1. En cuanto a la quincuagésima segunda pregunta y respuesta, lo que preguntas es así: Si las personas de buena religión, en su país o fuera de él, compran y venden ganado con personas de otra religión, o recurren a comerciantes (vanîkgarân) y les venden, ¿cuál es la decisión al respecto? 2. Cuando quienes son de buena religión no compran, por no haber alcanzado el precio, pero los comerciantes ortodoxos venden a comerciantes y a personas de otra religión, ¿cuál es la decisión al respecto? 3. Y sobre aquel cuyos medios de subsistencia (zîvisnŏ mindavam) son tales, ¿cuál es la decisión?
4. La respuesta es esta: sería un grave pecado y una mala ocupación realizar tales negocios por la influencia de la oportunidad y buscar ganancias ilícitas de esa manera. 5. Pero si se trata del medio de vida de quienes profesan buena religión, de quienes usted ha escrito, y no pueden buscarlo en ningún otro negocio u ocupación adecuada que sea un medio de vida menos pecaminoso, los compradores que hayan adquirido [ p. 183 ] la buena religión deberán venderlo a quienes profesan buena religión [1]; 6. Así que es posible que, cuando vendan ganado para el matadero y para consumo extranjero, muchos animales, que incluso supongan una disminución del sustento de Irán, sean más miserables que un hombre justo obligado a matarlos por la inalcanzable subsistencia y el temor a la muerte.
(183:1) Quién no sería propenso a matar al animal, y con quien podrían llegar a un entendimiento en cuanto a su buen trato, a fin de evitar el pecado de bôdyôzêdîh (véase Cap. XLIX, 5 n). ↩︎