[ p. 119 ]
Preparaciones del Sumo Sacerdote—Purificación del Altar—Echar suertes—Amanecer—Ofrendas—Vestido—Oración—Los machos cabríos—Monobazo—Helena—Azazel—El incensario de oro—El velo—El Lugar Santísimo—«Fundamento»—Rociar la sangre—Enviar el macho cabrío al desierto—El Sumo Sacerdote quema el becerro y el macho cabrío—Lectura—Ceremonial—Reglas y excepciones—Arrepentimiento y expiación.
1. Siete días antes del Día de la Expiación, el Sumo Sacerdote fue trasladado de su casa a la cámara [^188] del Paredrín, y el concilio preparó para él a otro sacerdote, [^189] para que no se contaminara. R. Judah dijo: «También prepararon otra esposa, para que su esposa no muriera»; como está escrito: [^190] «Y expiará por sí mismo y por su casa»; por su casa, es decir, por su esposa. Los Sabios le dijeron: «Si es así, el asunto no tiene fin».
2. Durante estos siete días, él (el sumo sacerdote) rociaba la sangre, quemaba el incienso, preparaba las lámparas y ofrecía la cabeza y el pie. El resto de los días, si quería ofrecer algo, lo hacía; ya que el sumo sacerdote ofrecía primero una parte y participaba primero (en los sacrificios).
3. Los ancianos del gran Sanedrín le entregaron y leyeron ante él el ceremonial del día; y le dijeron: «Mi Señor Sumo Sacerdote, lee con tu boca; quizá lo hayas olvidado o quizá no lo hayas aprendido». [1] En la víspera del Día de la Expiación, al amanecer, lo colocaron en la puerta oriental (del Templo), e hicieron pasar ante él novillos, carneros y corderos, para que fuera diestro y experto en su ministerio.
5. Los ancianos del gran Sanedrín lo entregaron a los ancianos del sacerdocio, quienes lo llevaron a la cámara alta de la casa de Abtinas. Le tomaron juramento [2] y lo dejaron. Y le dijeron: «Mi Señor Sumo Sacerdote, somos embajadores del gran Sanedrín, y tú eres nuestro embajador, y el embajador del gran Sanedrín. Te conjuramos por Aquel cuyo Nombre habita en esta casa, que no cambies nada de lo que te hemos dicho». Él se apartó y lloró. Ellos se apartaron y lloraron [3].
6. Si era erudito, exponía; pero si no, los discípulos del erudito exponían antes que él. Si era hábil en la lectura, leía; pero si no, leían antes que él. “¿Y qué leyeron antes que él?” “En Job, en Esdras y en Crónicas”. Zacarías, hijo de Kebutal, dijo: “A menudo leía Daniel delante de él”.
7. Si deseaba dormir, los jóvenes sacerdotes hacían sonar el dedo índice [4] delante de él y le decían: «Mi Señor Sumo Sacerdote, levántate y refréscate [5] una vez en el pavimento», y lo mantenían ocupado [6] hasta que se acercaba la hora de sacrificar a las víctimas.
8. Todos los días purificaban el altar al canto del gallo, o al acercarse, antes o después; y en el Día de la Expiación [7] a medianoche; y en las tres grandes fiestas, a la primera vigilia. Y antes del canto del gallo, el atrio se llenaba de israelitas.
119:1 Donde se sentaron los consejeros. ↩︎
119:2 Llamada Sagan (sufragánea) (2 Reyes xxv. 18; Jer. lii. 24). ↩︎
119:3 Lev. xvi. 6. ↩︎
119:4 Como podría ocurrir a partir de los frecuentes cambios durante el segundo Templo. ↩︎
120:1 Que quemaría el incienso «dentro» del velo (Lev. xvi. 12, 13), en oposición a los saduceos, quienes sostenían que el incienso debía ser quemado «fuera». ↩︎
120:2 Que tal juramento era necesario. ↩︎
120:3 O el dedo «índice»; otra traducción: el dedo «medio». ↩︎