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El hombre necesita la ayuda de sus semejantes para alcanzar la perfección propia de su naturaleza. A diferencia del animal, el hombre no está provisto por la naturaleza de todo lo necesario para la conservación y el desarrollo de su ser. Sólo a través de la sociedad encuentra una satisfacción completa de sus necesidades físicas, intelectuales y morales. De ahí que la sociedad sea natural al hombre.
Estas son las palabras de Alfarabi. Y según él la sociedad es perfecta o imperfecta. La sociedad perfecta es de tres tipos: la más alta, la intermedia y la más baja. La más alta es toda la tierra habitada reunida bajo una organización política. La intermedia es una nación que ocupa un lugar específico de la tierra habitada. La más baja es una ciudad que representa una fracción del territorio de una nación.
La sociedad imperfecta es de tres clases: la aldea, el suburbio de una ciudad y el hogar. Estos son sólo pasos que conducen a la organización del Estado. [1]
Alfarabi describe la organización de un estado modelo en estas palabras:
Así como el mundo es un todo armonioso regido por la más alta autoridad de Dios; así como las estrellas y el mundo sublunar están vinculados y se suceden uno a otro; así como el alma humana es una en diferentes poderes; así como el cuerpo humano es un todo organizado movido por el corazón; de la misma manera el estado debe ser regulado y modelado según estos nobles modelos.
En el Estado modelo debe haber una jerarquía de gobernantes bajo el control de un jefe supremo o príncipe. Este príncipe, jefe del Estado modelo o de toda la [51] tierra, debe poseer ciertos rasgos: gran inteligencia, excelente memoria, elocuencia, firmeza sin debilidad, firmeza en la consecución del bien, amor a la justicia, amor al estudio, amor a la verdad, aversión a la falsedad, templanza en la comida, bebida y placeres, y desprecio por la riqueza.
Todos estos rasgos deben encontrarse en un solo hombre encargado de dirigir la complicada maquinaria del estado. En caso de que no se puedan encontrar todos estos rasgos en un solo hombre, entonces se debe investigar para determinar si hay dos o más que posean los rasgos requeridos conjuntamente. Si hay dos, ambos deben gobernar el estado modelo. Si hay tres, entonces estos tres deben gobernar. Si se necesitan más, deben gobernar más. [2]
Así, el gobierno de un solo hombre termina en una república aristocrática.
Él continúa:
Al Estado modelo se oponen el Estado ignorante, el Estado pervertido y el Estado equivocado. El Estado ignorante es el Estado que no conoce la verdadera felicidad y que muy a menudo la cambia por salud, riqueza y placer. Así, el Estado ignorante es el que tiene como fin la adquisición de cosas, como comida, vestido y vivienda; el Estado ignorante es el que tiene como fin el disfrute de la comida y la bebida, los placeres sensuales, las diversiones y los juegos; el Estado ignorante es el que tiene como fin la búsqueda de elogios y labrarse un nombre; el Estado ignorante es el que cree en la falsa libertad, por la cual cada uno puede hacer lo que le plazca; el Estado ignorante es el que persigue el imperialismo como política nacional, es decir, la voluntad de conquistar a los pueblos y las naciones por el fuego y la espada.
El estado pervertido es el estado que mantiene una conducta similar a la del estado ignorante, aun sabiendo lo que es la verdadera felicidad y perfección.
El estado equivocado es el estado que tiene ideas equivocadas sobre Dios y la felicidad. [3]
Alfarabi, en su concepción del Estado, muestra una creencia místico-filosófica en la absorción del espíritu humano en el espíritu del mundo y, finalmente, en Dios. De hecho, dice:
El objetivo del Estado modelo no es sólo procurar la [52] prosperidad material de sus ciudadanos, sino también su destino futuro. Las almas de los ciudadanos del Estado ignorante están desprovistas de razón y volverán a los elementos materiales como formas sensibles para unirse de nuevo a otros seres, animales o plantas.
Tanto en los estados pervertidos como en los equivocados, el gobernante es el único responsable y será castigado en consecuencia en el mundo venidero; y las almas que han sido inducidas al error comparten el destino de los ciudadanos del estado ignorante. Por otro lado, las almas buenas entrarán en el mundo de los espíritus puros, y cuanto mayor sea su conocimiento en esta vida, mayor será su posición después de la muerte. [4]
No puedo evitar citar el siguiente pasaje donde Alfarabi muestra a estas buenas almas en posesión de su bien supremo:
Cuando un gran número de hombres han muerto, y sus cuerpos son aniquilados, y sus almas hechas felices, otros hombres los seguirán. Cuando estos también han muerto y alcanzado la felicidad que anhelaban, cada uno de ellos se une a aquel a quien es similar en especie y grado. Estas almas se unen entre sí como un inteligible se une a un inteligible. En la proporción en que las almas aumentan en número y se unen entre sí, en la misma proporción aumenta su felicidad, porque, cada uno, pensando en su sustancia, piensa en una gran cantidad de sustancias similares, y el objeto de tal pensamiento continúa aumentando indefinidamente con la llegada de nuevas almas. [5]
La teoría política de Alfarabi es una mezcla de elementos platónicos y aristotélicos. El principal elemento platónico es poner a toda la humanidad en un estado universal. Para él, el estado tal como existe ahora, no es el estado modelo. El estado modelo, aún no realizado, es la humanidad organizada que no está circunscrita por fronteras nacionales. Se asemeja a una familia que tiene en el cielo el mismo Creador y Padre, y en la tierra los mismos antepasados. En una familia así no puede haber guerras, simplemente porque la visión ahora de cada uno y de cada uno no es una nación particular, sino la humanidad; no un rey particular, sino Dios.
Tal concepción política de Alfarabi podría sorprender al lector, pues solemos pensar que nadie podría soñar jamás con poner [53] al mundo entero bajo una organización política, a menos que eso fuera resultado del progreso de la civilización. Pero no es así. Así como la idea de la universalidad política estaba contenida en el imperialismo de Alejandro Magno, y más tarde en el imperialismo romano, de la misma manera estaba contenida en la concepción teocrática musulmana. Y la historia lo confirma.
Además, Alfarabi modera el Estado ideal de Platón con algunos elementos aristotélicos, como la propiedad privada y la forma monárquica de gobierno. Sin embargo, éste podría fácilmente transformarse en una república aristocrática si los rasgos intelectuales y morales requeridos para el jefe ejecutivo no se encuentran más que en unas pocas personas.
En una palabra, nuestro filósofo imaginó las muchas naciones del mundo unidas en una sola organización política bajo un gobernante sabio.
50:111 Alfarabi, Régimen Político, op. cit. págs. 77-80. ↩︎
51:112 Alfarabi, Régimen Político, op. cit. págs. 80-89. ↩︎
51:113 Alfarabi, Régimen Político, op. cit., págs. 90-95. ↩︎
52:114 Alfarabi, Régimen Político, op. cit. págs. 93-101. ↩︎
52:115 Alfarabi, Régimen Político, op. cit., págs. 95-96. ↩︎