1. La decimocuarta pregunta es la que planteas: ¿Es la erradicación de la vida la mordedura de perros y pájaros sobre el cadáver? ¿Y el pecado de quienes lo consideran [1] pecado proviene de ese origen, o no?
2. La respuesta es esta: la disminución del pecado y el aumento de las buenas obras, debido a los buenos pensamientos, las buenas palabras y las buenas obras, surgen realmente del esfuerzo y la inquietud que surgen mediante la religión que el alma practica, y mediante la fuerza en el esfuerzo, la constancia en la religión y [ p. 35 ] la protección del alma que poseen los fieles. 3. Ese mal que ocurre al hacer buenas obras, que es el que ocurre al cometer iniquidad y cuando uno se esfuerza, es el que ocurre cuando no se esfuerza, el que se está contento y el que no, y después de que es indeseado, y no hay causa para las buenas obras, ocurre igual de indeseado, en busca de favor y recompensa, es la erradicación segura de la vida. 4. Ocurre solo una vez (aêtûm) a los justos y a los malvados, a todos los que hayan recibido la recompensa (esa recompensa es vivir hasta el momento de morir), pero la mordedura de perros y pájaros no les sucede a todos. 5. Es necesario que actúen de manera muy diferente [2] aquellos cuya comprensión de las buenas obras se debe a la debida atención a la materia muerta; y, debido al rápido cambio (vardî-hastanŏ) de esa contaminación, y al deseo de expiación por el pecado, deben llevar el cuerpo del difunto a una estribación de montaña (kôf vakhsh), o a un lugar de esa descripción, ordenando unánimemente que los perros y los pájaros lo roan, debido a la ubicación del lugar designado [3]. 6. Por lo tanto, como debido a ese temor [4], los mandamientos de la religión y el deseo progresivo [ p. 36 ] it es aceptado enérgicamente por el malvado mismo, su propia recompensa está en ello, y le sucede de esa manera para la eliminación (narafsisnŏ) del pecado y para la gratificación de su alma.
(34:3) La exposición del muerto, aparentemente; pero la construcción de esta pregunta y su relación con la respuesta no son claras a primera vista. De los §§ 2, 5 y 6 debemos inferir que la exposición es una acción meritoria y no un pecado; y de los §§ 3 y 4 debemos deducir que, dado que la pérdida de la vida le ocurre a todos, y la exposición del cadáver solo a algunos, la primera no puede ser causada por la segunda. ↩︎
(35:1) Diferente a los demás. ↩︎
(35:2) Los muertos deben ser depositados en un lugar seco y árido, alejado de viviendas y agua, y, de ser posible, en la cima de una colina (véase Cap. XVII, 17, y Vend. VI, 93). La mención de perros royendo el cadáver parece indicar que los depósitos para los muertos eran menos cerrados cuando se escribió esta obra que en la actualidad; y en la antigüedad, parece que se utilizaban depósitos tanto cerrados como abiertos (véase Vend. VI, 92-106). Para una descripción de la forma actual de dichos depósitos, véase Sls. II, 6, nota. ↩︎
(35:3) Miedo a la contaminación de los muertos. ↩︎