da cuenta de algo que grita en voz alta: «¿Éste es mi Señor?» Continúa su camino y, al darse cuenta del grado de luz inmediatamente superior, es decir, el simbolizado por la luna, ve en el dosel aéreo a esa estrella puesta, es decir, en comparación con su superior, y dice: «¡No adoro a nada que se ponga!». Y así se eleva hasta que llega por fin al grado simbolizado por el sol. Este, a su vez, ve que es mayor y más alto que el anterior, pero, sin embargo, admite comparación con él, en virtud de una relación entre los dos. [31] [p. 128] Pero el relacionarse con lo imperfecto conlleva la imperfección, que es el «escenario» de nuestra alegoría. Y por ello dice: «He vuelto mi rostro hacia Aquel que hizo los cielos y la tierra. Soy un verdadero creyente y no de los que asocian otros dioses a Alá». Ahora bien, lo que se pretende transmitir con este «Aquel que» es la clase más vaga de indicación, desprovista de toda relación o comparación. Pues, si alguien preguntara: «¿Cuál es el símbolo comparable o correspondiente a este Aquello?», no se podría concebir ninguna respuesta a la pregunta. Ahora bien, Aquel que trasciende todas las relaciones es ALÁ, la ÚNICA REALIDAD. Así, cuando ciertos árabes preguntaron una vez al Apóstol de Dios: «¿Con qué podemos relacionar a Alá?», se reveló esta respuesta: «Di: Él, Alá es Uno. Sus días no han terminado ni comenzado; no es padre ni hijo; y nadie es como Él, no hay nadie»[5]; el significado de este versículo es simplemente que Él trasciende la relación. De nuevo, cuando el Faraón le preguntó a Moisés: «¿Quién es, por favor, el Señor del Universo?», como si exigiera al [p. 129] conocer Su esencia, Moisés, en su respuesta, se limitó a indicar Sus obras, porque éstas eran más claras para la mente de su interrogador; y respondió: «El Señor de los cielos y de la tierra».[6] Pero el Faraón dijo a sus cortesanos: «¡Ah! ¡Observad eso!», como si objetara la evasión de Moisés de su demanda de que se le dijera la naturaleza esencial de Alá. Entonces Moisés dijo: «Vuestro Señor, y el Señor de vuestros primeros padres». El Faraón entonces lo consideró loco. Había exigido un análogo para la descripción de la Esencia divina, y Moisés le respondió a partir de Sus obras. Y entonces el Faraón dijo: «Vuestro profeta que os ha sido enviado está loco».
3. Ejemplos fundamentales de simbolismo especialmente de la historia de Moisés en el Corán
Volvamos ahora al modelo que hemos seleccionado para ilustrar el método simbólico. La ciencia de la interpretación de las visiones nos determina el valor de cada tipo de símbolo, pues «la visión es una parte de la profecía». Está claro, ¿no es así?, que el sol, cuando se ve en una visión, [p. 130] debe ser interpretado por un Monarca Soberano, debido a su semejanza mutua y a su participación en una idea espiritual común, a saber, la soberanía sobre todo y la emanación o efusión de influencia y luz sobre todos. El antitipo de la luna será el Ministro de ese Soberano; pues es a través de la luna que el sol derrama su luz sobre el mundo en su propia ausencia; y, aun así, es a través de su propio Ministro que el Soberano hace sentir su influencia sobre los súbditos que nunca vieron a la persona real. Además, al soñador que se ve a sí mismo con un anillo en el dedo con el que sella las bocas de los hombres y los secretos de las mujeres, se le dice que el signo significa la llamada temprana a la oración en el mes de Ramadán.[7] Además, para quien se ve a sí mismo vertiendo aceite de oliva en un olivo, la interpretación es que la esclava con la que se ha casado es su madre, no reconocida por él. Pero es imposible agotar las diferentes formas en que se pueden interpretar los símbolos de esta descripción, y no puedo ponerme a la tarea de enumerarlas. Sólo puedo decir que así como ciertos [p. 131] seres del Mundo Espiritual Superior están simbolizados por el Sol, la Luna y las Estrellas, otros pueden ser tipificados por símbolos diferentes, cuando el Punto de conexión es alguna característica distinta de la luz.
