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CAPÍTULO III., Versículo 163.—Los que dijeron de sus hermanos, mientras ellos mismos permanecían en casa: «Si nos hubieran obedecido, no habrían sido muertos»; digan: «Evitad la muerte, si decís la verdad».
Capítulo VII., Versículo 33.—Cada nación tiene su tiempo señalado, y cuando su tiempo señalado llega no pueden retrasarlo ni una hora, ni pueden adelantarlo.
Capítulo X, Versículo 11.—Y si Dios apresurara el mal hacia los hombres como ellos apresurarían el bien, su tiempo señalado seguramente se cumpliría. Pero dejaremos que aquellos que no esperan nuestro encuentro continúen en su rebelión, vagando ciegamente.
Capítulo XVI, Versículo 63.—Si Dios tuviera que castigar a los hombres por sus malas acciones, no dejaría sobre la tierra ni una sola bestia, sino que les concede un respiro hasta un tiempo determinado; y cuando llega su tiempo no pueden posponerlo ni una hora, ni pueden hacerlo venir.
Ellos atribuyen a Dios lo que ellos mismos aborrecen; y sus lenguas describen la mentira de que «El bien será suyo»; sin duda, de ellos es el Fuego, porque, en verdad, ¡serán enviados allí!
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Capítulo XVII., Versículo 14.—Y a cada hombre le hemos puesto un augurio en el cuello.
Capítulo XXI, Versículo 101.—En verdad, aquellos para quienes el bien (recompensa) fue predestinado de parte nuestra, serán alejados de él; no oirán el más leve sonido de ello, y habitarán en lo que sus almas deseen por siempre. El mayor terror no los afligirá; y los ángeles los recibirán (diciendo): «¡Éste es vuestro día que se os prometió!»
Capítulo LXII., Versículo 8.—Di: «En verdad, la muerte de la que huís seguramente os alcanzará, entonces seréis enviados de regreso a Aquel que conoce lo invisible y lo visible, y Él os informará de lo que habéis hecho».