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1. Los hombres no deben ponerse de pie para orar, excepto con reverencia. Los piadosos de la antigüedad solían detenerse una hora antes de comenzar a orar, para poder dirigir sus corazones a Dios. Aunque el rey salude, no se debe responder; y aunque una serpiente se enrosque en su talón, no se debe detener.
2. Se debe mencionar la lluvia torrencial al orar por la resurrección de los muertos; y pedir lluvia en la bendición del año, y «la distinción entre el Sabbath y el día laborable» [1] debe mencionarse en la oración «a quien generosamente otorga conocimiento». [2] R. Akivah dijo: «La distinción entre el Sabbath y el día laborable debe mencionarse en una cuarta oración aparte». R. Eleazar dijo: «En las acciones de gracias».
3. Quien dice: «Tus misericordias se extienden hasta el nido de un pájaro», o «Por tu bondad, que tu nombre sea recordado», o quien dice: «Damos gracias, damos gracias», [3] debe ser silenciado. Si alguien se acerca al arca (donde se guardan los rollos de la Ley) y comete un error, otro debe pasar en su lugar; y en tal caso, no puede negarse. «¿Por dónde empieza?». «Desde el principio de la oración en la que el otro se equivocó».
4. Quien se acerque al arca no debe responder “Amén” después de los sacerdotes, para no distraerse. Si no hay otro sacerdote presente, no debe levantar las manos (para bendecir a la congregación). Pero si confía en poder levantar las manos y luego continúa, queda en libertad.
5. Si un hombre reza y comete un error, es una mala señal para él. Si es representante de una congregación, es una mala señal para sus electores, pues el representante de un hombre es como él mismo. Dicen de R. Hanina, hijo de Dosa, que cuando rezaba por los enfermos, solía decir: «Este vivirá» o «Este morirá». Los Sabios le preguntaron: «¿Cómo lo sabes?». Él les respondió: «Si mi oración fluye con fluidez, sé que es aceptada; pero si no, sé que está perdida».