Por ejemplo, si entre los seres de ese Mundo Espiritual hay algo que es fijo e inmutable; grande y nunca menguante; de donde las aguas del conocimiento, las excelencias de las revelaciones, fluyen hacia el corazón, así como las aguas brotan hacia un valle; eso estaría simbolizado por la Montaña.[8] Además, si los seres que son los receptores de esas excelencias son de diversos grados, estarían simbolizados por el Valle; y si esas excelencias, al llegar a los corazones de los hombres, pasan de corazón a corazón, esos corazones también están simbolizados por los Valles.[9] La cabeza del Valle representará los corazones del Profeta, el Santo y el Doctor, seguidos por los que vienen después de ellos. Entonces, si estos valles son más bajos que el primero, y son regados por él, entonces ese primero será ciertamente el Valle «Correcto»,[10] [p. 132] debido a su marcada rectitud[11] y superioridad. Y finalmente vendrá el valle más bajo que recibe su agua del último y más bajo nivel de ese Valle «Derecho», y en consecuencia es regado desde «el margen del Valle Derecho»,[12] no [p. 33] desde su parte más profunda y centro.
Pero si el espíritu de un profeta está representado por una lámpara encendida, encendida por medio de la inspiración («Te hemos inspirado con un Espíritu de nuestro poder»),[13] entonces el símbolo de la fuente de ese encendido es el fuego. Si algunos de los que obtienen conocimiento de los profetas viven de una aceptación meramente tradicional de lo que se les dice, y otros de un don de intuición, entonces el símbolo para los primeros, que no investigan nada, es una tea de fuego o una antorcha o un meteorito; mientras que el hombre de experiencia espiritual, que por lo tanto tiene algo en común con los profetas, está simbolizado por el calentamiento del fuego, porque un hombre no se calienta al oír hablar del fuego, sino al estar cerca de él.
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Si la primera etapa de los profetas es su traslado al Mundo de la Sagrada Trascendencia lejos de las perturbaciones de los sentidos y la imaginación, esa etapa está simbolizada por «el Valle Sagrado».[14] Y si el Valle Sagrado no puede ser pisado salvo después de despojarse de los Dos Mundos (es decir, este mundo y el mundo del más allá) y el alma gira su rostro hacia el Único Real (porque este mundo y el mundo del más allá son correlativos y ambos son accidentes de la sustancia de luz humana, y pueden ser quitados en un momento y puestos en otro), entonces el símbolo del despojo de estos Dos Mundos es el quitarse las dos sandalias por el peregrino a La Meca,[15] momento en que cambia sus prendas mundanas por la túnica del peregrino y se enfrenta hacia la sagrada Kaaba.
No, pero trasladémonos ahora una vez más a la Presencia Dominical y hablemos de sus símbolos. Si esa Presencia tiene algo por lo que las diversas ciencias divinas están grabadas en las tablas de los corazones susceptibles a ellas, ese algo estará simbolizado por la Pluma.[16] Lo que está dentro de esos corazones en los que están grabadas esas [p. 134] cosas estará representado por la Tabla,[17] el Libro,[18] y el Pergamino.[19] [p. 34] Si hay algo que, por encima de la pluma que escribe, la constriñe a servir, su tipo será la Mano.[20] Si la Presencia que abarca la Mano y la Tabla, la Pluma y el Libro, está constituida según un orden definido, estará tipificada por la Forma o Imagen.[21] Y si la forma humana tiene su orden definido, según esa semejanza, entonces es creada «a Imagen, la Forma, del Misericordioso». Ahora bien, hay una diferencia entre decir: «A imagen del Misericordioso» y «A imagen de Alá». Pues fue la Divina Misericordia la que hizo que la imagen de la Divina Presencia estuviera en esa «Imagen». Y luego, por Su gracia y misericordia, Alá le dio a Adán una «imagen» o «forma» resumida, que abarcaba todos los géneros y especies del mundo entero, de modo que era como si Adán fuera todo lo que había en el mundo, o fuera la copia resumida del mundo. Y la forma de Adán –esta «imagen» resumida– fue inscrita en la [p. 135] letra de Alá, de modo que Adán es la letra Divina, que no son los caracteres de las letras (pues Su Letra trasciende tanto los caracteres como las letras, así como Su Palabra trasciende el sonido y las sílabas, y Su Pluma trasciende la caña y el acero, y Su Mano trasciende la carne y los huesos). Ahora bien, si no fuera por esta misericordia, cada hijo de Adán habría sido incapaz de conocer a su Soberano Señor; porque «sólo quien se conoce a sí mismo conoce a su Señor». Esto, entonces, siendo un efecto de la misericordia divina, fue «a imagen del Misericordioso», no «a imagen de Alá», que Adán fue creado. Entonces, la Presencia de la Divinidad no es la misma que la Presencia del Misericordioso, ni que la Presencia de la Realeza, ni que la Presencia del Señorío Soberano; por lo cual Él nos ordenó invocar la protección de todas estas Presencias por separado. «Di: Invoco la protección del Señor de la humanidad, el Rey de la humanidad, la Deidad de la humanidad!»[22] Si esta idea no subyace a la expresión [p. 35] «Allâh creó al hombre a imagen del Misericordioso», las palabras [p. 136] serían lingüísticamente incorrectas; entonces deberían haber sido, «a Su imagen». Pero las palabras, según Bujari, son, «A la imagen del Misericordioso».[23]
Pero como la distinción entre la presencia de la realeza y la presencia del señorío requiere una larga exposición, debemos continuar y contentarnos con el ejemplo anterior del método simbólico, pues, en verdad, es un mar sin orillas.
