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CAPÍTULO II, Versículo 182.—Cuando mis siervos te pregunten por mí, entonces, en verdad, estoy cerca; respondo la oración del que me ora. Así que que me pidan una respuesta, y que crean en mí; tal vez puedan ser dirigidos correctamente.
Capítulo IV, Versículo 104.—Pero cuando hayáis cumplido vuestra oración, acordaos de Dios de pie, sentados y acostados de lado; y cuando estéis en seguridad, sed constantes en la oración; en verdad, la oración es para los creyentes prescrita y ¡tiempo!
Capítulo VI, Versículo 71.—Di: «En verdad, la guía de Dios es la guía, y se nos ordena que nos resignemos al Señor de los mundos, y seáis firmes en la oración y le temáis, porque es a Él a quien nos reuniremos».
Capítulo XIV., Versículo 36.—Di a mis siervos que creen, que sean constantes en la oración.
Capítulo XVII, Versículo 80.—Sé firme en la oración desde la puesta del sol hasta el anochecer de la noche, y la lectura del amanecer; en verdad, la lectura del amanecer siempre está testificada.
Capítulo XX, Versículo 132.—Invita a tu pueblo a la oración y a perseverar en ella; no te pedimos [p. 58] que proveas. Nosotros proveeremos, y el resultado será la piedad.
Capítulo XXII., Versículo 76.—Sed, pues, constantes en la oración, y dad limosna, y aferraos a Dios; Él es vuestro soberano, y un soberano excelente, y una excelente ayuda.
Capítulo II, Versículo 144.—De dondequiera que salgas, vuelve tu rostro hacia la mezquita sagrada, pues es la verdad que viene de tu Señor; Dios no es indiferente a lo que hacéis. (145) Y de dondequiera que salgas, vuelve tu rostro hacia la mezquita sagrada, y dondequiera que estés, vuelve tu rostro hacia ella, para que los hombres no tengan argumentos contra ti, excepto aquellos de ellos que son injustos; y no les temas, temedme a Mí y Yo os concederé mis favores, tal vez seáis guiados todavía.
Capítulo VII, Versículo 29.—¡Oh hijos de Adán! Llevad vuestros adornos a todas las mezquitas; y comed y bebed, pero no seáis extravagantes, porque Él no ama a los extravagantes.