Pero si eres consciente de cierta repulsión hacia este simbolismo, puedes consolarte con el texto: «Él hizo descender del cielo lluvia, y fluyó en los valles, según su capacidad;»[24] porque los comentarios sobre este texto nos dicen que el Agua aquí es conocimiento, y los Valles son los corazones de los hombres.
4. La validez permanente del signo exterior y visible: un ejemplo
Por favor, no supongan de este ejemplo de simbolismo y su método que tienen alguna [p. 137] licencia de mi parte para ignorar la forma externa y visible, o creer que ha sido anulada; como si, por ejemplo, yo hubiera afirmado que Moisés no tenía realmente zapatos puestos, ni realmente escuchó que se le dirigían las palabras: «Quítate los zapatos de los pies». [25] ¡Dios no lo quiera! La anulación del signo externo y visible es el principio de los Espiritistas (Bâtiniyya), quienes miraron, completamente de un lado, a un mundo, el Invisible, y eran groseramente ignorantes del equilibrio que existe entre él y el Visible. Este aspecto no lo entendieron en absoluto. De manera similar, la anulación del significado interno e invisible en la opinión de los Materialistas (Hashawiyya). En otras palabras, quien abstrae y aísla lo externo del todo es un Materialista, y quien abstrae. El interior es un espiritualista, mientras que el que une los dos es católico, perfecto. Por esta razón el Profeta dijo: «El Corán tiene un exterior y un interior, un final y un principio» (una Tradición que, sin embargo, es posible que se pueda rastrear hasta ‘Alî, ya que su linaje se detiene en su nombre). Yo afirmo, por el contrario, que [p. 138] Moisés entendió a partir de la orden «Quítate los zapatos» la Destitución de los Dos Mundos, y obedeció la orden literalmente al quitarse las dos sandalias, y espiritualmente al quitarse los Dos Mundos. Aquí tenemos simplemente esta relación cruzada entre los dos, el paso de uno a otro, de la palabra exterior a la idea interior. La diferencia entre las posiciones verdadera y falsa puede ilustrarse de esta manera. Un hombre oye la palabra del Profeta: «Los ángeles de Alá no entran en una casa donde hay un perro o una imagen», y sin embargo tiene un perro en la casa, porque, dice, «el sentido externo no es lo que se quería decir; sino que el Profeta solo quiso decir: “Echad al perro de la Ira fuera de la casa del Corazón, porque la Ira impide el conocimiento que viene de las Luces Angélicas; porque la ira es el demonio del corazón». Mientras que el otro primero lleva a cabo la orden literalmente; y luego dice: «El perro no es perro por su forma visible, sino por la idea interna de perro: ferocidad, voracidad. Si mi casa, que es la morada de mi persona, de mi cuerpo, debe mantenerse limpia de la perrunidad en forma concreta, ¡cuánto más debe mantenerse limpia de la perrunidad en la idea espiritual la casa de [p. 139] mi corazón, que es la morada de la verdadera y propia esencia del hombre!» El hombre, de hecho, que combina las dos cosas, es el hombre perfecto; Esto es lo que se quiere decir cuando se dice: «El hombre perfecto es aquel que no permite que la luz de su conocimiento apague la luz de su reverencia». De la misma manera, nunca se le ve permitir ignorar una sola ordenanza de la religión, a pesar de toda la perfección de su Intuición espiritual. Tal cosa es un grave error; un ejemplo de ello es el mal que le sucedió a algunos místicos, que decían que era lícito dejar de lado las prescripciones literales de la Sharia, como se enrolla y guarda una alfombra; de tal manera que uno de ellos tal vez llegó a abandonar la ordenanza de la oración, diciendo, en verdad, que siempre estaba rezando en su corazón. Pero esto es diferente del error de esos tontos de los antinomianos (Ibâhiyya) que juegan con sofismas, como el dicho de uno, «Alá no tiene necesidad de nuestras obras»; o el de otro, «El corazón está lleno de vicios de los que no es posible limpiarlo». [p. 37] y ni siquiera quiso erradicar la ira y la lujuria, porque cree que [p. 140] [no] (?) se le ha ordenado erradicarlas. Estas últimas, en verdad, son las locuras de los necios; pero, en cuanto al error nombrado en primer lugar, recuerda el tropiezo de un caballo de raza, el error de un místico a quien el diablo ha desviado del camino y «lo ha arrastrado con engaño como con cuerdas».[26]
Para volver a nuestra discusión sobre «la eliminación de los zapatos», la palabra externa nos despierta al significado interno, la eliminación de los dos mundos. El símbolo externo es una cosa real, y su aplicación al significado interno es una verdad real. Toda cosa real tiene su verdad real correspondiente. Aquellos que han comprendido esto son las almas que han alcanzado el grado del Vidrio Transparente (veremos el significado de esto en breve). Porque la Imaginación, que proporciona, por así decirlo, la arcilla de la que se forma el símbolo, es dura y grosera; oculta los significados secretos; se interpone entre tú y las luces invisibles. Pero una vez que se aclara, se vuelve como un vidrio transparente, y ya no impide la entrada de la luz, sino que, por el contrario, se convierte en un conductor de luz. Es más, lo que impide que la luz se apague [p. 141] por las ráfagas de viento. La historia del Vidrio Transparente, sin embargo, está por llegar; Mientras tanto, recordemos que el mundo inferior burdo de la imaginación se convirtió para los Profetas de Dios en una pantalla de «vidrio» transparente y un «nicho para las luces»; un colador que filtra los secretos divinos; un trampolín hacia el Mundo Supremo. Por lo que podemos saber que el símbolo visible es real: y detrás de él hay un misterio. Lo mismo ocurre con los símbolos de «la Montaña», «el Fuego» y el resto.
5. Otro ejemplo de esta validez bilateral e igualitaria de lo externo y lo interno
Cuando el Profeta dijo: «Vi a Abdul-Rahmân entrar al Paraíso arrastrándose», no debéis suponer que no lo vio así con sus propios ojos. No, despierto lo vio, como un durmiente podría verlo en un sueño, aunque la persona de Abdul-Rahmân b. 'Awf estaba en ese momento durmiendo en su casa. [p. 38] El único efecto del sueño en esta y otras visiones similares es suprimir la autoridad de los sentidos sobre el alma, que es la luz interior divina; porque los sentidos preocupan al alma, la arrastran de vuelta al mundo de los sentidos y apartan [p. 142] la cara del hombre del mundo de lo Invisible y del Reino Supremo. Pero, con la supresión de los sentidos, algunas de las luces proféticas pueden aclararse y prevalecer, en la medida en que los sentidos ya no arrastran al alma de vuelta a su propio mundo, ni ocupan toda su atención. Y así ve en vigilia lo que otros ven en el sueño. Pero si ha alcanzado la perfección absoluta, no se limita a aprehender la forma visible meramente; pasa directamente de ella a la idea interna, y se le revela a tal persona que la fe está atrayendo al alma de un Abdul-Rahmân al Mundo Superior (descrito por la palabra «Paraíso»), mientras que la riqueza y las riquezas la están atrayendo hacia esta vida presente, el Mundo Inferior. Si las influencias que la atraen a las preocupaciones de este mundo son más tenaces que las que la atraen al otro mundo, el alma se desvía completamente de su viaje al Paraíso. Pero si la atracción de la fe es más fuerte, el alma simplemente se ve obstaculizada o retardada en su camino, y el símbolo de esto en el mundo de los sentidos es un gateo. Es así como los misterios se revelan detrás de las transparencias cristalinas [p. 141] de la imaginación. Esto no se limita solo al juicio del Profeta sobre Abdul-Rahmân, aunque fue solo a él a quien vio en ese momento. Él emite juicio sobre él; Todo hombre cuya visión espiritual es fuerte, cuya fe es firme, pero cuya riqueza se ha multiplicado tanto que amenaza con desplazar su fe, sólo no lo hace porque el poder de esa fe la contrarresta con creces. Este ejemplo ilustra la forma en que los profetas solían ver objetos concretos y tener una visión inmediata de las ideas espirituales que se escondían detrás de ellos. Con mucha frecuencia, la idea se presenta primero a su visión interna directa, y luego mira hacia abajo desde allí hacia el espíritu imaginativo y recibe la impresión de algún objeto concreto, análogo a la idea. Lo que se confiere por inspiración en la visión dormida o en los sueños necesita interpretación.
(ii) LA PSICOLOGÍA O EL ALMA HUMANA: SUS CINCO FACULTADES O ESPÍRITUS
Las gradaciones de los Espíritus humanos Luminosos; [p. 144] al saberlo podemos conocer el simbolismo del Verso de Luz en el Corán.
El primero de ellos es el espíritu sensorial, que es el receptor de la información que traen los sentidos, pues es la raíz y el origen del espíritu animal y constituye la diferencia del género animal. Es el sonido en el niño que está siendo amamantado.
El segundo es el espíritu imaginativo, que es el que registra la información que le transmiten los sentidos y la mantiene archivada y lista para que la presente al espíritu inteligente que está por encima de él cuando la necesite. No se encuentra en el niño al principio de su evolución. Por eso, el niño quiere apoderarse de una cosa cuando la ve, pero la olvida cuando está fuera de su vista. No surge en su alma ningún conflicto de deseo por algo que está fuera de su vista hasta que se hace un poco mayor, cuando empieza a llorar por ello y lo pide, porque su imagen todavía está con él, preservada en su imaginación. Esta facultad la poseen algunos animales, pero no todos. No se encuentra, por ejemplo, en la polilla que perece [p. 145] en la llama. [p. 40] La polilla se dirige a la llama, porque desea la luz del sol, y, pensando que la llama es una ventana que se abre a la luz del sol, se precipita hacia ella y se hiere. Sin embargo, si sigue volando hacia la oscuridad, vuelve de nuevo, una y otra vez. Ahora bien, si tuviera el espíritu mnemotécnico, que da permanencia a la sensación de dolor que transmite el sentido del tacto, no volvería a la llama después de haber sido herida una vez por ella. Por otra parte, el perro que ha recibido una paliza huye cada vez que ve el palo de nuevo.
En tercer lugar, el espíritu inteligente. Éste capta las ideas que están más allá de las esferas de los sentidos y de la imaginación. Es la facultad específicamente humana. No se encuentra en los animales inferiores, ni tampoco en los niños. Los objetos de su aprehensión son axiomas de aplicación necesaria y universal, como mencionamos en la sección en la que se dio precedencia a la luz de la inteligencia sobre la del ojo.
En cuarto lugar, el espíritu discursivo. Este toma los datos de la razón pura y los combina, [p. 146] los ordena como premisas y deduce de ellos conocimientos que informan. Luego toma, por ejemplo, dos conclusiones así aprendidas, las combina de nuevo y aprende una nueva conclusión; y así continúa multiplicándose ad infinitum.
Quinto, el espíritu profético trascendental. Es la propiedad de los profetas y de algunos santos. Por él se revelan desde el otro mundo las tablas invisibles y los estatutos de la Ley, junto con varias de las ciencias de los reinos celestial y terrestre, y sobre todo la teología, la ciencia de la Deidad, que el espíritu intelectual y discursivo no puede comprender. Es a esto a lo que se alude en el texto: «Así te inspiramos con un espíritu de Nuestro poder. No sabías qué es el Libro ni qué es la Fe, pero hicimos de ese espíritu una luz con la que guiamos a quien queremos de nuestros vasallos. Y tú, en verdad, guías por un camino recto». [31] Y aquí, una palabra para ti, ¡ermitaño en tu mundo racional de la inteligencia! ¿Por qué sería imposible que, más allá de la razón, existiera un plano ulterior en [p. 147] el que aparecieran cosas que no aparecen en el plano de la inteligencia, así como es posible que la inteligencia misma sea un plano por encima de la facultad de discernimiento y de los sentidos, y que se le pudieran hacer relaciones de maravillas y prodigios que estuvieran más allá del alcance de los sentidos y de la facultad de discernimiento? ¡Cuidado con hacer que la perfección última se detenga en ti mismo! Considera la facultad intuitiva de la poesía, si quieres tener un ejemplo de la experiencia cotidiana, tomado de esos dones especiales que particularizan a algunos hombres. Observa cómo este don, que es una especie de facultad perceptiva, es posesión exclusiva de algunos, mientras que a otros les está tan completamente negado que ni siquiera pueden distinguir la escansión de una medida típica de la de sus diversas variaciones. Observa cuán extraordinaria es esta facultad intuitiva en algunos otros, hasta el punto de que producen música y melodías, y todos los diversos modos que producen dolor, deleite, [p. 148] sueño, llanto, locura, asesinato y desmayo. Ahora bien, estos efectos sólo se producen con fuerza en quien posee este sentido original e intuitivo. Una persona desprovista de él oye los sonidos tanto como los demás, pero los efectos emocionales sólo los experimenta muy débilmente y se sorprende ante aquellos a quienes provocan éxtasis o desmayos. E incluso si todos los profesores de música del mundo convocaran una conferencia con el fin de hacerle comprender el significado de este sentido musical, serían completamente incapaces de hacerlo. He aquí, pues, un ejemplo tomado de los fenómenos burdos que son más fáciles de entender para ti. Aplica esto ahora a este peculiar sentido profético y esfuérzate seriamente por convertirte en uno de los que experimentan místicamente algo del espíritu profético; porque los santos tienen una porción especialmente grande de él. Si no puedes lograrlo, entonces intenta, mediante la disciplina de los silogismos y analogías expuestos o a los que se alude en una página anterior, ser uno de los que lo conocen científicamente. Pero si esto también está más allá de tus poderes, entonces lo menos que puedes hacer es convertirte en uno de aquellos que simplemente tienen fe en ello («Allâh exalta a aquellos que tienen fe entre ustedes, y a aquellos que adquieren conocimiento en sus diversos rangos»).[27] El conocimiento científico está por encima de la fe, y la experiencia mística está por encima del conocimiento. El ámbito de la experiencia mística [p. 149] es el sentimiento; del conocimiento, el raciocinio, y de la fe, la mera aceptación del credo de los padres, junto con una actitud no suspicaz hacia las dos clases superiores.
Ahora ya conocéis los cinco espíritus humanos. Así pues, procedemos: todos ellos son Luces, pues es a través de su acción que se manifiesta todo tipo de cosa existente, incluyendo los objetos de los sentidos y de la imaginación. Pues si bien es cierto que los animales inferiores también perciben estos objetos, la humanidad posee una especie diferente, más refinada y superior de esas dos facultades, habiendo sido creadas en el hombre para un fin diferente, superior y más noble. En los animales inferiores sólo fueron creadas como un instrumento para adquirir alimento y para someterlos a la humanidad. Pero en la humanidad fueron creadas para ser una red para perseguir una presa noble a través de todo el mundo actual; a saber, los primeros principios de las ciencias religiosas. Por ejemplo, un hombre puede, al percibir con su sentido de la vista a cierto individuo, aprehender, a través de su inteligencia, una idea universal y absoluta, como vimos en nuestro ejemplo de Abdul Rahmân, el hijo de 'Awf.
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O Idea = en prácticamente el sentido platónico. ↩︎
(Por Ghazzâlî.) En este Verso de Luz, en la lectura de Ibn Mas’ûd, las palabras «en el corazón del creyente», siguen a las palabras «de Su luz». Y Ubayy b. Ka’b en lugar de «la similitud de Su luz», tiene «la similitud de la luz del corazón de aquel que cree es como». etc. ↩︎
pág. 67, 22. ↩︎
pág. 20, 12. ↩︎
Para este pasaje, véase S. 26, 24-7, y para el pensamiento completo, compárese con las páginas [54, 55]. 9 ↩︎
Porque después del idhân, justo antes de la mañana, se ayuna de comida y de relaciones sexuales hasta la siguiente puesta del sol. ↩︎
pág. 28, 29. 46. ↩︎
pág. 13, 18. ↩︎
S. 28, 30. Véase S. 19, 53 y 10, 82. ↩︎
Ghazzâlî aquí juega con la palabra ayman, cuya raíz significa dexter o felix. ↩︎
pág. 28, 30. ↩︎
pág. 42, 52. ↩︎
S. 20, y 79, 16. ↩︎
pág. 20, 12. ↩︎
Pág. 68. ↩︎
S. 85, 22 y 7, 44. ↩︎
Pág. 2, 1. ↩︎
Pág. 25, 3, ↩︎
pág. 48, 36. ↩︎
S. 82, 8; cf. 64, 3. ↩︎
Pág. 114. ↩︎
pág. 13, 19. ↩︎
pág. 20, 12. ↩︎
pág. 7, 21. ↩︎
Pág. 58, 11. ↩︎